FESTA ENRICO

ZOOLOGO.- Nació el 11 de Agosto de 1868 en Moncalieri, cerca de Turín, Italia, en el seno de una familia noble y muy adinerada y desde niño se apasionó por la vida de los animales. Siguió estudios de Ciencias Naturales hasta graduarse de Doctor en la Universidad de Turin en 1891, comenzó a trabajar como voluntario en el Museo de Zoología y Anatomía Comparada de dicha Universidad y para aumentar las colecciones viajó a la región de Túnez donde recogió 300 especies de cierta importancia.

En Marzo del 93 reunió en el bajo Egipto una colección zoológica de 200 piezas, recorrió Jaffa, Jerusalem y Jericó en la Palestina , pasó a la otra ribera del Jordán por el Mar Muerto y de vuelta estuvo en Beirut, visitó las montañas, siguió a Damasco en Siria y logró recolectar más de 100 mamíferos, 300 aves, 200 reptiles y anfibios, otros tantos peces y varios centenares de insectos y demás invertebrados.

En 1894 publicó la narración de estos viajes en el Boletín del Museo y solicitó autorización para conocer el Yemen, mas las autoridades del Imperio Otomano, la negaron. Entonces quiso remontar el gran río Amazonas desde la ciudad de Belem en el Brasil y encontrando que no existían consulados italianos, prefirió bajar por los Andes ecuatorianos con la ayuda de los misioneros salesianos diseminados en estos territorios, para lo cual obtuvo una Carta de recomendación del Padre Miguel Rúa sucesor de Don Bosco.

En Mayo del 95 zarpó de Génova portando equipaje en el que no faltaban ni los vinos italianos ni un bote de goma para recorrer los rios y tras un viaje sin contratiempos arribó a la Guayra, siguió a Puerto Cabello, a la isla de Curazao, a Cartagena de Indias y finalmente a Colón en el itsmo de Panamá, enterándose de los últimos sucesos revolucionarios acaecidos en el Ecuador, pues el país se encontraba agitado por la guerra civil.

Por ello prefirió dirigirse a las costas del Darien y se internó en las selvas vírgenes , visitó la costa norte del golfo de San Miguel, la laguna cerca de Tuira y en Septiembre, tras conocer que se había restablecido la paz en nuestra Patria, vino a Guayaquil, las autoridades le exhoneraron del pago de los derechos aduaneros.Días después tomó la vía de Naranjal y emprendió viaje a Cuenca con una recua de 56 mulas cargadas. Allí fue visitado por las autoridades universitarias y recibió el hospedaje de los salesianos, siendo su consejero y guía el Padre Jacinto Pankieri, quien le acompañó a Gualaquiza cerca del valle del río Zamora, haciendo anotaciones sobre el paisaje y las ruinas Cañaris que encontró a su paso, pero su falta de sensibilidad y cultura le impidió tener una mejor apreciación de la cultura del país; de allí que la lectura de su Diario de Viaje es hasta cierto punto cansada pues no contiene detalles eruditos ni anecdóticos, ni siquiera descripciones románticas y naturalistas de las que eran tan aficionados los viajeros del siglo pasado. Festa solamente fue un zoologo aficionado a la cacería de animales, le faltó estilo literario y sensibilidad hacia la naturaleza.

En la misión salesiana de Gualaquiza conoció a los indios Jívaros civilizados y tras un breve descanso continuó la penetración por el valle del río Santiago hasta topar diferentes rancherías de los Jívaros salvajes; quienes, sinembargo, le brindaron una amable acojida. Con ellos compartió diversas aventuras no excentas de peligros y en la Pascua de 1896 les acompañó en los festejos de la cabeza disecada de una mujer enemiga. Finalmente, tras tomar numerosas fotografías, emprendió el regreso por Gualaquiza y Sigsig, cazó varios jabalíes y tres osos de los llamados de anteojos que ayudó a despellejar y cuyas pieles transportó al Museo de Turín, donde se constituyeron en una de las principales atracciones. También portaba objetos arqueológicos y etnográficos, un pequeño zoológico formado por animales vivos y cientos de especies conservadas en alcohol dentro de pequeñas cajitas metálicas herméticamente cerradas para su mejor conservación.

