GANGOTENA FERNANDEZ SALVADOR ALFREDO

POETA.- Nació en Quito el 19 de abril de 1904. Hijo legítimo de Carlos Gangotena Alvarez y de Hortensia Fernández –

Salvador y Chiriboga, ricos propietarios agrícolas en la provincia del Pichincha. Fue su abuelo materno el célebre político

veintimillista Leopoldo Fernández – Salvador y Valdivieso, Encargado del Poder Ejecutivo en varias ocasiones y contratista

del estado en el ramo de obras públicas.

Nació hemofílico y siempre fue tratado como si fuera un niño delicado y en efecto lo era, de manera que sobre su

problema vital se sumó una angustia permanente que no le dejaría jamás y le volvió un ser tímido y aparte, puesmeditaba

más que actuaba y prefería el silencio a la conversación y como por entonces se consideraba a la hemofilia una “tara

familiar hereditaria” para no dañar el futuro de sus hermanas se escondió celosamente y como secreto de familia, la

existencia de dicho mal. Estudió la primaria en Quito y de catorce años en 1918 publicó dos Elegías a la Guerra Europea,

que aparecieron en 12 págs. en la Revista mensual de literatura y Variedades “La Alborada” que también dirigió y fue

órgano de los estudiantes del tercer curso del Colegio San Gabriel.

I habiendo fallecido su padre, doña Hortensia viajó en 1920 a París con sus cinco hijos, matriculando a Alfredo en el Liceo

Michelet, meses después le cambió al Colegio Duvignon de Larnou en la calle Renoir, se graduó de Bachiller e ingresó a la

Escuela de Bellas Artes a estudiar arquitectura pues amaba las artes y dominaba las matemáticas superiores.

En 1923 hizo amistad con su vecino el poeta Jules Supervielle, entonces cambió sus planes sin razón aparente y comenzó

el curso de Ingeniería en la Escuela de Puentes y Caminos donde – sin excesiva voluntad – se graduó de Ingeniero y siguió a

la Escuela de Minas de Francia, pues sus mayores intereses estaban cifrados en la Filosofía y las Altas Matemáticas,

ciencias en las que destacó naturalmente, porque poseía una poderosa inteligencia abstracta y una gran facilidad para los

problemas abstrusos, mientras más complicados, mejor.

De estudiante de Ingeniería recordó a Pascal en varias notas que escribió al margen de sus cuadernos de Física y

Matemáticas, mientras cursaba su carrera en la Escuela de Minas. De esa época, que coincidió en Paris, capital de la

modernidad, con el auge de la vanguardia artística en Europa, son sus primeros poemas en francés, idioma que dominaba

como si fuera su lengua materna y que, como todos lo suyos, se originaron en el rescoldo de moldes modernistas,

advirtiéndose el estallido de una fuerza interior nueva donde prima la imagen sobre el discurso, traducida en hermosas

metáforas: Fragmento.- // “Con la mirada humilde de los recuerdos, contra los golpes de los asesinos / fresca dama,

protegeré vuestros senos”. // que publicó en Diciembre del 23 en la revista “Intentions” dirigida por el poeta Pierre André

May, con tal motivo Max Jacob le dijo en cierta ocasión: Ud. ha tenido los dones del Espíritu Santo. Hace poco tiempo no

sabíanada del francés y ahora ya quisieran muchos escritores de fama tener un uso tan maravilloso como el suyo.

En 1924 el poeta Jacques Viot le dedicó una de sus composiciones en la revista “Priere du Soir”. Mientras tanto colaboraba

desde mayo en “Philosophies”, revista de una nueva generación que marchaba hacia algo y acababa de fundar Pierre Morhange discípulo de Henry Bergson, rechazaba los escándalos y desafíos espectaculares del movimiento poético

surrealista, entonces de moda, para acercarse místicamente a Dios por la revelación de la palabra y recoger en su estado

bruto de violencia y agresividad los productos secretos del espíritu.

Allí salieron sus poemas “Vitrail” (Vidriera) “Terrain Vague” (Terreno Baldío) “Le Voleur” (El Ladrón) “Chemin” (Camino)

“Depart” (La Partida) “Solitaire” (El Solitario) y “Avent” (Adviento) Este último constituyó la primera versión de su gran

poema religioso “Coreme” (Cuaresma) con el que inició su libro “Orogenie” o la Formación de las montañas.

Este poema le abrió las puertas de la crítica francesa y le hizo conocido en los mejores círculos líricos europeos de la

primera postguerra; sin embargo, no fue sino con sus “L’Homme de Truxillo” y “Christophorus” que sorprendió a todos por

igual. El primero marcó su definitiva entrada a la madurez lírica, poética y filosófica dejando a un lado su tono de

religiosidad inicial, ahora transformada en violentísimo arrebato de misticismo y en canto a la América exótica y lejana,

que atisbaba más que conocía. Por eso se ha dicho y no sin fundamento que con la aparición de este poema de

grandiosidad sin igual, la poesía ecuatoriana anterior resulta un juego de niños, versificación melódica, nada más.

“Era uno de esos raros poetas difíciles, no porque cultivara el hermetismo sino por la densidad de su lirismo y la riqueza

de sus facultades. Poeta desgarrado cuyo patetismo fue brújula constante y cruel; mas, en lo personal, solo se

consideraba un “americain” que amaba a Europa y a su cultura, sobre todo la francesa, pero no se sentía ni francés ni

ecuatoriano.

Ese año visitó Toledo, se admiró con los cuadros del Greco y publicó “Poire d’ Angoisse” (Pera de angustia) otra de sus

obras maestras. Por entonces solía frecuentar a un grupo de intelectuales de primerísima magnitud formado

por Jean Cocteau, Valery Larbaud, Max Jacob, Jules Supervlelle, Ándré Salmón, Tristan

Klingsor, Joseph Deltal, Ándré Spire, Rene Crevel y Marcel Jouhandeau.

En 1925 su futuro cuñado el poeta Ándré Pardlac de Monlezun, quien llegaría a ocupar un alto

cargo en el Servicio exterior de las colonias francesas, le presentó al pintor y poeta Henry

Michaux, que desde esos momentos se volvió su pareja y ejerció sobre Gangotena y su obra

una marcadísima influencia.

El 1 de Agosto 1926 se publicó en la Sección Crónicas de la prestigiosa revista parisién Le

roseau DOr” de la editora Plon, su poema “Veille”, dedicado a Jean Cocteau, que luego

recogerá con importantes variaciones en “Orogenie”.

