ESTUPIÑAN BASS NELSON

ESCRITOR.- Nació en la parroquia Súa, una aldea situada entre bosques refrescados por las brisas del Océano Pacífico, en el cantón Esmeraldas, provincia de este nombre, el 19 de Septiembre de 1912.

Hijo legítimo de José María Estupiñan Estupiñan, marino natural de Izcuandé, Colombia, donde nació en 1858, venido a Rioverde el 70 con sus padres, el 78 se estableció en Súa y trabajó en varios oficios, constructor naval, carpintero de banco, agricultor con una finca en la bocana del estero Súa, navegante y práctico. En 1913 pasó a Esmeraldas con su mujer y tres hijos para educarlos, en un desembarco sin mayor trascendencia durante la revolución de Concha salió herido en la rodilla izquierda, quedó baldado y desde entonces anduvo con unas muletas que él mismo se construyó. A los sesenta y cuatro años, en 1922, se nacionalizó ecuatoriano, trabajó de Patrón costanero y murió el 14 de Abril de 1930 de congestión pulmonar; y de María Timotea Bass Trejo, hija de campesinos y nieta paterna de “un marinero negro originario del Caribe apellidado Bass, tripulante de una goleta cazadora de ballenas en Atacames, Súa y Tonsupa, quien desertó en Súa y regó su semilla.”

De un año fue llevado a Esmeraldas. Sus padres construyeron una casa en Rocafuerte y Malecón que terminó quemada en un incendio y aprendió a leer con su madre pero como era travieso se negó a estudiar y andaba por los muelles pescando con anzuelos, asistía como espectador a los bailes de marimba en el Barrio Caliente y se deleitaba oyendo los contrapuntos de los copleros y decimistas componedores negros y mulatos. “Mis padres jamás me regañaron por los escapes de casa”. A los nueve años lo metieron a la escuela. Ya sabía cuales eran las partes del cuerpo, recitaba dos o tres tablas, por eso le promovieron un mes después al segundo grado y aprendió a escribir. En el tercero y cuarto grados recibió clases del profesor Elías Clavijo, en el quinto fue alumno de aritmética de Carlos Enrique Portes y en el sexto de composición y dictado de Juan Antonio Checa Drouet, periodistas del semanario “El Clarín,” quien le tomó preferencia y hasta quiso enviarlo becado a estudiar radiotelegrafía a bordo del buque “Patria” de la Armada ecuatoriana, pero el proyecto no se realizó.

Su padre le contaba las historias de sus ancestros y la vida del pueblo negro y Nelson recorría la playa y por las noches pescaba y bailaba al ritmo de las marimbas con sus hermanos.

El 24 admiraba las labores contables de Benigno Rivera en la Casa Comercial Esmeraldas, quien arrendaba una de las dos tiendas de su padre. “Como la crisis económica aumentaba entré de dependiente al almacén de Humberto Trujillo Gutiérrez con treinta sucres mensuales de sueldo y escribí mis primero versos que titulé Pueblerinas pero nunca me atreví a publicar.”

Era un muchacho risueño, jovial, flaco y larguirucho, muy amigo de gastar bromas. Ese año se enroló con otros jóvenes en la Vanguardia Liberal pro Gonzalo S. Córdova, candidato oficial a la presidencia de la República, que dirigía su vecino Manuel Lozano.

El 29 ganó una de las dos becas para estudiar Comercio en el Instituto Mejía de la capital, viajó en el motovelero “Patria a Guayaquil, de allí siguió en tren a Riobamba y Quito y alquiló una pieza a Rosario Quirola en la calle Alianza No. 60 detrás de la muralla de San Francisco, donde había vivido su hermano mayor César Nevil. Fue un estudiante pobre y aprovechado.

En 1931 participó en las manifestaciones contra el presidente Ayora y el 32 en la llamada Guerra de los Cuatro Días, cayó preso el segundo día con otros estudiantes y pasó al cuartel de la Policía en la Cuenca y Mideros, mas el populacho los liberó entre vivas y aplausos dos días después.

