FEBRES CORDERO Y OBERTO LEON

PROCER.- Nació en Altagracia, provincia de Maracaibo, Venezuela, el 28 de Junio de 1797, hijo legítimo del Cap. Bartolomé de Febres – Cordero y Padrón y de María Prudencia Oberto Farías, su primera mujer. Muy niño quedó huérfano de madre y de temprana edad tuvo que salir del colegio para servir al Rey pues el 20 de Julio de 1812, a la edad de quince años, sentó plaza de Cadete en el batallón de Infantería Veterana de Maracaibo donde servía su padre. En 1814 ascendió a Subteniente y peleó contra los patriotas en las acciones campales de Macuchíes, Chire y Balaga y en la parcial del río Ele y fue designado Ayudante de Campo del Cor. Sebastián de la Calzada, Comandante General del Regimiento “Numancia”. Con tal calidad viajó a Nueva Granada y tras una campaña victoriosa pasó al Cauca, pero a principios de 1819 las autoridades españolas comenzaron a desconfiar de la oficialidad del “Numancia,” que fue destinado a servir en el Perú. El 6 de Febrero salieron hacia Lima. En dicha capital se conoció la decisiva batalla de Boyacá – 7 de Agosto de 1819 – que terminó con el dominio español en la Nueva Granada. Sus superiores en Lima le dieron de baja por sospechas de ser afecto a la causa americana, terminando con su carrera militar, de suerte que decidio volver a su Patria junto a dos compañeros de armas el Sargento Mayor Miguel de Letamendi y el Capitán Luís de Urdaneta, igualmente venezolanos. “Tuvimos la fortuna de llegar a Guayaquil en el momento preciso en que se conoció el desembarco del ejército de San Martín, el 8 de Septiembre de 1820, a Paracas, lo cual sirvió para alentar el espíritu revolucionario de los guayaquileños y empujarlos a dar el golpe”.

En nuestro puerto visitó el hogar del Tesorero Real Pedro Morlás y de su esposa Isabel Tinoco que era de familias venezolanas y conoció a la joven Isabelita Morlás Tinoco de solo trece años de edad aunque bastante adelantadita para su edad. La noche del domingo 1 de Octubre asistió al baile que Villamil ofreció en su casa a la joven Isabelita Morlás. En la parte posterior – en el cañón como se decía antes – en una habitación retirada, Antepara había preparado una mesita con bebidas excitantes pues allí iban a reunirse los revolucionarios. A esta cita Antepara dio en llamar la Fragua de Vulcano, en clara alusión masónica pues fragua significa sitio de trabajo en esa sociedad. El día lunes 2 Villamil fue comisionado para proponer la jefatura del movimiento a varios personajes, pero ninguno aceptó. Los comprometidos vacilaban. Febres- Cordero opinó que no debía insistirse en el punto y bastaría que cada quien cumpliera con su deber invocando el sagrado nombre de la Patria. El sábado 7 hubo otra reunión y como las autoridades estaban alertas, algunos complotados quisieron posponer el golpe y fue nuevamente Febres – Cordero quien intervino y dijo: “De la revolución de esta importante provincia puede depender el éxito de ambos generales” refiriéndose a Bolívar y San Martín. El domingo 8 cenaron en casa de Villamil y se enteraron que las autoridades habían celebrado una Junta de Guerra, redoblando la guardia en los cuarteles. Aún así decidieron dar el golpe y a las doce de la noche Febres – Cordero se presentó en el Cuartel de Artillería y recibió las llaves del parque de municiones de manos del Capitán Damián Najar Ceballos. Con ellas concurrió al “Granaderos de Reserva” y encontró que el Teniente Coronel Gregorio Escobedo ya estaba hecho cargo de la situación. Volvió a la Artillería y a las dos de la madrugada del lunes 9 de Octubre se oyó la voz de ¿Quién vive? dada por el centinela, a lo cual Febres – Cordero respondió: ¡Refuerzos! y siguió al interior, donde estaba adormitado el oficial de guardia, al que empujó y encerró en el cuarto de banderas.