En Diciembre de 1927 – tras siete años en Europa que fueron determinantes en su

configuración como poeta, programó un viaje al Ecuador en compañía de Michaux, en un periplo de un año que constituyó

un desencanto. Tomaron en Ámsterdam el buque Boskoop de bandera holandesa, perteneciente a la Real Compañía

Neerlandesa de Vapores, pasaron por Curazao, el canal ^ de Panamá y arribaron a Guayaquil el

domingo 28 de Enero de 1928, a las

9 y 30 de la mañana, embarcando al día siguiente en el auto ferro que les conduciría a Quito.

Raúl Ándrade en Crónicas de otros lunes, años más tarde, describió a Gangotena de la

siguiente manera : Era menudo y fino como tallado en palo de naranja, se le vio volver al filo

del año veintisiete con su garganta defendida por una bufanda con los colores de Francia,

sensitivo, melancólico, taciturno, como mordido por un mal de ausencia. Así. Llegó una noche

acompañado por Henry Michaux con su sombrero de alas cansadas, a sentarse a la mesa de la

Logia de los Murciélagos…

Los dos viajeros se hastiaron en Quito y eso aumentó en Gangotena su manía depresiva.

Michaux escribía un Diario con la finalidad de destruir el mito de la aventura y su mayor

peligro el exotismo, que se había conocido como

10 pintoresco, y empezó a salir por entregas en la revista parisina “La Nouvelle Review

Francaise” y luego coleccionó en un volumen aparecido en Paris en 1929 bajo el título de

“Ecuador. Journal de voyage” y cuando se conoció en nuestro País constituyó un verdadero

escándalo pues allí

el diagnóstico de su hemofilia que él ya conocía desde su juventud y tuvo la completa certeza de

tener la vida pendiente de un hilo. Michaux ha escrito: Esta enfermedad atroz lo ponía a la

merced de un diente arrancado, de una simple infección. Lo llevaba a un miedo continuo,

prácticamente fuera del mundo, de manera que no sería nada raro pensar que la hemofilia le

produjo una sensibilidad misantrópica, detectable hasta en algunos títulos de sus poemas. Por esos

días mantuvo un platónico idilio con la poetisa Marie Lalou, también de salud precaria como él.

Fue más bien una atracción natural entre dos espíritus de selección que comulgaban con idénticos

ideales.

El 28 la editorial Gallimard de París editó su colección “Orogenie” con poesía donde aparece la

opresión de una naturaleza violenta representada por los Ándes sobre un cuerpo frágil o sobre una

moral en sufrimiento, once poemas en francés que dedicó a Pierre Ándré May y a otros literatos

amigos y que se cierra con “Lórage Secret” (La Tempestad Secreta) “poema calificado de telúrico,

grandioso y desolado, donde vivió una anticipación de su muerte en terrores y paroxismos,

revelándose contra ellos”. De allí en adelante su obra conservará el tono pero será más profunda y

metafórica, de acuerdo a su nueva forma de ser y de pensar.

En 1932 volvió solo a Quito y no sin rabia, a administrar las propiedades de su familia, pues debido

a la crisis mundial de Noviembre de 1929, cuando cayó la bolsa de New York arrastrando a las

demás de occidente, andaban cortos de dinero. “Había regresado a su tierra natal el Ecuador,

sufriendo y desesperandose por la ausencia del mundo cultural de París y revelándose contra el

espacio exterior y volvió a descubrir a Dios, lo alaba y lo increpa, descubre la sangre siempre

acechada por la destrucción, por la enfermedad” y también “la fe atormentadora, la protesta y la

imprecación alternada con la alabanza, con el humilde grito de dolor”.

Ánímicamente era un hombre envejecido aunque sólo contaba veintiocho años pues se encontraba cansado y presintiendo

males. Su enfermedad le obsesionaba y esa ansiedad le hacía insufrible la espera de sus últimos momentos. Michaux diría

de él que era un artista en estado de petrificación personal. No era bohemio, no hablaba mucho y sólo gozaba de la

amistad de unos pocos amigos.

El 10 de diciembre salió en Quito su segundo poemario titulado “Absence” (Ausencia) en la editorial de la U. Central, con

tiraje de sólo seiscientos ejemplares, conteniendo doce composiciones en francés y sólo dos en español todo en 70 págs.

escrito entre 1928 y el 30, que galantemente dedicó a su antepasada Lucrecia Borgia pues por esos días se había editado

en Quito el libro la Casa de Borja por Cristóbal de Gangotena y Jijón donde consta el poeta y su familia en la pág. 100 y

para “vosotros mis compañeros de exilio Henry Michaux, André Pardiac de Monlezún y Aram Dikran Mouradian”, estos dos

últimos ya eran sus cuñados pues estaban casados con Laura y Fanny Gangotena Fernández – Salvador respectivamente.

Pardiac era de la nobleza regional francesa (de la Gascuña) con historia desde las primeras cruzadas. Mouradian tenía la

nacionalidad inglesa y su familia judía provenía de Armenia.

“Absence” no fue leído ni apreciado en el Ecuador debido a nuestro pauperrismo intelectual que nos priva del

conocimiento de otros idiomas y por ello Gangotena siguió en su Patria gozando del más absoluto anonimato intelectual;

además, la edición fue enviada casi en su totalidad a París, donde aún debe seguir reposando en alguna olvidada

buhardilla, pero su amigo el poeta y crítico francés Max Jacob escribió: Su libro me produce el del efecto el sonido de una

gran campaña que escucho con placer y que dice: Basta ya de entretenimientos artísticos, de las pequeñeces pintorescas.

Una época trágica requiere de una poesía trágica. Una época desgarrada, poetas desgarrados. I he aquí que de sus

Américas nos llega su voz de metal, su verso firme y fragante y su corazón agobiado por un mal atroz, al mal del país, mal

que nos ha dado el gran poeta Ovidio y otros exilados. Esa voz nos llega aún cálida de los ecuadores, desolada como los

seis mil quinientos treinta metros del Chimborazo, y roja de dolor como sus piedras cocidas por los soles odiosos,

implacables. Bravo por este libro fundamental que nunca se apartará de mi vida….”

Acababa de contraer matrimonio en Quito con su pariente Emma Guarderas y Gómez de la Torre en la que dejará

descendencia. El matrimonio terminó cuando ella se alejó del hogar. Vivían en Santa Bárbara, esquina de García

Moreno y Manabí, la unión no fue feliz ni duradera.

En 1933 seguía de profesor en la Universidad y miembro del Grupo América. También construyó el puente sobre el río

Guayllabamba en terrenos de la hacienda Josefina, para la carretera Quito – Otavalo.

En febrero del 34 su amigo Michaux le recordó en un artículo de “Les cahiers du sud” diciendo: Sufría de varias

enfermedades como la hemofilia. Esta enfermedad atroz, que le ponía a merced de una simple picadura, de donde fluía

inmediatamente su sangre, sin recurso, sin detenerse, sin cesar – al amparo de la muerte a través de este frágil y único

velo de la epidermis – esta enfermedad que lo tenía en un temor continuo y prácticamente fuera del mundo, le ha

marcado para siempre”.