En Septiembre del 32 culmino sus estudios y se graduó de Contador Público con excelentes calificaciones, no sin antes bosquejar una novela en tres cuadernos bajo el título de “El sabor de la carne” que se quemó en un incendio ocurrido en Esmeraldas en 1948 sin haberse publicado. ¿Cómo habrá sido ese sabor? pregunto yo. Durante esta ausencia en Quito había fallecido su padre y al regresar encontró que no podía conseguir trabajo, así fue como entró de Cajista sin sueldo a los talleres del semanario “El Comercio”, hasta que pudo colocarse en la “Nueva Farmacia” de Héctor Cortés con treinta sucres mensuales.

El 33 pasó a enseñar el séptimo grado en la Escuela Superior Juan Montalvo, con inglés y contabilidad. El 34 fue pagador de la Sucursal del Banco Central en Esmeraldas pero el trabajo no le agradó y retornó al magisterio. También fue electo presidente fundador del “Club Juvenil Deportivo” y formó parte del equipo de basket que triunfó en Tumaco frente al Club Panagra. De regreso le sorprendió el recibimiento apoteósico que les hicieron en el muelle, pues la noticia del triunfo ya se conocía y la población entera les esperaba para felicitarlos.

Ya se había incorporado al grupo político del periodista Gustavo Becerra afiliado al partido Comunista que lideraba el Dr. Ricardo Paredes en Quito. El 34 publicó en el semanario “Mañana” dirigido por su hermano César Nevil dos relatos inconexos y en el diario socialista “La Tierra” de Quito aparecieron sus poemas “Anúteba” y “Canto a la negra quinceañera”, éste último es cronológicamente el primer poema negrista publicado en el Ecuador. Sus amigos José Alfredo Llerena, Augusto Sacoto Arias, Alejandro Camón y Atanasio Viten le felicitaron desde Quito y como también mandó colaboraciones a “El Telégrafo”, Joaquín Gallegos Lara y Enrique Gil Gilbert le escribieron desde Guayaquil. Ese año reunió trece poemas bajo el sugestivo título de “’Audición para el negro” originales que jamás logró entregar a la imprenta y aún permanece inédito en su hogar. La primera de esas composiciones se titula “Andaba” y salió en el diario socialista “La Tierra” de Quito propiedad de Ricardo Jaramillo. Alejandro Carrión expresó “La voz negra hacía falta en la literatura ecuatoriana”. Ese año enseñó el folleto “ABC” del comunismo y se enamoró perdidamente de una camarada guapa e inteligente.

El 35 pasó de Secretario profesor al normal rural Luis Vargas Torres. El 36 falleció su madre durante una epidemia de viruela y con Horacio Drouet y Nahím Cortés editó la revista “Marimba” que apareció hasta el tercer número en los Talleres Gráficos del Estado y debido a que había comenzado la represión del gobierno dictatorial del Ingeniero Federico Páez contra las izquierdas, la policía incineró el tercer número en la casa de Gobierno. Entonces atacó a la dictadura en el periódico “El Cosmopolita” bajo el seudónimo burlón de “Marcofeo” que era el sobrenombre de su amigo un negro colombiano, analfabeto y descalzo, que al filo de un barranco del malecón tenía un miserable quiosco donde vendía frutas y artesanías esmeraldeñas, quien le conversaba sobre los mitos de su tierra: la Gualgura, el Rivel, el Duende, la Tunda, el Hojarasquin del monte, la Mula, el Descabezado, la Tripa enrolladora y el Diablo de los siete mil cachos.

