GUAYASAMIN CALERO OSWALDO

PINTOR.- Nació en Quito el 6 de Julio de 1919. Su bisabuelo fue mayordomo de una de las haciendas del Dr. Manuel María

Bueno Landázuri. Su abuelo Pío Guayasamín fue un indio de Otavalo, tierra de artesanos en la madera, pero fue el primero

que abandonó la tradición agrícola en su familia y se hizo albañil. Su padre José Miguel Guayasamín Corredores nació en

Sangolquí y tallaba en su juventud caballitos para los pesebres y estatuillas de la virgen, luego pasó a Quito donde fue

chofer de taxi y casó con María Dolores Calero, “una mujer muy hermosa que me dio toda la ternura de mi vida. Mi padre

era un indiaso, un indiaso enorme. El me azotaba cada mañana, él pensaba que me iba a la escuela de artes para hacer

pendejadas.” Guayasamín, según aseguraba su hijo el pintor aunque no conozco de qué fuente había sacado el

indigenismo una carga emocional con agresividad que se transformaría en una pintura

contestataria exponiendo gestualmente la marginación y el sometimiento indígena.

Por eso su arte fue considerado terrible a criterio de las mentes burguesas, por romper las

barreras de lo llamado bello. Mas la ira con que pintaba y su angustia interior le incapacitaban

para pintar cosas bellas a la vista cuando la dureza de la realidad le indicaba lo contrario y era tan

fuerte su expresión artística que ese año logró el primer gran éxito de su carrera con una

exposición en Guayaquil y obtuvo el primer premio en el concurso Mariano Aguilera con “Retrato

de mi hermano.”

Entonces pasó por Quito Nelson Rockefeller y fue presentado al pintor, vio sus cuadros, se encantó

y le adquirió cinco a muy buenos precios. “Para mí era una cosa inaudita, nunca en mi vida humilde y pobre había tenido

tanto dinero.” I no contento con eso al regresar a los Estados Unidos logró que el Departamento de Estado le invite a

realizar una gira de siete meses por los principales museos de los Estados Unidos, exponiendo sus obras en varios lugares y

con tanto éxito que la crítica le bautizó de Niño Prodigio pues solo ^ tenía veinte y tres años; sin embargo

estos triunfos no lograron amainar sus pasiones ni atenuar su carácter, que siguió siendo díscolo y

contestatario.

De este viaje dirá años más tarde “por primera vez me deslumbré en directo ante la creación de

Goya, Picasso, Greco, Van Gogh que están en los mejores museos y galerías de los Estados Unidos.”

Ese viaje también le sirvió para tomar cientos de apuntes teniendo por modelos a las obras de los

grandes maestros de la pintura universal, especialmente el Greco, del que imitó el color. En el

Museo de Arte Moderno de San Francisco expuso con el mexicano Rufino Tamayo y el brasileño José

Portinari, figurando entre los grandes de Latinoamérica. De regreso por México conoció al gran

muralista José Clemente Orozco, con quien trabajó por algún tiempo y colaboró en la realización

de un mural, aprendiendo nuevas técnicas pictóricas y así, “aprovechando las ricas posibilidades

de las abstracciones dramáticas, de un humanismo desnudo de todo adorno, esquematizando

cuerpos y reduciéndolos a emoción pura y cuando el cuerpo no era bastante expresión, tomaba las

cabezas o las manos, abigarradas o en

y discretamente retirada del Museo de Arte Moderno de New York MOMA.

En 1948 alcanzó el primer premio en el Salón Nacional de Acuarelistas y Dibujantes realizado

en Quito, pintó al fresco un mural sobre la conquista española en el salón principal de la Casa

de la Cultura Ecuatoriana. Su estilo iba afincándose, madurando, no obstante las influencias

recibidas. Ese año comenzó una serie sobre Quito con “Quito verde”, ciudad geométrica en el

conjunto de montañas que la envuelven y todo dentro de un cielo cerrado, por oscuro y

tormentoso.

De 1952 es el inicio de su relación con Luce de Peron que duró muchos años y terminó

acaloradamente. Ella le ayudó en todo sentido, económicamente con el dinero de su madre,

luego social y comercialmente con su belleza, distinción y manejo de las relaciones públicas,

pues hablaba varios idiomas y había vivido en excelentes ambientes sociales del exterior, tanto

en Europa como en los Estados Unidos, mientras el pintor siempre fue una especie de aldeano

mal presentado, mal criado y mal hablado pero siempre desenfadado lo cual nunca ha sido una

buena mezcla.