En Julio arribó a Cuenca en mitad de los preparativos bélicos de la ciudad pues se acercaba el ejército de 4.000 soldados de Alfaro, que finalmente la ocupó tras dos dias de intensos tiroteos con un trágico saldo de 900 muertos. Festa pasó grandes apuros para poner a buen recaudo sus colecciones y equipajes, que depositó en casa de un médico amigo. Y ni siquiera en esta parte de su aventura pudo anotar datos de interés pues su falta de preparación restó fuerza al testimonio.

De todas maneras, esta visita a Cuenca en plena guerra civil es lo más interesante de su Diario de Viaje y siempre en compañía del Padre Pankieri siguió a Quito, distrayéndose a finales del año en convites y visitas sociales. En Enero de 1897 disecó patos en las lagunas cercanas a Ibarra, pasó a Tulcán y no pudo continuar a Ipiales por las barreras aduaneras de las autoridades colombianas. Internado en la cuenca alta del río Aguarico, consiguió al regreso dos tapires y varios cráneos precolombinos que obsequiará en Italia a su cuñado, docente en la Universidad de Parma. Entonces encontró a dos zoologos que también excursionaban por el país, uno de ellos era de origen norteamericano y el otro inglés y apellidaba Rosemberg, y se especializaba en ornitólogía. Y tras saquear varias tumbas en forma de chimenea para localizar tiestos arqueológicos, pasó a la región del rio Mira, conció a los habitantes del Chota, estudiando el folklore negro de esa región.

Nuevamente en Quito, asistió invitado por el Ministro de España a una cacería de ciervos en las faldas orientales del Iliniza, después cazó varios ejemplares en los páramos cenagosos ubicados entre el Cotopaxi y el Quilindaña. Nuevamente en Guayaquil, fue recibido por el Vicecónsul de Italia, Alfonso Roggiero y la prensa dio cuenta de su llegada. Numerosos miembros de la colonia italiana se interesaron en su labor y fue invitado por el Sr. Carrara a visitar la hacienda Vitalia en Vinces, propiedad de Juan Carmigniani, quien se encontraba de viaje por Europa. De allí pasó a la zona de Balzar llevado por los hermanos Caputti, haciendo gran acopio de especies animales. De estas correrías sacó algunos comentarios sobre la siembra y cultivo del cacao y el caucho.

El final del año 97 estuvo otra vez en Guayaquil, ciudad que se había quemado en gran parte en Octubre del año anterior y anotó que, aunque todavía se veían los efectos del siniestro, se estaba reconstruyendo a gran velocidad. “Las calles estaban llenas de gente del pueblo alegre y ruidosa que festeja el año que muere y la llegada del nuevo. Muchos enmascarados en grupo llevan fantoches que representan el año a punto de morir y le hacen un grotesco cortejo fúnebre.

A media noche salvas de artillería, disparos de petardos, alegres repiques de campanas saludan al año nuevo”. En 1898 realizó un corto viaje a las poblaciones de la península de Santa Elena y visitó Muey, Santa Elena y Salinas – donde existían las casas diseminadas del Cable y un grupo de pescadores en el sector de la ensenada de CHipipe – y por Ballenita volvió a Panamá tras casi tres años de ausencia. El 99 fue ascendido a Auxiliar de cátedra adjunto al Museo de Zoología de Turín. En 1901 viajó por la región alpina del norte de Venecia para obtener peces e invertebrados marítimos en la laguna de La Spezia. El Diario de la expedición por el Darién y el Ecuador salió publicado en idioma italiano, en 1909 en Turín, con el nombre “Del Darién al Ecuador”.

En la primavera de 1912 recogió muestras de la fauna de Cerdeña. El 13 estuvo en la Isla de Rodas en el Mar Egeo, que acababa de ser ocupada por las tropas italianas tras la guerra con Turquía. El 14 veraneó en los Abruzzos y ascendió a los montes Apeninos.

Durante los años de la Guerra Mundial visitó dos veces los alpes de la región de Cúneo por insectos y en 1921, por disposición del Ministerio de las Colonias pasó a la región de Libia en el norte del Africa, logrando 300 ejemplares de mamíferos y numerosas aves. En 1923 se jubiló en el Museo y le designaron Vice Director honorario de esa institución por sus numerosos trabajos sobre zoología. Falleció el 30 de Septiembre de 1939, de 71 años de edad, en su quinta de Moncalieri rodeado de colecciones de animales piamonteses disecados y de criaderos con varias especies, sobre todo de aves, cuya vida estudiaba diariamente.