PINTOR.- Nació en Jipijapa, Manabí, el 26 de febrero de 1943 y fueron son sus padres Miguel Franco Quiróz, propietario de una finca de cafetos en el recinto Eugenio Espejo de Jipijapa, quien pasó el 43 a Guayaquil con su familia y trabajó en la fábrica de papel “La Reforma” y Luzmila Vítores Ormeño, naturales de Jipijapa y Puerto López respectivamente. El tercero de una familia compuesta de siete hermanos que crecieron en un departamento alquilado en Santa Elena y Quisquis y después en otro en Colón y 6 de Marzo. Estudió en la escuela gratuita lasallana Hermano Miguel y en la fiscal Juan Montalvo, pero como era un muchacho sano, fuerte, soñador y poco dedicado, tomó la costumbre de hacerse la pava comenzó a concurrir al Reed Park y al Coliseo Huancavilca, a practicar diversos deportes sobresaliendo en baseball, basket y box desde el 55.
Durante las vacaciones de invierno viajaba en ferrocarril a Ambato, jugaba con unos primos en cuya casa llegaba, admirado de la inmensidad y majestuosidad del paisaje de los nevados andinos. Le intrigaba la naturaleza y como siempre había tenido gran facilidad para el dibujo, comenzó a pintar. Posteriormente leyó las biografías de los paisajistas ingleses del siglo XVIII, casi todos ellos grandes artistas y se emocionó mucho. Sin ser peleador le gustaba trompearse amistosamente con sus amigos. El 61 comenzó a entrenar diariamente en el Huancavilca a eso de las cinco de la tarde con el boxeador “Figurita Villagómez” en la categoría mosca, tuvo dos combates amistosos en dicho Coliseo y otro en el Club Sport Emelec. Trabajaba en la Balsera Ecuatoriana como oficial de mecánica en el departamento de mantenimiento, después fue ayudante de un médico amigo en provincias – le preparaba y dosificaba las medicinas pero no se sentía feliz. Su padre le preguntó un día acerca de cuales eran sus deseos en la vida y le contestó que quería ingresar a la Escuela Municipal de Bellas Artes, donde estuvo desde el 62 con buenos profesores, entre ellos recuerda a Alfredo Palacio en escultura, a Theo Constante en Dibujo Artístico, a César Andrade Faini en Pintura, a José Vicente Ordeñana Trujillo en Historia del Arte, a Marco Martínez Salazar en Dibujo Técnico. La vida se deslizaba entre la Escuela y su casa, pintando paisajes del suburbio o mitando los dibujos de Roura Oxandaberro del antiguo y ya desaparecido barrio del Conchero o Villamil. Excursionaba con amigos hacia el campo para admirar la naturaleza y poder plasmar cuanto veían. Era un enamorado de su arte y acostumbraba trabajar escuchando música clásica, pero el 69 se enamoró de una vecina a quien había confeccionado un hermoso boceto, tuvo problemas y se ausentó de la escuela sin graduarse. Al año siguiente casó con Angela Morales Vélez con cuatro hijos, hogar estable y feliz. El 68 había presentado una Exposición individual en el Museo Municipal solamente de paisajes de costa y sierra que agradaron. El 70 fue llamado por los directivos del Centro Ecuatoriano – Norteamericano, pues su arte es muy comercial, vende todo. El crítico Hernán Rodríguez Castelo opinó que se movía entre lo tradicional y casi académico y la constante búsqueda de nuevas dimensiones más novedosas y actuales, que han cobrado nuevas piezas cuando las hace con libertad y en una dirección casi naif. Entonces topa con lo mágico.
El 73 expuso en la Casa de Cultura de Quito y en la Galería Charpentier con otros valores jóvenes como Edgar Chalco, Jorge Arteaga y Mario Vásquez. El 74 entregó varios cuadros de un “superealismo académico casi artificioso, figuración humana con temas edificantes y sentimentales sin lograr una expresión convincente.” El 77 logró el Primer Premio en el Salón Fundación de Guayaquil de S/. 30.000 con su obra “Ciencia, muerte y paz” el Jurado estuvo compuesto por Alfredo Palacio y Enrique Tábara y en los Salones de Diciembre de ese año y el siguiente, organizados por el Centro Municipal de Cultura de Guayaquil, alcanzó el Segundo Premio y la Primera Mención, respectivamente. Entonces se cambió a su casa propia, construida en Chambers y Lizardo García, donde habitó con los suyos.
El 80 logró el Primer Premio en el Salón de Diciembre con nuevas formas de expresión y el deseo de lograr un mensaje estético, participó en las numerosas Exposiciones colectivas de la Asociación Cultural Las Peñas y en el Salón Costa Azul de Salinas, con obras muy subjetivas y sin abandonar jamás el paisaje cuya alma reproduce con exactitud y fuerza. “La riqueza vegetal, el rumor del río, lo natural en eclosión de belleza, plasmado en hermosos óleos, eso es lo suyo, “pero también pinta obras de surealismo expresionista de dudoso gusto, basado en figuras precolombinas a las que dá vida con toques humanos y ciertos elementos de actualización, para lanzar mensajes hacia un público que a veces no se encuentra capacitado para apreciar su esfuerzo intelectual, ni tan comprometido con el arte como para sensibilizarse antes tales imágenes, que en muchos casos son deformadas a propósito para hacerlas feistas. Moviéndose entre ambas coordenadas dentro de una cierta búsqueda de la belleza, meta final de todo artista consciente de la importancia de su misión y mensaje. Su estatura mediana, tez nativa, ojos y pelos negros y lacio, habla con ilusión de su obra, que es la pasión mayor de su vida.