ESTRADA ICAZA EMILIO

ARQUEOLOGO.- Nació en Guayaquil el 22 de Junio de 1916. Hijo legítimo de Víctor Emilio Estrada Sciacaluga, Gerente General de La Previsora Banco Nacional de Crédito S.A. y escritor de temas económicos, cuya biografía puede verse en este Diccionario, y de Isabel Icaza Marín, guayaquileños.

El primero de ocho hermanos, inició estudios en el Colegio salesiano Cristóbal Colón y cuando en l925 su familia se trasladó a Italia, fue matriculado con su hermano Julio en el Real Colegio Carlos Alberto, en Moncalieri, cerca de Turín, donde permanecieron dos años.

El 27 regresaron todos a Guayaquil y volvió al Cristóbal Colón pero enfermó gravemente con fiebre tifoidea y tras varias semanas logró superar la crisis. El 30 partieron nuevamente al exterior y siguió dos años en la Ecole des Roches, en Verneuil sur Avre, Normandía, Francia.

El 32 ingresó con su hermano Julio a la Baylor Military Academy de Chatanoga, Estados Unidos, practicó el lanzamiento del disco y la jabalina y al finalizar el Hihg School en l933 con magníficas notas, viajó por algunos estados de ese país. Era un joven alto y delgado, de trato simpático y buenos modales, que hablaba fluidamente en español, inglés, francés e italiano.

El 34 escogió la carrera de Economista en el Wharton School of Finance and Comerce de la Universidad de Pennsilvania donde permaneció hasta el 37 que decidió volver a Guayaquil sin graduarse, para trabajar en la empresa comercial fundada por Juan José Medina y Marco A. Plaza Sotomayor, distribuidores de la Ford para el Ecuador, que pronto hizo crecer, pues puso en práctica los principios de negocio que había aprendido.

El 39 su padre le consiguió la representación de la Ford y fundó la “Distribuidora de Autos S.A.” El 41 consiguió los productos de la General Electric. Con su amigo Luis Orrantia González vendieron las primeras refrigeradoras que se conocieron en Guayaquil, así como otros electro domésticos. El negocio creció vertiginosamente por la falta de competencia. Después instaló, siempre apoyado en La Previsora, el taller de la Ford que funcionó en el kilómetro 2 y l/2 de la carretera a la costa y que a finales de los 50 dotó de una moderna fuente de soda para servir mejor a la clientela y público en general.

El 43 adquirió el yate Mimí de 45 pies de eslora y contrajo matrimonio con Gloria Estrada Avilés, hija del Gerente de la Grace en Guayaquil, Carlos Estrada Sastré y de Rosa Avilés, ambos de nacionalidad mexicana. Pronto nacerían Emilio, Gloria y Felipe.

Entre el 48 y el 50 presidió la Comisión de Atletismo de la Federación Deportiva del Guayas y hasta el 60 fue miembro del Directorio del Guayaquil Yacht Club, donde logró ascender a Vice Comodoro, fomentando la traída al país de los primeros yates tipo Lighting de 2l pies de largo, especiales para competiciones deportivas internacionales.

El 49 el Ing. Pedro Carbo Medina le construyó una villa esquinera en Dolores Sucre y Maracaibo, barrio del Centenario. Su amistad con George Capwell le llevó a la vicepresidencia del Club Sport Emelec y sus relaciones internacionales le abrieron las puertas del “International Game Fishing Asociation”, prestigiosa entidad privada que controla las modalidades de pesca deportiva en occidente.

Desde el 50 gerenció la empresa “Estrada y Orrantia, Casa de Comercio S.A.” en sociedad con Luis Orrantia González, para la distribución en el país de los vehículos de fabricación norteamericana Mercury y Lincoln, que funcionó en un local de la calle Rocafuerte. Ese año presidió la Asociación Nacional de Fútbol y ocupó una de las vocalías del Banco Central del Ecuador.

