GANGOTENA FERNANDEZ- SALVADOR ALFREDO

POETA.- Nació en Quito el 19 de abril de 1904. Hijo legítimo de Carlos Gangotena Alvarez y de Hortensia Fernández – Salvador y Chiriboga, ricos propietarios agrícolas en la provincia del Pichincha. Fue su abuelo materno el célebre político veintimillista Leopoldo Fernández – Salvador y Valdivieso, Encargado del Poder Ejecutivo en varias ocasiones y contratista del estado en el ramo de obras públicas.

Nació hemofílico y siempre fue tratado como si fuera un niño delicado y en efecto lo era, de manera que sobre su problema vital se sumó una angustia permanente que no le dejaría jamás y le volvió un ser tímido y aparte, pues meditaba más que actuaba y prefería el silencio a la conversación y como por entonces se consideraba a la hemofilia una “tara familiar hereditaria” para no dañar el futuro de sus hermanas se escondió celosamente y como secreto de familia, la existencia de dicho mal. Estudió la primaria en Quito y de catorce años en 1918 publicó dos Elegías a la Guerra Europea, que aparecieron en 12 págs. en la Revista mensual de literatura y Variedades “La Alborada” que también dirigió y fue órgano de los estudiantes del tercer curso del Colegio San Gabriel.

I habiendo fallecido su padre, doña Hortensia viajó en 1920 a París con sus cinco hijos, matriculando a Alfredo en el Liceo Michelet, meses después le cambió al Colegio Duvignon de Larnou en la calle Renoir, se graduó de Bachiller e ingresó a la Escuela de Bellas Artes a estudiar arquitectura pues amaba las artes y dominaba las matemáticas superiores.

En 1923 hizo amistad con su vecino el poeta Jules Supervielle, entonces cambió sus planes sin razón aparente y comenzó el curso de Ingeniería en la Escuela de Puentes y Caminos donde sin excesiva voluntad – se graduó de Ingeniero y siguió a la Escuela de Minas de Francia, pues sus mayores intereses estaban cifrados en la Filosofía y las Altas Matemáticas, ciencias en las que destacó naturalmente, porque poseía una poderosa inteligencia abstracta y una gran facilidad para los problemas abstrusos, mientras más complicados, mejor.

De estudiante de Ingeniería recordó a Pascal en varias notas que escribió al margen de sus cuadernos de Física y Matemáticas, mientras cursaba su carrera en la Escuela de Minas. De esa época, que coincidió en Paris, capital de la modernidad, con el auge de la vanguardia artística en Europa, son sus primeros poemas en francés, idioma que dominaba como si fuera su lengua materna y que, como todos lo suyos, se originaron en el rescoldo de moldes modernistas, advirtiéndose el estallido de una fuerza interior nueva donde prima la imagen sobre el discurso, traducida en hermosas metáforas: Fragmento.- // “Con la mirada humilde de los recuerdos, contra los golpes de los asesinos / fresca dama, protegeré vuestros senos”. // que publicó en Diciembre del 23 en la revista “Intentions” dirigida por el poeta Pierre André May, con tal motivo Max Jacob le dijo en cierta ocasión: Ud. ha tenido los dones del Espíritu Santo. Hace poco tiempo no sabía nada del francés y ahora ya quisieran muchos escritores de fama tener un uso tan maravilloso como el suyo.

En 1924 el poeta Jacques Viot le dedicó una de sus composiciones en la revista “Priere du Soir”. Mientras tanto colaboraba desde mayo en “Philosophies”, revista de una nueva generación que marchaba hacia algo y acababa de fundar Pierre Morhange discípulo de Henry Bergson, rechazaba los escándalos y desafíos espectaculares del movimiento poético surrealista, entonces de moda, para acercarse místicamente a Dios por la revelación de la palabra y recoger en su estado bruto de violencia y agresividad los productos secretos del espíritu.

Allí salieron sus poemas “Vitrail” (Vidriera) “Terrain Vague” (Terreno Baldío) “Le Voleur” (El Ladrón) “Chemin” (Camino) “Depart” (La Partida) “Solitaire”   (El   Solitario) y “Avent” (Adviento) Este último constituyó la primera versión de su gran poema religioso “Coreme” (Cuaresma) con el que inició su libro “Orogenie” o la Formación de las montañas.

