ESTRELLA MOYA ULISES

CINEASTA.- Nació el 4 de Julio de 1939 en la maternidad de San Marcos en Quito. Hijo legítimo de Nicolás Estrella Maldonado, nacido en Tabacundo, eterno Inspector de Estancos de los velasquismos y de Laura Moya Sánchez, natural de Latacunga, profesora y Directora de la escuela fiscal Juan León Mera de Quito.

De familia pequeña solo tuvo una hermana menor, era un niño introvertido, vivían probremente, en cuartos que alquilaban en el Centro Histórico de Quito y aunque desde siempre tuvo inclinaciones por la poesía, recién a los siete años, al leer la Odisea y conocer las aventuras de su tocayo Ulises, se le fijó definitivamente su vocación, que aumentaría en la escuela municipal Espejo donde estudió la primaria.

A los diez años estuvo varios días de muerte a causa de una fiebre tifoidea y cuando mejoró, su madre decidió enviarlo de vacaciones a Latacunga, a casa de sus tíos César y Carmela Moya Sánchez, donde también vivían sus primitas los Yerovi Moya, con quienes siempre se había llevado muy bien.

El 5 de Agosto de 1949 ocurrió el terremoto que asoló esa región y Ulises vio cómo se abría la tierra, saliendo a tiempo de la casa que se fue al suelo. Vivieron varios episodios de terror, sin casa ni abrigo, hasta que construyeron al apuro una choza para guarecerse en los días siguientes.

De regreso a Quito siguió siendo un mal estudiante por soñador y triste y porque jamás le agradaron los textos. Durante el quinto grado escribió su primera poesía que dedicó a una rosa, el profesor se la llevó a su casa y el trabajo se perdió definitivamente, pero después de algunos años Estrella volvió sobre el tema y la rehizo, en otra versión distinta aunque de igual sensibilidad.

En 1952 inició la secundaria en el colegio Montúfar, decidió no ser tímido ni inhibido y se hizo subversivo. En el tercer curso tuvo un incidente con un inspector de apellido Naranjo y  huyó a Colombia, posiblemente influido por la lectura del Ulises de Joyce, que por su complejidad le demoró dos meses seguidos leerlo de cabo a rabo. En su viaje solo pudo llegar hasta Ibarra donde por falta de dinero tuvo que pasar la noche de Navidad del 54 en el parque central de esa población.

A su regreso se cambió al Mejía, justo a tiempo para la famosa huelga del 55 decretada por la muerte del estudiante Isidro Guerrero. La violencia creció en intensidad y en sangrientos sucesos hasta que volvió la calma con la renuncia del Ministro de Educación Adolfo Jurado González. En tales circunstancias tuvo que retornar al Montúfar y al encontrar nuevamente al Inspector Naranjo se suscitaron más problemas. Finalmente su madre cortó el asunto por lo sano enviándolo interno al Vicente León de Latacunga y concluyó el Cuarto Curso.

El 56 estaba otra vez en Quito, entró al Colegio La Salle donde tuvo por maestro al hermano Cornelio de Jesús, profesor comprensivo que a través de una Academia Literaria le encauzó hacia la crítica, la poesía, el relato. Mientras tanto trabajaba por las tardes de profesor de un niño con retardo mental, a quien enseñó a leer y a escribir utilizando una gran paciencia por quinientos sucres mensuales de sueldo; pero el niño sufrió un fortísimo ataque y falleció, ocasionándole un grave complejo de culpa. Entonces prefirió dedicarse a niños y jóvenes sin problemas y comenzó a dictar clases nocturnas de literatura en el quinto curso del Colegio García Moreno y en el Eloy Alfaro de Filosofía en el sexto, ganando un promedio de tres cientos cincuenta sucres en cada uno.

En 1959 se graduó de Bachiller y fiel a la extravagancia de sus concepciones decidió estudiar en tres Facultades distintas de la Universidad Central y por supuesto en ninguna culmino las carreras. En Derecho solo aprobó el Primer Curso, en Psicología el segundo y en Filosofía el tercero, además trabajaba de bibliotecario en la Embajada argentina por S/. 500 mensuales.

