GONZALEZ CASTRO NICOLAS AUGUSTO

ESCRITOR.- Nació en Guayaquil en 1896. Hijo legítimo de Nicolás Augusto González Tola, cuya biografía puede verse en este Diccionario y de su primera esposa Delia Castro Márquez, con quien contrajo matrimonio en Lima en 1881, natural de esa capital. Nacío Sietemesino sin piel, uñas, ni cabellos, lo pusieron entre algodones, fue alimentado con gotero y pudo salvarse. Al año siguiente la familia emigró a Lima por que surgió un distanciamiento entre el Presidente Eloy Alfaro y su padre.

En 1901 ingresó a la escuela del señor Parodi, sobresalió enseguida pues ya sabía leer y garabatear papeles. Al año siguiente y por su destacado examen en Anatomía recibió una Medalla de Oro y su madre le regaló un cuaderno con tapas de hule, un lápiz dorado y un enorme tambor para que lo toque, se distraiga y meta bastante bulla.

En 1903 la familia viajó nuevamente a Guayaquil donde ya vivía su padre desde hacía más de un año trabajando en la redacción de “El Grito del Pueblo” y escribiendo bajo el pseudónimo de Huancavilca, pero como le salió una oportunidad en Quito siguieron a la capital y alquilaron una casa al pié del Pichincha. Por las mañanas aprendió a montar a caballo debido a la despreocupación del indio Juan que era su doméstico y que no medía el peligro de sus actos pues el niño solo iba a cumplir los ocho años.

En Enero de 1906 volvió Alfaro al poder y nuevamente viajaron a Lima. Su padre y Víctor González Castro el hijo mayor, siguieron a Buenos Aires. Nicolás Augusto permaneció en la capital peruana y como la situación económica era apurada su madre lo hizo a trabajar en una imprenta, poniendo maculatura a la revista “Prismas” que fue la primera que se imprimió en dicho país con el método de la tricomía (TRES COLORES). Su madre, que le amaba entrañablemente, estaba muy orgullosa de su hijo porque a pesar de tener solo diez años ya ganaba setenta y cinco centavos diarios, hasta que a los pocos meses regresó su padre con Víctor que continuaba muy enfermo y era paralítico a consecuencia de un accidente sufrido en la infancia. En su “Romance del miedo Puro” publicado en 1955, cuenta // Mi madre era una rosa; / mi padre un hombre entero; / él amaba la vida / como ella amaba el sueño. // Nunca se comprendieron

/ y yo fui un hijo suyo / todo lleno de miedo. //

El General Manuel Estrada Cabrera, Presidente de Guatemala, aceptó una solicitud de su padre porque eran buenos y antiguos amigos y le llamó

a trabajar en ese país, dirigiendo el periódico oficial y llevando a cabo una campaña electoral. Los González viajaron durante dos meses en el “Itauri,” un vapor de bandera alemana que fue caleteando desde El Callao. Instalados en la capital su hermana Blanca Delia, hermosa joven de catorce años fue atacada de tifus y aunque sanó, quedó tan afectada del corazón que murió al poco tiempo de un infarto debido a la altura. El padre se desesperó, no soportaba el dolor de no verla en su casa, en la mesa, en su cama, de manera que solicitó a su amigo el Presidente que lo envíe de Cónsul a cualquier parte del mundo. “El lugar escogido fue Málaga y viajamos los tres mayores de la casa, mi padre, Víctor y yo. Fui puesto en el Colegio Modelo en la población de San Feliú de Llobregat cerca de Barcelona. Enseñaban bien y aprendí mucho, pero en 1909 debimos volver a América. El día que arribamos a Lima, donde estaba nuestra madre y el resto de la familia esperando, Piérola derrocaba a Leguía, gran amigo de mi padre, quien se plegó a su bando y cuando los soldados liberaron a Leguía, en agradecimiento, éste le facilitó a mi padre los pasajes para Buenos Aires. Antes de partir me gradué de bachiller en Ciencias Políticas y Administrativas.”

Durante nuestro joven biografiado el viaje se enamoró de una jovencita llamada Enriqueta, rubia y muy bonita, a quien empezó a obsequiar con los pasteles de la comida y casi al finalizar la travesía, ella, mujer al fin, le premió con un beso en la boca, dado en la proa del barco donde se habían citado para conversar solamente.

En Bueno Aires mantuvo otro affaire con una señorita llamada Carmen que pudo terminar en algo más serio y en la “Revista Ilustrada del Río de la Plata” publicó sus primeros versos.

En 1912 decidieron volver a Guayaquil. “Por el estrecho de Magallanes arribamos al puerto donde permanecimos dos meses. Mi hermano Víctor se quedó paralítico del todo y nuestro padre fue designado Cónsul en Madrid. El 13 viajamos por distintas regiones de Europa y como mi padre pidió el traslado a Marsella porque el aire de mar le hacía bien a Víctor, pasamos a residir en dicha ciudad, aunque por corto tiempo, pues fue trasladado nuevamente como Encargado de Negocios en Madrid y luego en Paris, hasta que al inicio de la primera Guerra Mundial escapamos a Burdeos y de allí a Guayaquil”.