En esos meses casó con Julia Elena Ortiz Estupiñán y tuvieron dos hijos. Poco después, mientras se encontraba ensayando con sus alumnos la pieza teatral “El Ultimo Juicio” del escritor estridentista mexicano Germán List Arzubide, recibió un telegrama con su cancelación firmada por el Ministro de Educación. Dos meses después le contrataron de Contador de la “Esmeraldas Lumber Co” propiedad de Gustavo von Buchwald Mesones residente en Guayaquil, pero a los pocos días el Gerente Carlos Santander Calderón le separó bajo la acusación de ser un comunista terrible y haber organizado dos sindicatos en Esmeraldas, uno de peladoras de tagua y otro de profesores. Entonces tuvo que unirse a otros maestros cancelados y formó el “Centro Educacional América” que pronto se llenó de alumnos porque se disfrutaba de la bonanza de la era del palo de balsa pero en noviembre y a raíz de la guerra de las cuatro horas fue apresado y estuvo tres días en la cárcel. Ese año 36 fue terrible en experiencias negativas pero en cambio fue el año de su matrimonio.

El 37 le llamaron nuevamente a la Lumber Co y llevó la Contabilidad. El 38 pasó a la empresa naviera de Nery Mojarrango Bueno. Con sus amigos Horacio Drouet y Vicente Bueno tomó la corresponsalía del semanario guayaquileño “La Carcajada” de Próspero Salcedo Mac Dowall escribiendo con los seudónimos “Rafael Charcopa” y “César Alberto” durante tres meses, pero desistieron por el temor a sufrir una paliza a causa de las bromas de mal gusto que solían gastar a sus amigos y conocidos. Cabe aclarar que Charcopa consta como personaje en su novela “Cuando los Guayacanes florecían” y en la Antología antifascista “Nuestra España” apareció su poema “Saludo del negro ecuatoriano a la España Leal” escrito meses antes y con motivo del primer año del fatídico alzamiento armado que inició dicho conflicto.

EI 42 ingresó al partido Comunista llevado más que por su admiración al marxismo, por sus relaciones literarias, especialmente con Gallegos Lara, a quien conoció el 36 durante un viaje a Quito y con quien se había seguido carteando.

El 44 fue Secretario General del comunismo de Esmeraldas que dependía del grupo de trabajo de Guayaquil y Pedro Saad. Durante algunas elecciones había presidido la lista comunista local que nunca ganaba y como le había cansado la pugna que sostenían las urracas liberales contra las canchimalas socialistas, prefirió renunciar a su militancia política aunque conservando sus buenas relaciones en el interior del partido.

El 43 había terminado de escribir “Cuando los guacanes florecían”, novela de la explotación del negro sojuzgado por el concertaje y enmarcada en la épica, audaz y violenta de la revolución de Carlos Concha, pero como no existían imprentas en Esmeraldas guardó los originales en su escritorio. El 45 los envió a Benjamín Camón con la esperanza que fueran editados en la Casa de la Cultura Ecuatoriana porque sus poemas habían sido bien acogidos en los círculos intelectuales y constaban en la revista “Base” de Quito, “Bloque” de Loja, “Marimba” de Esmeraldas, pero nada ocurrió.

El título es muy poético y se relaciona a los meses que van de Septiembre a Diciembre en que esos árboles toman una hermosísima coloración amarillo intenso por sus flores y la caída total de sus hojas. Entonces Esmeraldas era una fiesta de color.

El 49 figuró como miembro de número del Núcleo de Esmeraldas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y editor de la revista “Tierra Verde”. Su poema “Canción del niño negro y del incendio” se había difundido en el país a través del primer recitador negro Eugenio Montes. Fragmento.- // Negro, negro renegrido, / Negro hermano del carbón, / Negro de negros nacido, / Negro ayer, mañana y hoy //

