GORIBAR Y MARTINEZ NICOLAS JAVIER

PINTOR.- Nació en Quito en la calle Larga del barrio de San Roque en 1666. Hijo legítimo del

Licenciado José Valentín de Goríbar y Ruiz y de Ana Martínez Díaz, quiteños.

Aprendió pintura en el taller de su tío segundo el gran pintor Miguel de Santiago Ruiz y desde 1683 le acompañó en la

confección de diversas obras artísticas para la iglesia de Guápulo, donde el maestro creó la serie de los milagros de

Nuestra Señora de Guadalupe. La estadía simultánea de ambos en un ambiente familiar y

religioso, hizo que Goríbar aprendiera las técnicas, fidelidad a la vocación de pintar, servicio a

la causa religiosa, visión clara de los temas, sinembargo alcanzó a gozar de los últimos veinte

años de su maestro, de madurez artística y dominio de arte.

En 1687 contrajo matrimonio con María Guerra y Villoslada y le pagaron doce reales por haber

escrito las leyendas de algunos cuadros. En 1668 pintó uno grande de la Virgen del Pilar, que

simula un altar de orden corintio con una corona por remate. El cruce del entablamento con

las dos columnas determina la formación de marcos destinados a pinturas. Las dos centrales

representan, abajo la Virgen del Pilar rodeada de los apóstoles y arriba el tránsito de María

cercada de ángeles. Las laterales ofrecen pintadas de perfil, figuras sedentes en actitud de

tocar el órgano. Las inscripciones son todas de alegre sentido musical. Al pie, en el extremo

izquierdo, se lee Fecit Goribar y al lado opuesto Felicited Vivat. Todo en este cuadro es

simbólico: la juventud del artista que sueña con la fama y el aire de religiosa alegría que

saturaba el ambiente por el triunfo de la Virgen, unido al bautizo de su hijo primogénito y al

estreno del órgano fabricado por Francisco Setifío en 700 pesos, para esa iglesia.

En 1718 dibujó y grabó en miniatura a la provincia Jesuita de Quito integrada por sus once

colegios y misiones, que ofrece al Infante Luis, Príncipe de Asturias, un acto académico en que

se discute la tesis de Statu Innocential, tomando de modelo un grabado del Padre Juan de

Narváez, S. J. esculpido por el Padre Miguel de la Cruz, S. J. este mapa de Goríbar, de

complicadísima labor y ejecución, confirma su alta calidad técnica y su dominio del dibujo.

Por esa época ya no trabajaba con Santiago que había muerto en Quito, aunque existe la

creencia que se distanciaron, creencia difundida por la tradición y autores como José Domingo

Cortés, quien en su Diccionario Biográfico Americano de 1876 manifestó que Santiago no podía

sufrir con paciencia los progresos de su discípulo y que atormentado por esta idea tomó el

partido de inutilizarlo, arrojándolo de su taller. Entonces Goríbar, viéndose en pobreza y como

ni siquiera firmaba sus cuadros sino

es de notabilísima factura y revela el grado de madurez al que había arribado la escuela quiteña a

fines de silo XVII y principios del XVIII con Santiago y Goríbar, representantes mayores del barroco

en pintura, dentro de un ambiente de religiosidad realzado por la persistencia de los tema bíblicos

en las Universidades de San Gregorio y Santo Tomás, donde aún se vivía el ambiente cerrado de la

Contra reforma.

La serie de los dieciocho Reyes de Judá que guardan actualmente en el Museo Dominicano, quizás

por sus menores proporciones y por el hecho de no haber estado tan en contacto con el público,

nunca ha gozado de la fama ni despertado las polémicas de los Profetas.

Están pintados sobre telas de lino y fondo de cola mezclada con alumbre, al que se le ha

sobrepuesto una capa de yeso con color y un poco de óleo. El blanco al temple y los demás colores

al óleo, con lo que se consiguió ese contraste de claroscuro que caracteriza la manera de hacer de

Goríbar. Cada rey se presenta en busto dentro de un círculo, tomando como modelo la serie

grabada por Gerard de Jode en el siglo XVI. El Museo Jijón Caamano guarda los bocetos a lápiz.

Cada rey tiene una inscripción que le singulariza y distingue y todos ellos han sido tomados de la

generación Davídica, es decir, descendientes de David, para dar testimonio de la “profecía” de

Jeremías, que anunció la llegada de un nuevo David liberador.

También son de la paleta y pincel de Goríbar las figuras de los Apóstoles de la Curia, tres cuadros

de la Sala de San Agustín, un busto circular de Cristo coronado de espinas en el Carmen Bajo y

algunos otros cuadros que se conservan en colecciones particulares.

Se desconoce la fecha de su fallecimiento, pero debió llegar a avanzada edad para la época

después de 1740 y aunque dejó discípulos como ha opinado el Padre José María Vargas, la escuela

de pintura quiteña sufrió un largo período de decadencia que coincidió con la mitad y los finales

del siglo XVIII, que fueron años de obras de discreta factura de aspiraciones y proporciones mas

bien menores.