ESCUDERO MOSCOSO GONZALO

POETA Y DIPLOMATICO.- Nació en Quito el 28 Septiembre de 1903. Hijo legítimo del Dr. Manuel Eduardo Escudero Viteri graduado de Abogado y Doctor en 1895, Secretario del Tribunal de Cuentas de Latacunga, Gobernador de la Provincia de León el 96. Diputado entre el 98 y el 99. Profesor del Instituto Mejía ese último año. Secretario de la Corte Suprema en 1900 Diputado por el Pichincha entre 1904 y el 5 y Vicepresidente de esa Cámara. Profesor de la Universidad Central de 1 904 al 1 2, Ministro de Hacienda en 1911, Presidente de la Cámara de Diputados en 1913, Rector del Mejía del 11 al 13, Ministro Juez de la Corte Suprema en 1916. Ministro de Instrucción Pública del 17 al 20 y Presidente de la Corte Suprema en tres ocasiones en 1916, 24 y 28, y de Elina Moscoso Dalgo, natural de Ambato.

El tercero de una larga familia de siete hermanos, tuvo niñez inquieta y feliz y realizó la primaria en el pensionado del Dr. Pedro Pablo Borja Yerovi, quien despertó en su espíritu la vocación literaria, obligándole a la lectura de fragmentos de las poesías de fray Luís
de León y de los místicos españoles, y cuando tenía solamente once años se publicó en el diario “El Republicano” de Manuel Elicio Flor, su primera producción literaria, un poema en prosa intitulado “Viento de Verano”.

En 1916 ingresó al Mejía cuyo rector era Manuel María Sánchez Baquero, quien también estimuló su vena poética y en identidad de espíritu con Augusto Arias, Jorge Carrera Andrade, Luis Aníbal Sánchez y Gonzalo Pozo publicaron las revistas “El Crepúsculo” en Julio de 1916 y “Vida Intelectual” el 20; pero sobre todo fue en la Sociedad Literaria César Borja donde el joven Escudero se dio a conocer como poeta, a través de su órgano de difusión denominado “La Idea” que apareció en Quito en Abril de 1917.

Esos fueron años asendereados pues desde Diciembre del 18 escribió para el semanario quiteño y humorístico “Caricatura” y el 19 publicó varias de sus composiciones en la revista “Juventud Estudiosa” de Guayaquil.

En 1918 había obtenido el Primer premio en el Concurso Nacional de Poesía para alumnos de segunda enseñanza con “Los Poemas del Arte”, que dedicó a su amigo el también poeta Jorge Carrera Andrade; alegre promesa que solamente contiene doce sonetos recogidos en 40 páginas publicados en el invierno de 1919 con prólogo de Luis Aníbal Sánchez, donde hizo notar “una búsqueda parnasiana de la belleza ideal y apego modernista a los adornos exóticos, las fragancias y los símbolos”.

En 1920 editó en “Vida Intelectual” su “Pantomima de las alucinaciones”, primer ensayo dramático, escrito en sus últimos años del Mejía; pequeña pieza en prosa, mas bien un coloquio entre un mastín, un gnomo y los escarabajos, al abrigo de los olmos y en la pasividad del campo, sin ninguna elaboración de argumento. Paso teatral subjetivo y juego de decires sin mayor trascendencia.

(1) Antonio de Alcedo le hizo nacer en La Plata. Pablo Herrera por Riobamba, pero la moderna investigación se ha pronunciado en Lima.

Ese año también colaboró en la revista guayaquileña y modernista “Los Hermes”. El 21 se graduó de Bachiller e ingresó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central. El 22 apareció por fin su largo poema “Las Parábolas Olímpicas”, escrito cuando aún no alcanzaba los catorce años en 1917 y que alcanzó el Primer Premio, la Flor Natural, en el Concurso

promovido durante la celebración del centenario de la batalla del Pichincha, “con estrofas cuya vitalidad de conjunto responden a un gran temperamento de artista, a una nueva fórmula de estética más modernista, de ocho versos alejandrinos, donde se mezcla el arranque lírico y la estudiada contención de la frase. En rigor, no contenían parábolas sino mas bien las variantes de comunión invisible y patética de las almas con la naturaleza”.