El 51 trajo de los Estados Unidos a Kip Farrington, famoso escritor internacional de temas relacionados con la pesca deportiva, para que conociera y disfrutara de las cualidades de la pesca en aguas ecuatorianas y la promocionara. Farrington arribó con su esposa y permanecieron varias semanas en diversos puertos del Guayas y Manabí. Desde entonces nuestras aguas se hicieron justamente célebres por la calidad y cantidad de sus especies marítimas, numerosos deportistas comenzaron a visitarnos para la practica del deporte de la pesca con caña de arrastre y complementó su promoción con un folleto titulado
“Pesca deportiva en el Ecuador” que apareció el 52 en 13 págs. y 37 de fotografías y mapas.

Entre el 5l y el 52 presidió la Sociedad Protectora de la Infancia que administra el hospital de niños León Becerra. El 52 fue miembro de la Junta Nacional de Planificación y Coordinación Económica. Entre el 52 y el 54 ocupó una de las concejalías del Cantón Guayaquil. El 53 fue director en la Compañía Ecuatoriana de Seguros de su hermano Julio.

Acostumbraba salir de cacería con amigos, más por distracción y en plan de camaradería que por otra razón, llegando a especializarse en la cacería de patos, patillos y palomas. Con tal motivo se adentraba en las pampas de nuestro litoral muy de la mañana, permaneciendo en ellas hasta el anochecer. En esas excursiones encontraba pedazos de cerámica pre colombina y más por curiosidad empezó a coleccionarlos, fijándose en las similitudes y diferencias de unos con otros.

Una tarde del 53 decidió consultar a un experto en la materia y ni corto ni perezoso concurrió a las instalaciones del diario “La Nación” porque sabía que allí trabajaba el Profesor Francisco Huerta Rendón, a quien abordó sin ceremonias: Soy Emilio Estrada y me han dicho que Ud. podría explicarme lo que deseo saber sobre estos objetos… depositando al mismo tiempo unos cuantos tiestos y algunos cuchillos y lascas de oxidiana encontrados durante sus excursiones cinegéticas. La conversación de aquella tarde casi hace que salga sin editorial la edición de La Hora, escribiría Huerta en 1965, pues se prolongó por largas horas.

De tan sencilla manera surgió una amistad que con el paso del tiempo se fue tornando grande y fraterna, pues Emilio era un hombre vital que acostumbraba abarcar en su totalidad los temas que atraían su atención.

Huerta le proporcionó una gran cantidad de bibliografía sobre la prehistoria ecuatoriana y empezó a adquirir el conocimiento del pasado con una velocidad increíble, merced a su capacidad económica y a su
inagotable ansia de saber, pues un sentimiento premonitorio le hacía presumir que su fin no estaba lejano.

Huerta le abrió los ojos sobre el amplísimo panorama arqueológico de la costa ecuatoriana, cuyo pasado era por entonces uno de los menos conocidos del nuevo mundo; pues, los trabajos aislados que se venían sucediendo solo arrojaban datos fraccionarios. Por eso comenzó a trabajar en al área cercana a Guayaquil y luego fue expandiéndose hasta llegar a las provincias adyacentes, acumulando colecciones extraídas de centenares de sitios diferentes de nuestro litoral, mediante el sistema de cortes estratigráficos para lograr la secuencia cultural. I conforme iba clasificando la cronología de una determina región pasaba a la siguiente. Además, sabiéndose un perfecto diletante, que sin la ayuda técnica de quienes tuvieran conocimientos científicos nada podría conseguir, viajó en el otoño del 53 al Smithsonian Institute de Washington, donde contactó a los esposos Betty Megger y Clifford Evans en plan de consulta.

El 54 los trajo a Guayaquil y a través de ellos se enteró de la existencia de un nuevo método para determinar la fecha en que había dejado de existir un organismo vegetal o animal, método llamado del Carbono Radioactivo l4, recién descubierto en l947 por los sabios norteamericanos J. R. Arnold, E. C. Anderson y W.F. Libby.. Desde entonces pudo disponer de la ayuda infalible de la ciencia para establecer la antigüedad de los tiestos que iba encontrando y utilizó la división de las diferentes culturas por períodos de Evans y Megger, precisándolos sin margen de error (1)