Entretanto los Sargentos Vargas y Pavón habían formado al cuerpo, Febres – Cordero los arengó y todos gritaron ¡Viva la Patria! Ya Urdaneta se había apoderado del Daule y luego de un breve pero intenso tiroteo, que dejó como saldo varios muertos en ambos bandos, se apresó al Coronel Benito García del Barrio que descansaba en su casa y se había parapetado con su guardia personal para oponer dura resistencia, el tiroteo fue violento, hubo heridos y muertos y así se consumó la revolución. Por la mañana se celebró un Cabildo Abierto y el pueblo decidió buscar a Febres – Cordero en uno de los cuarteles para hacerlo “Jefe Superior de la Provincia independiente” y como no aceptó, alegando su poca experiencia, lo eligieron miembro de la “Junta Provisoria de Gobierno Civil y Militar”, que lo ascendió al grado de Teniente Coronel y Comandante del primer batallón del “Regimiento de Libertadores de Guayaquil”. Después fue premiado con una de las diez medallas que el Cabildo mandó a confeccionar, destinadas a los que hicieron la revolución del 9 de Octubre”.

El 9 de noviembre mandó la vanguardia patriota que en Sabaneta, cerca del Camino Real, derrotó a los realistas del Tte. Cor. Forminaya y ocupó Guaranda. Este éxito hizo que otras poblaciones también declaren la independencia y Febres – Cordero pudo entrar en Riobamba y la fortificó. Mientras tanto el Presidente de la Audiencia de Quito, General Melchor de Aymerich, había ordenado al Coronel Francisco González que marche hacia Ambato a enfrentar a los insurgentes, a quienes avistó el 22 de noviembre de 1820 en los arenales de Huachi. Febres- Cordero cargó con éxito y cuando la batalla parecía ganada el Mayor Hilario Alvarez abandonó el campo con parte de los soldados cusqueños y los realistas quedaron vencedores y saquearon Ambato, que ya había proclamado la libertad. Febres – Cordero, en cambio, seretiró a Babahoyo. El inicio de la estación invernal impidió a González proseguir sus operaciones. Mientras tanto en Guayaquil el Coronel Tomás Guido, delegado de San Martín, había dispuesto el enjuiciamiento de los oficiales vencidos. El Tribunal Militar sólo encontró culpables a Alvarez y a José García, exonerando a los demás, pero Febres – Cordero guardaba prisión y con tal motivo, el 2 de diciembre, tuvo que defenderse en “hoja suelta y manuscrita” y con una “Exposición” dirigida a la Junta.

En Febrero estaba libre y viajó a Lima. Allí se presentó a San Martín, fue confirmado como Teniente Coronel y ascendido a Jefe de Estado Mayor de la División destinada a combatir en la provincia del Cusco. Luego lo recompensó con el nombramiento de Coronel graduado, “Comandante General de la costa del sur” y miembro de la División del General Andrés Santa Cruz, con quien regresó a Guayaquil en 1822, para unirse a las fuerzas de Sucre en la campaña sobre Cuenca, ciudad que tomaron, luego siguieron al norte, asistió a la batalla de Riobamba y el 28 de Abril Sucre lo nombró “Comandante Militar y Gobernador Civil de Riobamba”, donde permaneció hasta después de la batalla del Pichincha. El l de Julio Bolívar viajó a Riobamba y le solicitó que aliste lo necesario para el ascenso al Chimborazo. El día 14 recibió el mando del batallón “Vargas” acuartelado en Guayaquil, viajó al puerto, contrajo matrimonio con su novia isabel Morlás, que había cumplido quince años y tuvieron larga familia que vive en Venezuela pues los Febres-Cordero del Ecuador descienden de Joaquín y de Esteban Febres-Cordero y Oberto, primos hermanos dobles del Prócer, llegados después de la independencia. Producida la anexión de Guayaquil a Colombia el 23 de Julio de 1822 Febres Cordero continuó al servicio de Bolívar y en noviembre envió al batallón “Vargas” a Bogotá y adiestró a trecientos reclutas en la isla Puná.