En 1936 volvió a Francia como Secretario de la Embajada ecuatoriana pero retornó al año siguiente a Quito y aceptó la

cátedra de matemáticas en la Universidad Central. Enseguida fue trasladado a Chile con iguales funciones diplomáticas.

En 1938 “Absence” se republicó incorporado a “Nuit” (Noche) colección de cinco composiciones de intenso fervor místico

escritas en francés y aparecidas en “Cuadernos de los Poetas Católicos” de Bruselas, con un sentido homenaje del poeta

Jules Supervielle, que dice así: // No prestes atención Gangó a todas esas olas del mar / ¿Cómo podrían separarnos con

sus crestas efímeras? / ¿I sus renacimientos puestos a abortar? / Pero ¿Qué pasa Gangó en la americana montaña / I

porqué no vienes a la llamada de tus amigos? / ¿Piensas que te olvidamos / de este lado del mar? / Deja, pues, que te

envíe, a ti que sueñas con Francia, / una onda del Sena en que se refleja Vétheuil, / a la hora del río cuando la arena / es

más dulce en el fondo del río. / Pienso en ti, sobre tu meseta de alta geografía / Tu que abres un camino entre los indios y

los volcanes / ¡Cabalgando al pie de los Andes donde los espacios / son más espaciosos que en otras partes / Pienso en ti,

que te encuentras solo en el mundo, en tu Ecuador! //

El 39 estuvo otra vez en Quito y durante una estancia en su hacienda “San José” cerca de Puembo en 1940escribió sus

Notas Marginales al libro “Le Príncipe de relativite et la theorie de la gravitation” de Jean Becqueret, que leyó en

inolvidables veladas a un grupo de amigos suyos, diciéndoles: “Solamente en este pueblo infeliz puedo escribir cosas tan

raras”, pues se sentía un extranjero en su Patria.

Con sus amigos Alberto Coloma Silva y con Juan David García Bacca (1) representaban en escena las Fábulas de Lafontaine

y recitaban Hamlet.

En abril de ese año editó en los talleres de la Caja del Seguro su poemario titulado “Tempestad Secreta” en páginas sin

numeración, con sus poemas franceses traducidos por él y otros escritos en español, logrando recuperarse de una ausencia

más bien metafísica, que dedicó “Para ti, profundamente. Para David García Bacca, esta desvergüenza”.

La edici ón, como correspondía a su poesía elitista, fue sumamente parva, sólo de trescientos cincuenta ejemplares,

muchos de los cuales se perdieron a su fallecimiento, pues desde los horribles días de la ocupación alemana a Francia, ese fatídico año de 1940, Gangotena abandonó sus negocios y estudios por dedicarse a tiempo completo como Coordinador del

Comité de la Francia Combatiente en el Ecuador ante las autoridades de nuestro país. “Es mi modesta contribución para

mi patria espiritual” decía y estaba en lo cierto” y por eso le condecoró el gobierno francés en el exilio con la Cruz de

Lorena.

En 1943 pasó una corta temporada en Santiago de Chile.

A fines de 1944 sufrió un ataque de apendicitis y operado de urgencia por el Dr. Manuel Moreno le sobrevino una infección.

Estando aún consciente le dijo a su hermana Laura que quería que lo entierren con la Cruz de Lorena que siempre llevaba

consigo. Falleció de complicaciones propias de la hemofilia pocos momentos después, el 23 de diciembre, en horas de la

tarde, cuando sólo tenía cuarenta años de edad. Dejó inéditos los siguientes poemas: “De lo remoto a lo escondido”, “En

estas nocturnas salas”, “Agonías de un Caribú” y “Perenne Luz”.

Fue poeta de sufrimientos más que de alteraciones psíquicas y aunque en alguna ocasión escribió: I mi palabra vindicativa,

hinchada de savia de adormideras” se conoce que nunca usó drogas.

En Quito pasaba por persona rara e intratable por ciertos rasgos de inofensiva impertinencia que lo singularizaban y hasta

solía concurrir a los cines para leer periódicos en la oscuridad, ayudándose con una linterna portátil. “Pequeños gestos

como este le daban una aureola inamistosa y desagradable de la cual se burlaba con intima satisfacción de la travesura

cumplida”; más, sus amigos, que los tuvo buenos y muchos, aún le recuerdan como un hombre de risueña mansedumbre,

tímido, pues “era un solitario habitante del mundo que buscaba a Dios y a sus congéneres, que no solamente que nunca lo

leyeron ni trataron de comprenderle, sino que tampoco lo conocieron y eso lo hacía – en su invencible timidez – un ser

profundamente desgraciado. El crítico Claude Couffon ha escrito; “No es un poeta francés ni es ecuatoriano, es

universal”.

Hernán Rodríguez Castelo, el único que ha estudiado a Gangotena pues los demás que han escrito sobre él solo le copian a

Hernán, ha explicado que su obra ofrece, en lo formal, dos etapas: Una primera, de iniciación, más simple; y otra, más

grande y rica, que se estrena a finales de 1924 con “L’ home de Truxillo” y “Christophorus” y que entre 1923 y el 38

escribió en francés y al final – desde el 38 hasta el 44 – en español. I continúa diciendo.

“Fue poeta de temprana madurez, sostenida madurez, que utiliza los mismos símbolos y motivos, siempre presididos por

lo religioso, a través de la grandiosidad cósmica que aparece como tensión de cualidades de espantos y gozos, de noche y

luz”.

“Su poesía tan honda, tan coherente en el sustrato último, cuanto dispersa y meteórica en sus estallidos de imágenes y de

conceptos. Su verso, amplio, magnífico, de ritmo solemne, de movimiento sálmico, como versículos de un himno. Solo en

“A la sombra de las secoyas” se muestra americano. Sus metáforas son por series, en donde cada una desplaza el sentido

de todo lo anterior por nuevos derroteros, confiriendo a la cadena, nuevas posibilidades significantes y sugestivas”.

“Sin embargo, el mayor rasgo distintivo de su poesía es la densidad conceptual y vivencial, de su abismo, de su angustia,

de esperanza y presentimiento. Poesía religiosa de grandes imágenes arcanas,poblada de ángeles, exigida por alucinantes

requerimientos cósmicos, tempranamente espantado por el mal, siempre alerta a nuevas revelaciones”. “Complejo y

grande el juego de símbolos de Gangotena, muchos de ellos aún no suficientemente develados. Insistente ascensión desde

la infancia doméstica y la naturaleza representada por los seres más pequeños, hacia cimas cósmico – teogónicas y hacia

el Señor, pero sólo para volver a dar, tras purgaciones e iluminaciones, a la naturaleza. A veces su poesía tuvo simbología

mestiza, cuando su Canto se hizo americano, por descomunal y convulso.”