En Noviembre de 1960 fundó en Quito, principalmente con su amigo Fernando Tinajero, el movimiento de los Tzántzicos o reducidores de cabezas, nombre tomado de los indios Jíbaros que aún acostumbraban realizar esas prácticas ceremoniales. Los Tzántzicos eran un movimiento cultural de vanguardia que innegablemente tenían raíces políticas en la revolución cubana del 1 de Enero de 1959.

Se iniciaron en una reunión celebrada en casa de Elizabeth Rumazo, pintora que firmaba sus cuadros como Eliza Aliz por estar casada con el también pintor cubano René Aliz, quienes acababan de regresar de Colombia conociendo las experiencias de los grupos nadaistas. Por entonces también vivía en el país el poeta argentino Leandro Katz que luego se trasladó a New York a hacer cine. El grupo se estructuró inicialmente con Estrella que fue la acción, con Tinajero que fue el mentalizador y con Carlos Benavides Vega a) Álvaro San Félix, Simón Corral, Antonio Ordóñez, Marco Muñoz y otros jóvenes intelectuales. Todos se sentían inflamados por los postulados de la revolución cubana y eran existencialistas sartreanos. Quisieron hacer teatro, diseñaron un manifiesto publicado en el primer número de la revista “Pucuna” – órgano del movimiento – que se editó en Abril del 61 en la Casa de la Cultura, con tapas negras, en cuyo mes se produjo la primera manifestación cultural del grupo, con un recital titulado” Cuatro Gritos en la oscuridad,” que causó sorpresa y suma indignación a los intelectuales consagrados.

“Los jóvenes tzántzicos eran poetas o escritores que renegaban de la tradición literaria y sus imágenes sagradas y cuestionaban la irresolución de los partidos políticos de izquierda”. Según Marco Antonio Rodríguez, que ha estudiado ese momento, sus recitales eran piñatas donde estallaban banderitas tricolores que iban a las manos de los concurrentes con el lema de “Esta es su Patria, cómansela, si quieren” o se resolvían en fragmentos de papel periódico que contenían versos escritos a mano. Esta iracundia espectacular que les animaba al comienzo, cedió paso con el tiempo al riguroso trabajo de creación y al debate profundo, articulado siempre en el compromiso de la libertad. Una triple influencia se ha advertido en la formación del tzantzismo. Primero: el clima de insurgencia generado por la revolución cubana. Segundo: la febril lectura de los filósofos existencialistas franceses y Tercero: el impacto seductor de los movimientos iconoclastas argentinos. El movimiento Tzántzico creció y convertido en punto de partida de una concepción transformadora de nuestra problemática cultural, se hizo grande a lo largo del país, en los diferentes Frentes de Cultura que se formarían más tarde, durante los aciagos años de la dictadura de la Junta Militar de Gobierno (1963-66)

Sus miembros acostumbraban reunirse los viernes desde 1961, por las tardes, en el Café Aguila de Oro, que bautizaron Café 77, propiedad de un mecánico dental de apellido Arellano. Cafetucho sin pretensiones ubicado al lado de la Facultad de Filosofía de la Universidad Central y a una cuadra del Palacio de Gobierno. Allí se conversaba y discutía de todo un poco sin abusar jamás de las bebidas alcohólicas. A los Tzantzicos se les conocía por sus largas y despeinadas barbas, hirsutas en la mayor parte de los casos, que ellos cuidaban como a las niñas de sus ojos por ser el elemento que les servía de diferenciación de los demás, y por simbolizar la insurgencia fidelista. También gustaban llevar largo el cabello y no faltaban los mis audaces que hasta se bañaban poco, simplemente en actitud snob, que no por sucios o por otra cosa. Entonces se puso de moda en Quito andar vestido de jeans y las curiosas estampidas de actitudes irreverentes que lograban impactar. Por todo ello se ha llegado a opinar que el ensayo esclarecedor que apunta a la siembra del hombre nuevo y está en auge en nuestros días, le debe mucho al tzantzismo.

