HEROE.-Nació en Catacocha, Provincia de Loja, en 1873. De familia distinguida, creció en esa
población que se yergue a los pies del cerro Pisaca.
Al estallar la revolución del 5 de Junio de 1895 en Guayaquil, se enroló en el ejército liberal y asistió al combate de Loja
el 29 de Julio siguiente contra el gobierno conservador del Presidente encargado Arístides Rivadeneira Ponce. El 29 de
Agosto de 1896 combatió en Cajanuma contra la reacción ultramontana del centro de la república. Después peleó en
Tulcán contra los guerrilleros del Obispo Pedro Schumacher que habían repasado la frontera norte y amenazaban avanzar
a Quito. En esas ocasiones demostró ser un Oficial de valor.
A principios de 1903 estaba de guarnición en el Ñapo cuando se supo que el gobierno peruano
pretendía la zona del río Aguarico. El día 13 de Mayo cuatro ecuatorianos tomaron posesión de
la desembocadura del Curaray con el objeto de establecer una aduana. El gobierno peruano
despachó tropas que apresaron a los ecuatorianos y los llevaron a Iquitos donde en breve
obtuvieron su libertad. El 23 de Mayo, el Dr. Melitón Porras, Ministro peruano en Quito,
provocó una conferencia con el Canciller Miguel Valverde, para demarcar una línea provisoria
de frontera en las tierras del bajo Ñapo. Poco después diez soldados ecuatorianos llegaron al
punto de Angoteros. Enterados los peruanos de este avance, salieron noventa soldados de
Iquito a bordo de la lancha Cahuapanas. El 25 de Junio se produjo el combate, cuatro
ecuatorianos murieron, otros cuatro fueron tomados prisioneros y quedó destruido el
establecimiento – también llamado hacienda – propiedad de Ignacio F. Peñafiel y avaluado en
77.700 pesos. Hubo reclamaciones diplomáticas, se llegó a un acuerdo y el asunto fue sometió
al arbitraje, que vino a quedar sin efecto.
A principios de 1904 el Comandante Guerrero recibió 10.000 sucres en Quito para el pago de
los sueldos de los empleados de la región del Ñapo, pero a causa de un descuido de los
tripulantes de la canoa en que viajaba, ésta zozobró perdiéndose el dinero, Guerrero salvó
milagrosamente la vida a pesar que no sabía nadar. Sus superiores en Quito le ordenaron que
regrese al oriente con doce soldados de cada uno de los batallones Carchi, Guardia de Honor y
Pichincha, a fin de impedir la continuación del avance peruano por el río Ñapo. Salieron el 27
de Junio Guerrero y sus treinta y seis hombres, por la zona de Tumbaco a Papallacta y luego a
Baeza y tras largas caminatas arribaron al río Aguarico con víveres, armamentos, municiones y
un pequeño cañón marca Wilfort con sistema de antecarga y que al ser usado no cumplió con
su cometido. Encontrado el Comandante territorial Carlos A. Rivadeneira, éste envió el 26 de
Julio una Nota al Comandante peruano acantonado en el sitio Torres Causana o Solano,
recientemente bautizado por ellos como Bolognesi, conminándole a desocupar dicho sitio.
Contestó el Jefe Juan F. Chávez Valdivia diciendo que se hallaba en tierra peruana.
Veinticuatro de Mayo cercana a la vieja cervecería, “casa llena de geranios y de sol, viejísima y
lindísima,” donde era profesor su padre. Hijo legítimo de Ramón Guerrero Borja, gran dibujante y
bordador en seda, liberal, profesor de Urbanidad y Buenas Costumbres e iniciador de los
programas de dibujo artístico en los Colegios del país. En lo físico don Ramón era de baja
estatura, blanco y rubio aunque al final quedó enteramente calvo. En lo espiritual era alegre,
simpático, cantaba y por eso sus amigos le decían cariñosamente Porotito de Oro, “miembro nato
de la clase media quiteña donde se mezclaban antiguos pujos aristocráticos y hondas vivencias
artesanales” pues era hijo de Manuela Borja Rebolledo que envió varias artesanías a la Exposición
Universal de Chicago en 1894 y obtuvo por ellas una Mención de Honor. Don Ramón fue casado con
Mercedes Portilla Peña, hija del sabio entomólogo francés Augusto Coussin, ella se ayudaba
vendiendo joyas a comisión.