En 1956 la Casa de la Cultura de Quito, más por agradar a Lola Gangotena de Ponce Enríquez, primera dama de la nación,

publicó la Poesía de Gangotena traducida al español por Gonzalo Escudero Moscoso y Filoteo Samaniego en 250 págs. con

sus poemarios “Orogenie”, “Absence”, “Nuit” y “La Tempestad Secreta”, otros poemas en francés y español y una

Selección titulada “Hermenéutica de perenne luz” con apuntes a través de once pensamientos desarrollados

filosóficamente por el poeta y que recolectaron sus amigos. El 78, el Núcleo del Guayas de la CCE hizo una nueva edición

de “Poesía” en 224 págs. Ambas se agotaron de inmediato, aunque a nuestro parecer merece otra traducción pues la

belleza de sus formas originales no ha sido enteramente captada por sus traductores, quienes perdieron el brillo y la

iluminación por conservar intacto el fondo y esperanzadamente deseamos que algún día un poeta grande en lengua

francesa, conociendo los secretos del castellano pueda dar la creación magistral de Alfredo Gangotena en su entera

belleza, con sus matices originales y grandilocuentes que aún no conocemos pues el Gran Gangó constituye la más alta

cima de la poética barroca ecuatoriana del siglo XX.

El escritor español Cristóbal Serra tradujo al castellano su libro “Ecuador, Journal de voyage” para la editorial Tusquet de

Barcelona que lo lanzó como verdadera primicia en 1983. La Universidad San Francisco de Quito publicó la obra escrita en

francés “Alfredo Gangotena o la escritura escindida” de Adriana Castillo Berchenko, en traducción al castellano de Cristina

Bermeo.

Sus hermosas pinturas, pues también destacó en ese arte, esperan pacientemente que alguna mano amiga

menor a aprender latín, pero como no se acostumbró, el 98 viajó al Colegio San Alberto el Grande

en Arcueil cerca de París y allí estuvo hasta 1903 que se bachilleró. Enseguida comenzó a estudiar

Instituto Comercial y se diplomó el 12 de Julio de 1905.

A la muerte de su padre, regresó a Quito a arreglar los asuntos de la herencia. Tenía veinte y un

años de edad. El 6 viajó por Lima, capital que ejercía sobre él una innegable influencia, el 7 volvió

a Quito y comenzó a frecuentar las tertulias semanales del Arzobispo Federico González Suárez,

conociendo a otros personajes no tan jóvenes como Juan León Mera Iturralde y Luis Felipe Borja

hijo. El 24 de Julio del 9 figuró entre los fundadores de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios

Históricos Americanos, actual Academia Nacional de Historia.

Entonces consiguió de su pa ri ente Ca rlos Freile Zaldumbide la secretaría de la Cámara del

Senado y allí permaneció dos años. En Enero de 1912 solicitó que los presos políticos en Guayaquil

fueran conducidos a Quito para su juzgamiento sin imaginar que serían vilmente asesinados en el

Panóptico y arrastrados por las calles, sucesos de los que fue testigo el día 28 y a la mañana

siguiente subió al Panóptico a recoger datos porque era curioso en todo. En 1913 acompañó a su

amigo Mera como pre novicio franciscano, se pusieron hábitos, pero salían por las noches de farra

con generosas mujeres y buen vino, tan ridicula vocación les duró unas pocas semanas. Por eso se

ha dicho que tuvo una vida bastante feliz y a veces hasta divertida. Ese año se enamoró de su deuda Ana Victoria Noboa y Caamaño, guayaquileña guapa pero introvertida y se casaron el 28 de

Junio, sin hijos. Los Noboa Caamaño estaban relativamente pobres pues a causa de la política

habían tenido que pasar desde el 95 en Lima, en Octubre del 96 perdieron dos edificios céntricos

en el Incendio Grande que sufrió Guayaquil, finalmente con la fortuna muy disminuida regresaron

al Ecuador en 1912 y se instalaron en Quito.

En 1914 fundó la revista quincenal “Apolo.” El 17 viajó de Cónsul del Ecuador en Valencia. Al pasar

por Madrid asistió a uno de los besamanos del Rey Alfonso XIII y como siempre tuvo un gran sentido

del humor, de pura guasa se colocó en la fila tres veces, al final el Rey le dijo “Su Cara me parece

conocida.”

En España estudió documentos genealógicos y heráldicos,

centenarias, Las Instrucciones del Capitán General electo de Santa Fé don Juan de la Cruz

Mourgeon y Achet en 3 págs. “Orígenes de la Marquesa de Solanda, esposa del Gran Mariscal de

Ayacucho en 4 págs. y Los Amores de Sucre, en 11 págs. calificado de uno de sus más

simpáticos trabajos, fue republicado en diversos periódicos del país por ser amenísimo, en

once páginas.

El 23 publicó “Genealogía de la familia Guarderas” en 10 págs. El Licenciado Gaspar de

Espinosa en 4 págs. unas notas bibliográficas sobre el trabajo del Dr. Pierre Reimbourg sobre

Gastronomía ecuatoriana, editado en Paris, otro sobre la Vida de Abdón Calderón de Octavio

Cordero Palacios, la “Fundación del hospital de Quito” en 7 págs. “Documentos referentes a la

batalla de Ibarra, con la narración histórica de la campaña de Pasto” un trabajo sobre el Plan

de Estudios del curso ecléctico de Filofoía moderna para el Colegio Real de San Fernando” en 8

págs. los Ascázubi en 6 págs. “Arteta” en 13 págs. y 3 láminas, “Carrión” en 26 págs. y 2

láminas, “Ensayo de una iconografía del Gran Mariscal de Ayacucho y algunas reliquias suyas y

del Libertador que se conservan en Quito,” “Documentos referentes al Prócer y mártir

guayaquileño don Juan Pablo Arenas” en 20 págs.

De ese año 24 son tres libros: 1) “Al Margen de la Historia, leyendas de picaros, frailes y

caballeros”, en 193 pags. muy a lo Ricardo Palma, de la que se conocen varias ediciones y por

ello es su obra más popular, la segunda edición es de 1.960 y la tercera del 62 ambas de la

Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2) “La familia de Ycaza, documentos referentes a ella” en 255

págs. e ilustraciones. Un estracto genealógico salió en el boletín de la ANH. y 3) “Ensayo de

una iconografía del Gran Mariscal de Ayacucho y algunas reliquias suyas y del Libertador que se

conservan en Quito” en 86 páginas de lujo. Fue un año de éxitos editoriales.