Este poema le abrió las puertas de la crítica francesa y le hizo conocido en los mejores círculos líricos europeos de la primera postguerra; sin embargo, no fue sino con sus “L’Homme de Truxillo” y “Christophorus” que sorprendió a todos por igual. El primero marcó su definitiva entrada a la madurez lírica, poética y filosófica dejando a un lado su tono de religiosidad inicial, ahora transformada en violentísimo arrebato de misticismo y en canto a la América exótica y lejana, que atisbaba más que conocía. Por eso se ha dicho y no sin fundamento que con la aparición de este poema de grandiosidad sin igual, la poesía ecuatoriana anterior resulta un juego de niños, versificación melódica, nada más.

“Era uno de esos raros poetas difíciles, no porque cultivara el hermetismo sino por la densidad de su lirismo y la riqueza de sus facultades. Poeta desgarrado cuyo patetismo fue brújula constante y cruel; mas, en lo personal, solo se consideraba un “americain” que amaba a Europa y a su cultura, sobre todo la francesa, pero no se sentía ni francés ni ecuatoriano.

Ese año visitó Toledo, se admiró con los cuadros del Greco y publicó “Poire d’ Angoisse” (Pera de angustia) otra de sus obras maestras. Por entonces solía frecuentar a un grupo de intelectuales de primerísima magnitud formado por Jean Cocteau, Valery Larbaud, Max Jacob, Jules Supervielle, André Salmon, Tristan Klingsor, Joseph Deltai, André Spire, Rene Crevel y Marcel Jouhandeau.

En 1925 su futuro cuñado el poeta André Pardiac de Monlezun, quien llegaría a ocupar un alto cargo en el Servicio exterior de las colonias francesas, le presentó al pintor y poeta Henry Michaux, que desde esos momentos se volvió su pareja y ejerció sobre Gangotena y su obra una marcadísima influencia.

El 1 de Agosto 1926 se publicó en la Sección Crónicas de la prestigiosa revista parisién Le roseau D´Or” de la editora Plon, su poema “Veille”, dedicado a Jean Cocteau, que luego recogerá con importantes variaciones en “Orogenie”.

En Diciembre de 1927 – tras siete años en Europa que fueron determinantes en su configuración como poeta, programó un viaje al Ecuador en compañía de Michaux, en un periplo de un año que constituyó un desencanto. Tomaron en Amsterdam el buque Boskoop de bandera holandesa, perteneciente a la Real Compañía Neerlandesa de Vapores, pasaron por Curazao, el canal de Panamá y arribaron a Guayaquil el domingo 28 de Enero de 1928, a las 9 y 30 de la mañana, embarcando al día siguiente en el auto ferro que les conduciría a Quito.

Raúl Andrade en Crónicas de otros lunes, años más tarde, describió a Gangotena de la siguiente manera

: Era menudo y fino como tallado en palo de naranja, se le vio volver al filo del año veintisiete con su garganta defendida por una bufanda con los colores de Francia, sensitivo, melancólico, taciturno, como mordido por un mal de ausencia. Así. Llegó una noche acompañado por Henry Michaux con su sombrero de alas cansadas, a sentarse a la mesa de la Logia de los Murciélagos…

Los dos viajeros se hastiaron en Quito y eso aumentó en Gangotena su manía depresiva. Michaux escribía un Diario con la finalidad de destruir el mito de la aventura y su mayor peligro el exotismo, que se había conocido como lo pintoresco, y empezó a salir por entregas en la revista parisina “La Nouvelle Review Francaise” y luego coleccionó en un volumen aparecido en Paris en 1929 bajo el título de “Ecuador. Journal de voyage” y cuando se conoció en nuestro País constituyó un verdadero escándalo pues allí anotó frases altamente ofensivas para la mentalidad burguesa del momento y pasajes muy tristes sobre nuestras pobres y atrasadas comarcas rurales y sus gentes sin destino ni futuro. Tampoco le impresionó el exotismo de las montañas y calificó al viaje de una pifia, creyendo que no se había hecho un mejor hombre sino tan solo un sujeto mundano; sin embargo, su amistad sirvió para que Gangotena, siguiendo las indicaciones de Michaux, comience a investigar en “el espacio por dentro” y cierre su primera etapa con la publicación el 22 de marzo de 1928 en la colección “Una Obra un retrato” de la editorial Gallimard, su poemario “Orogenie”.