Los hermanos Ramón, Víctor y Manuel Guerrero Borja ingresaron a la Compañía de Jesús con el fin
de ordenarse sacerdotes, pero por razones de tipo económico Ramón tuvo que dejar sus estudios
para mantener a sus numerosos hermanos y hermanas. Ejerció desde entonces la docencia,
habiendo llegado a ocupar la dirección de la primera escuela municipal que y llamo Vicente
Rocafuerte. Fue compañero de notables educadores como Pablo J. Gutiérrez y Reinaldo
Murgueytio entre otros.
El joven José Enrique vivió en la plazuela de la Merced y por el Cementerio de San Diego y jugaba
con otros vecinitos cerca de las tumbas. También se distraía dibujando con trozos de carbón en los
patios de su casa.
Aprendió las primeras letras de su padre que era profesor y le quería y mimaba por ser ambos muy
parecidos, al extremo de que aún de grande le sobaba la cabeza y decía cariñosamente “Mi
Henry”. Su madre le cortó sus largos chorros de pelo dorado a los cinco años, para colocarlos a
una preciosa talla policromada de un Niño Dios venerado en el vecindario.
De siete años entró a la Escuela del Cebollar, de nueve huyó a la costa con dos amiguitos y trabajaron de peones aguateros
en una hacienda de Babahoyo, pero se cansó a las pocas semanas y regresó casi sin zapatos porque se le destruyeron en el
camino. Fue recibido con la alegría que todopadre siente por el hijo pródigo y volvió a la Escuela. Era travieso y
aventurero, pasaba largas horas en el taller de sombrerería de sus tíos Vega Guerrero conversando con la clientela y con
los obreros, pero al mismo tiempo era un excelente alumno, al punto que su profesor de sexto grado César Mora le costeó
el atuendo completo para que se presente a las pruebas finales que supervisaban los funcionarios ministeriales.
En 1917 inició sus estudios en el Normal Juan Montalvo y como persistían sus inclinaciones artísticas, su padre le dio
algunas clases de dibujo, tratando de encauzarlo.
En 1919 dejó el Normal al finalizar el Segundo Curso y se matriculó en la Escuela de Bellas Artes. Tuvo por maestros a José
Abraham Moscoso, Juan León Mera Iturralde, al Arq. Luis Aulestia, al escultor italiano Luigi Casadío, al decorador Ciro
Pazmiño y a Camilo Egas. Pronto descolló como habilísimo dibujante dentro del impresionismo implantado en dicha
escuela por el maestro Paúl Bar.
En 1923 fue invitado por el profesor Harold Putnam Browne, quien era profesor en la Escuela de Bellas Artes y además un
notable paisajista, para que forme parte de un troupe de pintores ecuatorianos, colombianos y venezolanos que iría a New
York a continuar sus estudios para profesionalizarse. (1)
Realizado el viaje vivió en la pensión de Albina Fosa, excelente señora de origen italiano que lo cuidó con esmero cuando
enfermó gravemente de pulmonía. Después radicó en Provincetown, Massachusset, lugar tradicionalmente preferido por
los pintores de entonces y aprendió el inglés.
En 1924 realizó un extenso recorrido por España. Se conservan varias plumillas firmadas en Madrid. Luego ingresó a la
afamada Academia Julien de París llevado por el pintor paisajista Geo Browne, padre de su amigo Harold y aprendió el
francés.
En 1925, tras un recorrido turístico por Francia, Italia e Inglaterra, entró a la National Academy of Desing,
especializándose en Diseño y en Arte Decorativo. Entonces cambió de aros con la ecuatoriana Mildred Defranc pero no
llegaron a contraer matrimonio.