El 50 apareció “El Pelacara”, que es uno de los capítulos de Cuando los Guayacanes Florecían, en “El Nuevo Relato Ecuatoriano” de Benjamín Carrión. Un profesor alemán pidió la debida autorización para traducir la totalidad de la novela a ese idioma. Recién entonces, después de cinco largos años de tenerla durmiendo, los directivos de la CCE con sede en Quito, se decidieron a publicarla venciendo sus escrúpulos, fundamentados en el prejuicio y en el error pues al negro no se le abría las puertas ni siquiera en lo relacionado con las bellas letras pues aún no olvidaban en Quito que dos ejércitos formados enteramente de soldados serranos habían sido exterminados por los machetes y las pestes durante la revolución esmeraldeña de l.913 al 14, también se creía que todo lo concerniente al negrismo era vulgar, imperfecto y no podía ser bello y por lo tanto inaceptable en las bellas letras ecuatorianas, que siempre habían sido escritas por blancos y mestizos tratando tema de blancos, tanto serranos como costeños. En otras palabras, Nelson rompió un esquema estético, que dejaba fuera la producción literaria de las minorías raciales: lo negro y lo indígena.

Desde su aparicíon el éxito fue inmediato y no ha cesado de leerse, se conocen seis ediciones en español más la inglesa de 1987 en Washington que se titula “When the guayacans were in bloom”, traducida por el “Afro Hispanic Instituto”.

Es novela de amenidad y magnífica literatura, dentro de un marco histórico real el lector conoce las aventuras de sus personajes ficticios, siendo al mismo tiempo una obra profunda porque ahonda en el aspecto humano de una gesta política fracasada que envolvió en el drama y la pobreza a toda una provincia ecuatoriana. El relatista no toma partido por los personajes, para colocar su mirada en las verdaderas y más profundas motivaciones de esa gesta social de principios del siglo XX que más que la reivindicación del caudillo Eloy Alfaro propugnó en el fondo la protesta de un conglomerado que había sido permanentemente olvidado por los gobiernos.

“Cuando los guayacanes florecían” revela un conocimiento del alma y forma de pensar del pueblo esmeraldeño, es un contar del riquísimo folklore y al mismo tiempo muestra la belleza de esas comarcas. Por ello figura entre las mejores novelas que se han escrito en el Ecuador.

El carácter generoso de Nelson se traduce en sus personajes. No presume de nada y es más bien de palabra sencilla y fluido desarrollo. Sus figuras están bien concebidas y logradas, unifica el mito con la historia y el fresco humor, y sintetiza magistralmente el valor auténtico de la lucha conchista con imágenes pintorescas llenas de folklore y cuya expresión mas significativa es el anhelo común de conseguir muchas escuelas para los hijos de los pobres. La novela no promete nada al final, a ratos es conmovedora y presenta un gran conocimiento del hombre y del paisaje esmeraldeño. I siendo un libro de juventud, le reveló como el postrer autor del realismo social ecuatoriano de los años treinta, y al mismo tiempo como un escritor logrado en el entero sentido de la palabra, pues Nelson siempre ha sido más novelista que poeta.

Igualmente el 49 formó parte en Esmeraldas del grupo cultural “Hélice”, cuyo órgano de publicidad fue la revista de mismo nombre, que avanzó hasta el número 20. Los otros miembros fueron Edgar García Pérez, Héctor Casierra Perlaza, Maximiliano

Hass, Eugenio Montes, Galo Ortiz Urriola, José Ortiz Urriola y Efraín Andrade.

En 1953 presidió el Comité pro monumento al héroe y mártir Coronel Luís Vargas Torres, que propició el traslado de sus restos a Esmeraldas, ascendió a apoderado de la firma Sucesores de Nery Mojarrango Bueno y se embarcó en el motovelero Cinco de Agosto en calidad de administrador, realizando numerosos viajes a Guayaquil, Borbón y Limones pues aún no se concluía el tramo del carretero asfaltado que debía unir a Esmeraldas con el resto del país y la únicas vías de comunicación posible seguía siendo por mar o por aire.