Posteriormente ocupó la Subsecretaría de Educación y su actividad literaria se tomó mas intensa, hasta que el 28 de Noviembre de 1928 obtuvo el título de Abogado. Entre el 25 y el 29 colaboró en la revista mensual “América” órgano de la Sociedad de Amigos de Montalvo En 1926 para la revista “Hélice”.

Entre el 26 y el 31 había sido redactor del diario “El Día”, tuvo a cargo la cátedra de Etica y Lógica en el Mejía concurrió como primer Diputado suplente de la provincia de Cotopaxi a la Asamblea Nacional Constituyente reunida el 29 en Quito. Ese año escribió para la revista semanal ilustrada “Cándido” que editaba Luís F. Veloz en Quito.

En las legislaturas de 1930 y el 31 ocupó la Senaduría suplente por la prensa y las instituciones culturales y el último de esos años fue Secretario de la Cámara y dictó las cátedras de Lógica y Teoría del Conocimiento en la Universidad Central.

El 31 viajó a París como Encargado de Negocios Ad-lnterim en Francia, también ejerció el consulado en esa capital, figurando como poeta y realizando amistad con ilustres literatos. Allí conoció y trató al Dr. José Maria Velasco Ibarra, entre otros notables ecuatorianos.

El 33 dirigió la edición de su libro “Hélices de huracán y de sol” en 105 páginas, mereció el juicio elogioso de Miguel de Unamuno, se mostró “un poeta maduro y personal, cuidadoso de las formas, con un estilo cuyas imágenes le confieren una noble energía, mesurada a veces y otras grandilocuente y torrencial”. Poeta imaginífico, se le dijo, pues vivía de las imágenes ya que todo en su poesía es un tejido de imágenes miradas con ojos de soberbia telúrica. Poesía en síntesis, de imitación y descubrimientos, donde emergió su poema mayor: “Hombre de América” Fragmento: //¡Hombre de América! / Hombre torrente y cataclismo, / con una mordedura de llamas en el pecho. / ¡Naciste de una piedra que rodaba al abismo / v eres un ventisquero con dos garras de helecho! / Tremaban huracanes de oro / Escuché en mí mismo: /” ¡Hágase el hombro’” / Entonces grité: / ¡El hombre se ha hecho¡ / Saltaba el Universo con su voz infinita, / ¡I tremolaste el látigo de rugido que blandes / -cuando la tierra negra se encabrita-/ y a cada latigazo galopaban los Andes! / trepidaba el océano fragante. / Trastornaba el diluvio su cratera en las combas / de tu órbitas ciegas. / ¡I tu vara gigante / sumergida en tu puño. Salpicaba mil trombas! /.La selva te anudaba la espalda, / Se diría un lunático río verde que corre, / o la espiral de una guirnalda / que ciñe el torso de una torre. / Revoloteaban cóndores en tu cabeza brava / -insectos de la lámpara de los amaneceres- / ¡I aprendiste a beber en los cráteres lava / para que den a luz volcanes tus mujeres¡ //

Ese año formó parte del grupo de transformación social con otros socialistas independientes como Alfredo Pérez Guerrero, Miguel Ángel Zambrano, Miguel Ángel León, Néstor Mogollón y Miguel Ángel del Pozo, que por teóricos e intelectuales no tuvieron una participación mayor en los sucesos políticos del país.