En 1926 regresó a Guayaquil, el 28 obtuvo una Medalla de Oro en la Municipalidad y al viajar a Quito consiguió un Primer
premio del Ministerio de Educación en el Concurso de Pintores organizado por el Centro Nacional de Bellas Artes y una de
las Menciones de Honor en el Salón Mariano Aguilera.
Vivió en la casa de su hermano Julio en el barrio del Aguarico, ayudándole con traducciones del inglés en su oficina de
Patentes y Marcas de Fábrica que éste tenía, donde laboró largos años – hasta los 60- que un sobrino le reemplazó.
Hernán Rodríguez Castelo ha escrito “Por esa época trabajaba un paisaje Impresionista claro, luminoso, rico de sabidurías
cromáticas impresionistas -lagunas, bosques- pero influido por el expresionismo indigenista de Kingman, Guayasamín y
Paredes, se pasó al tema indígena y procuró la deformación feísta”.
En lo político profesaba ideas de avanzado socialismo. Tenía el Carnet No. 5 de afiliación a ese Partido y con el tiempo
hasta llegó a formar parte del Comité Ejecutivo Nacional. En lo personal vivía entregado a la vida noctámbula y bohemia, de tragos y malas noches en fisgones barriales como la Cueva del Oso Mosquera en la calle Chile.
“Nadie conoció los barrios, calles y plazuelas de Quito como él, por eso fue parte de ellos, de su luz, su alegría, su bulla o
su tristeza y como se acostumbró a verlos con las primeras luces del amanecer o las últimas del atardecer, comprendió el
sutil y grave misterio de su melancolía”. Alejandro Carrión llegó a calificarle del pintor de Quito cuando su persona y su
obra llegaron a ser parte de la ciudad y
Fernando Jurado Noboa en “El Chulla Quiteño” ha escrito que con sus colegas Sergio Guarderas González, Alberto Coloma
Silva, Eduardo Kingman Riofrío, Diógenes Paredes Castillo a) El Azuceno de Quito – yo agregaría también al Chiquito José
Amable Espín que era casi un enano y a Jorge Reyes, fueron los chullas de las artes plásticas, personas imprescindibles de
Quito, urbe que se precia de tener un espíritu diferente y un estilo propio.
En Septiembre de 1931, siendo padre de Ivan Guerrero Vallejo, contrajo matrimonio con Blanca Blum Flor, guayaquileña
viuda y con dos hijos de apellido Feraud Blum. Su hermano Julio le prestó el departamento bajo de su casa. Se quisieron
mucho a pesar de que ella era mayor en cuatro años, tuvieron tres hijos y como no se podía vivir por entonces solamente
del arte, se empleó de Profesor de Dibujo e Inglés en la escuela municipal Eugenio Espejo con S/. 35 mensuales de sueldo,
donde laboró con otros prestigiosos maestros como Fernando Chávez, Carlos Romo Dávila, Néstor Lara, etc., sin embargo,
con el paso de los años se fue acentuando su bohemia, comenzaron los malos tratos y finalmente el matrimonio terminó.
En 1935 alquilaron una casa en el barrio de la Tola. El 37 logró el II Premio en el salón Exposición Mariano Aguilera y como
mejorando su situación se cambió a una casa más amplia en el barrio de la Chilena.
Al finalizar los 30 militó activamente en el Sindicato de Maestros, quizá por eso fue cancelado en 1936 por la dictadura de
Páez, de los Normales Juan Montalvo y Manuela Cañizares, donde enseñaba Dibujo e Inglés. El 37 logró el Segundo Premio
en el Salón de Pintura Mariano Aguilera.
En 1939 fue acusado de ser el autor de unos afiches colocados en la Universidad Central cuando la huelga de ese
establecimiento. En los 40 empezó a dictar clases en el Mejía. Pintaba paisajes cada vez más sólidos de formas,
abandonando su impresionismo inicial. Gruesos delineados, empastes vigorosos, pesadez atmosférica, les daba forma impresionista. También
pintó cuadros de temas indígenas que el crítico José Alfredo Llerena describió como
meramente decorativos, pues, dentro de un inmenso fondo (paisaje formado por cerros) se
veían indios teístas (figuras deformadas) que provocaban el rechazo de la gente de gusto
aburguesado. Pero, como toda etapa de transición, fue breve y dio paso a otra más
esperanzada, donde llegó a la estilización recia de lo urbano.
