ESTRADA RUIZ JENNY

HISTORIADORA.- Nació en Guayaquil a las diez de la noche del 2l de Junio de 1940 en un departamento que alquilaban sus padres en la casa Calero frente al Correo y en el bautizo recibió los nombres de Jenny Maria Ignacia. Su padre el Dr. Miguel Estrada Valle era un hombre muy apuesto, inteligente y sociable, de profesión abogado civilista, aunque también trabajaba en la agricultura y fue dueño de la hacienda San Miguel de Vainillo comprada a la Standard Fruit Co. que dedicó al cultivo del banano, desde 1945 tuvo casa propia en Chile y Vacas Galindo con patio y huerto. Fue Concejal y Vicepresidente de la Comuna guayaquileña en 1965 durante la alcaldía del Dr. Jorge Hurel Cepeda. Su cónyuge Olga Ruiz Robles había nacida en Cali, era de familias dauleñas, fue una gran artista del canto y actuó hasta 1947 en numerosas óperas como primera Soprano del Conjunto Lírico del ilustre y recordado maestro Angelo Negri.

La mayor de cuatro hijos tuvo una niñez feliz entre el campo y la ciudad pues sus abuelos paternos – Leonidas Estrada Larrea y Luz Maria Valle Pérez – eran propietarios de Isla Silva y Gelí en el golfo de Guayaquil. Durante las vacaciones invernales iban a una de las casas de madera que habían sido construidas por el Cable en Salinas y que su padre adquirió, otros años pasaban donde sus primas las Mora – Bowen Estrada en Quito o donde su abuela Isolina Robles de Ruiz quien vivía en la zona de Pedro Carbo lindando con Manabí.

En su hogar existía un ambiente artístico e intelectual y se realizaban tertulias los viernes de noche con chocolate, sanduches y cognac. Los niños de la casa intervenían y la dueña cantaba. Concurrían escritores, poetas y músicos, entre ellos recuerda a Nicasio Safadi “que componía para la voz de mi madre,” Carlos Silva Pareja, Enriqueta Fernández Usubillaga, Carlos Domenech Marcet, las principales figuras de Negri, etc.

Cursó la primaria y la secundaria en el Colegio de la Inmaculada, siempre fue una excelente alumna y como su madre le había enseñado a tocar piano y estudiaba en el Conservatorio, las monjas la escogían para acompañante en las Melopeas – recitaciones de autores ingleses y franceses con música de violín o piano como fondo – y para las obras del teatro lírico español entre las que recuerda varias Zarzuelas como “La Gran Vía” , “Azucarillos y Aguardiente”, de suerte que considera haber formado parte de una promoción que desarrolló íntegramente la personalidad.

Cuando cursaba el quinto año en 1956 la profesora de Filosofía Martha González, decidió hacer un debate ideológico entre las mejores alumnas del plantel. Sorteados los temas, le correspondió defender al comunismo. Su padre le consiguió libros y varios de sus colegas la instruyeron adecuadamente. El debate se llevó a cabo en el salón de honor, ante numeroso alumnado que vivaba a las candidatas en sus exposiciones y luego en las acaloradas discusiones finales fue declarada la mejor expositora, dos días después un diario anunciaba a grandes titulares “Comunismo triunfa en Colegio la Inmaculada” armando un gran escándalo, revuelo de hábitos monjiles, aclaraciones y confesiones, la visita del Obispo a la superiora y desde entonces quedó señalada como una peligrosa comunista, lo cual no era cierto.

En Enero del 58 se graduó de Bachiller y tras leer en la revista Life que en Honduras acababa de inaugurarse una Escuela de Agricultura modelo (Zamorano) aplicó a ella pero le respondieron que no podía ingresar porque solo era para hombres. En Abril su padre decidió enviarla a Hackensat, New Jersey, a estudiar secretariado bilingüe pero a los pocos meses decidió trabajar de día y estudiar de noche en New York hasta que se cansó y volvió en Diciembre a quemar el año viejo.

Enseguida tuvo una corta temporada como azafata en la compañía “Líneas Internacionales Aéreas” LIA con vuelos a Quito y Tulcán pero su madre la hizo salir porque los aviones eran antiguos, el modelo C 43 de la II Guerra Mundial acondicionado para transportar pasajeros, y no confiaba en ellos. El 60 se empleó como secretaria recepcionista en la “Tennesse Oil Co.” con oficinas en Illingworth y Malecón. Por las noches tomaba clases de composición y armonía musical con el Maestro español Carlos González Arijita. Allí trató de cerca a Otón Chávez Pazmiño, a quien había conocido desde siempre por la amistad de sus padres. El 61 se casaron y se dedicó por entero a su hogar y a formar una familia compuesta de tres hijos, un varón y dos mujercitas.

