GOMEZ DE LA TORRE Y GANGOTENA TEODORO

POLITICO.- Nació en Ibarra el 9 de noviembre de 1809 y fue bautizado por licencia del Obispo de Quito, Dr. José Cuero y

Cayzedo. Hijo legítimo de Joaquín Gómez de la Torre y Tinajero y de su prima hermana Rosa Gangotena y Tinajero. Cuidó

su niñez una tía abuela que lo tenía siempre entretenido en ejercicios gimnásticos y de natación, porque como ella solía

decir “El tiempo perdido no se recupera y el dinero mal gastado se lo repone con el trabajo”. En 1816 ingresó a la Escuela

del maestro José Molina. En 1820 estudió en el colegio que había sido de los jesuítas de Ibarra con los maestros Manuel

Alomía y el presbítero Dr. Vicente Carbo Unzueta. En 1823 emigró con sus familiares a Quito huyendo del alzamiento

realista de Pasto, ingresó al Seminario de San Luis, terminó los cursos de filosofía en 1826 y de derecho en 1828 y con el

grado de teniente pasó al servicio militar durante la campaña contra el Perú. Meses después fue miembro del Estado

Mayor de la Cuarta División al mando del General Tomás de Heres y marchó en comisión a Pasto, se incorporó al

“Escuadrón de Dragones de Cedeño” que mandaba el Coronel Florencio Jiménez, triunfando en el combate del Ejido de

Cumbal, donde dispersaron a las facciones de Joaquín Paredes y recibió una pequeña herida de bala en la rodilla.

En febrero 1829 y bajo el mando del General Sucre realizó la campaña de Tarqui y luego de la victoria fue comisionado

para entregar el parte de batalla al Libertador, a quien encontró en Pasto, siendo ascendido a Capitán. Entonces rindió sus

exámenes finales con licencia, viajó a Riobamba a incorporarse al Cuartel General del Libertador, con quien asistió en

1.829 a la campaña de Buijo, para exigir a los peruanos el cumplimiento del tratado de Girón y la restitución de Guayaquil

a la Gran Colombia.

De adjunto a la Secretaría participó en la discusión del tratado Gual – Larrea Loredo que puso fin a la guerra y hecha la

paz ascendió a Primer Comandante y fue condecorado con el “Busto del Libertador”. Bolívar le ofreció el cargo de Primer

Adjunto a la legación ante el Reino Unido de los Países Bajos pero por causas políticas no pudo viajar. Entonces el

Presidente de Colombia, Joaquín Mosquera, le pidió que desempeñe la Jefatura del Departamento de Contabilidad en el

Ministerio de Guerra con sede en Bogotá, empleo que le llegó aparejado con el ascenso a Teniente Coronel efectivo.

En 1830 el gobierno ecuatoriano lo comisionó para entregar seis mil libras a Bolívar, honrosísimo encargo que no pudo

cumplir debido a la muerte del Libertador. Por esos días decidió contraer matrimonio pero la novia murió y en aras de su

romántico recuerdo permanecerá solterón el resto de sus días, aunque no por ello dejó de tener numerosas relaciones de

las que nacieron varios hijos naturales. Entonces sus padres se empeñaron para que se gradué de abogado, ya que había

terminado sus prácticas forenses y en contra de su voluntad aceptó por darles gusto, de suerte que con sus amigos Antonio

Muñoz y Roberto Ascázubi se encerraban en la biblioteca pública, cuyo cargo de director ostentaba sin cobrar sueldo, para

realizar sus estudios previos al grado. Posteriormente decidió dedicar todas sus fuerzas a la agriculturqa y tomó en

arrendamiento las haciendas Carpuelita, Cuesaca y Mataredonda utilizando para el efecto dos mil pesos que había

ahorrado.

En 1834 fue designado por el gobierno de José Félix Valdivieso para ocupar el cargo de Jefe Civil y Militar de la Provincia

de Imbabura, debelando en Tulcán la insurrección que a favor del otro jefe Supremo, Vicente Rocafuerte, realizó el

escuadrón de caballería “Taura” y su jefe el Cor. Agustín Franco, a quien depuso.

Esta oportuna acción permitió a los militares y políticos derrotados en Miñarica huir en Enero del 35 a Colombia. Gómez

de la Torre dá sus nombres: José J. Valdivieso, Pablo

Merino, Luis de Saa, Benigno Malo, Vicente Sáenz, Dr. Alvarado, Joaquín Mendizábal, Ramón Borja, Ramón Miño, Salvador

Ortega, Hermenegildo Peñaherrera, Xavier Valdivieso, Roberto Ascázubi, Nicolás Espinosa, Dr. Gortaire, Manuel de la Gala,

Domingo Miño, Manuel Ontaneda, Manuel Romero, Manuel Alomía, Camilo García, José M. González, José Cervantes,

Gabriel Gómez de la Torre, Antonio Chica, Juan Caicedro, fray A. Alomía, Nicolás Rodríguez, Joaquín Auz, fray Manuel

Andrade Maldonado, Dr. Meneses, Bernardo Román, Pio Escudero, Mariano Gangotena, Luciano Salas, Domingo Gómez de la

Torre, Manuel Gómez de la Torre, José Viten’, Manuel Eguiguren, N. Montero, Juan Chiriboga, Jacinto Landázuri, José

Vivanco, Vidal Alvarado, Manuel Matheu, Teodoro Gómez de la Torre, Teodoro Granda, Francisco Gómez de la Torre,

Agustín Franco quien había plegado al bando de Valdivieso y otra infinidad de personas notables y jefes de ejército “cuyo

número pasó de mil doscientos, tal el terror que infundió en el ánimo de los quiteños la masacre de Miñarica, donde no

hubo perdón para los vencidos.”