En 1941 se volvió a cambiar de casa, a la calle Tena No, 105 en la Hermita y puso taller en la
Benalcázar No. 527. Sus actuaciones políticas contrarias al régimen opresor arroyista le
llevaron a presidir el Comité de Alianza Democrática Ecuatoriana ADE que funcionó desde 1943
en su casa.
El 45 expuso sus primeros “Quito Horizontal” y “Quito Vertical” así como un óleo sobre el
tradicional barrio de la Mama Cuchara en el I Salón Nacional de Pintura de la Casa de la Cultura, y obtuvo el I Premio. Así
culminaba una larga trayectoria de búsqueda estética – nuevas maneras de enfrentar el paisaje – encontrándolo en dos
dimensiones esenciales a la ^ ciudad. De allí en adelante se inició
su mejor época artística. El 46 realizó una exposición de sus obras en Bogotá.
De este momento es su Exposición de motivos como pintor: El pincel de los artistas nuevos
busca ante todo decoración, aun cuando sea despreocupado de la perspectiva y de la
proporción. Los artistas modernos buscan una forma de belleza alejada de la mímica
fotográfica. No pintan lo que ven sino lo que sienten. El arte no debe encerrar una
sentimentalidad barato, ni motivos demasiado comunes, no debe perseguir solo el producir
belleza sino el causar una impresión profunda.”
En 1947 obtuvo el título de Profesor de Segunda Enseñanza y pudo continuar en el Mejía
dictando Dibujo y Apreciación del Arte. El 50 fue becado por el Congreso para estudiar
Museología en el Instituto Town de Arte de Los Angeles. Expuso en Pasadena con éxito y sufrió
un accidente de tránsito durante unas vacaciones a México. Una cicatriz le quedó como
recuerdo de tan peligrosa aventura.
En 1952 vivió una temporada en la isla Puná mientras alternaba con una señora. El 53 fue
electo Miembro Titular de la CCE por la sección de
El 62 expuso en el Museo de Arte Colonial de Quito y seducido por el “fauve” intensificó sus
colores hasta límites casi efectivistas; geometrizando los motivos con categorías vagamente cubistas y aproximándose al informalismo.
Entre el 70 y el 77 que se jubiló, ejerció la Dirección del Museo de Arte Colonial de la CCE en la
Cuenca y Mejía. El 71 le condecoró la Municipalidad de Quito. El 72 intervino en la Exposición
Colectiva del Patronato Municipal de Amparo Social. El 74 expuso en la Casa de Andrés Bello de
Caracas.
Tendía hacia el abstraccionismo, más aún, hacia simples manchas de colores fuertes, colocados
uniformemente. El 75 fue invitado al XIX Salón de Octubre del Núcleo del Guayas.
En 1977 intervino como Artistas especial en el III Salón de Artes Plásticas de la CCE y obtuvo el
Premio Adquisición del Salón Nacional de Pinturas. La CCE realizó una hermosa exposición
retrospectiva con cuarenta años de sus pinturas en el Salón Nacional.
El 79 el MPD. Movimiento Popular Democrático, le candidatizó para Diputado alterno a la Cámara
Nacional de Representantes. Salió electo pero no llegó a intervenir. Ese año la pesquisa le bajó de
un colectivo y se lo llevó a un lugar desconocido, como retaliación por la huelga decretada en el
Mejía, donde era rector su hijo el Lic. Edwin Guerrero Blum. Estuvo día y medio incomunicado y
solo pudo recobrar su libertad merced a las generosas gestiones realizadas por Pedro Jorge Vera y
Camilo Mena ante el Canciller Alfredo Pareja Diez- Canseco, quien interpuso sus buenos oficios
ante el Ministro de Educación Galo García Feraud, para que finalice tan irrita persecución policial.