Ulises desde los Consejos de Redacción de las revistas “Pucuna”, “Indoamérica” y “La Bufanda del Sol”, con su terca militancia política comprometida con una izquierda antidogmática y a través de su recia personalidad de líder, se convirtió en un formidable suscitador, complejo y sensible, fanático de la honestidad y el esfuerzo creador y constante, perpetuo fustigador de postizajes y superficialismos, cáustico con los obstáculos que se anteponían a la nueva sociedad que avisoraba con empeño, crítico inflexible con todos y consigo mismo. Fue, pues, el ideal del joven rebelde, revolucionario y cosmopolita, que solamente paraba en Quito algunos meses para reponer fuerzas y emprender nuevos viajes. Así fue como conoció entre 1963 y 1966 muchos países latinoamericanos y hasta hermanó con su gente. Sus arribos eran esperados con curiosidad porque solo él sabía contar los problemas y novedades de esos pueblos. Su presencia, buscada y querida por muchos, siempre constituía la gran novedad en el quieto y apacible Quito de la dictadura militar de 1963 al 66, gobierno que se singularizó por un macartismo absurdo, injusto y febril y por la falta total de imaginación para resolver nuestro dilema socio-económico y al final cayó la Junta en forma por demás canallesca y tras violar los predios universitarios, todo ello en el más anodino de los ambientes y dentro del chato sistema que se propusieron terminar y que terminó por comérselos con charreteras, por eso se dijo que en esos tediosos años, el marasmo estaba presente en todos los ámbitos de la vida, sin olvidar que los militares – en su euforia anti izquierdista – habían pisoteado los derechos humanos de los más importantes intelectuales del país En 1962 publicó en la imprenta universitaria, a medias con Alejandro Katz, un primer poemario titulado “Clamor” anunciando el nacimiento del Grupo Tzánzico.

A principios del 63 se unió a Regina Katz y viajaron juntos a Panamá, siguieron a San José de Costa Rica donde Ulises dictó un curso de tres meses de Poesía a los niños del Conservatorio de Castella. Finalmente pasaron a Nicaragua, Honduras y Guatemala para terminar en México, porque Regina se instaló, ya que desde Buenos Aires tenía una beca para estudiar danza en el Instituto Nacional de Bellas Artes de la nación azteca.

Allí Ulises escribió para la revista de poesía “El Corno emplumado” que editaba Sergio Mondragón y Margareth Randall y para los diarios “Ovaciones” y “Excelsior” haciendo de crítico literario.

Ulises y Regina siguieron hacia el norte y a finales de Noviembre arribaron a New York, Regina se empleó de profesora de danza para niños, mientras Ulises pintaba paredes en Manhattan. Les cogió el invierno como es de suponer y pasaron momentos muy duros; sobre todo él, que tenía que trabajar al aire libre, pero nada les importó. Ulises no podía volver al Ecuador por la dictadura recién instaurada.

En las horas de descanso aprovechaba para ver la mayor parte de las obras maestras del cine de los directores del neo realismo italiano (Fellini, Visconti, Antonioni, etc.) Así fue como le nació su interés por el llamado Séptimo Arte. Durante nueve meses vivieron en New York pero finalmente Ulises se cansó y regresó a Colombia, donde sobrevivió ofreciendo recitales, estuvo entre los jóvenes poetas nadaistas que dirigía Gonzalo Arango y que por entonces estaban divididos entre Nihilistas, Iracundos y Emprendedores, hasta que decidió volver a Quito a mediados de 1964.

Nuevamente entre nosotros se reintegró al tzantzismo que lo acogió con innegables muestras de júbilo. Había vuelto el genial fundador del movimiento con miras un poco más concretas, nació el Cine Club Cultural y dirigió su primer debate cinematográfico en el teatro Granada, sobre el famoso film “Ocho y Medio” de Fellini.

I cuando todos esperaban que se quedara tranquilo, a fines del 65 emprendió viaje al sur; primero estuvo una semana en Trujillo, después paseó por Lima y finalmente vivió dos meses en el Cusco entre poetas y pintores, dictando recitales y conferencias. El 66 llegó a Buenos Aires y durante seis meses estudió el Cine de Arte – Ensayo, vio muchas películas de los afamados directores Bergman de Suecia y Kurosahua del Japón, asistió a conferencias, tomó notas, participó en Cine Clubs interesándose en la forma que funcionaban y hasta se unió nuevamente a la romántica Regina, que había vuelto a su patria.

En Noviembre regresó con ella a Quito, colaboró en la Asociación de Escritores y Artistas Jóvenes del Ecuador fundada en el Congreso de Azogues, Cañar, de 1964 y que en su momento llegó a reunir cerca de doscientos intelectuales del país. Su primer Presidente fue Agustín Cueva (1964­65) le reemplazó Femando Tinajero (1965-66) luego Ulises Estrella (1967­68) año en que se disolvieron en el Congreso de Quito.