Al final de año regresaron a París donde Gangotena aun tenía a su madre y hermanas y Michaux sus ocupaciones habituales. Michaux lo hizo por su cuenta en una piragua que surcó el río Napo hasta Iquitos y siguió por el Amazonas hasta Pará, donde tomó un trasatlántico a Europa. Gangotena siguió la ruta del canal de Panamá.

La despedida no fue inamistosa, muy por el contrario Michaux admiraba a Gangotena, le quería bien y deseaba su triunfo literario, tenían ambos varios puntos en común, eran enfermos crónicos (Michaux cardiaco y Gangotena hemofílico) Gangotena había sido un perfecto y gentil anfitrión, un compañero de excursiones dentro y fuera de Quito pues por entonces su familia tenía posibilidades económicas, luego vendrían los tiempos de la reforma agraria en 1964, las tierras fueron invadidas y se perdieron para sus propietarios. La hacienda donde Gangotena pasaba largas temporadas cayó y fue despedazada, pero ya no contenía sus papeles, que desde tiempo atrás permanecían a buen recaudo y serían publicados.

Cuando   Michaux   fue   presentado a Gangotena en París, éste   ya era un poeta conocido entre los intelectuales franceses de primera plana expresándose en idioma francés y hasta se codeaba con figuras importantes. Era adorado por Jean Cocteau, mimado por Jules Supervielle y otros, de manera que Michaux salió ganando de su relación y por supuesto, a través de su fuerte carácter, ejerció una notable influencia sobre el medroso Gangotena, al que señaló metas posibles, realizables, dignas de seguir. En otras palabras, le dio ánimos para vivir y objetivos que alcanzar.

En la capital francesa le comprobaron

el diagnóstico de su hemofilia que él ya conocía desde su juventud y tuvo la completa certeza de tener la vida pendiente de un hilo. Michaux ha escrito: Esta enfermedad atroz lo ponía a la merced de un diente arrancado, de una simple infección. Lo llevaba a un miedo continuo, prácticamente fuera del mundo, de manera que no sería nada raro pensar que la hemofilia le produjo una sensibilidad misantrópica, detectable hasta en algunos títulos de sus poemas. Por esos días mantuvo un platónico idilio con la poetisa Marie Lalou, también de salud precaria como él. Fue más bien una atracción natural entre dos espíritus de selección que comulgaban con idénticos ideales.

El 28 la editorial Gallimard de París editó su colección “Orogenie” con poesía donde aparece la opresión de una naturaleza violenta representada por los Andes sobre un cuerpo frágil o sobre una moral en sufrimiento, once poemas en francés que dedicó a Pierre André May y a otros literatos amigos y que se cierra con “Lórage Secret” (La Tempestad Secreta) “poema calificado de telúrico, grandioso y desolado, donde vivió una anticipación de su muerte en terrores y paroxismos, revelándose contra ellos”. De allí en adelante su obra conservará el tono pero será más profunda y metafórica, de acuerdo a su nueva forma de ser y de pensar.

En 1932 volvió solo a Quito y no sin rabia, a administrar las propiedades de su familia, pues debido a la crisis mundial de Noviembre de 1929, cuando cayó la bolsa de New York arrastrando a las demás de occidente, andaban cortos de dinero. “Había regresado a su tierra natal el Ecuador, sufriendo y desesperandose por la ausencia del mundo cultural de París y revelándose contra el espacio exterior y volvió a descubrir a Dios, lo alaba y lo increpa, descubre la sangre siempre acechada por la destrucción, por la enfermedad” y también “la fe atormentadora, la protesta y la imprecación alternada con la alabanza, con el humilde grito de dolor”.

Anímicamente era un hombre envejecido aunque sólo contaba veintiocho años pues se encontraba cansado y presintiendo males. Su enfermedad le obsesionaba y esa ansiedad le hacía insufrible la espera de sus últimos momentos. Michaux diría de él que era un artista en estado de petrificación personal. No era bohemio, no hablaba mucho y sólo gozaba de la amistad de unos pocos amigos.