Estrada, Evans y Megger realizaron ese mismo año 54 una excavación estratigráfica en la hacienda Chorrera, ubicado a las márgenes del rio Babahoyo, Provincia de Los Ríos. El sitio les fue recomendado por Huerta, quien había descubierto en esa hacienda una fase cultural diferenciada de las demás, conocida como Engoroy, estudiada en 1936 en la península de Santa Elena por el arqueólogo G. H. Busnhell. Igualmente les llevó a la hacienda El Tejar, rica
en piezas parecidas a las de Chorrera. En ambos sitios Evans y Megger descubrieron cientos de tiestos y tanto se interesaron en el asunto que en 1956 ya disponían de una “Cronología relativa y absoluta en la costa del Ecuador” aparecida en la revista especializada “American Antiquity” de los Estados Unidos, subministrando un avance a Estrada.

Ese año editó “Ensayo preliminar sobre la arqueología de Milagro” en 113 págs. e ilustraciones, conectando con Mesoamérica a la Cultura Chorrera de Huerta o Milagro – Quevedo como Estrada la rebautizó por su localización geográfica y clarificando de esta forma las relaciones de las áreas de alta cultura en aquella temprana época. La Municipalidad de Milagro le designó su Ciudadano Honorario y premió sus esfuerzos. Desde entonces el investigador amateur pasó a convertirse en el arqueólogo autodidacta. Huerta Rendón fue el descubridor de la Cultura Chorrera, pero Estrada la estudió en mayor profundidad con el nombre de Milagro – Quevedo como ya quedó indicado.

Tantos trabajos en pro de Guayaquil le habían granjeado una gran popularidad y en 1954 un grupo de guayaquileños lanzó su candidatura a la alcaldía para enfrentar al Dr. Carlos Guevara Moreno, líder de la Concentración de Fuerzas Populares C.F.P. La lucha fue ruda y pareció que el empuje arrollador de Guevara Moreno, quien estaba en su mejor momento, iba a conseguirle el triunfo; pero, a la postre se impuso Emilio por su simpatía personal y ganó las elecciones, trabajando en la Municipalidad hasta el 56 por el mejoramiento de los servicios básicos de la ciudad y fundando escuelas en las parroquias, a las que dotó de pozos artesianos y de luz eléctrica a través de grupos electrógenos.

La Alcaldía le impidió proseguir sus labores de arqueólogo; felizmente había podido contratar a Julio Viteri Gamboa, un trabajador incansable que vigilaba las excavaciones, controlando al personal para que no se desviara de las normas aconsejadas por la técnica. Durante ese tiempo dio a la luz “Balsa and dugout navigation in Ecuador” en 8 págs. en la revista “America Neptune” de Salem, Massachusset.

En Junio del 56, ya libre de sus funciones alcaldilicias, aprovechando la feliz circunstancia de encontrarse simultáneamente en Guayaquil varios especialistas extranjeros como Mathew W. Sterling, Marlon Sterling, Clifford Evans, Betty J. Megger y Pedro Armillas, los cuatro primeros del Smithsonian Institute y el último de la UNESCO a finales de año se realizó en el local del Núcleo del Guayas de la CCE por expresa invitación de su Presidente Carlos Zevallos Menéndez la I Mesa Redonda Internacional de Arqueología Ecuatoriana a la que asistieron los esposos Evans – Megger, el propio Zevallos, Francisco Huerta Rendón y Emilio Estrada Icaza quienes presentaron ponencias. Olaf Holm concurrió como oyente sin ponencia pero leyó un trabajo sobre los Cronistas y el Ajedrez de los Incas.

Fue en esa reunión donde los esposos Evans – Megger dieron a conocer su Cronología de las culturas de la Cuenca del Guayas, causando la sensación que es dable suponer en esta clase de sucesos, pues desde entonces se despejó toda duda sobre dataciones precolombinas. La Cronología permitió a los investigadores conocer con exactitud la datación de cada cultura del pasado prehispánico, pero aún quedaban muchas interrogantes por dilucidar ¿Sería Valdivia el único grupo formativo en la costa? ¿Existirían otros contactos para explicar la evolución cultural Valdivia? ¿Serían estos contactos transoceánicos? ¿Podría hallarse fuera del Guayas la explicación adecuada?