El 66 editó en Quito su primer poemario bajo el título de “Ombligo del mundo” en 60 págs. que al decir de Hernán Rodríguez Castelo es el primer libro de poesía de alguna consideración surgido del Grupo Tzánzico. Con discurso libre y más bien amplio, apenas rítmico, con técnica entre impresionista y superrealista, se tienta en él, con un nuevo espíritu que se traduce en nuevo tono, un recuento de vivencias personales intimistas y sociales que es denuncia social, irónica y amarga. I una de las claves poéticas es la tensión objetivo – subjetiva. Paso importante desde la poesía fogosamente cartelista del primer momento tzánzico hacia la búsqueda de lenguajes que realizasen los propósitos del movimiento en formas poéticas válidas. El libro tiende al manifiesto efectivista, al discurso arrebatado que algunas veces fractura la validez estética, poesía de aplomado lirismo que se comunica intensamente con el conflicto social” Fragmento.- // Los vecinos se quedaron sin ver la ciudad capital por un paro de transporte / los Indios se quedaron sin agua para sus chozas por bajar a pedir pan / a los señores honorables / los maestros de escuela no van al Ministerio porque no tienen camisas honestas / los alumnos descalzos y el pintor de brocha gorda jamás entrarán al reino de la Compañía de Jesús //.

Entre el 67 y 70 fue Director fundador del Cine Club Universitario con tres mil sucres de sueldo y habiéndose inaugurado la Escuela de Teatro de la Casa de la Cultura bajo la dirección del Dr. Ricardo Descalzi del Castillo, fue nombrado Profesor de Literatura con mil quinientos sucres mensuales e impulsó el Centro de Arte Favio Paccioni en la Universidad Central.

En 1967 representó al Ecuador en el Congreso Internacional de poetas celebrado en Varadero, cerca de La Habana, denominado “Encuentro con Rubén Darío” y sacó un ensayo titulado “Reflexiones de fin de siglo”.

Mas, estaba visto que no eran tiempos de paz sino de guerra y que la estabilidad a la que había entrado su vida no iba a ser larga; pues, a causa de una terrible sequía de siete años de duración en la sierra sur del país, se produjo una situación de apremio y conflicto en la provincia de Loja, que estalló sangrienta el 68 entre los grupos campesinos de la región de Calvas, pacificados a bala limpia por la policía, con el saldo de muertos y heridos que es de suponer y mientras la opinión pública se volcaba en favor de los débiles y desposeídos y Jaime Galarza Zavala escribía su terrible libro titulado “Campesinos de Loja y de Zamora”, el presidente de la República Otto Arosemena Gómez, ignoraba la magnitud de esa tragedia posiblemente porque ni siquiera la conocía en su real magnitud y en gesto inoportuno entregaba una ayuda de tres millones de sucres a la Casa de la Cultura.

Días después aparecía en la prensa del país el agradecimiento de la institución dirigida por Manuel Benjamín Carrión y Oswaldo Guayasamín, lo cual colmó los ánimos de los miembros, que desertaron masivamente. Fueron más de cuarenta jóvenes intelectuales, Ulises estuvo entre los primeros y a raíz de esta renuncia colectiva de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, los del Frente Cultural se denominaron “Los Parricidas” porque estaban asqueados de tanto figurón cultural, que contentos con la restauración en la CCE no ambicionaban ningún otro cambio para dicha institución. La acción se consolidó entonces en cuatro amplios frentes de lucha cultural, a saber. 1) Literatura – Los Tzántzicos continuaron produciendo cuentos, novelas, arte. 2) Pintura – Los “Van” Gilberto Almeida, Hugo Cifuentes, Guillermo Muriel, Luis Molinari, Oswaldo Moreno, León Ricaurte, Enrique Tábara y Aníbal Villacís, artistas que iniciaban algunas corrientes, las mas poderosas de la renovación plástica contemporánea, e hicieron una exposición paralela con el nombre de Anti Bienal, que sin duda revistió mayor importancia que el Certamen oficial de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que no volvió a realizar. 3) Sociología – Agustín Cueva comenzó a trabajar sus ensayos y otros le han seguido y 4) Teatro – Se formaron dos grupos: a) Teatro Obrero con actores obreros y b) Teatro Politécnico con estudiantes de esa Escuela y entre ellos descolló Camilo Luzuriaga.- El Frente funcionó mas o menos unido hasta 1979, entonces cada quien tomó su camino, pues la pugna entre Comunistas moscovistas o Cabezones y Comunistas chinos o Maoistas terminó por destruirlos.