Ese año su serie Huacayñán se expuso en el Museo de Arte Colonial con notable éxito. Luego

viajó la muestra por varios países y se exhibió ante la crítica internacional. El 54 llegó a

Caracas y en la fachada del Centro Bolívar de esa capital Guayasamín ejecutó un mural en

mosaico de cristal de Venecia intitulado “Homenaje al hombre americano”. El 55 la exhibió en

la Unión Panamericana de Washington, siempre con éxito de críticas que le convirtieron en un

pintor internacional.

El 56 realizó su primer viaje a Europa para intervenir en la III Bienal Hispano – Americana de Arte a celebrarse en

Barcelona, donde expuso treinta cuadros de Huacayñán y obtuvo el Gran Premio de Pintura con su tríptico “El ataúd

blanco” que había sido presentado sin éxito en el Quinto Salón Nacional de Pintura de Quito en 1951. El premio a

Guayasamín fue más bien político pues el gobierno franquista quiso oponer su indigenismo al rechazo recibido de los

pintores mexicanos que se habían negado a asistir y sin embargo ese premio significó el comienzo de su fama mundial que

no ha menguado desde entonces. Después realizó otras exposiciones individuales en varias ciudades de España y viajó a

Italia y Francia.

En 1957 obtuvo el premio al Mejor Pintor de Sudamériea en la Bienal de Sao Paulo. El 58

realizó un mural de ciento treinta metros sobre el descubrimiento del Amazonas en la pared

del descanso de la escalera principal del Palacio de Gobierno de Quito y ejecutó otro mural de

ciento cincuenta metros en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central titulado

Historia del hombre y la cultura, colocando a su lado una enorme escultura de Prometeo.

El 60 viajó invitado a Cuba y le hizo un primer retrato a Fidel Castro, heroico joven triunfador,

después vendrían otros retratos más – por simple adulo – cuando Castro se había convertido en

el ignominioso opresor de su Patria y de su pueblo, lo cual no tenía la menor importancia para

el pintor pues en la isla era recibido y tenido con honores y lujos mayores al de un jefe de

estado, pero la visión de los horrores de la tiranía estulta y vulgar del sargentón Fulgencio

Batista le inspiró su serie “Los mártires” que luego formó parte de la “La Edad de la Ira”.

Ese año logró el Gran Premio del Salón de Honor de la II Bienal de Pintura, Escultura y

Grabados en México con una figura de mujer de ^ neta estilización postcubista reducida

a grandes planos tratados con colores básicos. Después expuso en el Banco de la República de

Colombia y el 62 visitó en unión de otros pintores y escritores ecuatorianos China, la Unión

Soviética y Checoslovaquia, recorrió museos y realizó apuntes.

Este largo viaje le dio la idea de crear una serie cíclica como testimonio contra la crueldad y la

injusticia que ha padecido el hombre durante la primera mitad del siglo XX que tituló “La Edad

de la Ira,” es la segunda de sus series y consta de doscientos cincuenta óleos de gran tamaño

sobre el hombre, dividida en varios temas que los resuelve en una serie de cuadros donde

“exaspera su retórica y crispa los elementos significativos humanos – rostros y manos – sobre

todo manos ( en protesta, en oración, de mendigo, del miedo, etc.) aunque algunos críticos

han calificado a esta serie por ser demasiado cartelista. Pintaba “ojos desorbitados,

encarnizados, sangrientos, ojos de todas las formas, desesperados y amargos, ojos violentos,

torturados, que han visto la ferocidad y la muerte, con fondo oscuros, negro.

Hernán Rodríguez Castelo ha opinado que justamente en esta época el 72 en Madrid y Barcelona, el 73 en Praga, Bratislava, Berna y París y el 75 volvió a México y en

todas partes “La Edad de la Ira” fue aclamada como una obra maestra de las artes plásticas

contemporáneas.

El 71 ascendió a Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana iniciando un activo programa de

difusión cultural y fue contratado por el Presidente autoproclamado Dictador Civil Velasco Ibarra,

de apuro y sin concurso de merecimientos, para realizar un monumento escultórico que su autor

denominó “La Patria Joven” y el vulgo ha bautizado con el remoquete de monumento al chineo; se

compone de dos figuras mayores y una menor y se levanta en el parque del Centro Cívico, cuyo

edificio también le encomendó el presidente Velasco a un hermano de Guayasamín de profesión

arquitecto como parte del paquete de obras en homenaje al Sesquicentenario de la Independencia

de Guayaquil.

