ESPINEL CEDEÑO GONZALO

POETA. Nació en Guayaquil el 1 de Septiembre de 1937. Hijo legítimo de Jorge Espinel Barreiro, natural de Rocafuerte, provincia de Manabí, quien primero casó con Adriana Cedeño Chica, fallecida al dar a luz a su primera hija, luego pasó a Guayaquil, trabajó en la Aduana, fue propietario de la botica Boyacá en Pedro Carbo y Junín, casó en segunda nupcias con su cuñada y falleció de sólo 49 años a consecuencia de un derrame cerebral en 1945; y de Bertha Cedeño Chica natural de Bahía de Caráquez. Normalista graduada en el “Manuela Cañizares” de Quito, autora del poemario “España y América” publicado en 1928, año en que fue coronada reina de la Prosa en el paraninfo de la Universidad de Guayaquil, luego colaboró en “El Universo”, fue profesora de Literatura Española en el quinto curso del “Amarilis Fuentes” hasta su jubilación en 1967.

Nació en una casa alquilada en Vélez y Pedro Moncayo, tercero y último de los hijos de su padre, aprendió a leer con el Profesor Triviño en el antiguo local del Colegio San José atrás de la Catedral y quedó huérfano a los ocho años, tornándose un chico tímido, recogido y ensimismado que en 1951 pasó al Cristóbal Colón por estar situado cerca de su nuevo domicilio al sur de la ciudad, hasta que el 54 y dada la pobreza de su madre, fue matriculado en el quinto curso del Vicente Rocafuerte, que era gratuito, colaborando en la revista “Nosotros” con el poema Por Guayaquil Independiente, que recogió en 1968, en la página 71, de su primer poemario.

En el Vicente fue compañero de Ignacio Carvallo Castillo y se enseñaban mutuamente sus producciones, pues ya había comenzado a escribir sonetos debido al ambiente literario que se respiraba en su hogar, donde la presencia de su hermana Ileana, miembro del grupo Siete, atraía a numerosos poetas jóvenes como David Ledesma, Euler Granda, Rodrigo Pesantez Rodas, Vicente Espinales, Ana María Iza, quienes se reunían los sábados por las tardes a conversar de literatura y a mostrar sus creaciones.

Para ayudarse económicamente desde el 56 había empezado a trabajar a medio tiempo en la Distribuidora de películas de Héctor EspineL Mendoza con S/. 300 mensuales de sueldo. En enero del 57 se graduó de Bachiller en Humanidades Modernas y pasó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil, pero salió antes del año para ingresar a la sección Caja del Banco de Descuento con S/. 400 mensuales. Allí hizo carrera durante veinte y siete años desempeñándose como pagador hasta que el Banco cerró sus puertas en 1985 a causa de la orden dictada por el presidente León Febres Cordero. Sus compañeros de trabajo le recuerdan como un sujeto callado, disciplinado, cumplidor de sus obligaciones laborales y de mucha cortesía con los clientes.

En 1960 se atrevió a enviar el soneto “Minúscula Canción” a El Universo y al salir publicado recibió numerosas voces de aliento. Había nacido el poeta, su hermana Ileana empezó a apoyarle, su madre se encantó con esta segunda vocación poética en su descendencia, su amiga María Leonor Mandinyá le invitó a participar en su programa “Música y Poesía” que se trasmitía los domingos por Radio Cenit.

Rodrigo Pesantes Rodas ha dicho: “En Guayaquil, bajo el título de Nosotros, un minúsculo grupo empezaba a escribir en El Universo, a membretar papeles bajo este nombre e intercambiar inquietudes y poemas. Eramos Euler Granda, Nancy Carlín Iglesia, Ana María Iza, Rodrigo Pesantez Rodas, Rubén Astudillo, Carlos Manuel Arízaga e Ignacio Carvallo Castillo, mientras Gonzalo Espinel, sosegado, busca la ternura en el celaje de amores evocados, cuando en límpidas imágenes y metáforas nos dice sus sonetos impecables”.