El 54 editó “Canto negro por la luz” con el subtítulo de poema para negros y blancos tratando de probar que no se puede encasillar a un poeta en razones geográficas o raciales. El 56 viajó a las islas Galápagos, colaboró en el semanario “Tribuna Libre” con la columna “Pañuelo de cinco puntas” y escribió su primer libro de poesía popular titulado “Timarán y Cuabú” que publicó la CCE ese año y ha conocido una segunda edición en 1986. En versos octosílabos hace aflorar mitos, leyendas, temores, esperanzas, afanes y una frontal contradicción entre lo viejo y lo nuevo, sentenciosamente y en contrapunto. Por eso el crítico canadiense Richard L. Jackson llama al personaje Alberto Cuabú “The great new mandinga”.

Nelson ha declarado su asombro ante el hecho que los campesinos de la costa sin ninguna educación hayan podido escribir coplas perfectamente pro silábicas. Por eso ha dicho que ellos escribieron con el lápiz de la voz y la métrica del oído.

El 57 logró integrar un grupo de marimba que ensayaba bajo la dirección de Remberto Escobar los días Martes, Viernes y Sábado y realizaba programa culturales trasmitidos a través de la Radio Iris en los que actuaban niños y jóvenes preparados por el Dr. Sojos Jaramillo, auspiciado por la Casa de la Cultura de Esmeraldas, organizaba seminarios para la preparación del profesorado esmeraldeño.

Por eso días salió de su empleo y se dedicó a escribir la novela “El Paraíso” que salió un año después y a visto otra edición el 85. Allí trató ampliamente sobre el dominio del caciquismo del Comandante Plaza Monzón en su provincia, tragedia de ese pueblo por la violencia del nefasto personaje.

Tangencialmente tocó a otros sujetos secundarios y el periodista Tácito Ortiz Urriola se creyó aludido y hasta le insultó en una Hoja Volante pero nadie le hizo caso y la novela se vendió con una increíble rapidez, aunque tuvo que esconderse algún tiempo para evitar ataques personales, pues sus enemigos contrataron un matón para que lo apalee.

En cambio su amigo Arcelio Ramírez le dedicó el siguiente poema // Nelson lanza su metralla / de sonora dimensión; / es garfio y es corazón / que de la cima atalaya. // Sin usar otra malla / sobre hediondos hervideros / saca sus finos aceros / y la mesnada se aterra / porque sabe que no yerra / en sus disparos certeros. //

El 59 fue designado tesorero Municipal del cantón Eloy Alfaro con capital en la población de Limones. El 60 pasó de profesor de Contabilidad del Colegio 5 de Agosto de Esmeraldas y presidió la Casa de la Cultura. En Noviembre viajó con otros intelectuales y artistas: Jorge Icaza, Oswaldo Guayasamín, Pedro Jorge Vera y Diógenes Paredes por Asia y Europa merced a sendas invitaciones de las Sociedades de Amistad Chino -Latinoamericana y Soviético – Latinoamericana que las repartieron como es costumbre solamente en Quito, pero de regreso no pudo conseguir escala para Cuba. El viaje constituyó una gran experiencia política y fruto de ella fue una serie de veinticinco artículos sobre la China, entonces comunista.

El 61 trabajó de Contador de la Sucursal en Esmeraldas del Banco Nacional de Fomento. Era un hombre honrado al centavo, a veces, cuando alguien se equivocaba en la cuenta. Les devolvía la diferencia. Jamás perjudicaba al prójimo. También presidió el Núcleo de Esmeraldas de la CCE hasta el 64 y fue Jurado en el Concurso Nacional de Poesía del diario “El Universo”, dignidad que volvería a ostentar el 67 y el 74.

El 2 de Marzo del 62, tras su divorcio, a los cincuenta años de edad contrajo segundas nupcias con la Licenciada en Ciencias Biológicas Luz Argentina Chiriboga, a) La China, muy menor a él, ex candidata a reina de belleza en Esmeraldas, a quien conoció casualmente en una calle de Quito. La ceremonia religiosa se celebró en la iglesia del Belén. Nelson era socialista no creyente en ritos religiosos, pero si en una energía universal y cuando tenía necesidad invocaba el espíritu de su madre. Al término de la ceremonia se celebró una reunión familiar en casa de Carmela Chiriboga de Monar, hermana de la novia. La luna de miel fue en Ipiales, fueron felices, tuvieron dos hijos.