El 10 de diciembre salió en Quito su segundo poemario titulado “Absence” (Ausencia) en la editorial de la U. Central, con tiraje de sólo seiscientos ejemplares, conteniendo doce composiciones en francés y sólo dos en español todo en 70 págs. escrito entre 1928 y el 30, que galantemente dedicó a su antepasada Lucrecia Borgia pues por esos días se había editado en Quito el libro la Casa de Borja por Cristóbal de Gangotena y Jijón donde consta el poeta y su familia en la pág. 100 y para “vosotros mis compañeros de exilio Henry Michaux, André Pardiac de Monlezún y Aram Dikran Mouradian”, estos dos últimos ya eran sus cuñados pues estaban casados con Laura y Fanny Gangotena Fernández

Salvador respectivamente. Pardiac era de la nobleza regional francesa (de la Gascuña) con historia desde las primeras cruzadas. Mouradian tenía la nacionalidad inglesa y su familia judía provenía de Armenia.

“Absence” no fue leído ni apreciado en el Ecuador debido a nuestro pauperrismo intelectual que nos priva del conocimiento de otros idiomas y por ello Gangotena siguió en su Patria gozando del más absoluto anonimato   intelectual;    además, la edición fue enviada casi en su totalidad a París, donde aún debe seguir reposando en alguna olvidada buhardilla, pero su amigo el poeta y crítico francés Max Jacob escribió: Su libro me produce el del efecto el sonido de una gran campaña que escucho con placer y que dice: Basta ya de entretenimientos artísticos, de las pequeñeces pintorescas. Una época trágica requiere de una poesía trágica. Una época desgarrada, poetas desgarrados. I he aquí que de sus Américas nos llega su voz de metal, su verso firme y fragante y su corazón agobiado por un mal atroz, al mal del país, mal que nos ha dado el gran poeta Ovidio y otros exilados. Esa voz nos llega aún cálida de los ecuadores, desolada como los seis mil quinientos treinta metros del Chimborazo, y roja de dolor como sus piedras cocidas por los soles odiosos, implacables. Bravo por este libro fundamental que nunca se apartará de mi vida….”

Acababa de contraer matrimonio en Quito con su pariente Emma Guarderas y Gómez de la Torre en la que dejará descendencia. El matrimonio terminó cuando ella se alejó del hogar. Vivían en Santa Bárbara, esquina de García Moreno y Manabí, la unión no fue feliz ni duradera.

En 1933 seguía de profesor en la Universidad y miembro del Grupo América. También construyó el puente sobre el río Guayllabamba en terrenos de la hacienda Josefina, para la carretera Quito – Otavalo.

En febrero del 34 su amigo Michaux le recordó en un artículo de “Les cahiers du sud” diciendo: Sufría de varias enfermedades como la hemofilia. Esta enfermedad atroz, que le ponía a merced de una simple picadura, de donde fluía inmediatamente su sangre, sin recurso, sin detenerse, sin cesar – al amparo de la muerte a través de este frágil y único velo de la epidermis esta enfermedad que lo tenía en un temor continuo y prácticamente fuera del mundo, le ha marcado para siempre”.

En 1936 volvió a Francia como Secretario de la Embajada ecuatoriana pero retornó al año siguiente a Quito y aceptó la cátedra de matemáticas en la Universidad Central. Enseguida fue trasladado a Chile con iguales funciones diplomáticas.

En 1938 “Absence” se republicó incorporado a “Nuit” (Noche) colección de cinco composiciones de intenso fervor místico escritas en francés y aparecidas en “Cuadernos de los Poetas Católicos” de Bruselas, con un sentido homenaje del poeta Jules Supervielle, que dice así: // No prestes atención Gangó a todas esas olas del mar / ¿Cómo podrían separarnos con sus crestas efímeras? / ¿I sus renacimientos puestos a abortar? / Pero ¿Qué pasa Gangó en la americana montaña / I porqué no vienes a la llamada de tus amigos? / ¿Piensas que te olvidamos / de este lado del mar?

/ Deja, pues, que te envíe, a ti que sueñas con Francia, / una onda del Sena en que se refleja Vétheuil, / a la hora del río cuando la arena / es más dulce en el fondo del río… / Pienso en ti, sobre tu meseta de alta geografía

/ Tu que abres un camino entre los indios y los volcanes / ¡Cabalgando al pie de los Andes donde los espacios / son más espaciosos que en otras partes

/ Pienso en ti, que te encuentras solo en el mundo, en tu Ecuador! //

El 39 estuvo otra vez en Quito y durante una estancia en su hacienda “San José” cerca de Puembo en 1940 escribió sus Notas Marginales al libro “Le Príncipe de relativite et la theorie de la gravitation” de Jean Becqueret, que leyó en inolvidables veladas a un grupo de amigos suyos, diciéndoles: “Solamente en este pueblo infeliz puedo escribir cosas tan raras”, pues se sentía un extranjero en su Patria.