Era una figura conocida en todo el país más que por sus estudios genealógicos que siempre fue un tipo de lecturas para las

élites quiteñas y unos pocos iniciados, por sus crónicas, pues apartado de la oralidad fantasmal supo recrear sobre sucesos

verdaderos extraídos de los procesos coloniales. Mas, su posición social de “noble” – así se sentía y actuaba – le impedía

un acercamiento directo con la cultura ecuatoriana de su tiempo, haciendo que su mirada fuera siempre para

atrás, al punto que su cuñado el gran poeta modernista Ernesto Noboa y Caamaño le dedicó

una de sus admirables poesías diciendo “A don Cristóbal de Gangotena y Jijón que vive de

amor de América y de pasión de España.” Por eso no vivió los años del indigenismo (1922 –

1945) y terminó siendo un sujeto aparte.

El 25 editó “El testamento de Sucre” en 4 págs. el 26 “El hospital de la Santa Caridad y

Misericordia de N. S. Jesucristo en Quito en 16 págs. un discurso suyo pronunciado en la

inauguración de los trabajos de restauración de la histórica iglesia del Belén de Quito fundada

en 1534” en 13 págs. y costeó la publicación de un libro de versos de su amigo Jorge Carrera

Andrade.

En Enero de ese año ingresó a la dirección de la Biblioteca Nacional. El 30 editó su traducción

en prosa de diez Églogas virgilianas, la genealogía de la familia Malo en 7 págs. y “Una medalla

desconocí a de la batalla del Pichincha”.

El 32 la mayor de todas sus obras, una hermosísima y erudita “Genealogía de la Casa de Borja”

en 192 páginas con índices y numerosas ilustraciones; pero el libro ocasionó polémicas y

malquerencias en el vecindario principal de Quito, por su mala costumbre de usar el “Don” y

el “Señor” para recalcar desigualdades sociales y de no poner las líneas ilegítimas en el

Ecuador, no así en Italia y en España, con lo cual se comió a la gran mayoría de los

descendientes de esa familia, muchos de ellos de innegable prestigio social, intelectual y

político. Por eso se ha dicho que aún hoy, después de casi sesenta años, se puede sentir el

malestar que ocasionó y que aún no desaparecen los resentimientos.

Por culpa de ese libro se suscitaron varios encuentros a golpes, lances, insultos y hasta

remitidos anónimos. Tuvo que ausentarse por algunos días de la capital y desde entonces

muchas personas amigas que antes le saludaban con grandes muestras de simpatía, dejaron de

hacerlo, algunos se volvieron hasta sus enemigos declarados. A consecuencia de ello le dio

miedo seguir con sus genealogías capitalinas. Por eso se dedicó a publicar en otras ciudades. El

33 sacó tímidamente en el boletín del Centro de Investigaciones Históricas de Guayaquil “los Caamaño” en 12 págs.

El 37 “Hidalguía de don Pedro Maldonado” precedida de datos

escribir ¿Para qué? la crítica cobarde e interesada que mal me quiere, proclamaría mi

decrepitud…

En 1940 representó a la ANH. En la inhumación de los restos de Celiano Monge y ocupó la Dirección

del Registro Civil. El 41 publicó “Los Jijón” en 25 págs., el 43 “Los Bustamante” en 17 págs. el 44

ingresó como miembro fundador a la Casa de la Cultura y ayudó a Luis Robalino Dávila en la

confección de su colección de libros de historia titulados “Orígenes del Ecuador de Hoy.”

El 46 sacó “Sueldos anuales de los Funcionarios de la Real Audiencia de Quito en 1809” y

“Documentos para la vida de Eugenio de Santa Cruz y Espejo,” el 47 ayudó al historiador

venezolano Angel Grisanti que estaba recopilando información para un libro sobre la Marquesa de

Solanda.

Era un hombre de consulta, uno de los que más sabía sobre el pasado de Quito y a pesar de su

aparente desdén, tratándole en confianza era todo lo contrario, de lo más simpático y hasta

dicharachero, pero había que romper la barrera de su natural timidez para conocerle por dentro.

Sufría de continuas gripes y hasta enfermó de diabetes lo cual le llevó a problemas circulatorios

en las piernas que se le amorataban y dolían hasta que se le gangrenó una, que fue amputada en

la clínica Pichincha. Pasó varios meses recluido en su casa con intensos dolores y terminó por

morir de eso mismo el 18 de Enero de 1954, de casi setenta años, desesperado por tener que ir al

otro mundo dejando sin escribir tantos secretos que sabía y debió contar. Por eso se colige que

debió morir sin ganas de irse a la otra.

Esto de la intranquilidad de sus últimos meses de vida me fue referido en varias ocasiones por

Clemente Pino Icaza que lo visitó en su lecho de dolor y lo pongo especialmente porque no ha

faltado un cándido que acaba de publicar que Gangotena fue más importante por lo que no dijo

que por todo lo que dejó escrito; lo cual, en tratándose de un autor, es la razón de la sin razón, el

colmo del error.

Su amigo Francisco Guarderas Pérez le describió “presuroso, menudo, inquieto Cristóbal de Gangotena y Jijón en realidad

fue de la Patria un Indice expresivo, porque supo amarla, explicarla y padecerla. Otros vendrán, cuando los prejuicios se

hayan despejado, que sabrán desentrañar todo el acervo de enseñanzas que se derivan de sus eruditas narraciones. Otro amigo, el periodista

Max Lux escribió: Don Cristóbal fue el ardiente investigador de lo curioso, de aquello que pone la

nota pintoresca en el trabajo del historiador. En sus últimos días, aquejado de grave dolencia, me

dijo, resumiendo en realidad sus amores: Tu sabes cuánto amé la vida… y una sonrisa estoica

cruzó por su rostro fatigado. I Carlos Manuel Larrea exclamó al pié de su tumba: Encarnó en sí las

cualidades más finas del quiteño de vieja cepa: caballerosidad e hidalguía en todos sus actos,

noble porte de gran señor propio de su elevada alcurnia, unido a llaneza y cordialidad para tratar

a los más humildes y conquistar sin buscarlas, popularidad y simpatía. Acucioso para servir a quien

le solicitara ayuda, pronto para dar a los demás los caudales de su saber, derrochando en amena

conversación la agudeza de su ingenio, pasó por la vida como un meteoro luminoso dejando estela

que no podrá borrar el tiempo.