El 68 fue invitado por Jeany Totty y representó al Ecuador en el Festival del Nuevo Cine celebrado en Marzo en Pésaro. Recorrió Italia, Inglaterra, Francia, Suiza y España. En Mayo intervino en la revuelta de los estudiantes de la. Sorbona, que capitaneados por Daniel Khon Bendit, a) Danny el Rojo, provocaron la renuncia del gabinete francés y el retiro definitivo del General Charles de Gaulle y de los viejos. A su regreso editó el libro de cuentos titulado “Tiempos antes del furor” en 56 páginas.

El 69 nació en Quito su hija única Isadora Estrella Katz. Entre el 69 y el 70 dictó en La Habana un curso de Historia del Arte y otro de Estética para los alumnos de la Escuela Nacional de Arte de Cuba.

Ese año dio a la luz “Apenas este mundo” con teatro dialéctico, popular, político, muy a lo Bertold Brecht, el genial dramaturgo alemán autor del Pequeño Organom, obra que tanta influencia ha ejercido en el teatro occidental del siglo XX.

Entre el 71 y el 79 fundó el Departamento de Cine de la Universidad Central con seis mil sucres de sueldo al comienzo y nueve mil al final, dedicado a la Cinemateca Nacional y a la Producción Cinematográfica y dirigió los grupos de teatro “Obrero” y “Politécnica”, poniendo en escena “La Excepción y la Regla” de Brecht con el primero y “S más S igual 41”, creación colectiva, con el segundo; también dictó las cátedras de Periodismo Cinematográfico y Teoría de la Imagen en la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Central.

El 74 representó al Ecuador en el Encuentro Latinoamericano de Cineastas celebrado en Caracas, al siguiente año editó “Convulsionario”, poemario “con interiorizaciones (hora de reordenamiento interiores) cuyo significante es una forma clara, exacta y de penetración en otras aguas, donde para iluminaciones casi extrañas se buscan símbolos de apariencia transparente y trasfondo casi hermético. I en medio de toda esa sutil complejidad se afirma lo sustantivo: el monte, la casa, el padre.

Entre el 74 y el 84 dirigió el periódico “Prensa Obrera” de la Federación de Trabajadores del Pichincha. El 75 fue electo Vicepresidente de la Federación de Empleados y Trabajadores de la Universidad Central y Secretario Permanente de la Federación Nacional de Empleados y Trabajadores del Ecuador CTE.

El 76 realizó la película “Fuera de Aquí” en blanco y negro con el grupo Kamán de Bolivia que dirigía Jorge Sanginés. Dicho producción circuló por el mundo y obtuvo un Premio en el Festival Tashken, de la República de Uzbekistán en la Unión Soviética.

El 79 representó al Ecuador en el I Festival de Cine latinoamericano de la Habana. A su regreso los comunistas de la línea de Pekín se tomaron el Cine de Arte Universitario a mano armada y el Rector Camilo Mena opinó, que como no rendía económicamente, no valía la pena defenderlo, confundiendo arte y cultura con negocio. Entonces Estrella fundó el Cine Club Ciudad de Quito.

Desde 1980 vivía unido a la Directora cinematográfica Mónica Vásquez Baquero. Ese año sacó su tercer poemario bajo el título de “Aguja que rompe el tiempo” , conocido parcialmente en La Novísima poesía latinoamericana de Jorge Boccanera, con versos cortísimos, de pocas palabras, sintaxis elemental, léxico ordinario, como camino para buscar la exacta inserción en el mundo y el exacto conocimiento de sí mismo, en síntesis, un gran examen de conciencia existancial y volvió a formar parte de la Casa de la Cultura llevado por su Presidente Edmundo Rivadeneira y fundó la Sección Cine que no existía.

En la Casa de la Cultura las prioridades de difusión, investigación y archivo estaban en la Literatura, las Ciencias y las Artes Plásticas. La presencia de la imagen fija y en movimiento, pese a ocupar un espacio en la comunicación ecuatoriana desde comienzos de siglo, no tenía valoración y constituía un dato alarmante que el Cine no figurara en ningún libro de Historia de la Cultura Ecuatoriana ni de Historia General del país.

