ESMERALDAS : Los demonios criollos

SUCEDIO EN ESMERALDAS
LOS DEMONIOS CRIOLLOS

La Tunda, demonio africano de la mitología esmeraldeña con figura de mujer, normal en todo, excepto que una de sus piernas tiene forma de cabra o molinillo, que puede transformarse en animalito doméstico para atraer a los niños y llevarlos a las arboledas donde los atonta o entunda sofocándolos con gases de su organismo que huelen a cobre o dandoles de comer camarones que toma de los esteros y los cocina en el calor interior de su cuerpo. En realidad la Tunda es una representación antropomorfa de la tierra, es una caldera con fuego interior,  nueva versión de la diosa tierra, pacha mama andina, conocida como Umiña por los pueblos manteños huancavilcas para representar la fertilidad en Manabi, por eso sus emanaciones volcánicas y todo lo demás y ¿Porqué huelen sus gases a cobre? Porque los indios de esas zonas conocían y utilizaban dicho metal en diversas aleaciones para formar joyas muy finas y otros utensilios. 

En la novela “Juyungo” de Nelson Estriñan Bass se cuenta que un muchachito fue enviado a eso de las cinco de la tarde, hora de la oración, a recoger unas cuantas gallinas que andaban desperdigadas por los contornos. De pronto asomó una linda pollona blanca y atrajo su atención. “Cho, cho, juron, jurón” gritaba corriendo tras ella, pero la polla era experta y lo fue tirando al monte y cuando quiso regresar ya era tarde y estaba perdido. Era la Tunda que se había convertido en polla. 

Pero la Tunda teme a los perros y los parientes de su víctima corrieron al monte con una jauría, encontrando al muchachito al tercer día, casi muerto de susto y para colmos, indigesto de tanto camarón que le había dado la perversa Tunda. Otra fábula esmeraldeña nos rebela la existencia de una descomunal serpiente que tiene siete cabezas y sus respectivos ojos y fauces,  devorando a más no poder lo que encuentra a su paso. ¡Voraz el bichito! no hace asco a los seres del agua ni de la tierra, culebrón antediluviano cuyo nacimiento arranca de la fértil imaginación Cayapa Colorada, en cuya mitología la culebra representaba el origen de la vida y era llamada “Madre de las aguas” por ser en ese elemento donde se originó la existencia. 

La Madre de las Aguas esmeraldeñas tiene la piel cubierta de conchas o escamas verdes y duras cerdas y tan afiladas que son como agujas. Reina en las selvas profundas del río Esmeraldas donde no se escucha sonido pues ningún animal se atreve a vivir cerca debido a que irremediablemente es atraído por succión magnética y tragado vivo. Los hombres saben de su existencia por la ausencia total de sonido y vida que anuncia su proximidad y ni cortos ni perezosos también huyen llenos de pavor. 

La Madre de las Aguas sabe hipnotizar con el poder de sus siete pares de ojos, pues con tantos ojos le es fácil hacerlo y para escapar a su influjo solo se conoce el contra de cortar el aire en cruz y a punta de machetazos, impidiendo que se propague el magnetismo de su cuerpo en el espacio. 

Cada cincuenta años más o menos baja a las aguas del Pacífico por el río Esmeraldas y se sumerge a grandes profundidades donde encuentra a su compañero. Esta circunstancia hace que el río hinche su cauce y ocurran graves inundaciones perjudican los cultivos y plantaciones. Los negros y los indios saben que la Madre de las Aguas está bajando y se llenan de miedo, la última vez que dicen por allá que bajó la Madre, fue en 1.943, según se me ha informado. 

Y aquí va un cuarteto que oí en mi niñez referente al Tin – Tin, la Viuda y el Patica; éste último, demonio del África traído a Esmeraldas por los negros esclavo, se supone que es un demonio masculino: 
Calavera sin nariz (1) 
Tin – Tin, Tin (2) 
al diablo te parecís (3) 
Tin – Tin, Tin – Tin (4) 
Las tres razas: blanca, negra e india han formado en Esmeraldas una mitología rica e imaginativa en dioses y demonios. (1) La Viuda del Tamarindo que se presenta con cara de calavera. (2) Tin – tin es el dios murciélago de la mitología Puná, dios de la fertilidad. (3) El Diablo cristiano o el Patica de la mitología negra esmeraldeña. (I4) repetición o sonsonete .