El 81 concurrió con Eduardo Kingman, Nelson Román y Aníbal Villacís en una Exposición en
Homenaje a Quito. Desde el 83 estaba con sus fuerzas tan decaídas que hasta la simple confección
de las telas y bastidores le causaba agotamiento y dejó de pintar, pero siguió con su buen carácter
de siempre. El 86 se dio a restaurar un cuadro suyo, ahumado en el incendio del Museo del Banco
del Pacífico, en el edificio del hotel La Moneda y la CCE denominó a una de las salas de su Museo
con su nombre.
En la madrugada del 10 de julio de 1988 su esposa le encontró muerto en
la cama a consecuencia de un infarto nocturno. Sus restos fueron velados con, honores en la Casa
de la Cultura Ecuatoriana, “como correspondía a su altísima condición de artista creador y de
Chulla prototípico. Con él finalizaba una época en la historia de la ciudad, de trompizas, arrullos y
serenatas con capas españolas y a la luz de los faroles, donde floreció el pasillo clásico
ecuatoriano. Época que no volverá.”
Un cuantioso legado de casi cinco mil obras, casi todas sobre Quito, su paisaje urbano y sus
gentes, testimonian su amor a su ciudad, pues nadie como él ha comprendido la integración del
paisaje y el hombre. “Miró a sus habitantes, entendió sus problemas, denunció la verdad de las
clases populares a través de sus obras con avenidas llenas de gentes que luchan por ganarse el
sustento”. Se realizó en plenitud venciendo las vacilaciones y tentaciones, entrando por caminos
que no eran los suyos y regresándose y dentro de un expresionismo final, luminoso y rebosante de
calor, supo clausurar su voluntad suprema de crear.
Una ciudad, y eso nos lo han probado El Greco con Toledo o los grandes impresionistas con
París, tiene el rostro
de la multitud y es, en sí misma, una personalidad supremamente humana, en la cual se alternan
la mañana y la tarde, la noche y la aurora, la alegría, el temor, la tristeza y la esperanza, y
pintándola se pinta a la humanidad que en ella vive y a la edad de la historia en la cual esa vida se
desarrolla.
El maestro Guerrero se expresa pintando a Quito, es su pintor, así, simplemente, sin adjetivos: el
pintor de Quito, como Guy de Maupassant fue el novelista de París. La esencia misma de nuestra
vida colectiva adquiere en sus telas personalidad singular, distinta, multánime, dotada de
maravilloso color, de inolvidable variedad, de aliento, siempre igual y siempre distinto, como una
cabellera de mujer al viento o como la ola incesante. Siempre atinado, adecuado, medido, gozoso
de crear; Guerrero se convierte en una parte esencial del alma y del rostro de Quito y su obra es
Quito mismo, el Quito de estos años, que vive su vida con profundidad, con aliento inconfundible.
Fue un intelectual que sintió, pensó y escribió sobre temas de arte. Daba discursos, presentaba
exposiciones y guiaba en el Mejía. De regular estatura, ojos café claros, tez blanca,
El 31 de Enero de 1852 se organizó en Quito la Sociedad Democrática Miguel de Santiago para
propiciar el cultivo del arte, “obligando a los pintores a incluir en sus ocomposiciones al medio
ambiente, sus habitantes, costumbres y situaciones” pero con la secreta finalidad de luchar
hasta obtener la liberación definitiva de la nociva influencia del General Juan José Flores, que
amenazaba volver y conquistarnos con la ayuda de una potencia extranjera. Allí figuró como
vicepresidente y el día 6 de Marzo, aniversario de la revolución marzista, durante la sesión
pública realizada para premiar a los tiunfadores del concurso de pintura, compuso un Canto
Marcial a toda orquesta y fue galardonado por su lámina “El Pudor”, donde aparece el cuerpo
de una mujer apenas cubierto por un manto, hacia el fondo se aprecia un paisaje rural “sin
perspectiva pero con la modena técnica para superar la temática religiosa que aún imperaba tardíamente en los medios artísticos quiteños.
