FLORSHEIM GUTZEIT RICARDO

PINTOR. – Nació en Altona Blankeneese, ahora Hamburgo, Alemania, el 29 de mayo de 1924. Hijo legítimo de Julio Florsheim Baer, natural de Romrodt, Hessen (1879) de familia de campesinos judíos, que iniciado en la bolsa de comercio de Hamburgo hizo fortuna y terminó asociado al Bankhaus Huenken de la calle Adolf Brucke No. 7 de Hamburgo, casado con Lidia Gutzeit Tolk, de Luxemburgo, tuvieron tres hijos y compraron una casa de cuatro pisos y torre en la Sulberg Terasse No. 28 del Blankeneese. Fue el menor y se crió con muchas comodidades (chofer y aya). En 1931 un cliente de su padre, ayudante del Mariscal del Aire Hermann Goering, le advirtió que pronto se inciarían las persecusiones contra los judíos y se instalaron en Luxemburgo. Primero alquilaron en el aristocrático barrio Mont Saint Albert, luego compraron en Nueva Merl.

Su padre fundó el Economist Trust Co. aunque poco a poco fue perdiendo su fortuna por unas malas inversiones en minas de piedras preciosas en el África, que resultaron un fraude bien hecho. Para entonces el joven Ricardo asistía a una escuela pública de Luxemburgo. Después se matriculó en el Ateneo Grand Ducal. Al culminar el tercer año estudiaba latín y griego, y hablaba correctamente alemán, francés e inglés. Alto, casi 1,80 metros de estatura, fuerte, atlético, de facciones agradables, rubio, ojos plomizos claros. Desde pequeño tenía predisposición para el dibujo, uno de sus abuelos maternos había sido escultor, leía en la Biblioteca de Arte de su padre, gustaba de los trabajos de Goya, Van Gogh, Gaugain.

El 37 le impresionó el Guernica de Picasso en el pabellón de la República española durante la Exposición Universal de París, el 39 asistió a las clases de pintura del Prof. Rob Libesky y en septiembre cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, la familia salió a Bélgica y luego a Holanda. A principios del 40 siguió unos cursos libres de arte en Bruselas mientras se tramitaban las visas a América.

Su arte tendía hacia lo figurativo y lo expresionista. Su hermano mayor George ya vivía en los Estados Unidos y poco después le destinarían como soldado al frente de guerra de Guadalcanal en las Filipinas durante la guerra contra los japoneses. El 44, por su dominio del alemán, pasó a las Ardenas y le tocó combatir en Europa, luego se licenciaría con honores y adoptó la nacionalidad norteamericana. Los Florsheim, en cambio, salieron de Roterdam a bordo del vapor Vendam con sus vajillas de plata, finas porcelanas, tapices muy valiosos, óleos antiguos y entre ellos tres óleos fauvistas (de colores fuertes) y de buen tamaño, del gran pintor francés Maurice de Vlaminck, pero al llegar a Ellis Island, Ricardo fue detenido por problemas con su pasaporte y sus padres y hermanos tuvieron que seguir a Chile en la mayor ansiedad.

En la prisión de Ellis Island existían amplían salas comunes donde se daba un excelente tratamiento y buena comida pero nada más a los judíos inmigrantes con problemas legales y como para desembarcar en territorio americano se requería que hablaran y escribieran correctamente en inglés, algunos llevaban meses detenidos ya que no habían profesores. Florsheim recuerda a un niño franco – canadiense de no más de nueve años que llevaba tres en prisión y a un Rabino reputado sabio talmudista que sólo hablaba y escribía en hebreo, aunque para las autoridades norteamericanas era analfabeto como el niño en mención. de todo y eran como una gran familia. Entonces trató a lo mejor de la intelectualidad chilena. Pablo Neruda, Pablo de Roca, etc.

En 1951 casó Con Alice Palm, también de nacionalidad alemana y religión judía, con un hijo hoy en Israel. Divorciaron el 54 por inmadurez, El 53 organizó la primera exposición colectiva al aire libre en Santiago, Pintó un mural interior y al óleo para la Embajada de Venezuela con la síntesis de la selva, el petróleo y otros motivos de ese país. El 54 entregó un mural interior, alegórico al teatro, para la exposición Vitivinícola y concurrió a dicha muestra colectiva de pintura, inaugurada solemnemente por el presidente de Chile, Carlos Ibáñez del Campo. El 55 intervino en la exposición de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad y casó con la poetisa Esperanza Doña Ituriarte, con una, hija hoy en Santiago, pero divorciaron después de cinco años. Nuevas participaciones artísticas como la del cuaderno de grabado “Anteo” de la editorial América de Santiago, le pusieron en tratos con Patricio Olivos Wohik vecino suyo en el barrio de los artistas de Bellavista, quien desde entonces fue su representante de ventas.