El 80 también produjo un documental a color titulado “Cartas al Ecuador” basado en el libro homónimo de Benjamín Camón – que había tomado el título de las famosas Cartas de Vicente Rocafuerte escritas en Lima entre 1843 y 45 – y publicó el poemario “Aguja que rompe el tiempo” prolongando el mismo espíritu de su “Convulsionario”, pues la tendencia general la dicen los versos // Buscó la palabra / sin ornamentos // H.R.C. ha indicado que usa una forma muy simple (verso cortísimo, sintaxis elemental, léxico ordinario) como camino para buscar la exacta inserción en el mundo y el exacto conocimiento de sí mismo // La idea que yo tenía / de mí mismo / cayó en redondo // y del hombre, pero el requerimiento de la acción pone en desbandada las piezas de este gran examen de conciencia existencial.

I lo social y lo histórico, dentro de este clima de simplicidad sustantiva/ logran una pieza simbólica tan bella como la que comienza // vinieron a sacar un grano. //

El 82 logró cristalizar uno de los proyectos de mayor éxito en su vida, la fundación de la Cinemateca de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, trabajando al principio por contrato con S/. 10.000 mensuales de sueldo, suma insignificante para la magnitud del proyecto, pues debía cubrir las múltiples demandas que respecto a la imagen en movimiento se presentan, como consecuencia del auge de los medios de comunicación, en especial la Televisión, que determinan cambios ineludibles en la percepción de mensajes y en el comportamiento cotidiano; ante los cuales, las formas educativas convencionales que privilegian la palabra, resultan significantes. Estrella comprendió la importancia de su tarea y por eso la Cinemateca Nacional trabajó en tres áreas simultáneas: 1) Archivo, 2) Difusión y 3) Educación.

En la Cinemateca había iniciado el Taller de Investigaciones de la Comunicación para analizar los cambios en el comportamiento de los niños bajo la influencia de los mensajes comerciales del cine y la televisión. Se documentó la Historia del Cine en el Ecuador a través del Centro de Investigación y Documentación del Cine ecuatoriano. En colaboración con la UNESCO inició la ejecución del proyecto Rescate y Salvaguardia de las imágenes en movimiento nacionales. Entre el material recuperado existen noventa y cinco películas ecuatorianas con un total de cuarenta y dos horas y veinte minutos de filmación en formato de 9,5 mm. Transferido 35 mm. gracias a la colaboración de la Cinemateca Brasileña, para evitar su destrucción a corto plazo. Son documentales, en su mayor parte, el resto de películas de ficción. Unas cuantas realizadas entre 1929 y 1959 y la casi totalidad desde 1960 en adelante. Además existen ciento quince títulos de Video y ciento setenta y una carpetas con documentación conteniendo afiches, recortes, fotografías, etc. De películas y videos de patrimonio. En el campo de la divulgación hasta 1995 ha realizado 49 festivales. 58 muestras, 61 ciclos. 35 estrenos, 20 seminarios y 2 encuentros casi exclusivamente en Quito pues aún no puede, por falta de medios económicos, trabajar a escala nacional. Datos tomados del folleto C. N. de la Cinemateca Nacional.

El 83 dio a la publicidad el poemario “Fuera del Juego” en 74 páginas que obtuvo el Premio Jorge Carrera Andrade de la Municipalidad de Quito consistente en S/. 50.000.

El 84 editó “Sesenta Poemas” en 138 páginas, recopilación de sus libros anteriores y renunció a su cátedra en la Universidad Central donde percibía S/. 26.000 para quedarse en la Cinemateca con un sueldo inferior.

El 86 salió su poemario “Interiores” en 71 páginas donde continúa las revelaciones de su propio ser. De allí en adelante ha asesorado a los realizadores de las películas “Dioses de Fuego” de Gerardo Samo, Director brasileño que trató el tema de la Teología de la Liberación en Latinoamérica y donde constan las últimas tomas de Monseñor Leónidas Proaño, fallecido poco después, “El Tren al Cielo” de Torny Andemberg filmada en Guayaquil en 1989 y el documental a colores sobre el oriente ecuatoriano: “El espíritu del Jaguar” de la productora suiza Lisa Fesler.