Con sus amigos Alberto Coloma Silva y con Juan David García Bacca (1) representaban en escena las Fábulas de Lafontaine y recitaban Hamlet.

En abril de ese año editó en los talleres de la Caja del Seguro su poemario titulado “Tempestad Secreta” en páginas sin numeración, con sus poemas franceses traducidos por él y otros escritos en español, logrando recuperarse de una ausencia más bien metafísica, que dedicó “Para ti, profundamente. Para David García Bacca, esta desvergüenza”.

La edición, como correspondía a su poesía elitista, fue sumamente parva, sólo de trescientos cincuenta ejemplares, muchos de los cuales se perdieron a su fallecimiento, pues desde los horribles días de la ocupación alemana a Francia, ese fatídico año de 1940, Gangotena abandonó sus negocios y estudios por dedicarse a tiempo completo como Coordinador del Comité de la Francia Combatiente en el Ecuador ante las autoridades de nuestro país. “Es mi modesta contribución para mi patria espiritual” decía y estaba en lo cierto” y por eso le condecoró el gobierno francés en el exilio con la Cruz de Lorena.

En 1943 pasó una corta temporada en Santiago de Chile.

A fines de 1944 sufrió un ataque de apendicitis y operado de urgencia por el Dr. Manuel Moreno le sobrevino una infección. Estando aún consciente le dijo a su hermana Laura que quería que lo entierren con la Cruz de Lorena que siempre llevaba consigo. Falleció de complicaciones propias de la hemofilia pocos momentos después, el 23 de diciembre, en horas de la tarde, cuando sólo tenía cuarenta años de edad. Dejó inéditos los siguientes poemas: “De lo remoto a lo escondido”, “En estas nocturnas salas”, “Agonías de un Caribú” y “Perenne Luz”.

Fue poeta de sufrimientos más que de alteraciones psíquicas y aunque en alguna ocasión escribió: I mi palabra vindicativa, hinchada de savia de adormideras” se conoce que nunca usó drogas.

En Quito pasaba por persona rara e intratable por ciertos rasgos de inofensiva impertinencia que lo singularizaban y hasta solía concurrir a los cines para leer periódicos en la oscuridad, ayudándose con una linterna portátil. “Pequeños gestos como este le daban una aureola inamistosa y desagradable de la cual se burlaba con intima satisfacción de la travesura cumplida”; más, sus amigos, que los tuvo buenos y muchos, aún le recuerdan como un hombre de risueña mansedumbre, tímido, pues “era un solitario habitante del mundo que buscaba a Dios y a sus congéneres, que no solamente que nunca lo leyeron ni trataron de comprenderle, sino que tampoco lo conocieron y eso lo hacía

  • – en su invencible timidez – un ser profundamente desgraciado. El crítico Claude Couffon ha escrito; “No es un poeta francés ni es ecuatoriano, es universal”.

Hernán Rodríguez Castelo, el único que ha estudiado a Gangotena pues los demás que han escrito sobre él solo le copian a Hernán, ha explicado que su obra ofrece, en lo formal, dos etapas: Una primera, de iniciación, más simple; y otra, más grande y rica, que se estrena a finales de 1924 con “L’ home de Truxillo” y “Christophorus” y que entre 1923 y el 38 escribió en francés y al final – desde el 38 hasta el 44 – en español. I continúa diciendo.

“Fue poeta de temprana madurez, sostenida madurez, que utiliza los mismos símbolos y motivos, siempre presididos por lo religioso, a través de la grandiosidad cósmica que aparece como tensión de cualidades de espantos y gozos, de noche y luz”.

“Su poesía tan honda, tan coherente en el sustrato último, cuanto dispersa y meteórica en sus estallidos de imágenes y de conceptos. Su verso, amplio, magnífico, de ritmo solemne, de movimiento sálmico, como versículos de un himno. Solo en “A la sombra de las secoyas” se muestra americano. Sus metáforas son por series, en donde cada una desplaza el sentido de todo lo anterior por nuevos derroteros, confiriendo a la cadena, nuevas posibilidades significantes y sugestivas”.