A fines del 33 fue enviado de Encargado de Negocios a Panamá, por Gonzalo Zaldumbide que lo admiraba como poeta y le apadrinaba en la diplomacia. El 35 editó “Paralelogramo”, obra teatral en 154 páginas y 6 actos “en la que hay nueva vibración de Anarkos y el alma de tragedia”. Su autor la tituló comedia pero es un expresivo tema de símbolos y planteamientos surealistas. Antiteatro en el extenso sentido de la palabra, con extraños desdoblamientos del hombre en cuatro etapas, cada una enmarcada en su propia filosofía, con un intenso grado de calidades humanas. El símbolo de la humanidad se resuelve en un personaje cuyo destino marca un fatal derrotero. Paralelogramo pertenece a la etapa del teatro intelectual y es obra escrita con talento, de dialogo sutil en constante juego de paradoja, responde a la prestancia literaria de su autor, a su sensibilidad poética, matizada de ondas calidades filosóficas según opinión del crítico Ricardo Descalzi quien además ha agregado que es una obra de genuino sentido existencialista, parlamento de símbolos, cuadrangular en el decorado humano, libre y expresivo en la soltura del pensamiento.

Como poeta elaboró entre 1933 y el 43

otro poemario que tituló “Altanoche” publicado en 78 páginas en el que concurren “númenes de diversos linajes, desde el superealista hasta el de la rigurosa forma clásica, cuyo contenido es sin embargo netamente revolucionario en el dominio estético. El libro recién salió en 1947 en Quito y se le recibió con admiración “por sus intuiciones estéticas y ópticas, avances                estilísticos, deslindes

formales, acogimientos del soneto y el romance dentro de una libertad metafórica única en el asocio de ideas contemporáneas. En síntesis, una poesía conceptual y extraña, producto de su honrada búsqueda”.

El 36 volvió a Quito, fue Profesor de Filosofía e Historia del Derecho en la Universidad Central y el 31 de Diciembre del 37 contrajo matrimonio con la hermosa Gladys Dillon Calisto, hija de su admirado amigo y maestro Luis Napoleón Dillon ya fallecido, tuvieron dos hijos.

El 38 apareció su poema “Fábrica del Mundo” relacionado con su posición antifascista en la Guerra Civil española y fue ascendido a Encargado de Negocios con cartas de gabinete en Buenos Aires, merced a su amistad con el Canciller Luis Bossano Paredes, en la dictadura del general Alberto Enríquez Gallo. En esa capital sostuvo una ardua polémica con el Embajador peruano Dr. Felipe Barreda y Laos, impugnando la negativa de su gobierno a la proposición de arbitraje, como solución del viejo litigio de fronteras entre el Ecuador y el Perú.

A fines de ese año fue cambiado a México pero no llegó a presentar sus credenciales. El 39 trabajó en la Cancillería en Quito y enseñó Derecho Internacional Público en la Universidad Central hasta el 41.

En Julio del 40 formó parte de la Delegación ecuatoriana que presidida por el Dr. Julio Tobar Donoso concurrió a la II Reunión de Consulta de Cancilleres americanos y a su regreso asumió la dignidad de Miembro de la Junta Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Cuando en Julio del 41 se produjo la invasión peruana, el Ecuador no tenía un diplomático de alto rango en Chile. Por eso Escudero fue enviado en Misión Especial a obtener ayuda militar, pero solo consiguió una promesa, la de intervenir ante los gobiernos de Lima y Quito con el fin de restablecer las fronteras de facto que existían al 5 de Julio de ese año, que comenzó la invasión, lo que tampoco fue posible.

En los postreros días de Diciembre del 41 Tobar Donoso le pidió que le acompañe como uno de sus Asesores y sin representación alguna, a la III Reunión de Consulta de Cancilleres Americanos a celebrarse en Río de Janeiro a partir del 15 de Enero del 42 y durante el transcurso de esa Conferencia “su voto fue radicalmente negativo en el seno de la delegación ecuatoriana a la suscripción del irrito protocolo que nos cercenó buena parte del territorio nacional” (1)

El 42 pasó de Embajador al Uruguay y allí permaneció hasta el 45. En Febrero de ese último año asistió como Delegado a la Conferencia Interamericana sobre problemas de la guerra y de la paz celebrada en México, siguió a San Francisco de California y tomó parte en la Conferencia Inaugural de las Naciones Unidas. En Agosto fue designado miembro fundador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Poco después el presidente Velasco Ibarra lo trasladó con iguales funciones del Uruguay al Perú, siendo el primer nombrado después de la invasión.

