GUAYAQUIL : Medicina y espiritismo del Centro Mardem

SUCEDIO EN GUAYAQUIL
MEDICINA Y ESPIRITISMO DEL CENTRO MARDEM

(Una Consulta al más allá)

Hace 1.945 funcionaba activamente en nuestra urbe un Centro espiritista muy reputado famoso donde invariablemente se invocaba al espíritu de un distinguidísimo médico del siglo pasado llamado “El Doctor Mardem”. ¿Quién no sabía de la existencia del Centro Mardem en Guayaquil?

Parece que dicho médico había sido muy caritativo durante su tránsito terrestre y aún después de muerto seguía ayudando a la humanidad doliente, con acertadísimas recetas, y prácticas quirúrgicas, quien sabe cómo las realizaría su espíritu. 

El Centro Mardem funcionaba por la calle Huancavilca y no sé cuál otra, que la situación no está para entrar en tantos detalles, siendo dirigido por una médium de mediana edad, rostro anguloso, piernas y brazos musculados y mirada fuerte, de esas que obligan a bajar la vista a las personas que la reciben de frente.  

La médium servía de enlace entre el Doctor Mardem y sus numerosos pacientes a quienes ella recetaba por consejo de dicho médico guía y solo en algunos casos, que podrían considerarse de excepción por la gravedad de la dolencia, se pactaba una visita nocturna del espíritu del Doctor, para lo cual, esa noche debía la familia del paciente guardar grave silencio, sobre todo entre las doce de la noche y tres de la mañana, que eran las horas propicias para la presentación. 
Con estas explicaciones previas debo confesar que un tío de mi madre sufría un terrible cáncer a la garganta, que primero se le presentó en forma de una inflamación que se le iba y se le venía y más mortificante que grave, pero con el paso de los días, semanas y meses fue tomando cuerpo y consumiendo a la víctima que terminó flaquísima, de menos de ochenta libras, cuando siempre había sido un hombre sano, corpulento y aguerrido y es que el pobre durante seis meses no había podido probar bocado sólido, alimentándose únicamente de juguitos, y calditos que se los hacían pasar por una pajita hueca o por un sorbete, de los que se podía adquirir en la Base Naval de Salinas donde vivían los gringos. 
La familia formada por dos hijos y cuatro hijas, todos solteros y mayores de edad, se agitaba con tan prolongada agonía y rezaba a Dios y a los santos por un milagro o por la muerte. El enfermo se quejaba día y noche y era un sólo ay, un lamento continuo que no se aplacaba ni con las más fuertes drogas de entonces y perdidas las esperanzas en la ciencia médica una de las hijas se armó de valor y fue al Centro Mardem, donde a la entrada le cortaron los malos humores con una gran tijera que podría pasar hasta por tijera de sastre, tijereteándola por sobre la cabeza, los brazos y las piernas, pero sin hacerle daño. Luego la recibió la médium y habiendo cobrado una suma muy módica aun entonces, le prometió que esa noche iría el espíritu guía del Dr. Mardem a visitar a su padre enfermo, pero que éste no debería saberlo ni nadie más de la familia so pena de enturbiar el ambiente y hacer imposible la visita. 

De regreso a su hogar, muy calladita se pasó rezando en su cama, que daba frente a la del enfermo, en un amplio dormitorio de esas casas viejas y de madera que solían existir entonces. Al pie de cada cama había la clásica bacinilla, cantora, como también les decían, que se colocaba más por costumbre que por  necesidad y llegadas las doce de la noche, cuando el reloj de péndulo de la sala – terminó de dar la última campanada, la pobrecita creyó ver debajo del marco de la puerta del dormitorio, una especie de bulto b1anco que estaba quieto y era mas bien alto que bajo.

Del susto contuvo la respiración y el bulto, que se estuvo quieto unos segundos comenzó a moverse y se acercó hacia la cama del enfermo, inclinándose, como si lo estuviera examinando. 

La señorita rezadora no pudo soportar tanto y lanzó un tremendo grito que hizo desaparecer la figura, el enfermo se sobresaltó y preguntaba ¿Que es? ¿Qué pasa? Las hermanas salían de sus dormitorios creyendo que algo malo hubiera podido ocurrir o que algún ladrón se había metido en la casa y en fin, todo era desconcierto y algarabía y para colmo, con las luces apagadas y en completa tinieblas. 

Mientras tanto la señorita asustada había metido su pié dentro de la bacinilla y al tratar de correr con ella, se había resbalado y yacía en el suelo, algo aturdida por el golpe y bañada en orines.Lo raro del caso es que al día siguiente que regresó la muy cándida al Centro Mardem, para averiguar el resultado de la visita, la médium se la quedó viendo y le espetó de entrada el siguiente zipizape. “Váyase a su casa y no vuelva, su padre morirá de esa enfermedad y nuestro guía espiritual el Dr. Mardem ha dicho que no regresará a verlo por su culpa…” ¿Cómo se habría enterado ella del chasco ocurrido al espíritu?  Misterios del más allá.