Era un personaje ordenado al extremo y muy trabajador. Siempre se le veía con un libro en la mano, y los domingos      acostumbraba sacudir el polvo de las repisas de su biblioteca con un plumero en la mano. Después arreglaba su escritorio, botaba   los papeles del basurero, barría   su santuario. A  las ocho y media de la mañana cerraba la puerta de su estudio, solo se escuchaba el sonido del teclado de la máquina de escribir, no le gustaba que lo interrumpieran.

En Abril del 65 aceptó ser profesor de Contabilidad del Colegio técnico nocturno Esmeraldas. El 66 apareció su novela “El último río”, comenzada el 61 y terminada el 63 en su versión definitiva. Ha visto tres ediciones y trata sobre las aventuras imaginarias de un negro machista llamado José Antonio Pastrana, suma de las personalidades de varios amigos y conocidos suyos fundidos en un sólo personaje, y “símbolo de la agudeza mental y picardía criolla del hombre esmeraldeño, que utilizando su ingenio sale airoso de las situaciones difíciles en un medio que a veces se presenta hostil.”

Entonces ocurrió un hecho anecdótico. El poeta colombiano Armando Torregrosa invitó a Arcelio Ramírez Castrillón a un cordial mano a mano poético, en el que se mencionó a Nelson, quien intervino con unas coplas que tituló “Por haber sido mentado”.

El 66 apareció la traducción al alemán de su poema “Venganza”, en una Antología universal de la poesía negra editada en Munich con el título de “Schwarzer Orpheus”.

Entre el 67 y el 71 terminó dos libros. El primero fue un poemario “Las huellas digitales” y el segundo “Las Tres Carabelas” que apareció el 73 en Portoviejo y se llamó así por contener poesía, relato y teatro con su comedia simbolista “La Otra” en dos actos y en prosa, representada en Esmeraldas) donde, a través del sueño, el personaje femenino Olga se desdobla en un lecho y surgen dos personalidades, una es Olga blanca y la otra es Olga negra.

Stanley Cirus, natural de la Isla de Grenada, crítico y profesor de Literatura de la Universidad de

Harvard en Washington D.C. le visitó en Esmeraldas para preparar una tesis doctoral sobre su obra y de regreso a la capital norteamericana dirigió la traducción al inglés de “El Ultimo río” realizada por Edna Sins.

El 73 editó un texto para los Colegios de Comercio y Administración: “Contabilidad Agropecuaria Práctica”. Su amigo Stanley Cyrus, trasladado a la Universidad de Howart, incluyó su cuento “El Milagro” en la antología de “El cuento negrista sudamericano” y en la Antología lírica en homenaje a Pablo Neruda salió su poema “Un cirio para Pablo” traducido al inglés por Walther Lowenfiels, de Boston.

El 74 editó su novela “Senderos brillantes,” una especie de alegoría con un mensaje anti imperialista, trata sobre una isla imaginaria llamada Calamares, donde discurren las historias del personaje central Juan Mandujano y sus animales de distintas especies, contadas a través del ojo mágico de la literatura novísima latinoamericana. De esta obra se ha dicho que no es una novela sino dos diferentes, que se cuentan al mismo tiempo. Entonces vienen a ser dos modos de ficción incluidos en un solo libro. Ese año se estableció definitivamente en Quito.

El 76 fue mencionado en “The Black image in Latín American Literature” y el 79 en “Black writers in Latín América” por el Dr. Rihard L. Jackson, crítico y profesor de la Universidad de Alburquerque en New México.

EI 77 editó una guía de la vieja Esmeraldas:    “Luces que titilan”,

evocando personajes y lugares que se fueron con la resaca de los años inquietos, desde los más humildes hasta los hombres importantes y concurrió al 1 Congreso de Cultura Negra de las Américas celebrado en Cali, Colombia. El 78 la Academia de Ciencias de la URSS dio a la luz en ruso “Cuando los Guayacanes Florecían” con un tiraje de ciento cincuenta mil ejemplares, asesorándose el traductor con Alba Calderón de Gil y René Maugé, quienes residían esos meses en Moscú y le explicaron el real significado de ciertos términos esmeraldeños.