El 7 de febrero de 1823 obtuvo un certificado de “Méritos y Servicios” dado por el Cabildo de Guayaquil. En Mayo de 1824 nuevamente fue designado Jefe Civil y Militar de Riobamba, luego regresó a Guayaquil como Comandante de Armas y de allí pasó a Quito. En 1827 fue electo Diputado por el Estado de Maracaibo al Congreso de la Gran Colombia. A principios de 1829 Jefe de Estado Mayor del Ejército de Colombia y el 27 de febrero abrió la “Campaña de los treinta días” que a las órdenes de Sucre culminó con la victoria de Tarqui. Ascendido a General de División asistió a la firma del Tratado de Girón. En Marzo viajó a la costa para recibir la plaza de Guayaquil de manos del ejército peruano conforme estaba estipulado pero el enemigo se negó a hacerlo.

Bolívar se instaló en Buijo cinco meses, tiempo en el cual Febres – Cordero le acompañó como parte del ejército del Libertador, mas, al ser depuesto el Presidente del Perú se suspendieron las hostilidades y Bolívar le ordenó participar en la celebración del Convenio que se suscribió en Buijo el 22 de septiembre de 1829, siendo premiado con el cargo de “Prefecto del Departamento de Guayaquil” en cuyo desempeño en Enero de 1830 asumió la defensa de la plaza amenazada por la insurrección del batallón “Flores”.

El 13 de mayo ocurrió la separación del distrito sur de la Gran Colombia y fue electo diputado por Guayaquil al Congreso Constituyente de Riobamba; durante las sesiones insultó al Dr. Antonio Ante, enajenándose las simpatías del elemento nacional. Entonces solicitó sus “Letras de Retiro” porque ansiaba regresar a su patria, pero hasta 1833 figuraba en Guayaquil. Ese año regresó a Caracas con su mujer y diez hijos.

En 1834 era Presidente de Venezuela el General Páez que le incorporó a la lista militar como jefe de Estado Mayor. En Julio de 1835 Febres – Cordero abrió campaña contra los “reformistas”. En 1836 fue “Comandante de Armas de la Provincia de Caracas” y en 1842 en la de Carabobo donde instaló a su familia, retirado de toda actividad pública. En 1848 actuó con Páez y su grupo de “reaccionarios” pero fueron derrotados en “Macapo” y salió desterrado a Curazao y de allí al Perú donde permaneció por espacio de ocho años.

En Febrero de 1858 regresó a Valencia, fue electo Diputado por Carabobo y concurrió a la Asamblea Constituyente. El Jefe Provisional de Venezuela lo designó Ministro de Guerra y Marina y en 1859 “Jefe de operaciones para la provincia de Coro” durante la guerra civil. El 8 de Agosto fue “Jefe de operaciones en Puerto Cabello” y el 17 de febrero de 1860 derrotó al General Falcón proclamado jefe de los federalistas en la célebre batalla de Copié.

El 11 de abril fue electo por el Congreso “Primer designado de la Nación” y prestó juramento el 13 de mayo. El 20 de julio ocupó el Ministerio de Guerra y Marina e inició una campaña de represión. En noviembre estaba en Valencia combatiendo al Gral. Guevara. El 30 de marzo de 1861 renunció a la Jefatura del ejército, aconsejando que Páez fuere designado en su reemplazo. Nuevamente ministro de Guerra y Marina reorganizó el Estado Mayor. El 17 de junio Páez fue proclamado Jefe Supremo de Venezuela, aunque la Asamblea Constituyente designó al General Falcón.

El 27 de Julio se levantó en Puerto Cabello como “General en Jefe y director del movimiento unitario” e inició una nueva guerra civil, pero fue vencido. A principios de 1863 aún defendía en Puerto Cabello al expirante gobierno “de la oligarquía conservadora”. El 31 de octubre resignó el mando militar y pasó a la isla inglesa de Trinidad. Poco después se estableció en Mérida con su familia. No volverá a intervenir en política, vivía en la mayor pobreza y falleció años más tarde, a las cuatro de la mañana del 7 de julio de 1872, de setenta y cinco de edad, “apreciadísimo de sus conciudadanos”. Era General de División. En 1942 sus restos fueron sepultados en el Panteón Nacional de Caracas.

Sus maneras eran correctas y arregladas. “Frente al enemigo, más sereno que otros, activo como el que más, ordenado como nadie y prudente cual ninguno. Hombre de pensamiento y orden”. En su juventud y debido a su afán de aventuras, había brillado como sujeto exaltado y valiente. Siempre fue en extremo elegante, usaba guantes de contínuo y sus uniformes eran impecables.