ESMERALDAS : El cortejo que avisó dos muertos

SUCEDIO EN ESMERALDAS
EL CORTEJO QUE AVISO DOS MUERTES

Una Visión telepática y futurista

Contaba una tía abuelita muy querendona, que aunque no había conocido a su padre por haber muerto éste cuando ella sólo contaba unos pocos años de edad, era repetida en su familia la siguiente aparición que la doy como me la dieron, sin quitar ni poner nada más que un poco de literatura para hacerla más digerible. Aparición que, por supuesto, se relacionaba con su padre. 

El portentoso caso sucedió en una hacienda cercana a la población de Esmeraldas en 1.868 aproximadamente. Era de noche y el débil resplandor de una bujía alumbraba una de las habitaciones abiertas donde se encontraba mi bisabuela sentada sobre un petate, dando de lactar a una de sus hijas, entonces niña de pecho. La bujía no podía ser muy fuerte que se diga, sólo se trataba de una vela puesta sobre una palmatoria o algo por el estilo; mi bisabuelo estaba acostado en una de las hamacas del corredor de la casa fumando un cigarro y sin pensar en nada en particular. De vez en cuanto un cocuyo encendía sus alitas en rápido vuelo y se perdía en la selva y todo era silencio, armonía y paz;  mas, de improviso, el pobre señor vio una débil lucecita que  salía del fondo del corredor y se acercaba flotando en el aire. Demás está decir que se sobresaltó pues el asunto aparentemente no tenía una explicación lógica, pero hombre de pelo en pecho y encima de campo, y acostumbrado a los peligros de la selva, no se dejó llevar por sentimientos de temor sino que paró con el pie el vuelo de la hamaca, para darse una mejor cuenta del asunto. Estaba todo tan oscuro y sin embargo había dos luces, la del cuarto y la que venía volando hacia él y le pareció ver detrás de esta última unas sombras que al  caminar se deslizaban sin hacer el menor ruido. 

El corredor de la casa de hacienda era largo, grande y empedrado y cualquiera que hubiera caminado por él se habría hecho sentir. Así es que el buen señor en su hamaca, sabía que los dos bultos que se le venían encima  no eran de este mundo o por lo menos, no estaban calzados. 

Ya los bultos habíanse deslizado unos veinte metros y estaban peligrosamente sobre los diez metros de distancia cuando mi bisabuelo alcanzó a ver el rostro de su anciana madre a través de unos velos vaporosos que cubrían por enteró su cuerpo, como si una mortaja la tuviera aprisionada, pero el rostro era inexpresivo y no demostraba ni horror, ni sorpresa, realmente era como una fotografía sin movimiento, iluminada por la luz que venía de encima, proveniente de una especie de velita que sostenía el bulto mayor, que  tenía atrás. 

A estas alturas el bisabuelo estaba más interesado que asustado, las visiones seguían aproximándose a su hamaca y había tenido tiempo de tomar valor y superar la sorpresa inicial. Incluso le pareció distinguir un rostro familiar en el segundo bulto, como si fuera el de un tío abuelo suyo, también quedado en Colombia, que era Presbítero y muy dado a la familia, pues acostumbraba visitar casi a diario la casa de su sobrina carnal. Las apariciones llegaron a la hamaca y la traspasaron. 

Entonces mi bisabuelo no resistió más, se abalanzó hacia el interior de la habitación donde estaba su esposa y tomando rápidamente la vela salió al corredor para iluminar definitivamente la escena, comprobando que ambas figuras seguían por el mismo corredor hasta que al llegar al final se perdieron en la noche. El señor…. las siguió y hasta se introdujo en unos matorrales sin hallar nada pero quedó tan impresionado que ya no pudo conciliar el sueño, algo parecía decirle que la visión era anunciadora de malas noticias. 

Hombre prudente y cuidadoso como era, tuvo la precaución de anotar en una libretita la hora y día y a las pocas semanas recibió una carta Buga en el va1le del Cauca, donde le anunciaban el fallecimiento de su madre. Justamente a la hora que tuvo la visión y los detalles del suceso. La señora había muerto en su cama, auxiliada por su tío el Presbítero Fernando Racines, que le dio la extremaunción; pero aquí viene lo más raro, porque el citado tío, tres semanas después, también murió de muerte natural y ambos pasaron a mejor vida.¡Rarezas del más allá! Ambos parientes condenados a morir, uno en el trance y otro después de tan poco tiempo, se anunciaron a la misma hora en fúnebre procesión –  telepática y futurista – explicable únicamente por el hecho de que acaso no existen ni pueden existir las coordenadas de tiempo y espacio.