El edificio tiene forma cuadrada, chata, cerrada, está coronado por una cúpula circular, sin gracia,

casi fea, de cemento pintado de blanco, imitación de un teatro en México, capital que goza de

clima frio y seco, al revés de Guayaquil que es cálido y húmedo, por lo que jamás pudo prestar

servicios debido a que el conjunto es oscuro, caluroso, adolece de un gravísimo defecto de

impermeabilización y se inunda en los inviernos lluviosos, etc. Total, un desastre completo que

cada vez que se inauguraba terminaba cerrándose al poco tiempo por fallas estructurales

profundas. Hoy a vuelto a funcionar tras un complicado período de reparaiones.

El 73 permaneció un largo tiempo en Barcelona exponiendo muestras de varias épocas y en París

presentó en la Galería Arts Contacts, lo cual le significó al año siguiente la condecoración de la

Orden de las Letras y las Artes de Francia, siendo el primer pintor latinoamericano en recibir tan

señalada distinción.

También expuso en la Galería Max Weil de San Francisco y en Quito inauguró con gran solemnidad el Museo Guayasamín en

una amplia casona estilo mediterráneo de espacios interiores grandes pintados de blancos los precisos para sus cuadros,

años mas tarde la agregaría la Capilla del Hombre en cuyo techo abovedado pintó un conjunto de bellísimas figuras

simosas y de gran plasticidad por su movimiiento en la ciudadela Bellavista y goza de un panorama que abarca

de la tradicional y afamada Academia Real de Bellas Artes de San Fernando en España y la editorial Salvat editó un

fascículo sobre su vida y obra. Entonces se dedicó a recorrer varios países pronunciando conferencias sobre los derechos

humanos.

En lo económico esta fue su mejor época porque el Ecuador nadaba en la abundancia petrolera y los precios de sus

cuadros se dispararon a sumas estratosféricas. Vendía mucho, bien y a precios escandalosos que le pagaban sin chistar. Por

eso ideó una tercera serie llamada “La Edad de la Ternura”- mientras vivo siempre te recuerdo – dedicada a su madre y a

todas las madres del mundo, formada con lienzos de todos sus períodos, desde los primeros y más antiguos, hasta los

contemporáneos. Hoy la Fundación Guayasamín está recomprando estas obras a cualquier precio.

El 79 fue Miembro de la Academia de Artes de Italia. El 80 expuso en la Escuela Politécnica de Guayaquil, salió electo

presidente de la reunión constitutiva de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos y realizó su mural “Ecuador”

para el Consejo Provincial del Pichincha, que es “una obra frustrada por sus desigualdades y falta de consistencia”.

El 81 participó en varios encuentros intelectuales en La Habana. El 82 ejecutó un mural de ciento veinte metros cuadrados

sobre el tema “España – Hispanoamérica” en el aeropuerto de Barajas de Madrid, que también fue calificado de “falta de

unidad muralística y de facilismo compositivo”. Expuso en La Habana una Retrospectiva y varios cuadros pertenecientes a

la “Edad de la Ira” que tuvo que llevar al Museo del Hermitage en Leningrado, en Vilnius y en los salones del Krenlim de

Moscú por especial invitación.

El 83 dicha exposición visitó Polonia, Hungría y Bulgaria. Simultáneamente una colección de mil dibujos suyos se exhibía

en Madrid y en Barcelona, mientras otras muestras eran aplaudidas en Lima. Guayaquil, Esmeraldas y Guaranda pues

jamás había gustado preterir a los pueblos de su Patria.

El 84 expuso en Bulgaria, Colombia y la Unión Soviética, ilustró el primer documento sobre el descubrimiento de América y

varios de sus dibujos y aguatintas se presentaron en Bilbao. Ese año pintó el retrato de Juan Bosch, presidente de la

República

Dominicana, integró el Comité de honor de la Fundación Francia – América Latina, expuso en Madrid y retrató al Rey Juan

Carlos I de España.

El 85 pintó al presidente de Francia Francois Mitterand y firmó un tratado de cooperación entre la Universidad

Complutense de Madrid y la Fundación de su propiedad. Ese año expuso en Bogotá, Babahoyo, Manta y Machala. Francia le

entregó la Orden de la Legión de Honor, intervino en el encuentro sobre la Deuda Externa de América Latina y el Caribe

celebrado en La Habana, retrató a Gabriel García Márquez y viajó a Buenos Aires para el Encuentro Internacional de

Cultura.