En Lima encontró de Presidente a su amigo personal José Luís Bustamante Ribero, ex Embajador del Perú en Montevideo donde se habían conocido el 42, pero aún así vivió en constante ansiedad pues el ambiente era tenso y fueron tres años difíciles. El 48 retornó a Quito en comisión de servicio como Asesor de la Cancillería.

El 49 viajó de Embajador a Francia y en Noviembre asistió a la reunión de Expertos en materia de arte. El 51 dio a la publicidad en Madrid su poemario “Estatua de aire” en 50 páginas donde ascendió a la perfección formal y retornó a las fuentes clásicas, poemario que él mismo calificó de paradigma del ideal clásico por el rigor de la forma y de la transfusión de los elementos irracionales a la poesía, que se tornó poesía pura, hecha de imágenes sensuales y huidizas, que superaron a los istmos y por ello se ha dicho que ese fue su tiempo de mayor plenitud, de mejor autenticidad.

En Noviembre concurrió como delegado del Ecuador al VI período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrado en París donde se mantuvo hasta Febrero del 52, que fue electo miembro
ecuatoriano de la Corte Permanente de Arbitraje de la Haya.

El 53 editó “Materia del Ángel” en 30 páginas y aunque ya se le conocía como el poeta de la metáfora desconcertante y de la imagen impresionante, arquitecto minucioso de la forma y cantor de armonías rutilantes, escarbó en Góngora y por ende fue un neogongorista.

El 56 pasó por segunda ocasión de Embajador al Perú y poco después el Canciller Carlos Tobar Zaldumbide lo envió de representante ante el Consejo de la OEA.

El 57 salió “Autoretrato” en 24 páginas, poemario forjado en el verso alejandrino y su mundo interior es a la par racional e irracional. El 60 editó “Introducción a la muerte” en 70 páginas “conjugando los elementos simbólicos de la abstracción y percibiendo la resonancia de un grito humano”. Entonces su manantial se dilató y aunque el metal de su voz había cambiado de tesitura y acento, su poesía era igual y aún más, se podía decir que el último de sus libros no había abolido esa como litúrgica pasión de la forma que se enseñorea en aquel donde se nota el gozo de liviana urdimbre, transformado de pronto en querencias y urgencia de hondas filosofías existencial cristiana, de quien espera y se resigna con los brazos de fe crucificados al misterio de la muerte”.

Ese año pasó de Embajador a la Argentina y poco después, el 61, le comenzó un enfisema pulmonar y Velasco Ibarra le dijo “necesito que Ud. regrese a la OEA”, donde se mantuvo durante la presidencia del Dr. Carlos Julio Arosemena Monroy. El 63, al asumir el mando la Junta Militar presidida por Castro Jijón, pasó de Embajador a Colombia, donde sólo estuvo seis meses y en Marzo del 64 fue designado Canciller de la República, hasta que en Julio del 65 renunció dichas funciones, provocando una crisis de gabinete en pleno deterioro de ese gobierno, pero no lo suficientemente fuerte como para que produzca el advenimiento de la democracia que se avizoraba cercana. Mientras tanto la Casa de la Cultura Ecuatoriana habría editado toda su obra bajo el título de “Poesía” en 293 páginas.

Durante su ministerio representó al

Ecuador en la IX Reunión de Consulta de Cancilleres Americanos en Junio del 64, en la I Conferencia Interamericana extraordinaria celebrada también en Washington en Diciembre y de allí pasó al XIX período ordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en New York.