En 1854 figuró como profesor de Dibujo en la escuela de Santa María del Socorro y de Música el
57. En 1855 publicó en el periódico “La Democracia” dos piezas literarias, figurando varias
veces como Elector principal de la provincia del Pichincha. El 57 ensayó e imprimió varios
grabados en el taller tipográfico de Juan Pablo Sánez, recogió canciones populares para un
álbum con dibujos, acuarelas y caricaturas que confeccionó por encargo de Pedro Moncayo,
quien al salir dos años despues lo llevó consigo al Perú y Chile, donde terminó por obsequiarlo
a la señora Julia Codecido de Mora, que fuera recuperado e impreso en 1981 en Quito por la
Fundación Hallo con el título de “Imágenes del Ecuador del siglo XX y notas introductorias y
biográficas, a cargo de Wilson Hallo.
El 23 de Abril de 1857 fundó el periódico “El Artesano” y escribió “Catecismo Musical” que ha
servido de texto de enseñanza de los principios elementales en toda la República y fue
premiado con la medalla de oro en la Exposición de 1857.” Ese año pidió su retiro como
Capitán de la Compañía de Granaderos del Segundo Batallón de Milicias de Quito. El 59
practicó el dibujo litográfico. En 1862 vivió un año en Loja trabajando de pintor y músico,
dibujando en varias láminas a los estudiantes del Colegio San Bernardo.
Destacaba también por ser un virtuoso en el piano. Tuvo brillantes profesores, años más tarde escribirá que fue
discípulo del pianista español Manuel Zaporta que vivió varios años en Guayaquil, contrajo
matrimonio con Manuela de Santistevan Rocafuerte y terminó sus días dando clases en París.
Zaporta debió ser contratado por el gobierno e “hizo conocer en Quito el verdadero sistema de
enseñanza del piano.”
En 1864 los periódicos “La Prensa” y “El Catolicismo” de Bogotá reprodujeron una de sus
piezas poéticas, que años más tarde insertó Manuel Gallegos Naranjo en El Parnaso
Ecuatoriano, con los títulos de “A mi madre” y “consolatrix afflictorum”, entre las páginas 274
a la 278. El 65 los miembros de la Comisión Científica española en Sudamérica le encargaron
recopilar melodías indígenas o populares. Marco Jiménez de la Espada se hizo muy amigo suyo
y le perurgía al respecto, pues quería llevar dicho material al Museo de Ciencias Naturales de
Madrid, fundado un siglo antes por el sabio guayaquileño Pedro Franco Dávila. El 66 fue
Inspector de música del Batallón No. 2.
El 68 fue instructor de bandas de ejército como forma de ganarse la vida. El 69
enseñó canto y dibujo de la figura humana en la escuela municipal de niñas de Quito. El 70 fue designado
Subdirector y tuvo a cargo las cátedras de teoría y piano en el recién fundado Conservatorio
Nacional de Música y al arribar a Quito la Compañía e Operas Ferretti, don Antonio Neumane
aconsejó al tenor de ella que fuera al domicilio de Guerrero a suplicarle que componga dos
obras para la función que se pensaba brindar en beneficio del señor Limberti. Entonces le
ocurrió el incidente que él mismo se encargó de referir de la siguiente manera:
Acepté y puse el Canto del llanero con letra de Juan León Mera y una zarzuela que
por falta de argumento nacional tuvo que trabajar en verso, composiciones que llevadas a
escena pasó la primera muy aplaudida y cuando se inició la segunda, después de correr la
misma suerte hasta más de la mitad, se mandó bajar el telón por la policía, calificándola de
inmoral. Al día siguiente toda la oposición estaba contra mí: sumario, cárcel, confiscación de
bienes era todo lo que se pedía para el autor de la zarzuela. Tuve que recurrir a la imprenta,
García Moreno pidió la pieza para su calificación oficial y a los veinte y cuatro días de esto, me
llamó el Ministro del Interior Javier León y me devolvió el cuadernito de parte del presidente
con un oficio que
En 1881 fueron presentadas sus melodías indianas y populares en el Congreso de Americanistas
celebrado en Paris pero no obtuvieron el crédito debido pero que no eran de los antiguos indígenas
si no escritas por Guerrero, aunque bien pudo inspirarse en ritmos originales.