Mas, dada la premura de las conclusiones no se llegó a explicar científicamente la existencia de un período pre cerámico que se anunció como posible en determinados concheros que aún no estaban estudiados con detenimiento.

La Cronología de Betty Megger propuso la división de la prehistoria en períodos que denominó l) Precerámico, 2) Formativo tardío, donde colocó a Valdivia, 3) Formativo temprano con Chorrera, 4) De Desarrollo regional con Guangala y Tejar, 5) De Integración o más reciente con Milagro – Quevedo o Chorrera – Tejar evolucionado, y Manteño – Huancavilca en Manabí y Guayas. Estas habían sido las culturas que encontraron los conquistadores españoles cuando visitaron nuestras costas en l531 y l532 por primera ocasión.

Al poco tiempo, el mismo año 56, Estrada sacó “Valdivia, un sitio arqueológico formativo en la provincia del Guayas, Ecuador” en 20 págs. con las primeras noticias sobre esta Cultura, que debe su nombre al sitio epónimo donde la descubrió.

Huerta Rendón en 1965 escribió: Nadie, léase bien, nadie, conocía nada en el país, hasta aquella publicación, sobre los períodos formativos en el Ecuador y su gran antigüedad, nosotros habíamos encontrado en San Pablo, cerca de Valdivia, cerámica formativa, pocos meses después de que Estrada la identificase en Valdivia, pero, sin la ayuda bibliográfica de Estrada, sin sus informaciones, las cosas habrían marchado muy lentamente. De manera que debe considerarse a Emilio Estrada como el descubridor de la Cultura Valdivia.

Dicha Cultura tiene la cerámica más antigua hasta ahora conocida en el nuevo mundo y es la que más se ha estudiado en el Ecuador – recientes descubrimientos demuestran que concomitante y quizá uno pocos años antes que en Valdivia, apareció la cerámica en la costa norte del Brasil – Jorge Marcos indica que tenemos más información sobre las aldeas Valdivia, su aspecto ceremonial, comportamiento social y vida diaria que sobre las posteriores sociedades que poblaron el Ecuador; sin embargo, este no era el caso en l956 cuando Estrada halló un sitio detrás del pueblo de agricultores de Valdivia y gemelo al pueblo pesquero de San Pedro. Anteriormente, algunos arqueólogos como Max Uhle en 1930 y G.H. S. Bushnell en 1951 habían hallado cerámica Valdivia en la costa, pero ellos no pudieron segregarla ni fecharla, por no haberla encontrado en contextos estratigráficos bien definidos. Huerta y Zevallos estaban trabajando un material similar, hallado en la superficie detrás del cementerio de San Pablo al sur de Valdivia, cuando Emilio hizo su hallazgo y lo publicó, adelantándose a los demás.

Con la ayuda de Evans y Megger, llevó a cabo el 57 un más concienzudo análisis del sitio Valdivia y del material de la excavación y juntos postularon que esa Cultura se había formado como una adaptación de pescadores recolectores del litoral y que los sitios Valdivia se encontrarían únicamente en el perfil marítimo o muy cerca de él

Con este libro inició la Colección de Publicaciones del Museo Arqueológico de su propiedad, bautizado con el nombre de Víctor Emilio Estrada en honor a su ilustre padre, que acababa de fallecer. Del Museo ha expresado

Betty Megger que era un sitio dedicado más bien a la investigación que a la exhibición y trabajar en él era un verdadero deleite. Un sistema de Catalogación iniciado en l954 era mantenido al día por dos estudiantes universitarios entre los cuales descolló Walter Molina P. y aunque Estrada aprovechaba cualquier oportunidad para adquirir especímenes completos, no eran los objetos como tales los que le interesaban sino su significación, así como las pistas que proporcionaban a las relaciones culturales. Para esos propósitos los tiestos eran los más útiles y llegó al punto de ordenar que pasaran a la bodega un número de vasijas grandes para hacer espacio a los tiestos.