En Octubre del 65 fue designado Embajador en el Brasil y en Noviembre asistió a la II Conferencia Interamericana extraordinaria en Río de Janeiro.

El 68, habiendo sido nuevamente electo presidente el Dr. Velasco Ibarra, en un afán de aclarar su posición personal como Asesor en la Conferencia de Río de Janeiro de 1942, editó en Quito “Justicia para el Ecuador”, en 283 páginas, “narración de esa tragedia, calificada como alegación vigorosa y fundada en el más estricto derecho, de nuestra tesis sobre la nulidad del Protocolo de Río de Janeiro”, nulidad que Velasco Ibarra había enunciado, por lo cual el libro le cayó muy bien, al punto que el 60 creó la Embajada ante la Unesco, independiente de la Francia, para que Escudero viaje a París y allí permaneció hasta el 71, que pasó de Embajador a Bélgica con su salud muy disminuida debido a su enfisema progresivo, motivado por los muchos años de constante uso del tabaco, pues siempre había sido un fumador empedernido y jamás había accedido a hacerse tratar.

En la primavera del 71 había escrito en París y en Bruselas “Réquiem por la luz” en sesenta octavas reales, en cuyo curso trata sobre la mujer, el amor, la muerte. Poemas bellísimos, lo mejor de todo lo suyo sin ninguna duda y una de las más altas cumbres de perfección de la poesía ecuatoriana en todos los tiempos. “En ella confluyen las voces de sus libros antiguos, acaso menos esotéricas, pero más hondas por su grave interrogación sin respuesta, o los motivos plurales y consonantes del amor, de la luz, de la muerte, de Dios y de la eternidad”. En suma, una síntesis de los últimos misterios de la humanidad, escrita con la maestría de su gran experiencia.

(1) La Delegación ecuatoriana estuvo presidida por el Canciller Julio Tobar Donoso e Integrada por los Asesores Humberto Albornoz Tobares, Luis Bossano Paredes, Alejandro Ponce Borja, Eduardo Salazar Gómez, Gonzalo Escudero Moscoso y Juan X. Marcos Aguirre. De todos ellos el único que apoyó a Tobar Donoso en la suscripción del Protocolo de Río de Janeiro fue Juan X. Marcos Aguirre, los demás no solamente que se opusieron sino que votaron en contra. Habría que examinar qué otras razones tuvieron estos asesores serranos, aparte del patriotismo por supuesto, ya que sus votos equivalían a permitir que los batallones peruanos continuaran su avance militar hacia la indefensa ciudad de Guayaquil y su provincia, asunto que parece que no les incumbía directamente, sabiendo que los peruanos no estaban interesados en invadir la sierra, zona del país que se defendía sola, por lo abrupto del terreno.

En la noche del 29 de Septiembre de ese año de 1971 y retirado al silencio de sus habitaciones, se inspiró por ser su cumpleaños y como si hubiera avizorado la cercanía de su fin,

compuso a mano y en versos libres, un improntus que tituló poéticamente: “Nocturno de Septiembre”, que no llegó a concluir (2)

En Diciembre le sobrevino una embolia pulmonar en la sede de la embajada y llevado al Hospital le suministraron oxígeno y mejoró notablemente. A eso de las tres de la tarde, hora de Bruselas, del día 10 de ese mes, mientras su esposa había bajado a la administración a cancelar la cuenta después de haberle dado un vaso de naranjada, que el poeta agradeció con palabras cariñosas, se le aceleró intempestivamente el pulso y falleció sin síntomas, en presencia de la enfermera de la pieza. El cadáver arribó a Quito y se le tributaron honras en la Cancillería, pero su viuda declinó otras manifestaciones debido al agotamiento de tan largo viaje.

Había muerto el gran poeta nacional que junto a Carrera Andrade y a Alfredo Gangotena dio gloria a la lírica ecuatoriana en los años 30, dejando una obra parca pero luminosa, cósmica y de metaforismo copioso, de sicología y de cultísimo tropo al decir de Augusto Arias.