A las cuatro de la mañana del día 20 de Abril de 1886 ocurrió su fallecimiento a la edad de sesenta
y ocho años. El bisemanario “El Comercio” al dar la noticia, indica que en los múltimos años se
dedicaba a dar clases de piano a señoras y señoritas de Quito. Entonces salió publicada su poesía
“El cráter del Pichincha” en 7 págs.
Con Ramón Salas popularizó un estilo propio en las acuarelas que podría denominarse primitivo.
Fueron los primeros pintores que utilizaron en Quito la hiel de vaca para fijar y abrillantar los
tonos de las acuarelas. También sobresalió en el dibujo por su trazo libre e incisivo, de suerte que
pudo realizar toda clase de caricaturas políticas y sociales, siendo el primero que cultivó esta
especialidad en la República. Igualmente antecedió a Joaquín Pinto como pintor costumbrista y de
tipos populares.
Fue un demócrata permanente, escritor fecundo que cultivó el género dramático y con un estilo
satírico practicó el periodismo, siendo en este quehacer de mucha confianza con Juan Montalvo.
Su estilo directo, claro y bien informado nunca se amedrentó para decir la verdad, valiéndole este carácter agresivo varias persecuciones y hostilidades.
Lamentablemente la pérdida de la casi totalidad de sus obras pictórica y musical ha incidido en su poca fama, pues su
producción ha quedado prácticamente desconocida. Segundo Luís Moreno escribió que alguna vez había escuchado el vals
“Nueve de Octubre” de Guerrero, uno de los ecuatorianos polifacéticos que produjo el siglo XIX ya que incursionó en la
cátedra y en el periodismo, fue un virtuoso del piano, compuso obras, pintó acuarelas de tipos populares, realizó
caricaturas de gran fuerza expresiva y hasta espigó en el difícil género de la crítica. La Enciclopedia de la Música
Ecuatoriana de Pablo Guerrero Gutiérrez editada en Quito entre el 2001-2002 le recoje en su primer tomo haciendo
justicia a su memoria.
(1) Harold Putnam Browne nació en 1894 en Denver, Colorado, USA, ingresó como profesor de Pintura a la Escuela de Bellas Artes de Quito en 1918, Sus
estudios elementales los había recibido en los Estados Unidos, Francia, Bélgica, Italia, Suiza y Alemania, después siguió los profesionales en New York, París,
Florencia y Munich. Fue un pintor Neoimpresionista de la escuela francesa, su padre era el renombrado pintor norteamericano Geo Eimer Browne. Entre sus
maestros tuvo a F. Luis Mora, a Jean Paúl Laurents, Carol Delvaille, Heymann y Geo Elmer Browne. Estudió en las más famosas Academias de Bellas Artes de
Europa y América, tales como el Art. Studens Leage of New York City, la Academia Coloíasi y la Academia Julien de Paris, el Heymann Schule Furkunst en
Munich y en otros importantes centros de arte. Durante tres años sirvió en el ejército norteamericano que peleó en Europa durante la Gran Guerra. Exhibió sus
cuadros en algunas de las más eminentes Galerías de Arte de Europa y América, enseñó pintura y decoración en Provincetown Art School en Massachusset, en
The Finets Art School of the Fine Art Departament of Kansas. Fue Director de la escuela de Bellas Artes de Columbus, Ohio y profesor de pintura de la Escuela
de Bellas Artes de Quito. También fue profesor-ayudante de su padre en el West End School of Art. Sus pinturas se exhiben en numerosos museos de los Estados
Unidos y Europa y en varias colecciones particulares de Latinoamérica. Era muy didáctico y por eso sus lecciones no se olvidaban, prueba de ello es que recogió
una abundante cosecha de discípulos en la Escuela de Bellas Artes de Quito, pues, como Paúl Alfred Bar, ejerció a conciencia su magisterio. José Enrique
Guerrero fue uno de sus escogidos, le ayudó a formar llevándole fuera del país con otros valores jóvenes sudamericanos y lo convirtió en un profesional de la
pintura. Murió muy joven, el 10 de Agosto de 1931, en Provincetown, Cape Cod, Mass USA. a la edad de treinta y siete años.