El 86 fue designado Doctor Honoris Causa en Pintura por la Universidad Central de Quito, participó en la semana de

Integración Cultural de Lima, fue considerado para el Premio Príncipe de Asturias y expuso mil dibujos en Moscú y en

Tiflis, como siempre, con gran éxito. Estando en Lima pintó el retrato del presidente Alan García.

El 87 fue nombrado Miembro Honorario de la Academia de las Ciencias y las Artes de Alemania Oeste. El 88 las

Universidades de Mérida y Santo Domingo le declararon Doctor Honoris Causa y por encargo del Congreso Nacional realizó un mural de trescientos sesenta metros cuadrados en el interior de la Sala de Sesiones, titulado “Historia de la

Constitución del Ecuador” que recibió críticas por haber colocado en uno de los segmentos una calavera con casco y las

siglas de la C.I.A. y cuando el representante de los Estados Unidos asistió a la toma de posesión del presidente Rodrigo

Borja se disgustó mucho; sin embargo, considerando el papel malévolo jugado por la CIA en varios asuntos de nuestra

política nacional, una mayoría estudio de acuerdo con Guayasamín, aunque la gente castrada le acusó de sectario y otras

lindezas, pero algunos psicólogos han mencionado que el color utilizado, un rojo vivo y fulgente, puesto frente a los

honorables legisladores en forma permanente cuando están en sesión, no es el más conveniente pues les incita

inconscientemente a caer en la violencia.

El 95 se colocó la primera piedra de la Capilla del Hombre, proyecto grandioso de Guayasamín, ubicado a un costado de su

vivienda en un edificio circular compuesto de un techo abovedado, dos pisos, los rellanos y el jardín para glorificar al

hombre universal a través de la exposición permanente

de sus pinturas. El 96 su fundación organizó el gran evento artístico denominado “Todas las

voces todas” con las características de un festival iberoamericano de la canción, para recabar

fondos y levantar la Capilla, postrer recuerdo que dejaría a la humanidad pues había

comenzado a pensar en la muerte y quería perennizar su presencia. Tenía concluida parte de

la estructura cuando en Agosto de 1998 perdió a una nieta y tres bisnietos en un accidente de

aviación ocurrido en el aeropuerto de Quito y como le había dado un pequeño derrame y

disminuido la visión a principios del 99 viajó a chequearse a Baltimore, donde fue operado

exitosamente.

Repuesto y dado de alta, la mañana del 10 de Marzo, en circunstancias que abandonaba el

hotel para regresar a Quito, mientras su acompañante había ido a pagar la cuenta, falleció tranquilamente de un sincope

cardiaco mientras permanecía sentado en el lobby dando fin a una taza de café y con un cigarrillo encendido en la mano.

Iba a cumplir ochenta años de edad y seguía animoso y extrovertido como siempre, pues era optimista y expansivo como

algo natural. Está enterrado al pié de su casa – museo, bajo un árbol y al lado de su amigo Jorge Enrique Adum, pues éste

– en ^ gesto patético y quizá hasta infantil

– quiso seguirle hasta después de la muerte.

No fue un creador en el entero sentido de la palabra sin embargo su arte es original, su estilo

impecable y sus temas de majestuosa y terrorífica belleza. Las figuras se basan en planos

simples y estructuras estáticas expresadas con fuego interior inextinguible, que acaba por

estirarlas y agitarlas en convulsiones de angustia, muerte, dolor o pena. Expresionismo en su

más pura acepción. En cuanto a sus retratos, confeccionados a base de rasgos rápidos,

esenciales, sueltos y seguros, tanto que en algunos casos se asemejan a simples caricaturas

aunque guardando siempre el parecido con el modelo, más bien son estudios de carácter,

recuerdos vagos pero estilizados y vibrantes. Sus visiones de Quito, llenas de dramatismo,

muestran casas geométricas, trozos de un gran mosaico dentro del adusto y protector celaje

de montañas circundantes y tutelares. I quien lo creyera, era intuitivo pues es fama que jamás

borraba, que sus líneas largas, rápidas, fuertes, como caían en la tela, así quedaban. Por eso

algún chusco tuvo la destartalada gracia de calificarle de artesano total a causa de esta

genialidad de su arte.

Tuvo amigos y seguidores, muchos de ellos simples adulones, pero otros le querían y apreciaban

bien como sucede siempre entre los seres humanos. En su casa siempre atendía con inusual

generosidad a propios y extraños y formó con Pedro Jorge Vera y Jorge Enrique Adoum la principal

y más conocida triada de intelectuales ecuatorianos de moda en la década de los años 1980.