El 57 expuso en el Instituto Peruano Norteamericano de Lima. El 58 fue invitado a “La Caveau” de Santiago. Entre el 60 y el 70 fue asiduo concurrente a las principales salas de pintura de Chile, como miembro de las exposiciones itinerantes del Museo de Arte Moderno de Santiago. Tuvo contactos con las universidades de Antofagasta y Temuco; era conocido, le invitaban. El 68 se asoció como vendedor en una fábrica de productos químicos en Renca, con Percy Walton, que hacía acetatos, bases para pintura, perfumería, pero al subir al poder el 73 el general Augusto Pinochet y abrirse las importaciones indiscriminadamente, las fábricas grandes se comieron a las pequeñas que tuvieron que cerrar porque no podían competir con los precios, ocurriéndoles eso el 78.

En 1970 casó con la historiadora y musicóloga chilena Isabel Tamayo Hurtado, divorciada con cuatro hijos, alcanzando la estabilidad de un matrimonio pleno en realizaciones. Tienen una hija periodista, trabajó en la televisión y es relacionista pública. Entre el 77 y el 81 tuvo una gran actividad artística. Ese último año decidió visitar Guayaquil y le agradó encontrarse nuevamente en el puerto. Impresionado por el costumbrismo casi folklórico de sus habitantes y de ciertos barrios populares, pintó sus ambientes tratando de desentrañar el alma de las personas involucradas en los hechos y hasta las escenas comunes y así surgió una rica y hermosa serie de cuadros pequeños que reflejan el convivir diario de esta ciudad, que el 82 expuso bajo el título de “Ventana a Guayaquil” en el Centro Ecuatoriano de Santiago y en las galerías Enrico Bucci de Santiago, Arica e Iquique. Entonces volvió al puerto ecuatoriano y participó en la exposición de julio de Las Peñas. El 83 alquiló la planta baja de la casa de la familia Cino en Las Peñas, abriendo la “Galería Florsheim” y habitó en el piso alto con su esposa e hija. Hernán Rodríguez Castelo ha opinado que la pintura de Florsheim se desliza por dos cauces distintos. Uno, entre naturalista y expresionista, de paisaje urbano y escenas típicas, abigarrado de figuración, pastoso de materia, brillante de color, con deformación de la figura con cierto dejo irónico. El otro, más ambicioso, generalmente de mayor formato, apunta a simbolizaciones. Sitúa por ejemplo, dos figuras – ella y él en actitud amorosa – contra fondo de edificaciones modernas, geometrizadas, donde se dibujan ciertos perfiles también alusivos al tema, fundiendo por color y tratamiento de veladuras, todo en una misma atmósfera (Romeo y Julieta) o se recupera, con marcado dibujo expresionista, motivos ilustres sobre fondos más o menos abstractos. Trabaja con buen oficio. Lo que se hecha de menos es mayor coherencia en las definiciones formales y un gusto más actual en la deformación. Se considera dentro del expresionismo americano con préstamos al surealismo.

Entre 1984 y el 86 pintó temas urbanos principalmente, en un descubrimiento del Ecuador. También realizó escenografías. Para la obra lorquiana “La Casa de Bernarda Alba” en el Teatro Experimental de Guayaquil. Para “La nueva semilla” en el teatro Candilejas. Para “Don Anacleto Avaro” en el Juglar. Entre 1989 y el 90 dictó cursos sobre “Apreciación estética y escenografía” para el Banco Central y “La pintura impresionista y postimpresionista”.

El 92 expuso una serie muy hermosa y llena de fuerte colorido que tituló importancia son las esculturas para la fachada del teatro Campoamor de Oviedo, la estatua de Don Pelayo en Gijón, la de Manuel Pedregal, la que decora el monumento conmemorativo de la catástrofe de Machichaco en Santander, la magnífica sepultura del Cardenal Ceferino González para el convento dominicano de Ocaña. Durante su vida artística frecuentó numerosas Salas de Exposición de su Patria y del extranjero y sobresalió en el ramo menor con escenas familiares o de gusto bucólico entre las que se destacan los siguientes grupos populares: “Las cosquillas”. “Los primeros pendientes”, “El sacamuelas”. A la muerte de su amigo el escultor Querol le correspondió asumir la dirección de los trabajos en Barcelona, de la Columna del Centenario de la Independencia de Guayaquil; pero, habiendo retornado a Madrid en 1911, falleció intempestivamente y sin concluirla, siendo sucedido por José Monserrat Portella, en dicha obra.