El gobierno impuso fuertes contribuciones personales y reales, se remataron las propiedades y se confiscaron los

semovientes. Todo el año 35 permaneció con su padre y hermanos en la vecina población fronteriza de Cumbal, sitio más

próximo para recibir la ayuda económica que presisaban.

En 1836 regresó del exilio con salvoconducto de Rocafuerte que lo invitó a cenar al palacio y volvieron a amistarse al

punto que le fue ofrecida la Plenipotencia en Bogotá que agradeció sin aceptar pues sus bienes requerían de mucho

esfuerzo y trabajo para volver a producir como antes.

En 1839 fue Gobernador de Imbabura por votación popular. A fines de año encabezó la lista de Diputados y Senadores

antigobiernistas que triunfaron en los comicios de Imbabura. El gobierno de Flores lo suspendió en el ejercicio de sus

funciones, el asunto pasó a Juicio y la Corte Suprema restituyó a Gómez de la Torre en el mando pero renunció por

delicadeza personal.

En 1841 fue electo Diputado por Pichincha y concurrió al Congreso como opositor de Flores. Este trató de atraerlo a su bando,

utilizando el poder y le ofreció el Consulado General en México, que no aceptó, al poco tiempo

Flores suspendió el Congreso.

Después de la revolución del 6 de Marzo de 1845 asistió a la Convención de Cuenca y formó parte

del grupo de diputados olmedistas que perdieron las elecciones frente a la candidatura de Vicente

Ramón Roca, quien salió electo, realizó un gobierno moderado y con arreglo a la Constitución y

leyes, sin embargo de estar amenazado y combatido por el circulo del General Flores y por éste

mismo.

Entre 1846 y 48 fue electo Diputado a los Congresos Nacionales por las provincias de Imbabura y

Chimborazo respectivamente. En 1853 fue Ministro de Guerra y Marina en la administración del General Urbina, a quien

había prestado el contingente de algunos servicios, y luego encargándose del Ministerio de Hacienda en varias ocasiones.

En 1855 representó al Ecuador en las conferencias con el Ministro del Imperio de Brasil, Miguel Lisboa, sobre “Límites y

Derecho de gentes” y firmó un tratado sobre “Extradición de Reos”. Entonces ^ surgió la candidatura presidencial

de su hermano Manuel Gómez de la Torre, lo cual irritó sobremanera al presidente Urbina, quien

apoyaba a su amigo Francisco Robles. Para colmos la Casa comercial de Gutiérrez quebró en

Guayaquil perjudicándole con treinta mil pesos.

En 1856 fue designado Ministro Plenipotenciario ante el gobierno de la Nueva Granada para

convocar un Congreso Americano, aprovechó el viaje y firmó con el Canciller de esa nación, Lino

de Pombo, un tratado “De amistad, comercio y navegación”. Entonces visitó y estudió en Bogotá

el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y obtuvo copias de algunos documentos

referentes a nuestro oriente amazónico. De regreso, en 1859, le ofrecieron nuevas misiones

diplomáticas que no aceptó. Entre 1860 y 65 se dedicó a fomentar sus haciendas de Imbabura.

En 1863 participó en la batalla de Cuaspud frente a Colombia y tras la derrota escribió en sus

“Memorias”: Yo abandoné a Tulcán hasta el momento que el enemigo ocupaba ese pueblo y pude

salvarme sosteniendo los últimos fuegos en las Cruces pero me quedé esperando al General en

Jefe – Juan José Flores – hasta que un sirviente

contribuyó a la defensa del régimen constitucional con la formación de dos cuerpos de tropas

que envió a Guaranda.

Después de las batallas de Galte y los Molinos, funestas para los constitucionalistas, Gómez de

la Torre se retiró a sus haciendas donde permaneció escribiendo sus memorias que tituló

“Carrera de la Vida”. El 8 de Octubre de 1885, murió en Ibarra de casi setenta y cinco años de

edad, dividiendo sus cuantiosos bienes en seis lotes iguales, cinco para sus hermanos y sobrinos

y uno con la sexta parte para obras de beneficencia, la fundación de un hospital y un colegio

en esa ciudad que lleva su nombre.

A sus hijos ilegítimos solo les dejó legados

Sus exequias fueron solemnísimas al día siguiente de su deceso, se enlutó toda la ciudad de

Ibarra, que prácticamente se paralizó y “todos lloraron y vistieron luto ese día”.

El Prebendado Acosta pronunció la Oración final.El clero y el pueblo llano que asistió

masivamente se trasladaron al templo y de allí al Campo Santo. Los Canónigos vistieron de luto

como en viernes santo y todos los periódicos de la República le tributaron elogios a su

memoria.

De elevada estatura, nariz roma, pelo lacio que acostumbraba usar corto y en la edad mediana

se tornó blanco, bajando en mechones sobre la frente.

Grandes orejas, ojos melados y caído el párpado izquierdo a consecuencia de la parálisis que

le sobrevino después del terremoto, cejas, bigotes y patillas poblados. Sus modales arreglados

y caballerosos. Querido en sociedad y respetado en política, gozó de la intimidad de Bolívar,

Olmedo y Rocafuerte, con quien amistó al final. Le faltó ambición para ocupar la primera

magistratura del país pero le sobró coraje, entereza de ánimo y señorío. Del círculo de los

íntimos durante los últimos tres años de la vida del Libertador cuando era usurpador según

palabras de Rocafuerte; sus memorias han conocido tres ediciones y una trascripción en la

revista “Archivo Histórico” de la Municipalidad de Quito.