Entre el 14 y el 17 fundó con otros jóvenes literatos, escribió y trabajó en la revista guayaquileña “Renacimiento” pero un donjuanismo, heredado a su padre, le hizo comprometerse en matrimonio tres veces. Colaboraba en los diarios más importantes y para sobrevivir fue Inspector en la Cárcel y luego le ascendieron con el mismo empleo al Mercado donde mantuvo relaciones con una niña, hija de una humilde puestera, en quien tuvo un hijo.

En 1917 su padre fue designado Encargado de Negocios en Buenos Aires y se embarcó con su segunda esposa de solo veinte y dos años y una hijita recién nacida. Nicolás Augusto Jr. Les acompañó, pero por falta de dinero se quedó en Santiago de Chile viviendo en casa de una tía materna que tenía su hogar en dicha capital, donde hizo vida intelectual con otros jóvenes escritores como Angel Crúchaga, Jorge Hubner, Juan Guzmán, Carlos Prieto, Eduardo Barrios, Víctor Domingo Silva, etc. hasta que a finales del 18 le anunciaron que su padre estaba muy grave a consecuencia de una vieja dolencia renal y aunque tomó el tren para Buenos Aires arribó días después de su fallecimiento, encontrando a su bella madrastra y a su media hermanita que requerían de su apoyo.

Para salir del paso recurrió a Rafael Castellano, amigo de su padre, quien le pagó por adelantado diez cuentos para la revista “Hogar” y al poco tiempo viajó contratado a la lejana población de Trelew, en la región austral del Chubut, como redactor del diario “El Pueblo”. Entre el 19 y el 20 progresó económicamente, adquirió el diario y la imprenta, un automóvil, ovejas, pero un día de 1921 se perdió en la nieve, en plena cordillera y amaneció ciego. Tuvo que venderlo todo para hacerse tratar en Buenos Aires, donde arribó con 9.700 pesos.

Durante siete meses Dr. Mario Massa le aplicó diferentes medicinas a los ojos, especialmente a las córneas, que tenía quemadas y finalmente obtuvo buenos resultados pero le prohibió leer. De esta época sombría son unos versos tristes y apagados: Fragmento final. // Doctor, vos que tenéis la luz, dadme la mía / Dadme siquiera un poco de mi luz que se ha ido, / os lo pido llorando desde mi noche fría / mi angustia de quedarme para siempre dormido. // y como había gastado su capital, debió aceptar lo primero que le fue propuesto, empleándose de corrector de pruebas en “La Unión,” donde también prosperó.

En Marzo de 1923 casó y pasó la luna de miel en casa de su madrastra en Mar de Plata, quien había contraído matrimonio nuevamente con un hombre muy adinerado. El 24 empezó a colaborar en el gran diario “La Nación” y fue electo Secretario de la Sociedad Argentina de Diarios. El 25 nació su hijo único llamado Augusto Alfredo, trabajó en “Ultimas Noticias” pero no ganaba mucho por eso el 26 ingresó a la redacción de la revista “Don Goyo” que se editaba en Quilmes. Escribía incansablemente. Para su hijo escribió el Romance del hijo rubio // Que nunca dijo mi voz: / caballito, caballito, / que ya se me desbocó. / Dos talones sonrosados / me oprimen el corazón. // Romance del hijo rubio

/ cómo corres de veloz. // En breve mano la rienda / y en pelo nuevo el arzón. // Romance del hijo rubio / que nunca dijo mi voz. // I apenas recién nacido / se va a la buena de Dios / con sus cascos musicales / su vulgaridad de flor / su enjundia de chocolate / y sus armas de cartón. // Romance del hijo rubio / que nunca dijo mi voz. // Romance maravilloso / que aún no es mío y ya partió. //

El 27 editó su primer libro de cuentos que tituló “La invasión de los bárbaros” y el 28 sacó el “Libro de las Rapsodias y las muchachas” con versos escritos en estilo más bien romántico, del 30 fue otro poemario “Como el agua entre las manos,” del 31 “En el amor del viento” que logró el segundo premio del Concurso convocado en 1931 por la Municipalidad de Buenos Aires, el 32 otro con versos a su esposa “María Josefina de los Angeles,” el 48 “Tierra Enamorada” y el 55 “Ceniza en el tiempo”.

Vivía en casa propia pero hipotecada en la calle de Cachimayo, cerca de la plaza del barrio de Caballito, en la periferia del gran Buenos Aires. Era un poeta fácil, por eso compuso su Romance del verso fácil: //Dicen que trabajo el verso / y nada es menos verdad. / me sale como me sale, / como me sale se va, / unas veces peripuesto / y otras veces cachafaz,

/ pero tan ágil y fácil / que hasta vergüenza me da. // Dicen que trabajo el verso / y nada es menos verdad, / Cada vez me cuesta menos / por eso me duele más. // y en el soneto de la encrucijada retrató su carácter suave, casi infantil, de la siguiente hermosas manera: // Querían reciedumbre y di el acero / Querían suavidad y di la rosa

/ todo fue dar en el andar primero / para la mano mía generosa. // Anduve y florecía cada Enero, / tropecé y me templaba en cada cosa. / Se asombraban las curvas del sendero / de mi larga niñez maravillosa. / Hoy me piden rencor y no lo tengo / aún me queda ternura para darla / y están limpias mi mano y mi canción. // Doy el acero porque lo contengo / I cultivo mis flores para brindar, / nací en mi casa y con mi corazón. // Falleció en Buenos Aires.