Desde Septiembre dirigía el programa de Televisión “Festival del Cine Latinoamericano” en ORTEL, Canal 5, Quito.

Enseguida escribió el guión de un documental sobre el Ecuador para el programa “La otra mirada” de la Televisión española que dirigía José Renovales y publicó el poemario “Cuando el sol se mira de frente” en 98 páginas, con vistazos simples y poéticos sobre los rincones más famosos de Quito y alusiones a algunos de sus personajes anecdóticos del pasado. Libro de remembranzas líricas. También concurrió a Brasilia y a Sao Paulo a dictar Seminarios sobre Educación por el Arte. El 90 fue electo Presidente de la Asociación de Empleados y Trabajadores de la Casa de la Cultura y comenzó a escribir sobre crítica cinematográfica en el diario Hoy.

En la nueva década se dedicó con gran aliento poético a describir a Quito, sus calles, plazas, edificios, cerros y hasta a su gente en numerosos libros y folletos que él denominaba “mi Quitología” que dicen muy alto de su amor por su ciudad.

En esta laya es del 95 es su novela “Fábula del soplador y la bella”, del 99 “Quilago la mujer solar,” y “Antagonistas” relacionadas con el pasado de Quito, ciudad a la que amó, cantó y hasta logró recuperar en buena parte cantando a sus sitios más modestos, a sus héroes más pequeños y por ende casi olvidados.

El 2005 editó “Los años de la fiebre” sobre la década de 1960 y la revolución cultural que se produjo en el país. El 2011 emprendió un proyecto educativo con el fin de enseñar a los niños a conocer la ciudad más allá de lo evidente, sus calles, sus monumentos, sus historias ancestrales. En síntesis, una cátedra informal que hace una vinculación entre la historia, la leyenda, el mito, y el arte con la realidad actual para que a más de lo que aprende diariamente en clase, pueda tener acceso a la realidad actual sin olvidar su pasado, sus historias.

El 2012 y a causa de las injustas e imprudentes declaraciones de Raúl Pérez Torres, lanzadas pocos días antes de posesionarse en la presidencia de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, quien declaró que deseaba “reverdecer” a la Cinemateca Nacional de la Casa de la

Cultura que se hallaba estancada en los años sesenta, Ulises se vio obligado a presentar su renuncia irrevocable tras varias décadas al frente de esa institución.

En nuestro medio cultural es común que al escalar posiciones administrativas la nueva autoridad decida barrer con todo lo que existe al paso, en homenaje a las novedades que se tienen planificadas y que en muchas ocasiones constituyen verdaderos batiburrillos de tonterías. Ulises, al momento del frontal ataque era la primera autoridad nacional en materia de conservación del material cinematográfico ecuatoriano y debió ser respetado.

Mas, su dedicación a la producción cinematográfica le siguió manteniendo ocupado en el Comité de Cineastas de América Latina y a trabajar en el método Interestético, que consiste en hacer música, danza y escultura sobre la base y reflexión de sus poemas de Quito, sus calles y personajes olvidados.

En relativa pobreza y quizá hasta en abandono pues estaba solo, meses más tarde, en el 2013 sufrió dos infartos, se le agudizó la diabetes y así, entre varias molestias y declinaciones llegó el sábado 27 de Diciembre del 2014 cuando a las siete de la mañana fue encontrado muerto a causa de un tercer infarto. Fue un espíritu elevado, un trabajador activo y un ser desencantado.

Su mayor entrega al país fue la articulación de la primera política pública de preservación de nuestra memoria audiovisual lo cual debió serle reconocido. Estatura baja, corpulento, ojos negros, pelo escaso y negro, amplia la frente y su barba descuidada de antiguo Tzántzico; había diversificado su actividad inicial de poeta indócil y rebelde con una muy meritoria labor en pro de la Cinemateca Nacional.

Sencillo en su trato, bastante tímido, no bebía ni fumaba, pero de introspecciones y de honda penetración psicológica en la poesía y el cine se sentía en lo suyo, pues sabía que era su camino y estaba haciendo un gran bien al país. Jorge Boccanera en su “Novísima poesía Latinoamericana” le publicó en 40 páginas su poemario “Aguja que rompe el tiempo” donde dice.