“Sin embargo, el mayor rasgo distintivo de su poesía es la densidad conceptual y vivencial, de su abismo, de su angustia, de esperanza y presentimiento. Poesía religiosa de grandes imágenes arcanas,

poblada de ángeles, exigida por alucinantes requerimientos cósmicos, tempranamente espantado por el mal, siempre alerta a nuevas revelaciones”. “Complejo y grande el juego de símbolos de Gangotena,   muchos de ellos aún no suficientemente develados. Insistente ascensión desde la infancia doméstica y la naturaleza representada por los seres más pequeños, hacia cimas cósmico – teogónicas y hacia el Señor, pero sólo para volver a dar, tras purgaciones e iluminaciones, a la naturaleza. A veces su poesía tuvo simbología mestiza, cuando su Canto se hizo americano, por descomunal y convulso.”

En 1956 la Casa de la Cultura de Quito, más por agradar a Lola Gangotena de Ponce Enríquez, primera dama de la nación, publicó la Poesía de Gangotena traducida al español por Gonzalo Escudero Moscoso y Filoteo Samaniego en 250 págs. con sus poemarios “Orogenie”, “Absence”, “Nuit” y “La Tempestad Secreta”, otros poemas en francés y español y una Selección titulada “Hermenéutica de perenne luz” con apuntes a través de once pensamientos desarrollados filosóficamente por el poeta y que recolectaron sus amigos. El 78, el Núcleo del Guayas de la CCE hizo una nueva edición de “Poesía” en 224 págs. Ambas se agotaron de inmediato, aunque a nuestro parecer merece otra traducción pues la belleza de sus formas originales no ha sido enteramente captada por sus traductores, quienes perdieron el brillo y la iluminación por conservar intacto el fondo y esperanzadamente deseamos que algún día un poeta grande en lengua francesa, conociendo los secretos del castellano pueda dar la creación magistral de Alfredo Gangotena en su entera belleza, con sus matices originales y grandilocuentes que aún no conocemos pues el Gran Gangó constituye la más alta cima de la poética barroca ecuatoriana del siglo XX.

El escritor español Cristóbal Serra tradujo al castellano su libro “Ecuador, Journal de voyage” para la editorial Tusquet de Barcelona que lo lanzó como verdadera primicia en 1983. La Universidad San Francisco de Quito publicó la obra escrita en francés “Alfredo Gangotena o la escritura escindida” de Adriana Castillo Berchenko, en traducción al castellano de Cristina Bermeo.

Sus hermosas pinturas, pues también destacó en ese arte, esperan pacientemente que alguna mano amiga las recoja y exponga para admiración del público.

El 2004 el país celebró su centenario con diversos actos y se supo que Gangotena en Francia es solo una anécdota dentro del género del surrealismo pues nadie lo ha estudiado y casi nadie le recuerda, y que otros poetas sudamericanos de su tiempo, que comenzaron a escribir en francés se salvaron porque volvieron a sus orígenes como el chileno Vicente (García) Huidobro y el peruano César Moro, lo cual solo ocurrió a medias con Gangotena.

Finalmente se ha dicho que su poesía es difícil, bella, sombría, profundamente bilingüe, imaginífica y abundosa porque el elemento que crea universos es precisamente la imagen. Imagen sobre o contra imagen, que muy pronto se tornan vecinas al surrealismo y porque el todo se convierte en un auténtico chorro de fulgores, brillantes y nada frívolos, que finalmente ceden a lo metafísico, aunque sin desaparecer totalmente, transformando el fondo en imprecaciones de un turbulento y laico misticismo muy moderno por supuesto.

  • (1) Filósofo español del siglo XX, cuya biografía puede leerse en este Diccionario. Amigo y confidente de Gangotena está considerado un genio matemático y filosófico. Vivió en Quito unos pocos años y Gangotena le llevó a vivir a su domicilio. Hablaban de literatura, música y poesía. Gangotena sabía mucha más matemática que su amigo García Bacca pero éste último le aventajaba en filosofía y teología, materias que había estudiado exhaustivamente durante años en España.