“Como genealogista marcó una pauta tenue para un mejor devenir” pues aunque comenzó sus

estudios al mismo tiempo que su primo hermano político Alfredo Flores y Caamaño con quien hubiera podido

compartir afanes

genealógicos, prefirió ser un rey solitario y desdeñó asociarse con él. No dejó sucesión legítima, le

sobrevivió su viuda y como casi nunca trabajó en serio pues dedicaba su tiempo a lecturas y otras

actividades intelectuales que no le producían (pintaba, miniaba páginas de pergamino, restauraba

objetos coloniales sobre todo marcos de madera, hacía aplicaciones de pan de oro) vio su fortuna

personal disminuida.

Tras su fallecimiento aparecieron varios trabajos suyos: “Los Donoso,” “Los Ponce” donde equivocó el origen familiar, los Pérez Guerrero (aparecida con el nombre de Alberto Gortaire

Paredes, amigo suyo a quien había prestado una copia) pero las demás – que a lo mejor quedaron a

medias y sin terminar – aguardan una mano amiga que lo recoja y salve del olvido.

Estatura más bien elevada, trigueño de rostro, pelo negro y finalmente canoso, viril y amante de

los enamoramientos, su figura se recortaba en las viejas calles de Quito enfundada en una espesa

capa española color negro que gustaba usar más por snob que por frío. Finalmente “solía usar

frases en francés con elegante mordacidad, para retratar a los mediocres y

conducta y como solía acompañar a sus padres a las reuniones líricas de música y canto en que

ellos intervenían, se fue formando culturalmente. De diez años leyó las tragedias de

Shakespeare en un libro de su abuela. De esa época recuerda las navidades, fines de año con

sus numerosos tíos Garay en el domicilio de ella, por la cantidad de regalos que recibía, la

cena y la quema de cohetes y petardos.

En 1964 comenzó la secundaria en el Liceo Juan Montalvo y en las horas de matemáticas se

escapaba a la vecina Biblioteca Carlos A. Rolando de autores nacionales a fin de leer el libro de

genealogías de Guayaquil de Pedro Robles y Chambers y los Boletines del Centro de

Investigaciones Históricas pues desde siempre había sentido una gran curiosidad por conocer el

pasado de los suyos y de las familias de la ciudad y el país. Su padre y Rodrigo Chávez

González, a) Rodrigo de Triana, fundaron el 65 el Cuadro folklórico del litoral y menudeaban

los viajes a diversas poblaciones cercanas así como las representaciones teatrales pero era su

hermano Guido quien había sacado la vena artística paterna ya que a Ezio más le entusiasmaba

el estudio callado en la biblioteca Rolando y el 72 acompañó a las auxiliares Esperanza

Cárdenas y a Delia Torres al domicilio del Dr. Rolando, quien acababa de fallecer, para

transportar a la Biblioteca los libros que allí había dejado.

Por entonces se hizo farrista, repitió el sexto curso y le cambiaron al Colegio Trece de Abril

donde finalmente se graduó de Bachiller en 1973 y entró a la Universidad a estudiar

Arquitectura, carrera que pronto le desanimó porque su vocación eran las letras más que los

números. Al siguiente año ingresó a Derecho mientras realizaba trabajos a medio tiempo en la

fábrica de muebles de Herbert Elste, padrastro de su amiga Josefa Lofruscio Parodi, ubicada

en Mapasingue, percibiendo S/. 400 mensuales. El 73 salió para mejorar el sueldo en la

Importadora TDK ubicada en La calle El Oro, propiedad de John Thur de Koos Muñoz. Primero

fue vendedor, finalmente llegó a asociarse en la empresa hasta que ocurrió la muerte de John

en 1985 y se terminó el negocio. Ya era Licenciado en Derecho.

Fueron años asendereados y su vocación por la historia seguía en ascenso. El 74 Genaro Cucalón Jiménez le había llevado a

la casa del gran genealogista guayaquileño Pedro Robles y Chambers a quien entregó sus apuntes e investigacionessobre

los apellidos maternos. “Pedro quiso saber el segundo apellido de mi abuela Inés Lemenoret pues le habían referido que

era Bodero, no aclaré en nada este error en ese entonces a pesar de haber tenido contacto con las señoras García

Balladares que eran parientas de la bisabuela. En el año 1992 encontré el bautizo en la iglesia del Sagrario, celebrado en

1863 y resultó ser hija de León Lemenoret y de Inés Torres.”

Pedro ofreció ayudarle por la rama de Arellano escribiendo al Director del Archivo de Piura Carlos Robles Rázuri, pero éste

jamás contestó. En 1984 Ezio viajó al Perú, conversó con Robles Rázuri y se enteró que la carta nunca había llegado a sus

manos; “entonces localicé a las primas hermanas

peruanas de mi madre que vivían en Tumbes y a la tía Pina que vive en Piura y obtuvo los datos que necesitaba,

investigando también en la Biblioteca Nacional de Lima.

Nuevas lecturas de las obras

tradicionistas de José Gabriel Pino y Roca y Modesto Chávez Franco y de los primeros artículos de prensa, salidasd e s d e

1972 y recogidas en

varios volúmenes del Diccionario

Biográfico del Ecuador de Rodolfo Pérez Pimentel que empezaron a aparecer y coleccionó con ahinco, aclararon aún más

su vocación. Por esos días encontró en la biblioteca Rolando el Tratado de Paleografía de Jorge A. Garcés que le enseñó los

secretos de la letra manuscrita encadenada y diplomática española de los siglos XV al XIX y a través de Roberto Leví

Castillo a principios del 84 hizo amistad con el otro gran genealogista nacional Fernando Jurado Noboa, domiciliado en

Quito, que le tomó a cargo e hizo ingresar a la Sociedad Amigos de la Genealogía que él presidía” Entonces comencé a

visitar Quito más frecuentemente, en especial la casa de Fernando, conocí a su esposa Elena Piqueras, a sus hijos, con

quienes compartí verdaderos momentos de amistad y camaradería, al tiempo que investigaba en los archivos de la capital.

Fue un ir y venir, un interminable canje de información genealógica – histórica, y gracias a Fernando quien me apoyó y

publicó casi todos mis trabajos genealógicos ahora tengo un espacio en la cultura regional y nacional. También conocí a

muchos genealogistas del resto del país, a otros colombianos, al español Duque de Tovar y a los desaparecidos Ricardo

Descalzi del Castillo, los padres Pedro Porras y José Maria Vargas, Diego Garcés Giraldo, el Sr.

Guzmán, el Sr. Santa Cruz casado con una prima hermana de la tercera esposa de mi tío Galo Garay Vargas – Machuca, en

especial a la tía carnal de esta, la Sra. Mercedes Clavijo Peñaherrera de Endara, también genealogista y una adorable

dama a la que recuerdo con mucho cariño, que siempre fue recíproco”, menudearon los viajes por el país y por el sur de

Colombia donde Jurado Noboa celebra sonadas y beneficiosas Jornada Culturales y empezó entre ambos un valioso

intercambio epistolar que duró diez años y que acaba de reanudarse el 2002.