Su intención era que la colección adquirida no solamente por el trabajo de campo, también por compras y regalos de personas que simpatizaban con su esfuerzo, perteneciera algún día al pueblo de Guayaquil y comenzó a esbozar los planes preliminares para un edificio de exhibición, a tiempo que incrementaba una extensa biblioteca sobre arqueología e historia, incluyendo mapas y documentos pertenecientes a la costa ecuatoriana, que leía y estudiaba buscando las respuestas a interrogantes que extraía de la tierra.

Era muy inteligente, captaba rápidamente y estaba dotado de una imaginación creativa, pero sus realizaciones en el campo de la arqueología también fueron fruto de horas de pesados trabajos.

Huerta ha dicho: Ayudado por sus maestros – Evans y Betty Meggers, asimiló conocimientos de manera sorprendente: devoraba la montaña de libros que le llegaban de todas partes, considerándole como a un notabilísimo experto en prehistoria ecuatoriana y de América. Hacía excavaciones en las provincias del litoral, compraba colecciones en todo el país para trabajos de comparación; visitaba Museos de América; se carteaba con los grandes antropólogos del mundo. Aparecieron editados por su propia cuenta, apenas en el lapso de unos seis años, unos diez trabajos sobre arqueología ecuatoriana (pasan de veinte sus libros aunque algunos están en proceso de edición) solo o en compañía de Betty Meggers y Cliffor Evans. Su nombre figuró en cualquier parte del mundo donde se estudiase las culturas precolombinas de América, en lugar destacado, sin que faltsen los que como el mexicano Piña Chan pirateasen sus datos. Chorrera había llevado la antigüedad de nuestra prehistoria, a base de fechados con la técnica del Carbono 14 a mil quinientos años antes de Cristo, Valdivia aumentará esta cifra a tres mil años antes de Cristo, dándole una dimensión de profundidad a la historia del hombre ecuatoriano como jamás se había pensado hasta aquel momento y mucho menos para el litoral ecuatoriano.

La Cultura Valdivia debe su nombre al sitio epónimo trabajado por Estrada entre el 54 y el 55 y está considerada la Cultura más antigua del litoral ecuatoriano, pues sus tiestos tienen hasta cinco mil años de antigüedad (3.000 antes de la Era Común) Los Valdivianos debieron tener un origen amazónico y en épocas muy antiguas pasar a los valles andinos, donde las fuerzas telúricas les expulsó hacia la costa (erupciones y temblores) Sus figurines femeninos exhiben diversos tocados y elaboradas cabelleras. Usaban instrumentos de piedra, sus casas debieron ser de caña guadua pero no han quedado rastros. Rodeados por el mar, viviendo entre salitrales y manglares, su alimentación fue principalmente a base de moluscos como lo demuestran los concheros hallados en la Isla Puna. Hubo una cierta actividad agrícola, maíz, frejol, zapallo, y su hábitat se extendió desde Manabí hasta Santa Elena, cubriendo la cuenca hidrográfica del río Guayas hasta el austro. Está considerada como el inicio de la nacionalidad ecuatoriana pues las siguientes culturas tomaron sus rasgos de Valdivia hasta entrar en contacto con los españoles en el siglo XVI.

Ese año 56 concurrió al Campeonato Sudamericano de Lighting del Callao donde quedó en segundo lugar tras Enrique Plaza Lavezzari. El 57 logró la representación de los productos Kodak para el Ecuador e instaló un taller de revelado fotográfico que aún subsiste con el nombre de “Ecuacolor,” ingresó a la Sección de Historia y Arqueología del Núcleo del Guayas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. y continuó hasta su muerte con las publicaciones del Museo con “Ultimas civilizaciones prehistóricas en la cuenca del rio Guayas” en 87 págs. “Los Huancavilcas” en 82 págs. y 4 croquis “Prehistoria de Manabí” en 176 págs. e ilustraciones, donde insistió en la existencia de la cultura Machalilla, descubierta poer él, ese año, en una pequeña aldea de la costa situada al sur de Jipijapa en Manabí, que consideró una nueva fase diferenciada de la cultura Valdivia, que en la tabla cronológica de la época formativa ocupa medio milenio entre 1800 A.C. y 1300 A.C. sirviendo de puente entre Valdivia y Chorrera. Aparte de ese sitio, la fase mencionada ha sido encontrada en otros cuatro lugares ubicados entre el sur de Manabí y el norte de la península de Santa Elena, registrando un empobrecimiento del arte de los figurines y una expresividad mayor en la cerámica de las vasijas y recipientes. Los hombrecitos toscos destacan la nariz pronunciada y los ojos saltones, algunas cabezas están deformadas a la altura de las orejas y acusan perforaciones en los lóbulos de las orejas y en el labio inferior quizá con fines de adorno para atravesar plumas. Emilio intuyó que el origen de Machalilla bien pudo ser un contacto mesoamericano.