El 80 asistió al II Congreso de Cultura Negra en Panamá. En ambos eventos se leyó su poema “Canción del niño negro y del incendio” con música del folklorista esmeraldeño Tomás García Pérez, impreso en un long play colombiano. El 78 editó “Las puertas del Verano”, “Toque de Queda”, novela inconclusa que es como una cinta magnetofónica grabada en distintos lugares de una noche con un toque de queda bajo dos dictaduras militares. El libro se cierra con una premonición de la caída del fascismo y fue escrito en forma tal que constituyó una innovación en su manera de narrar, modalidad nueva que disuena con la forma antigua, escrita para un lector contemporáneo que no es el lector pasivo de antaño pues aspira a incluirse emocionalmente en el relato.

El 81 apareció otra novela suya: “Bajo el cielo nublado”, que termina con un desastre en Esmeraldas. En la revista “Afrohispanic Review” de Washington incluyeron dos de sus poemas traducidos al inglés por Moraima Donahue.

El 82 dio a la luz sus ensayos “Viaje alrededor de la poesía negra” con juicios sobre la poética de este color dentro y fuera del continente y “Las dos caras de la palabra” prologado por su amigo el poeta Euler Granda, con prosa crítica (Esmeraldas su política y literatura, y a Orillas de Antonio Preciado) y los poemas “Sinfonía Verde” y “S. M. el miedo” en 63 páginas.

El 83 concurrió al congreso celebrado en Panamá sobre la Cultura Negra de las Américas representando al Ecuador y el poeta Nicomedes Santa Cruz del Perú le obsequió su libro “Décimas y Poemas” (Antología) con la siguiente dedicatoria // Al poeta esmeraldeño / que con verbo ecuatoriano / va cortando mano a mano / golpe a golpe y leño a leño. // A su semblante risueño / a quien / a quien consigo va en paz / como un recuerdo veraz / de tu amigo Nicomedes, / retórnamelo si puedes, / Nelson Estupiñán. //

A lo que fue contestado // Ahí te doy el desempate, / Nicomedes Santa Cruz, / tu que sos cantar de luz, / veraz que allí hay un combate / entre dos sencillos vates / Cuabú y Pedro Timarán, / que vueltos en huracán / versean como yo y tú, / yo en Ecuador, tu en Perú / Tu cófrade Estupiñán. // Por entonces fue invitado por la extensión de Búfalo de la Universidad de New York y por la Universidad de Howard en Washington a dictar varias conferencias. Con tal motivo viajó con su esposa y de regreso comenzó a escribir para “El Comercio” de Quito la columna “Estrella de siete puntas” que mantuvo por varios años con gran éxito.

El 84 salió su poemario “El Póker de la Patria”, canto a las cuatro figuras de la ecuatorianidad: Rumiñahui, Espejo, Montalvo y Alfaro, y a la editorial “Oveja Negra” de Bogotá entregó su novela “El Crepúsculo” incluida con el Número 43 en la “Colección de Literatura ecuatoriana”; mas, como dicha serie se suspendió al llegar al número 41, aún permanece inédita.

El 86 sacó otro poemario “Duelo de Gigantes” con los mismos versos de Pedro Timarán y Alberto Cuabú y El Desempate y sus respectivos vocabularios, dentro de la colección Pambil.

El 87 terminó su novela sobre los indios Cayapas aún inédita “Los canarios pintaron el aire de amarillo”. En 1993 recibió el Premio Nacional de cultura Eugenio Espejo en actividades literarias, máximo galardón que concede el Ecuador a sus escritores. El 94 el Banco Central editó su autobiografía titulada “Este largo camino” en 226 págs. con hechos y sucesos del pasado relatados con gracia y verdad. El 97 algunas instituciones culturales del país presentaron su nombre para el Premio Nobel de literatura.