Por Fernando Jurado amistó conmigo Guillermo de Rubira Orellana quien tenía casi terminado el libro de la familia Santos de Manabí. 1984 fue un año de incesantes viajes por los archivos parroquiales de Piura, Cuenca y Guayaquil, el decisivo en

su formación, gravitando en la órbita de Jurado hasta l990 que se asoció con Guillermo de Rubira Orellana.

A principios del 85 Guillermo lo presentó a Julio Estrada Icaza y en Marzo comenzó a trabajar con S/. 17.000 mensuales de

sueldo como técnico operativo e investigador del Archivo Histórico del Guayas, en el piso 11 del Banco Central. Ezio era un

experimentado elaborador de árboles genealógicos a través de un fichero que había ido formando con gran paciencia y por

sus conocimientos de los ascendientes y descendientes de personajes destacados en el país, Estrada le permitió trabajar

con entera libertad y Ezio le ayudó en la obra “Las Calles de Guayaquil”, en la parte de las Ordenanzas, merced a la

generosa ayuda de su amigo el Secretario municipal Walter Novillo que siempre ha sido un perfecto caballero.

“Colaboré con Julio Estrada Icaza, persona erudita en la historia local, a quien una lastimosa enfermedad que ya la

padecía en ese entonces, había agriado su carácter, pero conmigo tuvo la mejor apertura y estuve junto a él desde enero

del año 85 a febrero del 88 que renunció al Banco Central, dejando un vacío cultural. Don Julio, como lo llamábamos,

nunca me arrestó ni me amonestó jamás, a pesar de haberme encontrado en grandes algarabías en horas de trabajo con el

resto de compañeras, pero conmigo bromeaba y aceptaba mis sugerencias”.

Ezio contribuyó a clasificar el Fondo Peñaherrera de fotografías del Guayaquil antiguo, la mayor parte de ellas sobre

vidrio. Realizaba las Guías de las Exposiciones ayudando a la Dra. Inés Flores en las biografías de la Pinacoteca. En estas

labores trabajaba con Susana Loor en documentología y con Lidia Quiñónez en bibliografía. Otros investigadores del

Archivo por esa época eran Casia Delgado Granizo, José Alejandro Guzmán Rodríguez, Silvia Coello Quintana, Jackeline

Mora Menéndez y Melvin Hoyos Galarza.

En Mayo había visitado el archivo parroquial de Montecristi. En Noviembre concurrió a las primeras Jornadas

internacionales de Genealogía e Historia Social celebradas en Pasto. Ese año salió su primer artículo: Una familia cuencana

que se establece en Guayaquil: los Muñoz Ochoa en 15 págs. seguido por Orígenes de don Pedro Gual en 2 págs. Censo de

la parroquia de la Concepción en 27 págs. y Los Bayona en Guayaquil en 8 págs.

El 86 visitó nuevamente el Perú, estuvo en Piura y en Trujillo. De regreso investigó en Guayaquil, Guano y Riobamba y

publicó los Colombianos en Guayaquil y su provincia en 7 págs. Padrón de la parroquia Matriz de Guayaquil y los padrones

de Santa Lucía, Balzar, Machala, Santa Rosa, Daule y Palenque en 1832, un listado de las propiedades y los propietarios en

Palenque en 1832 y unas Notas sobre las familias de Bahía de Caráquez. El 87 editó otros artículos: Vecinos de Atuntaqui

en 1871, los Ramírez de Arellano en el centro y norte del Perú y en la ciudad de Guayaquil, Vecinos principales,

labradores, jornaleros, negociantes y artesanos de Babahoyo, Pimocha, Puebloviejo, Sabaneta y Caracol en 1832 y la

Sociedad Colonial de Piura. En Julio trabajó en los archivos de Quito. En Octubre en los de Sevilla y Madrid fruto de un

viaje realizado en España.

En 1988 dio a la luz nuevos artículos: La élite económica de los negros en Guayaquil de 1742 a 1765, Relación de los

Encomenderos y repartimientos del Perú en 1561, Quiteños y colombianos casados en la más antigua parroquia de Lima

(San Sebastián) de 1593 a 1623, Pobladores de Yaguachi de tercera a octava clase en 1832, los Bohorques de la costa

ecuatoriana, Familias indígenas de la costa ecuatoriana, Vecinos de Paute en 1871, como también de la sección de

Condiyacu de Déleg y de Bulan, Los Negros guayaquileños en 1850, los Bohorques de España, México, Chile, Perú,

Colombia, Quito, Latacunga, Chimborazo y Cuenca, Vecinos de San Antonio de Zaruma, y vecinos de la parroquia La

Merced de Piñas en 1871. Entre Enero y Mayo investigó en el Archivo Nacional de Historia.

El 89 aparecieron: Vecinos de la península en 1832 y Los Quinde, una familia indígena (l7o7 a 1849). El 90 los Portocarrero

en Barbacoas y en la costa ecuatoriana, dispensas y troncos familiares sobre Zaruma, los Bodero (1560- 1980) una rama

desconocida de los Valdivieso, Dispensas de ultramar e informaciones de soltería en Guayaquil de 1749 a 1822, nuevos

datos al trabajo los Ramírez de Arellano en el centro y norte del Perú y en la ciudad de Guayaquil, el Angel en 1871 (notas

sobre seis apellidos) Colombianos fallecidos en Guayaquil de 1818 a 1843, las cosas del cabildo de Guayaquil de 1634 a

1694, Estudio sociogenealógico y contribución para la historia social de Loja, familias españolas, indígenas, negras y

mestizas en el sur del Ecuador, y Dispensas matrimoniales de negros, indios y blancos en la Provincia de Los Rios.

El 91 editó Los Garay en Panamá y Guayaquil, Dispensas matrimoniales en la antigua Provincia de Guayaquil (1789 – 1820)

y Dispensas matrimoniales de indios y mestizos de la antigua Gobernación de Guayaquil, e investigó en Chone, Quito y en

Vinces. El 92 sacó los Balarezo o Valarezo y su difusión desde Zaruma, Vecinos y familias de Rioverde en época de García

Moreno, el Negro en la historia, raíces africanas en la nacionalidad ecuatoriana, Dieciseis años de historia documentada de

las compraventa, Cartas de horro y lilibertad de los negros de Guayaquil en el siglo XVII, volvió a Quito y también estuvo

en Zaruma, Esmeraldas y Daule.