Igualmente editó “Sumario de características Milagro – Quevedo” en 2 págs. y fue designado Miembro correspondiente de la Academia Nacional de Historia, en cuyo Boletín apareció también su “Cronología de la Cuenca del Guayas” que Emilio consideró su trabajo mayor, el más trascendente.

El 58 presidió la Asociación ecuatoriana de veleros Lighting y la Comisión de Yachting de la Federación Deportiva Nacional y es de admirar cómo podía darse tiempo para todo pues esa fue su etapa de mayor producción. Por su propia cuenta auspiciaba los viajes y trabajos de Evans y Megger en el Ecuador, en el oriente protegía los trabajos del padre josefino Pedro Porras Garcés con dinero para sus excavaciones y publicaciones.

El 59 asistió como delegado con rango de Embajador alterno del Ecuador a la Asamblea General de las Naciones Unidas cuando presidía nuestra delegación José Correa y mientras duró en esas funciones habitó con su familia un departamento del Hotel Savoy Hilton en la 59 Street y 5ta. Avenida de New York. Igualmente el 59 presidió al Sociedad Deportiva Isla de la Plata cuyo Gerente fue Luis Flores Ashieri y principales socios Santiago Maspons y Bigás, Juan Cueto González y Manuel Ignacio Gómez Lince, que adquirieron la propiedad de la isla, construyeron un hotel, un muelle y varias canchas y las pusieron al servicio del deporte internacional. A su fallecimiento la Sociedad siguió manteniendo la isla por muchos años, pagaba impuestos a la Municipalidad de Manta y todo lo demás; pero el Presidente Velasco Ibarra al declarar la creación del parque Nacional de Machalilla la hizo constar expresamente y el INOCAR se apoderó de todo sin pagar un centavo de indemnización por concepto de expropiación legal.

Entre el 59 y el 60 fue miembro del Directorio de La Previsora. Ese año obtuvo una Medalla de Bronce en velerismo en los Juegos Panamericanos de Chicago en la clase de 5,5 mtrs. y dio a la publicidad los siguientes trabajos “Arte aborigen del Ecuador, sellos y pintaderas en 17 págs. en la revista Humanitas de la Universidad Central de Quito, un álbum sobre “El Arte prehistórico de Manabí norte y Esmeraldas” con 28 fotografías de objetos escogidos, un artículo largo para El Telégrafo sobre “Guayaquil y su prehistoria” y “Cultura Valdivia” a medias con Evans y Megger.

El 60 sacó un artículo muy polémico en la revista Vistazo titulado “Asiáticos desembarcaron hace 2000 años en el Ecuador, con las deducciones que obtuvo en los sitios Esteros y Bahía, costa central de Manabí, donde reconoció una serie de rasgos ajenos, que le condujo a formular el primer planteamiento bien fundamentado sobre un contacto transpacífico anterior a la era cristiana.

También ese año subministró a la “Enciclopedia Universale dell arte” editada en Roma, seis páginas de fotografícas sobre objetos ecuatorianos y en los Estados Unidos le diagnosticaron una lesión al corazón, adquirida como secuela de la tifoidea sufrida en la infancia y apuró aún más su ritmo de trabajo, pues temía partir sin haber ampliado el conocimiento del pasado del litoral ecuatoriano.

