GUAYAQUIL : ¿Quién es el creador del espiritismo?

SUCEDIO EN GUAYAQUIL
¿QUÍEN ES EL CREADOR DEL ESPIRITISMO?

Contaban en mi casa cuando era niño que un bisabuelo mío muy dado a la filosofía y a los problemas que esta ciencia ha originado a través de la historia, era tan erudito en sus estudios que le buscaban para que absuelva consultas y converse sobre asuntos y cosas superiores o de gran espiritualidad. 

Uno de sus amigos llamaba Crisanto Montoya y tenía fama de ser hombre de mirada fuerte, faz adusta y metido –  como se dice – de cacho y barba,  en sesiones de espiritismo, al punto que había ganado fama de ser el mayor médium de la región. 

Una tarde se encontraron casualmente en las calles y don Crisanto dijo: 
¿Sería usted capaz de acompañarnos esta noche a una sesión? 
¿Por qué no? Aunque sabe perfectamente bien que yo no creo. 
No importa, ya creerá usted, ya verá 
Bueno, estaré en su casa a las siete en punto 

Y dicho y hecho,  a las siete sonó el timbre y le hicieron pasar a una salita algo retirada de la casa, adornada con muebles victorianos rojos y negros, en cuyo centro se alzaba una mesa de madera encolada, para que los flujos espirituales no pudieren chocar con el metal de los clavos. Varias sillas a su alrededor indicaban que era la mesa espiritista y en la pared un gran pizarrón complementaba el ambiente.

Poco después entraron varias personas, tomaron asiento, se apagó la luz y don Crisanto invocó a un espíritu que tardó en llegar, pero al final llegó. Algo tembló, algo se sintió, una corrientilla fría, una ventana que se cerró con golpe seco, en fin, una  vibración. 

Entonces don Crisanto, dándole la palabra al bisabuelo, que por aquellos años era joven y pícaro, le dijo: 
Don Gumersindo, pregunte usted con confianza.
¿Puedo hacerlo?
Claro, pregunte usted.
¿Sobre cualquier tema?
Por supuesto. 

Y el muy ladino preguntó en alta voz. Diga el espíritu. ¿Quién es el creador del espiritismo en el mundo? 
Inmediatamente una tiza saltó por el aire y como si hubiera sido movida por mano invisible escribió en el pizarrón de la pared, negro como buen pizarrón antiguo, la siguiente frase que heló el ánimo a todos los presentes: 
SATANAS!!! 

Dicen que allí terminó la sesión a capazos, que el bisabuelo quedó mudo, don Crisanto aterrado, los demás asistentes por los suelos, pues que todos quisieron correr hasta la puerta de salida al mismo tiempo, porque al terminarse la frase en la pizarra el cuarto parecía que se iba a desquiciar, las cosas se alzaban y caían, bailaban. Todo era un maremagnum. 

El bisabuelo también se escapó, pero contento, púes había descubierto y probado que detrás del espiritismo siempre existe la mano del enemigo malo, que usa de esos procedimientos para confundir a los hombres, para perderlos, sí señor, decía mi abuela.