EGUREN JOSE MARIA

POETA SIMBOLISTA.- Si alguna vez se ha escrito poesía rara en Sudamérica ésta debe ser la de José María Eguren, el gran simbolista creador de la marioneta llamada “Juan Volatín”, personaje de su poemario titulado “Simbólicas”, aparecido en Lima en 1911 con creaciones que no tienen antecedentes líricos formales aunque algunos han querido ver en ellas una influencia lejana de Rubén Darío, En “El Duque” dice Eguren: //Hoy se casa el Duque Nuez / viene el chantre, viene el juez / y con pendones escarlatas / florida cabalgata / a la una, a las dos, a las diez; / que se casa el Duque Primor / con la hija de Clavo de Olor /allí están, con píeles de bisonte, / los caballos de Lobo de Monte, / y con ceño triunfantes / Galo Centrino, Rodolfo Montente. / Y en la capilla está la bella, / mas no ha venido el Duque tras ella; / los magnates postradores. /aduladores ,/ al suelo el penacho inclinan; / los corvados, los bisiestos / dan sus sustos, sus gestos, sus gestos;/ y la turba melenuda / estornuda, estornuda, estornuda. / Y a los pórticos y a los espacios / mira la novia con ardor … / son sus ojos dos topacios / de brillor. / Y hacen fieros ademanes . /nobles rojos como alacranes / concentrando sus residuos / grita el más hercúleo de ellos: /¿Quién al gran Duque entretiene / Ya el cortejo se irrita! …/ pero el Duque no viene… / se lo ha comido Paquita.//

Eguren había nacido el 8 de julio de 1874 en Lima. Su padre administraba haciendas cercanas a Lima y paa huir de la situación de guerra con Chile llevó a su familia a vivir en las haciendas Chuquitanta y Pro cercanas a esa capital, donde creció el futuro poeta en la armonía del campo.

En 1887, tras la muerte de sus padres, se estableció en una pequeña villa con dos hermanas solteras, llamadas Susana y Angelica, en la vecina localidad de Barranco frente al mar.

Sus vidas transcurrieron sin sobresaltos ni escándalos, en una medianía económica cercana a la pobreza y para ayudarse comenzó a pintar hermosas acuarelas con paisajes marinos, del campo y hasta algunos rincones citadinos, que logró plasmar con enorme autenticidad. En 1892 participó en la Exposiciuón Nacional de Pintura del Perú.

Como era un espíritu de selección se aficionó también a la fotografía y con un pequeño tinterillo de madera ideó una cámara para tomar transparencias de miniaturas con rostros y rincones que captaba en sus paseos a Lima, que eran verdaderas travesías de quince kilómetros, que él realizaba las veces que era necesario. Hoy se conserva cosa de quinientas de estas fotominiaturas en el Museo Nacional del Perú, como muestras de su ingenio y como documento de una época histórica muy interesante.

Cuando contaba 37 años en 1911 publicó Simbólicas” en la revista Contemporáneos, deslumbrando a cierto pequeño grupo de la intelectualidad del país. Era la primera ocasión que se escribía tan raro pues el poeta no definía ni explicaba, simplemente proyectaba imágenes y pensamientos, quizá por eso los escritores de mediana edad como Clemente Palma entre otros, no le entendieron.

Para la fecha de la publicación de esta obra formaba parte del grupo literario de “Los Colónidas” que dirigía Abraham Valdelomar; como poeta poseía Eguren una “rara y sugestiva animación y un mundo interior muy rico en alegorías cuyos destellos salían convertidos en hermosas poesías. Se dijo entonces que hacia poesía infantil, pero a ciencia cierta no son enteramente infantiles y aunque las hacía para sus pequeñas sobrinas, la forma es demasiado rica, exótica y fresca y tienen una sorpresiva madurez que las hace más para adultos que para niños.

En 1914 entró a trabajar en una Junta de Vigilancia de Cheques Circulares. El 16 publicó “La Canción de las Figuras” alentado por José Carlos Mariátegui y por Manuel González – Prada que lo apoyaban sin reservas y en esta segunda obra se mostró selecto y sutil, casi vaporoso, melancólico y triste pero sin violencias; fue simbólico y por lo tanto nunca directo, más bien alegórico; por eso sus mensajes deben ser comprendidos a través de imágenes superpuestas, difíciles como el fondo de su producción, a pesar de la facilidad con que se lo lee y gusta, por eso se ha dicho que fue dueño de un Arte sonambulesco, de iluminado soñador que tiene algo que decir como en “La Niña de la Lámpara Azul” // En el pasadizo nebuloso / cual mágico sueño de Estambul / su perfil presenta destelloso / la niña de la lámpara azul. // Agil y risueña se insinúa / y su llama seductora brilla / tiembla en su cabello la garúa / en la playa de la maravilla. // Con voz infantil y melodiosa / con fresco aroma de
abedul / habla de una vida milagrosa / la niña de la lámpara azul. //

Eguren fue modernista, como su primer poemario lo indica, pero a su manera. Por eso se le considera postmodernista, es decir, el que abrió nuevos cauces a la poesía en el Perú, motivando hacia los tiempos de la contemporaneidad. Leamos “Los Reyes Rojos” donde aparentemente nada dice pero mucho se puede comprender: // Desde la aurora/ combaten dos reyes rojos / con lanza de oro / por verde bosque / y en los purpurinos cerros / vibra su ceño / Falcones reyes / batallan en lejanías / de oro aulinas / Por la luz cadmio / airadas se ven pequeñas / sus formas negras. // Viene la noche / y firmes combaten foscos/ los reyes rojos.// En esta, como en muchas otras composiciones suyas se nota un exquisito regusto en el uso de los adjetivos, el adorno y embellecimiento del idioma; lamentablemente le correspondió vivir en la era Chocanesca “declamatoria, tumultosa y que lo empalideció por momentos. Eguren era lo contrario de Chocano, era poeta de color y sombras; sombra, silencio, perfume, comunión de plenitud religiosa con fondo telúrico, personajes envolventes de un quimérico país de las alegorías, rubricado por la magnificencia y el exotismo de un lenguaje riquísimo en imágenes y sonidos, como fue el lenguaje de los poetas modernistas, pero nada más, pues lo restante era de pura creación personal.

En 1929 recogió la producción de sus dos pequeños volúmenes en uno solo al que añadió su poema “Sombras” y de allí en adelante se dedicó al ensayo para lo que también estaba dotado con singulares méritos literarios; y no volvió a describir marionetas ni vampiros blancos, ni habló del desfile de los aguamaniles. Su Hora había pasado, pero la revista “Amauta” le realizó un grandioso homenaje dedicándole el No. 21 y el Ministerio de Educación le designó Bibliotecario de las bibliotecas nacionales, con cuyo sueldo se ayudó hasta su muerte ocurrida el 19 de Abril de 1942 con fama acrecentada por los años y aunque su recuerdo perdura en las generaciones actuales, no ha tenido seguidores ni se ha continuado su obra, pues fue una rama aberrante, bella y perdida en medio de la fronda social que campeó en las letras americanas en los años treinta y siguientes.