La revista “Semana”, órgano de difusión del Núcleo del Guayas de la Casa de la Cultura, le dedicó una página entera a sus poemas y pocas semanas después apareció su primer poemario titulado “Estatura de la yerba” en 75 páginas con prólogo de Rafael Díaz Icaza, portada a colores y dos acuarelas de Ángela Name de Miranda.

Hernán Rodríguez Castelo escribió: “Espinel se enfrenta al austero reto del soneto con varia fortuna, porque de un lado, tiene piezas que distan de esa densidad lírica y plenitud verbal que cabe exigir al soneto, y de otro, logra ya algunos de sus mejores sonetos como A un Pino. Pero también desborda los severos límites; y busca cauces en el verso libre, con suerte no menos desigual, pagando las nuevas libertades a precio de elocuencia retórica y sentimentalismo. Es, con todo, el verso libre, un paréntesis y vuelve en buena hora al soneto. En este libro siéntese cierto regusto modernista y el caso de imaginación de empaque superrealista resulta de excepción”.

De allí en adelante colaboró en numerosos programas culturales tales como “Vida Porteña” de Sixto Vélez y Vélez, “Oasis” de María Eugenia Puig Lince y ofreció recitales en el Canal 4 de TV, en el Museo Municipal.

En 1966 fue designado miembro de la Sección de Literatura y Poesía del Núcleo del Guayas de la CCE, integró la sección poesía del Patronato Municipal de Bellas Artes.

Igualmente formó parte de la Agrupación Cultura y Fraternidad, del Círculo de Periodistas del Guayas, de la Organización Internacional ACOPLAM con sede en París, y del Instituto HILIAR. En el primer Concurso de Poema Mural organizado por el Patronato Municipal de Bellas Artes de Guayaquil ganó la I Mención de Honor.

En 1968 viajó a Bogotá con su hermana Ileana invitados por el Centro Poético Colombiano que presidía Dora Castellano y brindaron numerosos recítales; en septiembre obtuvo el I Premio en el X Concurso Nacional de Poesía del Diario “El Universo” con “Espejismo del amor y su visión del mundo” que firmó bajo el seudónimo de “El Viejo y el Mar”. El segundo premio fue para Nazario Román Armendáriz y el tercero para Carlos Manuel Arízaga.

El poema triunfador tiene unidad de tono, espíritu y tema, pero no siempre tensión sostenida, concisión lírica, impulso y avance” y fue incluido el mismo año en su segundo poemario titulado “Arenas al Viento” en 44 páginas, con un Liminar de Ignacio Carvallo Castillo, quien opinó de Espinel: “Poeta de manso lirismo y apacible paso por la vida, que ha escogido la expresión mágica y cautivadora de la poesía para dar persistencia a su voz, que encierra una filosofía vital por la belleza con que interpreta su misión de poeta”. Rodríguez Castelo acotó: “Sin cambiar la orientación fundamental, se da un desplazamiento temático hacia las cosas, siempre desde la perspectiva interior y con un tono sentimental que resta austeridad al soneto. Cierto empaque intelectual anuncia los poemas de la última etapa y la emoción logra algunas piezas muy estimables, en forma libre o de soneto, donde una alta y severa emoción fragua en imágenes severas y bellas. . . “

1968 fue su mejor momento lírico, de allí en adelante otros quehaceres ocuparon su tiempo distrayéndole de la poesía, le entró una especie de cansancio o desobligo del que aún no se desprende totalmente.