El 68 el Dr. Sucre Pérez Castro la invitó a formar parte de la redacción del diario “El Universo” percibiendo cincuenta sucres por artículo. Fue la primera mujer en tener columna propia, que mantuvo con interrupciones por espacio de diez años bajo el título de “La opinión femenina” en la segunda sección, con el pseudónimo de Maria Ignacia.

El 72 Eduardo Arosemena Gómez, Director de “El Telégrafo”, le propuso hacer una página sobre diversos temas de actualidad, con la colaboración del fotógrafo Elio Armas. “El reportaje me puso en contacto con la realidad y di un cambio del yo individual al yo social. Con Abel Castillo Echeverría, que dirigía el Suplemento dominical, hizo “El mundo femenino”, conociendo a las más importantes mujeres y así fue como inició su primer libro, que resultó a medias entre el reportaje y la historia, titulado “Las mujeres de Guayaquil, siglo XVI al XX.” Por eso ha declarado “Mi vocación de historiadora no llegó como el amor irreflexivo de los años juveniles, sino como la pasión que en plena madurez nos conmociona y nos arrastra”.

El 74 fue secretaria del Comité Nacional pro celebración del Año Internacional de la Mujer, decretado por Naciones Unidas. El Director de El Universo, Carlos Pérez Perrazo, la invitó a retornar como editorialista una vez a la semana y para que hiciera reportajes a personalidades del país y del exterior. Con tal motivo conoció a Chabuca Granda en Lima, a Mario Moreno a) Cantinflas en México y de esta etapa procede su segundo libro, editado el 82.

Entre el 78 y el 84 trabajó como directora de Relaciones Públicas y Coordinadora de la Feria Internacional de Duran, propiedad de Eduardo Lebed Sigall quien aborrecía la mediocridad y por lo tanto exigía a sus colaboradores el máximo del esfuerzo y dictó clases en la Escuela de mandos medios del Centro de Ejecutivos, con temas de actualización cultural para Jefes de Secciones, Subgerentes, etc.

El 79 ocurrió el divorcio, quedó con sus tres niños y alquiló un pequeño departamento en Villavicencio y Bolivia. Jamás perdió la ayuda material y espiritual de sus padres. La notable feminista Dora Durango le aconsejó salir adelante y la lectura de “El segundo sexo” de la escritora francesa Simona de Beauvoir le señaló un mundo que conquistar. Fueron años asendereados porque se dedicó a terminar la formación de sus hijos.

En 1980, tras un largo recorrido por archivos y bibliotecas, dio a la luz pública su primer libro, la biografía de Matilde Hidalgo de Procel, bajo el título de “Una mujer total” y desde entonces dicho personaje casi desconocido, la primera mujer que se graduó de Médico y la primera en votar en una elección pública en América Latina, ha sido magnificado y hoy tiene un busto que enaltece su memoria en Loja. En 1982 editó “Personajes y circunstancias, entrevistas y reportajes” y “Mujeres de Guayaquil, personajes y circunstancias”, en cuarto.

En 1984 entró al mundo de la televisión tentada por ECUAVISA como directora y productora de un nuevo programa femenino que al poco tiempo se transformó en social y cultural, que titulaba “Nosotros” y duró dos años. Entre 1986 al 90 laboró cuatro años para la Armada Nacional como directora administrativa del recién fundado Instituto de Historia Marítima y dirigió dos obras “La Balsa prehispánica en la historia de la navegación” que ha conocido dos ediciones y “La Armada en imágenes” y escribió una en coautoría “La epopeya del Aviso Atahualpa en la guerra de 1941”-

Entre el 92 y el 96 fue comentarista de noticias en Radio Cristal y escribió la biografía de su fundador Carlos Armando Romero Rodas en “Ruta en un ideal, 1957 Radio Cristal 1992” en 284 págs. y un Apéndice con la historia de la Radio en Guayaquil escrito por Víctor Hugo Delgado Cepeda.

