ENRIQUEZ DE GUZMAN ALONSO

EL CABALLERO DESBARATADO.- Nació en 1500 en Sevilla de las segundas nupcias del Caballero García Enríquez de Guzmán en Catalina de Guevara, ambos de la nobleza castellana.

“Hálleme sin padre y pobre de hacienda y rico de linaje, y con una madre muy habladora aunque honrada mujer y buena cristiana y de gran fama, la cual, no pudiéndome sustentar, viéndome crecido aunque no en edad de casar, me casó por necesidad”.

No tenía más que dieciocho años cuando este suceso le abrió los ojos hacia la vida, y a pesar de ser Gentil hombre del Emperador Carlos V, prontamente su espíritu aventurero le llevó a abandonar el hogar con solamente sesenta ducados que pronto gastó, teniendo que mendigar y estafar, buscando pendencias y cometiendo todo género de fechorías, escandalosas por su noble condición y apellidos.

En 1526 estuvo en la defensa de la isla de Formentera en el archipiélago de las Baleares en el mar Mediterráneo-y luchó contra los moros y berberiscos del célebre y sanguinario pirata Barbaroja, a quien ayudó a derrotar en la batalla de los Gelves.

De regreso llegó a sus oídos la captura de Atahualpa en las Indias, las fabulosas historias que comenzaron a correr con motivo del cuarto lleno de oro de su rescate y presenció el desembarco y exhibición de las primeras figuras de oro enviadas por Pizarro a la Corte que se exhibieron en la Casa de Contratación, por eso decidió venir a esta parte del mundo con el propósito de seguir en sus correrías y de paso enriquecerse. Sus amigos trataron de disuadirle y hasta hablaron con el Emperador para que le impidiera el viaje, pero todo fue inútil y en Septiembre de ese año se embarcó con su hermano menor llamado Luis, en la nao “María la Bella”, surta en las costas de San Lúcar de Barrameda y cruzaron el Atlántico.

A principios de 1535 arribaron ambos a las actuales costas ecuatorianas. En Marzo escribió una primera carta desde Tumbes, confesando que había encontrado venados, oro, plata, piedras preciosas y turquesas como tierra     lo cual era una grandísima exageracion, propia de su talent fantasioso.

A Francisco Pizarro hallaron muy atareado fundando la ciudad de los reyes (Lima) Como eran de hidalga condición fueron agasajados y alojados en su casa, y regalados con dos mil pesos para que paguen sus deudas. Después obtuvieron licencia para rifar ciertas alhajas finas, cobrando por los números altos precios, de suerte que obtuvieron ganancias exorbitantes, pues había mucho dinero y ninguna diversión a no ser estas rifas que eran muy populares entre los conquistadores.

Poco después Pizarro le dijo que aún había mucho que conquistar y le mandó al Cusco justo a tiempo para que participara en la defensa de la ciudad, bajo las órdenes de Hernando Pizarro durante el cerco del Inca Manco, luego de lo cual comenzaron las desavenencias entre Pizarro y Almagro por la posesión del Cusco.

Entonces Enríquez aconsejó bien, pues era su deseo evitar la guerra entre los españoles. Con tal objeto parece que tomó el partido de éste último, estuvo entre los que se quedaron en el Cusco cuando fue tomada por Almagro y hasta aceptó concurrir con otros caballeros a entrevistar a Alonso de Alvarado, incitándole a que se sometiera con su tropa a las órdenes de Almagro, pero este los tomó presos con grillos en pies y manos. En tales circunstancias se produjo el combate que ganó Almagro para la felicidad de sus emisarios, entre los cuales estaba Enríquez, que seguía detenido.

Enseguida fue designado para viajar a Lima con el factor Diego Núñez de Mercado, a fin de parlamentar con Francisco Pizarro y conseguir que designaran árbitros en la disputa por la ciudad del Cusco, pero nuevamente fue apresado, en esta ocasión por Alonso Alvarez, quien le quitó injustamente el oro que llevaba marcado como de su propiedad, le dio una mula e hizo seguir a Lima, aunque en el trayecto el factor Illen Suárez de Carvajal le devolvió las Credenciales porque Pizarro no había ordenado que se las quitaran.

Recibidos el 10 de Octubre de 1537 a una legua de Lima acordaron una tregua y la designación de árbitros, aunque al final nada de ello sirvió pues ambos ejércitos se midieron en la batalla de Salinas el 6 de Abril de 1538 que fue desfavorable para los almagristas.

Nuevamente prisionero, le remitieron a España por disposición del Emperador y llevado a la Corte, encontró en prisión a Hernando Pizarro a quien le seguían muy ruidosos autos, y como el asunto era asaz complicado, pudo recobrar su libertad. Los derechos de Almagro eran defendidos por el Capitán Diego de Alvarado, tras cuya muerte tomó su lugar pues era ducho en el arte de las letras. El Emperador había nombrado cinco Jueces del Consejo Real, previniéndoles le consultasen antes de la sentencia. Finalmente tanto embrollo terminó con la condena a Hernando Pizarro a pena de prisión.

Despejado el panorama político y mejorada su condición hidalga con el dinero llevado de Indias, tuvo el acierto de retirarse de la política y escribir una obra autobiográfica que tituló “El libro de la vida y costumbres de don Alonso Enríquez de Guzmán, caballero noble desbaratado” que conoció gran fama en su tiempo y la gente leyó con avidez por contener episodios y acontecimientos raros ocurridos en las Indias referidos con gracia y desenfado, con un humorismo cínico, sentimental y desvergonzado para contar las debilidades del autor, pero al mismo tiempo con un concepto elevado de la literatura; aunque es necesario aclarar que lo de “desbaratado” le venía por sus numerosas prisiones en América y Europa.

“Fue un hombre de letras, ingenioso por autodidacta, que sin libros ni escuelas recibió la influencia de los espíritus que predominaban en la Corte del Emperador, pues llegó a insertar numerosas cartas cambiadas con los magnates, que son juegos de palabras y conceptos, conforme al gusto y costumbre epistolar predominante”. También se ha dicho que esta novela cronológicamente antecedió en veinte años a otros escritos parecidos que abrieron las puertas del siglo de oro de la picaresca española, como el Lazarillo de Tormes por ejemplo.

A Enríquez se le atribuye la paternidad de “Nueva obra y breve en metro y prosa sobre la muerte del Adelantado don Diego de Almagro hecha por un testigo de vista por los años de 1550”, que por su antiguedad está considerado por la crítica como el primer poema sobre la conquista de América.

Se desconoce su apariencia física aunque espiritualmente fue un sujeto muy atractivo y por supuesto superior si se le compara con el resto de los conquistadores del tiempo, poco cultivados o casi iletrados en su mayor parte.