El 60 varios amigos propusieron su nombre para ocupar la vicepresidencia de la República, tuvo la debilidad de aceptar una propuesta del Punto IV para la fundación y puesta en marcha de la Confederación regional de organizaciones clasistas del litoral ecuatoriano CROCLE. y presidió la formación del Frente de Trabajadores Libres ( patronales ) que combatió con dinero norteamericano a la aguerrida Confederación de Trabajadores del Ecuador CTE. de larga y gloriosa trayectoria desde la revolución de Mayo del 44 y que era dominada por el Partido Comunista; sin embargo, al poco tiempo, el 61, dándose cuenta de lo absurdo de su nueva posición, que lo había convertido en punta de lanza de la lucha anticomunista y anticastrista desatada por el Departamento de Estado en Latinoamérica, delegó estas responsabilidades en Enrique Amador Márquez, su Gerente en Comandanto

S,A. quien no trepidó en enfrentarse a los comunistas, como agente oficioso de la Central de Inteligencia Americana CIA. hasta obtener el derrocamiento del presidente Carlos Julio Arosemena Monroy en 1963 y el ascenso de los dictadores militares que gobernaron hasta el 66.

Ese mismo 6l investigó en Valdivia una serie de características de los niveles más antiguos con cerámica que recordaba sorprendentemente a la cultura Jomón del Japón, desarrollada entre los años 3000 y 2000 A.C. y con Evans y Megger editó en inglés y español “Nuevos elementos en la cultura Valdivia, sus posibles contactos transpacíficos”. Después, la propia arqueóloga norteamericana aseguraría que el mérito de ese descubrimiento era únicamente de Estrada, quien por generosidad y amistad insistía en hacerla aparecer coautora. La publicación causó una secuela insospechable de comentarios a nivel popular y científico. Numerosas revistas como “Science” de Washington en 1962, “Newsweek” de New York en 1962, “The evening Start” Washington en 1962 y “The New York Times New York en 1966, “Scientific American” New York en 1966, “El Correo” de la UNESCO. en 1967, trataron el tema. Emilio se había limitado a seguir la teoría expansionista en boga entre los arqueólogos norteamericanos muy influenciado por el macartismo anticomunista de su país, que había abandonado la teoría de la lucha y evolución de las culturas para aceptar que éstas se transforman únicamente merced a influencias foráneas. Hoy se piensa que toda cultura registra cambios a través de la historia, cambios que le son naturales y no necesariamente se requiere de contactos para generar su evolución. Hoy, el contacto transpacífico con Jomón en el Japón ha sido desechado, inclusive como simple teoría.

El 61 completó con su equipo de ayudantes más de cincuenta excavaciones a lo largo del litoral y pensaba iniciar la investigación a fondo de la provincia de Esmeraldas. Para el invierno del 62 preparaba una expedición extraordinaria, pues había encontrado en el sitio Salitrales de El Morro cercano a Playas, lo que podría ser el descubrimiento más fabuloso de todos, nada menos que un conchal de enorme antigüedad, formado por conchas posiblemente talladas por el hombre que arrojaría una antigüedad de 10000 a 15000 años, aunque siempre existía la posibilidad de que la talla fuera de origen animal, en cuyo caso nada se hubiera adelantado. También se hallaba sobre la pista de los contactos culturales, etapa superior de su investigación inicial, que fue propiamente de diferenciación y datación arqueológica, cuando el domingo 19 de Noviembre de 1961, después de una alegre pero agotadora jornada de trabajo en su Museo y mientras se afeitaba para salir a pasear con su esposa e hijos, sufrió un severo infarto al miocardio y cayó fulminado, tenía solo cuarenta y cinco años de edad. La noticia se regó instantáneamente por la ciudad y el público que asistía al estadio abandonó las graderías en señal de luto. Su sepelio fue apoteósico, el pueblo se trasladó masivamente al Cementerio General.

Huerta a escrito que Emilio tuvo premonición de su muerte pues en alguna ocasión le dijo: Me queda poco tiempo, muy poco tiempo, Uds. y los que vengan llenarán los vacíos, harán los cambios que sean necesarios.