Romántico empedernido que había tenido la debilidad de divorciarse de la mujer que fue siempre

el amor de su vida, para casar con una dama extranjera que le ayudó con su presencia y sus

conexiones a escalar en el mundo internacional, pero esta unión conyugal se distinguió pronto por

las folklóricas peloteras – golpes a discreción, quema de lujosos vestidos en el patio, etc. le

restaron tiempo y tranquilidad a su arte y lo desnudaron en su faceta humana menos conocida, la

del machista vulgar que ejercía dentro de su casa la violencia permanente contra la mujer.

Excelente desde todo punto de vista como amigo, como primer esposo espléndido no así como

segundo, donde se demostró vengativo y hasta brutal pues a dicha dama – mujer de alta cultura –

solía maltratar impunemente hasta que fue abandonado. Como padre amaba entrañablemente a

los hijos del primer matrimonio que protegía y vigilaba, ignorando totalmente a los del segundo,

lo cual constituye una rareza sin nombre, en otras palabras, una barbaridad. A los primeros hizo

ricos a los segundos no les dio ni siquiera lo necesario para sobrevivir.

La Capilla del Hombre fue inaugurada por la Fundación Guayasamín el 29 de Noviembre del 2002. El crítico Carlos Rojas ha

manifestado que Guayasamín fue importante en el desarrollo de la pintura ecuatoriana pues internacionalizó la propuesta

indígena, pero evolucionó hacia lo esperpéntico y esquemático sin desarrollarse hacia otras direcciones. Finalmente se

repitió hasta lo infinito comercializando su arte, por eso no ha pasado a la historia de la pintura ecuatoriana como un

genio creativo si no como un artista maravilloso y hasta genial. Pablo Cuvi ha anotado que ganó tres bienales: Barcelona,

Sao Paulo y ciudad de México y expuso en grandes museos del mundo como el LHermitage de San Petersburgo y el de Arte

Moderno de París pero que siempre estuvo entre dos aguas, la izquierda que le acusaba de haberse

aburguesado y la derecha que le calificaba de indio comunista. No fue ni lo uno ni lo otro pero supo manejarse entre

ambas tendencias, utilizándolas con fines meramente económicos y lo hizo tan bien, que murió aplaudido por todos,

millonario aquí y en el extranjero y habiendo obtenido lo que quiso y ambicionó en su larga vida, tanto de los gobiernos

ecuatorianos a los que manejó con el señuelo de su maravilloso arte, como a los del mundo donde también se impuso.

Todo un genio del mercadeo. Tuvo, pues, una grande y clarísima inteligencia emocional.

con la tesis “La condición humana en el existencialismo” en aproximadamente 50 páginas e intentó conseguir una cátedra

secundaria fiscal.

Por entonces se ayudaba económicamente nivelando alumnos particulares en Conocoto, de donde salió solamente cuando

pasó al Colegio “Los Andes” de Quito, en el que permaneció hasta 1980.

Entre el 68 y el 70 siguió estudios de Psicología en la Universidad Central. Ese último año volvió a la Universidad Católica

para aprobar los seminarios previos al doctorado en Filosofía.

Entre el 72 y el 74 aprendió francés y dirigido por el Padre Julio Terán Dutari, S. J. escribió su tesis doctoral basado en las

investigaciones que realizaba por las tardes en el Archivo Nacional de Historia. Allí estudió los textos coloniales de

Filosofía que se conservan escritos en latín, basándose en el Catálogo publicado por el padre Miguel Sánchez Astudillo, S.

J. que logró corregir y aumentar con otras obras halladas en los archivos conventuales de las Ordenes Religiosas de Quito.

Su tesis trata sobre “La Filosofía en Quito colonial entre 1534 y 1767” en 508 páginas, fecha, esta última, de la expulsión

de los jesuitas de los dominios españoles en América y constituyó el primer estudio

sistemático realizado sobre la Filosofía en la colonia ecuatoriana, tema que solamente había sido tratado con anterioridad

por el citado padre Sánchez Astudillo y que a pesar de su importancia y trascendencia y

de que obtuvo un segundo premio

en el Concurso Nacional de Historia

convocado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana aún sigue inédita aunque un resumen se publicó en México en 1980.

Poco tiempo después de haberla escrito arribaron a Quito los filósofos argentinos Profesores Arturo Roig y Rodolfo Agoglia

huyendo de la violencia que imperaba ese año de 1 976 en su Patria, contratados como profesores del Departamento de

Filosofía de la Universidad Católica.