// Cómo / agarrar el mundo / con las dos manos / si la premura / desgarra / y estando separados y juntos / las manos nos delatan / ante nosotros mismos. / Comamos pues, / maíz / ahora, / y retrocedamos el tiempo. // //Toda timidez / es voluntad quebrada. //

// En / un abrir y cerrar de ojos / transcurrimos. // Los cuerpos conocidos / envejecen. // Las ideas / desconocidas / afloran. // Asidos / a la tierra / quedamos, apenas entre abiertos. //

No fue un intelectual inactivo, por el contrario, siempre escribiendo y pensando hasta el último día de su vida, supo mantener muy en alto sus ideales por un mundo más justo y mejor. Los restos mortales de mi amigo, aunque nos veíamos poco a causa de la distancia, pero cuantas veces nos encontrábamos era como si no hubiera transcurrido el tiempo, recibieron velación en la funeraria El Girón.

I como en el Ecuador todo puede suceder resulta que Raúl, a poco del fallecimiento de Ulises, quizá como mea culpa publicó en los diarios del país un artículo muy laudatorio a su memoria, que comienza así: Fue el maestro de nuestra generación. De él bebimos las primeras ráfagas de rebeldía, etc. etc. frases que estuvieron demás pues si en vida le botó del puestecito que ocupaba, no cabía que muerto le queme incienso. Para el que quiera leer este tardío vaso lacrimorum puede revisar la Pág. 29 del No. 170 de la revista Cartón Piedra, El Telégrafo, domingo 18 de Enero del 2015.

I para comprender mejor el ambiente que vivíamos en Ecuador en los años 1.960 y siguientes copio  continuación: Las nuevas corrientes políticas ingresaban al país. La revolución cubana del 59, la teología de la Liberación, los grupos contestatarios de Colombia y Alianza para el Progreso desde el 63. La Dictadura Militar clausuró entre el 63 y el 64 la Universidad Laica de Guayaquil y la Libre del Ecuador de Quito. Igualmente reorganizó las Universidades de Guayaquil, Quito, Cuenca y Loja, se dispuso la prisión de los rectores y la cesantía de más de cuatrocientos catedráticos. La Casa de la Cultura fue secuestrada a través de algunos miembros, intelectuales obsecuentes, que se prestaron al juego con tal de figurar. Los Tzantzicos reemplazaron las aulas por un café situado en la casa que había sido de Marieta de Veintemilla y a través de la crítica a la dictadura se fue definiendo una nueva forma de hacer política, a medias entre los literario y lo especulativo. Al poco tiempo el Café fue clausurado y sus habitúes perseguidos, pero se reunificaron en la Asociación de Escritores y Artistas

Jóvenes del Ecuador. La disparidad ideológica fue provisionalmente superada por el interés común, pero de todas maneras se impuso la ideología de la izquierda. Reabierta la Universidad Central a finales del 64 con profesores que se encargaron de poner en práctica un proyecto modernizante calcado del patrón universitario norteamericano, fue nuevamente asaltada el 25 de Marzo del 66 tras el incendio de un camión militar del Instituto Geográfico, que contenía material de propiedad de la Embajada de los Estados Unidos. El día 29, ante la presión del país, la Junta Militar entregó el gobierno y sus miembros pasaron a la ignominia. Clemente Yerovi como dictador civil permitió que volviera un clima de tranquilidad al país. En Junio siguiente, los miembros contestatarios de la Casa de la Cultura decidieron lograr su reorganización para lo cual se tomaron las instalaciones el 25 de Agosto en todo el país. El gobierno aceptó formar una comisión mixta que elabore una nueva ley para la institución (por los tradicionales Juan Isaac Lovato, Rafael Euclides Silva, Rubén Orellana S. J. y por los nuevos Oswaldo Guayasamín, Hernán Rodríguez Castelo, José Martínez Queirolo, Rafael Díaz Icaza, Fernando Tinajero) a consecuencia de esta reorganización volvió Benjamín Carrión a ocupar la presidencia aunque a los pocos meses un grupo de intelectuales autodenominados “Parricidas” lo depuso igual que a Guayasamín, quien ocupaba la vicepresidencia. El primero con un espíritu lleno de singular grandeza se retiró a México, el segundo rumió su despecho y afiló sus armas para vengarse de los perversos “Parricidas” autores de su ingrato despido.