Su carácter tranquilo, abierto y campechano, dado siempre a ser útil y a servir a los demás le había granjeado una gran popularidad. De fisonomía agradable y maneras cultas sin exageraciones. Conversación alegre y optimista, predispuesto siempre más bien a escuchar que a hablar y cuando estaba en público prefería no hacerlo por simple modestia. Cuando escribía solía borronear en inglés, idioma que considerada su predilecto y en el que se expresaba mejor y con mayor fluidez, luego pasaba a limpio en español no sin cierta dificultad. De estatura alta, de formas atléticas y deportivas. Escribía perfectamente en inglés, francés y español y regularmente en italiano. Popular entre los atletas, fue declarado “Caballero del Deporte” por la Confederación Sudamericana de Atletismo. Fue hábil para la navegación a vela, siempre ocupó destacadas posiciones en las competencias internacionales. Su entusiasmo era proverbial para todo lo que emprendía, cuando el 53 comenzó a interesarse en asuntos arqueológicos, la costa ecuatoriana era una de las regiones menos conocidas del mundo y hacia el 6l, fecha de su muerte, merced a sus contactos internacionales la había convertido en una de las más conocidas.

Su Museo privado quedó funcionando bien catalogado al cuidado de sus ayudantes y sus herederos lo mantuvieron hasta la década de los años 70, brindando servicio a alumnos y profesores de escuelas, colegios y universidades y atendiendo a los científicos que pasaban por la ciudad, pero terminaron vendiéndolo al Banco Central, que prácticamente lo ha destruido, pues se empaquetaron y refundieron las piezas en sacos de yute, que fueron colocados sin orden en el sótano del edificio Rumiñahuy, la mayor parte de las cuales jamás volvieron a ser exhibidas.

En el plano internacional sus méritos le fueron ampliamente reconocidos por la Society for american archaelogy y la Current Anthropology que lo contaron entre sus miembros.

Su período vital fue corto y su tiempo de producción – iniciado en 1954 concluyó tempranamente con su muerte súbita el 61 – de manera que solo duró siete años que fueron intensos, vividos con una pasión desinteresada por los trabajos arqueológicos, el afán de servicio, su visión de superar la simple arqueografía (comparación de los objetos excavados) para dar desarrollo a un acercamiento metodológico propio que le permitió alcanzar una visión científica general, a base de la estratigrafía y el análisis cerámico, una capacidad de síntesis y una perspectiva antropológica frente al estudio del simple registro arqueológico, de manera que más que en los objetos, se interesaba por su significado. Solo así se puede explicar su interés por temas paralelos como la balsa, los tipos cerámicos, las voces lingüísticas y toponímicas, los posibles contactos transoceánicos. Capítulo aparte merece su Museo privado, que más que una simple exhibición de tiestos era una editorial de múltiples publicaciones y laboratorio de trabajo y restauración. Al finalizar sus ideas dejó como legado mayor a sus compatriotas que Ecuador existió como nación desde dos mil quinientos años antes de la Era Común, época en que ya estuvo formada una sociedad étnico independiente o sea una unidad con características propias y de la cual tenemos derecho a sentirnos orgullosos.

I esta biografía no estaría completa si no mencionáramos que comprendía los problemas nacionales con objetividad sin entrar en discursos ni tecnicismos, su eterna alegría exteriorizada en una casi permanente sonrisa y en una amable presencia, así como su corta pero brillantísima incursión en los estudios científicos del país, inyectó dinamismo y vitalidad a la arqueologías ecuatoriana, pues era de carácter Primario, abierto y expansivo, generoso con su dinero y muy dado a dar y recibir confianza, por eso permitía a sus ayudantes de campo toda clase de libertades en el plano investigativo y como no era celoso de las realizaciones de sus colegas, fue un mecenas generosísimo con el padre Pedro Porras Garcés, a quien proporcionó dinero y voces de aliento para que prosiguiera su labor.

Detestaba el licor pero era aficionado a beber muchas botellitas de Coca Cola que consumía y brindaba diariamente en su oficina del boulevard, cuando iba al campo aprovechaba para beber agua de coco. Extremadamente generoso con los pobres y los desvalidos, amaba las navidades, se disfrazaba de Papa Noel en el interior de su villa esquinera del barrio del Centenario y salía a repartir juguetes entre los niños pobres del vecindario y para el 31 de Diciembre era incansable en lanzar cohetes y luces de colores desde las doce del día hasta la medianoche.

Fue deportista, luego un científico y siempre un buen comerciante y una personalidad social.