El 93 dio a la luz Descendencia de un latacungueño en Guayaquil: Manuel Mata Cabeza de Vaca, Latacunga ante los últimos

cuatro siglos de historia, y un artículo a medias con Guillermo de Rubira sobre Narcisa de Jesús Martillo Morán. Igualmente

Breves apuntes para el estudio de la sociedad colonial de la ciudad de San Miguel del Villar de Piura, que apareció en la

Revista No. 19 del Instituto peruano de Investigaciones Genealógicas en 71 págs. visitó los archivos de en Samborondón y

Quito y se trasladó por tercera ocasión al norte del Perú en plan de investigaciones genealógicas.

Desde el 1993 había comenzado a publicar a medias con Rubira la serie “Inmigrantes a Guayaquil de fines del siglo XVIII al

XX” que aún continúa y un homenaje genealógico al Dr. Arroyo del Rio. Desde entonces han venido trabajando las

siguientes obras: Los Coronel, en colaboración también con Guillermo Arosemena Arosemena. Los Wright del Ecuador” en

198 págs. en 1999 los Orrantia, también bajo la firma de Ezio, los Guzmán firmada por Guillermo y estaba próximo a salir

y parece que seguirá inédita por mucho tiempo debido a ridículos prejuicios por contener el total de líneas familiares.

Varios de ellas naturales, otras venidas a menos y la de los Bucaram Ortiz; los Marcos firmado por Guillermo, obras que le acreditan como uno de los mejores investigadores ecuatorianos de la actualidad.

Muerto estaba en Febrero del 94 vendió su renuncia en el Banco Central por treinta y seis millones y comencé a colaborar

con José Antonio Gómez Iturralde, guayaquileño que dejó atrás su vida empresarial y agrícola para dedicarse por completo

a rescatar la historia local de la región costeña, siendo el año 97 director ad-honorem del Archivo Histórico del Guayas en

el Banco Central del Ecuador; con prestación de servicios en calidad de investigador, continuando la revisión de las Actas

de Cabildo que están publicadas hasta el tomo XIV.

El 95 localizó en el archivo de la Curia de Cuenca el Censo practicado en el “Partido de Santa Elena” en 1803, para el

cobro del diezmo de la iglesia a los naturales y que contiene la lista completa de las familias que vivían reducidas en los

cuatro pueblos indígenas a saber: Colonche, la Punta o Santa Elena, Chanduy y Chongón. Este documento demostró que

ese año existían indios encerrados y pagando tributos, dato importantísimo porque vino a destruir la tesis sostenida hasta

entonces por los historiadores, que los indígenas de las zonas aledañas a Guayaquil habían desaparecido o se habían

mestizados, de suerte que se probó que los indígenas vivían en territorios delimitados sin renunciar a su identidad pues

mantenían derechos colectivos impidiendo la entrada de blancos y mestizos a sus pueblos, practicaban la endogamia pues

se casaban entre ellos, hablaban a la usanza española aunque mantenían su lengua Tallán (1) incorporaban elementos de

la cultura dominante y por su número de 6.000 eran de gran importancia étnica frente a los 13.000 habitantes de la ciudad

de Guayaquil. El documento fue aprovechado el 2012 por la antropóloga argentina Silvia Alvarez Litben en su obra

“Parentesco, política y prestigio social en los pueblos indios del partido de Santa Elena, Padrón de 1803.

Ese año sacó Estudio genealógico de la familia Patiño Martínez, Patiño Trujillo y Martínez Plaza, extradiocesanos casados

en la parroquia Matriz, Sagrario de la Catedral de Guayaquil. El 96 Don Pedro Martillo y Mosquera, padre de la beata

Narcisa y Notas genealógicas sobre familias de orígen libanes en Guayaquil en 1919 e investigó en la Biblioteca de los

padres jesuitas de Cotocollao.

El 97 editó Doña Josefa de Millan y Velasco y Análisis de la Hidalguía en América y su aproximación en el Ecuador. El 98 dio

a la luz Contribución de la ciudad de Santiago de Guayaquil y su antigua Provincia a la Iglesia Católica (1534 -1998) y

Documentos para la historia de la parroquia de La Concepción en Ciuda vieja.

El 99 apareció su segunda obra titulada “Varios escritos históricos de Guayaquil y su Provincia” en 289 págs. recopilación

de algo de lo suyo con material nuevo para los lectores especializados en asuntos históricos, genealógicos y sociológicos.

El 2006 dio a la luz pública “Compilación biográfica-genealógica de los fundadores de Santiago de Guayaquil” en 282 págs.

conteniendo biografías sucintas de los primeros pobladores de la ciudad en el siglo XVI, incluyendo los conquistadores

españoles y los caciques indígenas, así como los esclavos traídos y asentados en la urbe. Obra novedosa por su contenido y

de gran valor para los estudiosos del pasado guayaquileño.

Su asiduidad en los archivos de las parroquias y escribanías coloniales y republicanas del país y del norte del Perú le

recomienda, además conoce diversos archivos como el de la Sociedad Filantrópica del Guayas, el del Registro de la

propiedad de Guayaquil y el particular Robles Chambers, etc. también los de las antiguas parroquias rurales de las

provincias de Manabí, Los Ríos y Guayas.

Estatura más que mediana, blanco rosado, contextura gruesa, ojos verdes, pelo entrecano y

voz ronca. De carácter agradable, excelente y generoso amigo que jamás niega su aporte,

como escritor está produciendo mucho y bien, especialmente en materia de genealogía,

aunque ha comenzado a introducirse en temas generales de carácter más bien histórico,

antropológico y sociológico.

Parco, serio, huye de las fotografías, no desdeña la tradición oral pero los documentos forman

la base de sus investigaciones. Le fascina descubrir y por ello mantiene actualizado su fichero

genealógico, su colección de recorte de diarios y revistas, crónicas sociales, avisos fúnebres,

partes de boda, recuerdos de bautizos. Desde el 2007 colabora con Expresa en dos secciones

dedicadas a la Genealogía y a la Heráldica.

(1) El idioma Tallán de los huancavilcas se habló en la península hasta 1910, especialmente en la zona de El Morro y en varias comunidades de la zona de

Lambayeque al norte del Perú donde existió una fuerte migración huancavilca. Muchas de las costumbres ancestrales aún se conservan inclusive entre el

pueblo llano guayaquileño que se sirve los alimentos con cuchara sin usar jamás el tenedor europeo y come en cuclillas ciertos platos indígenas como el

encebollado caliente de pescado o el ceviche caliente de camarones que originalmente debieron ser sopas, pues la silla fue importada por los conquistadores.

Otros alimentos como la chicha y sus sitios de expendio las chicherías subsistieron hasta 1950 pero en algunos casos se camuflaron para vender chicha de arroz

y llamaban Resbaladeras porque eran sitios de expendio rápido, como quien dice de paso, sin sillas para la clientela.