Rodrigo Pesantez Rodas ha opinado que tiene una posición única en la poesía del Ecuador aunque no ha dejado discípulos. Poesía, la suya, de imágenes cautivadoras y cautivantes, intocadas, de barro pensativo, mas no por ello ajena a una realidad social.

Fue el poeta de la metáfora desconcertante y de la imagen impresionante. Arquitecto minucioso de la forma y cantor de armonías rutilantes. Postmodernista genial que admiró a Góngora por lo difícil, a Mallarmé por metafísico y a Valery por sublime, por eso quizá pulía sus versos con toques parnasianos y rasgos simbolistas.

Poesía difícil la suya y tanto que se ha llegado a decir que sólo puede ser percibida intuitivamente, a base de imágenes deslumbrantes, que en esencia significan movimientos violentos, usando palabras adecuadas. Fue intenso, emotivo, exótico y sonoro. En sus últimos años vivía pendiente del Diccionario, consultándolo constantemente para desentrañar sus secretos sonidos y significados.

Padeció de angustia existencial y cósmica y en “Réquiem por la Luz” alcanzó estados de honda y grave belleza transfigurada y una sonoridad pocas veces lograda, por eso se le considera el mayor sibarita verbal del Ecuador del siglo XX.

El 72 la CCE editó “Variaciones” con ocho ensayos sobre temas culturales, en 199 páginas. Los originales habían sido dejados en Quito por su autor, como simple diletancias de un Embajador ecuatoriano culto en el exterior y a su muerte fueron dados a la imprenta.

Su estatura normal, contextura delgada, tez blanca, ojos verdes, pelo castaño, calvicie pronunciada. Su figura elegante, modales distinguidos, gran sentido del humor a pesar de que al final de sus días se tornó algo impulsivo. Su posición ideológica de centro izquierda. En religión librepensador. Conversación prudente y agradable, excelente amigo, viril, enamorador y galante con las damas pero gustaba concurrir a los casinos como a todo diplomático y por eso sufría de continua estrechez económica y a veces hasta dependiendo de préstamos recibidos de terceras personas amigas suyas.

Poligloto que hablaba ingleé, francés y portugués, idiomas aprendidos en el exterior. Quizá la diplomacia le distrajo de sus inclinaciones poéticas, pues su obra jamás fue abundante y hubo años en que no escribió un sólo poema.

En el hogar paciente y prudente. En su profesión un Embajador de lujo.

DE REQUIEN POR LA LUZ Yo quiero en la memoria del olvido bajo la arquitectura de la rosa, yacer, siempre yacer con el oído sutil para escuchar la nemorosa soledad del aroma y del sonido, de la alta estrella y de la espuma undosa,

y en esta muerte de morir saberla bruñida en el abismo de la perla.

DE ESTATUA DE AIRE

Magnolia de los mármoles helados

arquitectura de la luz sumisa

en madores de llantos no llorados,

galera capitana de la brisa,

terme perdido en los mares enlutados,

y sirena difunta de ceniza,

algas de aroma verde todavía

te anudan al bajel de mi alegría.

DE MATERIA DEL ÁNGEL Fragmento.-l.-

Ah cómo y cuando en el ocaso puro se juntaron el pájaro y la ola. 

Ola de pluma, el pájaro maduro, y pájaro de espuma, la ola sola.

Rota su voz, quedó el arpegio oscuro en el registro de la caracola.

De mar como de cielo, contrapunto, ola trizada y pájaro difunto.

DE INTRODUCCIÓN A LA MUERTE Cuantas veces la moza desnudaba a sus lunas de almendra en ufanía, su desnudez celeste le duraba el tiempo en que el cerezo florecía y sus quemantes yemas enfloraba, y así la ronda mágica volvía con su canoro vuelo de paloma y el corazón enfermo en el aroma.