El 2000 el Consejo Provincial de Esmeraldas le designó Cronista Vitalicio de la ciudad. En Febrero del 2001, para el levantamiento indígena que se tomó las aulas de la Universidad Salesiana de Quito, mostró su solidaridad y fue a visitarles: Entró con paso seguro y dijo: vengo a mostrar mi solidaridad con Uds. En el segundo piso, donde estaban aposentados los indígenas, exclamó: Mi salud está delicada, por eso no puedo quedarme mucho tiempo, pero les traigo un poco de poesía… ojalá les sirva y les aliente. Esto último dijo casi en tono de disculpa, pero con la franqueza y el convencimiento de quien ofrece lo único que tiene y leyó durante más de dos horas hasta que los ojos se le cansaron. Les habló del amor, de la dignidad, de la esperanza, les dio fuerza y alentó a unos hombres y a unas mujeres que lo escucharon conmovidos y se entristecieron cuando se despidió con un abrazo.

Invitado a dictar una conferencia en el estado de Pensilvania, USA. El clima frío de Febrero del 2002, que en el hemisferio norte corresponde al invierno, le hizo daño. Una noche empezó a toser, llevado de urgencia al Hershey Medical Center y atendido por un facultativo oriundo de la isla Martinica, le consumió la fiebre y se le declaró una pulmonía, que se volvió grave.

La mañana del 1 de Marzo, como a las diez, recitó el poema compuesto para su esposa “Silencio Imposible” y lloró.

Pidió que le reciten. Estaban presentes su esposa, el médico y una enfermera.

I plenamente consciente y dueño de sí mismo, falleció sin dolores ni molestias a las siete de la noche, a la avanzada edad de ochenta años. Tenía en mente continuar a Suecia donde vive uno de sus hijos.

Los restos fueron trasladados a Esmeraldas y su pueblo le tributó honras multitudinarias. Recibió sepultura en el Cementerio General.

Su estatura elevada, contextura delgada, faz morena, calvicie pronunciada, ojos negros y alegres. Activo, afable, servicial. En confianza juguetón, animoso y dicharachero. Con sus amigos y conocidos hasta burlón y por eso gozaba fama de bromista, pues muchas veces les había hecho inteligentes pasadas.

Su conducta cívica intachable le enfrentó al caciquismo en su provincia. Sus obras le recomiendan y sitúan entre los mayores novelistas del país desde la década de los años treinta del realismo social hasta el boom literario del realismo mágico, cuya técnica conocía y había tentado exitosamente. Por eso le han dicho diablo burlón, porque sabe el arte de combinar historias y armar desenlaces inesperados y fuera de lo común.

Su pensamiento de izquierda y una visión realista del negro ha despertado el interés de la crítica internacional hacia sus libros, especialmente en las Universidades de los Estados Unidos, donde la segregación aún persiste soterradamente.

Existen varias tesis doctorales que tratan sobre Nelson Estupiñán y su literatura, tan apreciada en el exterior como en su Patria, por haber mantenido la identidad negra a través de todas sus obras y porque ha defendido el alma negra y mulata en un país donde todavía existe una solapada discriminación racial.

En lo formal, sus libros se deslizan “a través de la sencillez y la sinceridad que le son características, con humor sagaz y liviano y visión acertada y penetrante de la realidad. Un vasto conocimiento de la flora y de la fauna esmeraldeñas y de muchos términos vernáculos, constituyen una contribución al enriquecimiento del habla ecuatoriana”.

En materia religiosa profesaba una filosofía teísta pues sin negar a Dios creía que era una energía diseminada por todo el firmamento y no la figura que las religiones han popularizado, pero siendo una persona educada y nada fanática, jamás discutía sobre asuntos religiosos, pensando que cada quien estaba en su derecho a creer lo que a bien tuviere.