En 1971 se adjudicó la Lira Poética guayaquileña instaurada por la Asociación de Periodistas Guayaquil. El 72 ganó el tercer Premio en el I Festival de la Canción Inédita, con la letra y la música de su pasillo “Estoy viviendo lejos” que se grabó con mucho éxito, pues también toca piano de oído. El 76 obtuvo el Primer Premio en el concurso de poesía Medardo Ángel Silva del Festival de las Artes, organizado por el Centro Municipal de Cultura de Guayaquil. El 78 apareció su tercer Poemario titulado “Láminas del agua” en 113 páginas, dentro de la Colección Letras del Ecuador del Núcleo del Guayas de la CCE del que Rodríguez Castelo ha opinado: “Salvo cierta mayor densidad conceptual, ofrece la imagen de un poeta formalmente estacionario…”

De allí en adelante publicaba esporádicamente en “El Universo” hasta que sacó su cuarto poemario “Vertiente honda” en la misma tónica de los anteriores. Paco Tobar dijo: Lo primero que leí de Espinel fue ese bellísimo poema al perro. En verdad se trata de un soneto antológico, ese solo soneto que dá al autor nombradía suficiente, gloria que nadie podrá arrebatarle. Creo que es mi deber de poeta libertario, que jamás se ha rendido ante falsas deidades, dar culto a este poeta, extraordinario y sencillo….

Vivía atormentado por la prolongada enfermedad de su “adorada madre” y por los sucesos caóticos que pusieron fin al Banco donde trabajó por más de veinticinco años, todo ello le restó fuerza a su creación. Con su hermana Ileana compartían un mismo departamento, pero ella falleció de un cáncer y volvió a quedar solo. Dedicado a sus lecturas y trabajos privados, la cartomancia, dio a la luz su quinto libro que titula “Árbol con alas” en la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas, dentro de la Colección Letras del Ecuador, insistiendo siempre en el soneto porque considera que es un estilo donde convergen la síntesis, la coherencia y la musicalidad, elementos indispensables para una acabada obra de arte, cuando de poesía se trata. ”A lo largo de mi carrera literaria mis sonetos pudieron ser considerados de cualquier manera menos de cursis o acartonados”.

Su estatura más que mediana, tez blanca, calvicie pronunciada, ojos cafés miopes, usa lentes.

Fruto de su estado de ánimo siempre alerta ante toda injusticia es el siguiente poema inédito “Se pierde la alegría”. // Se pierde la alegría por la queja / del viento que es del mundo su alarido. / Porque todo es igual y repetido/y la injusticia alrededor se añeja. // Porque la muerte en su rodar nos deja / sin el único amor que hemos tenido. / Porque se aprende a amar sin ser querido / y la dorada juventud se aleja.// Porque el mundo se agolpa indiferente / en la mirada húmeda y valiente / del corazón hambriento de armonía.// Porque la luz de la ilusión fallece / y Dios que sigue oculto no abastece, / se pierde para siempre la alegría. //

Es uno de los pocos poetas esenciales con que cuenta el país y puede dar mucho más de su estro si quisiera hallar nuevas fórmulas, otras opciones, más a tono con la época, pues el soneto le contriñe y la búsqueda se torna vital para él.

El 2006, un médico le diagnosticó cáncer por equivocación. Al llegar a su casa, sintiendo que la poesía le visitaba tomando la pluma, escribió un último poema titulado “Después de mañana” que dice así: // No tendré más la música que invade con gotas de cristal a mis sentidos, / aquella que desborda en el latido con oleajes de luz y de saudades / no diré más al viento que se apiade del frágil vuelo del amor prohibido / no tendré el poema presentido que de mi lápiz sin nacer se evade, / ya no tendré ni la mirada tierna que cuelga de los árboles, / la eterna pureza de las lágrimas sin freno, / ni el tacto que acaricia mi mascota / Ni la impaciencia de mi arteria rota cuando se triza en el dolor ajeno. //

Testimonio:    // Por escuchar la razón, vivía / de espaldas a la voz de la esperanza. / Fui tempestad en temporada mansa / y ruiseñor en latitud sombría. // Hice pasto fatal de la alegría / para el rebaño de la desconfianza, / pero el milagro de la vida, danza / sólo en las alas de la fantasía. // Es cierto que la luz está vencida / y cuando de preguntas la circundo, / se lleva la respuesta con la vida. // I al fin, solo la calma me levanta, / pues de tanto escarbar en lo profundo / ya tiene tiempo que la paz no canta. //