Entonces fue contratada por las Sociedades de Beneficencia española e italiana para escribir dos obras sobre los miembros de dichas instituciones y así fueron apareciendo “Los españoles de Guayaquil, inmigrantes” y “Los italianos de Guayaquil, inmigrantes” que causaron el natural revuelo intelectual que esta clase de libros produce entre los descendientes y con el diario “El Universo” dio forma a una serie de cuadros sobre el pasado comercial y social guayaquileño que tituló “Del tiempo de la yapa” y que por contener un material ligero dentro del género tradicionista – que tanto agrada por leerse en alas del recuerdo – a visto dos ediciones.

APROFE le solicitó una “Historia de la planificación familiar en el Ecuador” magna empresa que viene realizando dicha institución. El libro recoge los principales logros alcanzados hasta ahora y el Banco del Progreso financió una recuperación del material existente sobre el montubio que apareció bajo el título de “El Montubio, un forjador de identidad” en edición lujosa que pronto se agotó y hoy constituye una rareza bibliográfica.

El 2001, tras dos años de investigaciones por cuenta de la Escuela Superior Politécnica del Litoral, lanzó su obra “Ancón, en la historia petrolera del Ecuador 1911 – 1976” en 302 págs. con las vivencias de la Anglo Ecuadorian Oil Field Co. en ese campamento hasta que pasó a poder del estado. También de ese año es “Aurelia Palmieri, la precursora olvidada” con su biografía en 139 págs.

La Sociedad de Lucha contra el Cáncer, SOLCA. Auspició dos obras suyas: Una biografía de su fundador el Dr. Juan Tanca Marengo y “La Historia de la lucha anticancerosa en el Ecuador” ambas en formato de lujo.

El 2002 apareció en la obra “Mujeres de dos siglos” editada bajo los auspicios del Banco de Guayaquil en 370 págs. con las autobiografías de doce mujeres importantes en la vida y desenvolvimiento de nuestra ciudad; Inge Bruckmann de Hollihan, Clara Bruno de Piana, Gloria Gallardo Zavala, Joyce Higgins de Ginatta, Yela Loffredo de Klein, Katia Murrieta Wong, Beatriz Parra Durango, Lily Pilataxi de Arenas, María Eugenia Plaza de Plaza, Mariana Roldós Aguilera, Anunziatta Valdés de Ferrín.

Con motivo de la jubilación del Dr. Luís Baquerizo Amador editó una obra autobiográfica sobre dicho galeno. Es una trabajadora disciplinada y exigente consigo misma, de manera que cuando no investigaba, de lunes a viernes se vestía y arreglaba temprano en la mañana como para ir a la calle y entraba a su biblioteca donde trabajaba con la Computadora y un Programa especial para libros de 8 a 12 del día, almuerza, descansaba y continúa en sus labores de 3 a 7 de la noche.

El 2005 la Compañía de Cervezas Nacionales C. A. la contrató para escribir una historia de esa empresa, aparecida en dos volúmenes lujosamente empastados en 224 y 124 págs. respectivamente con numerosos dibujos y fotografías, también fue designada Directora fundadora del Museo de la Música Popular, que viene funcionando bajo los auspicios de los municipalidad con gran éxito y numerosa concurrencia en Puerto Santa Ana, recibiendo entre 35.000 y 50.000 visitantes por año, donde se promociona a los jóvenes valores y propicia el surgimiento de nuevos compositores con cursos y seminarios.

El 2011 publicó “Herencia de Italia en Guayaquil, mujeres destacadas” en cuarto y 143 pág. Ese mismo año ayudó a su amiga Clara Bruno de Piana a lanzar un libro a medias entre lo anecdótico y autobiográfico. El 2013 sacó “Sabores de mi tierra” con historia y tradiciones de la mesa guayaquileña con doscientos veinte y un registros, tratando de rescatar nuestra identidad y cuyo primer manuscrito data de 1967 aparecido como simple recetario de comidas regionales, pero logró tan buena acogida que salieron tres ediciones y el 86 obtuvo el segundo Premio otorgado por el Instituto Cultural Domeq de México, dentro del VI Concurso literario sobre mesa y golosinas de Iberoamérica.

Es una de las más importantes mujeres de mi patria y su labor en la dirección del Museo de la Música y de la Escuela del Pasillo en Guayaquil, que ella fundó hace casi veinte años, la acreditan como una de las mayores promotoras culturales de la música del país.