Ellos plantearon el problema de la existencia de una Filosofía Latinoamericana, tesis que había sido presentada por

primera ocasión por Augusto Salazar Bondy en el Perú, surgiendo en evidencia la inexistencia de estudios sobre el

pensamiento ecuatoriano.

Ambos maestros se dedicaron a estimular desde sus cátedras el nuevo enfoque en sentido nacional y así surgió la primera

cátedra sobre Pensamiento Ecuatoriano que Guerra Bravo inauguró en 1976 en el Departamento de Filosofía de la Facultad

de Ciencias Humanas de la Universidad Católica de Quito, siendo el primer profesor de esa materia que tuvo el país.

Igualmente se intentó elaborar un libro sobre la historia de las ideas en el Ecuador y comunicado el proyecto al padre

Hernán Malo González, S. J. y Rector de la Universidad Católica entre 1972 y el 79, éste lo apoyó incondicionalmente y

fundó la “Corporación Editora Nacional”, editorial que dedicó a la impresión de la colección “Pensamiento Básico

Ecuatoriano” que constituyó un gran éxito de librería.

En dicha colección Guerra Bravo fue comisionado para elaborar las Introducciones en 35 y 38 páginas de los volúmenes

Nos. 2 y 3 dedicados a Belisario Quevedo y a los Positivistas respectivamente, en los que también trabajó la selección de

textos y cuidó la impresión en 1981 y en 1983.

Desde 1975 había dictado varias cátedras en la Universidad Católica, tales como las de Filosofía Latinoamericana, Filosofía

de la Historia e Historia de la Filosofía. El 77 viajó como Observador al IX Congreso Interamericano de Filosofía celebrado

en Caracas. El 78 editó en México un estudio sintetizado sobre el itinerario filosófico del precursor “Espejo, pensador

filosófico” y tiene inédito otro complementario “Espejo: conciencia crítica de su tiempo” ambos trabajos fueron

motivados por la edición de una obra en colaboración sobre la importancia del pensamiento del ilustre maestro.

Entre 1978 y el 80 terminó los cursos de postgrado en Historia en la Universidad Católica y egresó pero no escribió la tesis

respectiva. Desde el 79 hasta el 81 ejerció la dirección del Departamento de Filosofía de la Universidad Católica, cargo al

que regresó entre el 83 y el 87. El 79 había sido contratado por el Banco Central como investigador del Centro de

Investigación y Cultura CIC adscrito a la gerencia de Difusión Cultural, permaneciendo hasta el 88 que ascendió a Jefe

Departamental de Difusión Cultural.

En 1980, 82 y 84 fue ponente en los Congresos Interamericanos de Filosofía celebrados en Bogotá. El 81 editó el

estudio introductorio de “Primicias de la Cultura de Quito, primer periódico editado en

Ecuador” y el 83 el de la tercera edición de la “Historia Patria” de Belisario Quevedo.

Entre el 81 y el 83 escribió alrededor de trescientos artículos periodísticos en el Suplemento

cultural del diario El Comercio y desde ese último año fue uno de los editorialistas del Diario

Hoy.

El 86 sacóun artículopara el II Centenario del nacimiento del Libertador titulado “Los

acondicionamientos históricos del pensamiento de Simón Bolívar” en 20 páginas, otro para el

simposio celebrado en Quito para programar un volumen sobre el pensamiento en América

Latina en el siglo XIX titulado “Historia de las ideas y realidad histórica latinoamericana” y en

la revista El Guacamayo y la Serpiente apareció su trabajo “Los signos poéticos de Julio

Pazos”.

Mantuvo en prensa en la colección “Nueva Historia del Ecuador” dos ensayos “La Cultura en el

Ecuador colonial” y “La Iglesia en el período de dominación hispánica”.

Ha escrito numerosos artículos para la revista de “Historia de América” ^ que edita la 0. E.A;

“Cultura”, del

Banco Central; “Mensajero”, “Diners” y “Transición”, que sumados a su extensa producción

periodística y a los editoriales salidos de su pluma para el diario “Hoy”, abarcan varios

volúmenes.

Vivía en Bulgaria No. 146 y Almagro, con Teléfono No. 562129, casado en segundas nupcias con

Rita Obando desde 1982.

Estatura normal, tez trigueña, ojos cafés, pelo negro y ligeramente ondeado, sonrisa simpática

y jovial, practicaba el tenis en sus horas de ocio y era uno de los mejores ensayistas del país

por eso su obra merece ser recopilada.