PRIMER JEFE DEL CUERPO DE BOMBEROS.- Nació en Guayaquil el 26
de julio de 1880. Hijo de Tomás Cipriano Garay, músico panameño, violinista y cantante, tenía
una hermosa voz de barítono, fue por muchos años director de Capilla en la iglesia del Sagrario
y de los últimos en usar en Guayaquil la levita larga o levitón, quien había casado el 19 de
Abril de 1862 con Rosario Rivera y Mendoza, sin hijos, y de Francisca Portocarrero Ramos,
vinceña, fallecida joven, de peste bubónica, en 1907.
Con éxito y aprovechamiento inició sus estudios en el “Liceo Rocafuerte” de Manuel María
Valverde, prosiguiéndolos en la Escuela del preceptor Tomás Martínez. Su padre ambicionaba
que fuera médico y una tarde, al terminar el octavo grado, el joven Asisclo vio a su madre cuando le estaba planchando el uniforme para los exámenes finales. Entonces era costumbre
presentarse con ropa nueva a esos exámenes. Asisclo preguntó el porqué no la tenía y su
madre le respondió que estaban muy pobres. “Hasta este año estudio” fue su respuesta y al
poco tiempo se empleó de dependiente en la tienda de un inglés, quien, para probarlo,
intencionalmente botó un billete al suelo, que el joven recogió y devolvió, gozando desde ese
día de toda su confianza.
las propiedades que obtuvo a favor de la institución y que significó la modernización necesaria y
requerida por dichos servicios.
A principios del 31 apoyó al cineasta chileno Alberto (Pérez) Santana, de paso por Guayaquil,
donde formó la sociedad “Ecuador Film” para la gran superproducción silente (muda) titulada
“Incendio” toda en color y con la participación de dos mil personas extras, estrenada el 10 de
Junio en función de Gala en el teatro Olmedo. El film fue considerado una obra de arte y belleza.
En síntesis, un gran éxito para el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil.
El 32 presentó su renuncia en el Cuerpo de Bomberos pero un movimiento general le hizo volver,
aunque sólo por un año, como lo indicó en esa oportunidad. El 33 volvió a presentarla pero el
gobierno no se la aceptó. Finalmente el 34, a la subida del Presidente Velasco Ibarra, renunció y
se retiró a administrar su negocio de pompas fúnebres, tras treinta y ocho años de servicio.
Era un hombre rico, muy considerado y su valor en la defensa de la propiedad lo distinguía. En el
portal de su negocio ubicado en la esquina de las calles Luque y Chile, cada noche se reunían
numerosos caballeros de la localidad y formaban un mentidero que era famoso. Allí concurrían
políticos liberales y miembros de la masonería y se trataban los problemas del país abiertamente y
en amplia tertulia.
En diciembre de 1937 su amigo el dictador Alberto Enríquez Gallo lo designó Presidente del
Concejo Cantonal de Guayaquil y sólo aceptó con la condición que sus sueldos se emplearan en el
ornato de la ciudad; pavimentó el boulevard, construyó la carretera lastrada Playas – Progreso,
prolongó el malecón de la ría, aumentó las rentas municipales y suscribió un convenio con la Caja
del Seguro para amortizar la deuda municipal entregando los terrenos del actual barrio Orellana.
En 1939 prolongó la calle Alcedo hacia el Estero Salado, construyó la Piscina Olímpica para que allí
se realizara el Campeonato sudamericano de Natación de ese año y renunció en abril.
En 1941 formó parte de la Junta Patriótica que declaró a Guayaquil ciudad abierta y colaboró con la Zona Militar en las
labores de vigilancia nocturna. Su funeraria se convirtió en “rastrillo” donde se armaban losjóvenes miembros de las
patrullas que recorrían la urbe. En 1943 su amigo personal Miguel Ángel Albornoz le pidió que trabaje por su candidatura
presidencial y aunque se negó al principio por estar distanciado del presidente Arroyo desde que había aceptado a
Enríquez la presidencia del Concejo, terminó por dejarse convencer y fue tesorero de la campaña.
Al día siguiente del 28 de mayo de 1944 tuvo que esconderse en casa de su hija Leonor donde estuvo unos pocos días hasta
que los universitarios se cansaron de buscarlo. Tenía sesenta y cuatro años de edad y no se encontraba bien de salud a
causa de una vieja lesión cardiaca. Su muerte ocurrió el 17 de enero de 1947 en su casa de P. Icaza y García Avilés, por
angina de pecho. El primer barrio suburbano de Guayaquil, entonces en formación, lleva su nombre.
Alto, blanco, de ojos color café y pelo castaño muy ondulado, nariz ancha, carácter sociable y trato llano, fue popular en
su tiempo y al final de sus días adquirió una gran corpulencia.