PINTOR.- Nació en Quito el 1 de Diciembre de 1889 y fue bautizado con los nombres de Camilo Alejandro. Sus padres tenían una casa en el barrio de San Blas, recibió las primeras letras en la Escuela de los Hermanos Cristianos en el Cebollar, la secundaria en el San Gabriel de los jesuitas y en 1901 ingresó al recién fundado Instituto Mejía.
Desde niño había descollado como buen dibujante, tenía la costumbre de llenar de figuras sus libros y cuadernos y hasta los periódicos que su adusto padre leía en casa, de manera que a nadie sorprendió su decisión, tomada en 1905, de ingresar a la Escuela de Bellas Artes, reabierta bajo los nuevos lineamientos del triunfante liberalismo que permitía una mayor libertad y creatividad y fue alumno de Paul Bar que innovó a la pintura quiteña hacia un realismo que estaba triunfando en Europa.
En 1909 obtuvo la Medalla de Oro en el Concurso Nacional del Centenario de la Independencia y poco después la Medalla de Oro en el Concurso Universitario del Cartel.
En 1911 el gobierno nacional presidido por el General Eloy Alfaro le otorgó una beca de estudios para la Real Academia de Roma conjuntamente con Nicolás Delgado y Abraham Moscoso y adquirió de los maestros de ese país una marcada influencia modernista, idealizando al indio a través de cánones de proporciones anatómicas clasicista con un perfecto dominio de la línea. Mas no todo fue aprendizaje artístico pues entró en contacto con lo europeo y sobre todo con lo japonés que estaba tan de moda y se resolvía por los grandes planos de color, sencillez en el trazo y resolución en la imagen. Ese año logró un Premio en el Salón Amatori e Cultori delle Belle Arti realizado en el Palazzo Nacionale de Roma.
En dicha ciudad contrajo matrimonio con Victoria Fornari con quien tuvo a su primer hijo llamado Raúl y al iniciarse la Gran Guerra europea en 1914 regresó con su familia al Ecuador, meses más tarde concursó por una de las cátedras en la Escuela de Bellas Artes, que obtuvo en propiedad.
Dirigía la Escuela el célebre pintor italiano Luigi Casadío llegado al país poco antes, que desde la cátedra de escultura proponía una fuente de inspiración diferente alrededor de la imagen del indio al que había que representar como parte del convivir nacional, de tal manera que se dio inicio a una corriente plástica indigenista, que creció a través de sus alumnos. Recomendaba Casadío la necesidad de volver los ojos hacia el indio y lo escogieran por modelo de sus obras de arte.
Los pintores nacionales vieron el modelo que tenían y dieron por hacer cuadros y estatuas de indios y composiciones de sus costumbres.
Había nacido, pues, la pintura indigenista ecuatoriana y por eso Egas pintó en 1916 “Las Floristas” óleo de gran formato con cuatro muchachas indias vestidas de blusas, anacos y faldas, portando en sus hombros derechos y pendientes de un carrizo, cuatro ramos de flores. Composición calificada de equilibrada, casi hierática, pero con fondo y cromática vernáculos, según Hernán Rodríguez Castelo.
En 1918 obtuvo el Primer Premio de Pintura en el Salón Mariano Aguilera con tres telas “Sanjuanito”, “Los sahumeriantes” y “Las Floristas”. Antes de esto se pintaba al indio como sujeto aparte, como documentalismo costumbrista muy a lo siglo XIX, pues a nadie se le había ocurrido incorporarlo en la sociedad, reproducirlo con sobrio realismo y en su medio nativo de suerte que correspondió a Camilo Egas ser el primer artista en vincular al indio en el medio circundante, siempre con sobria dignidad.
En 1920, habiendo concluido la conflagración europea, viajó a España con una beca de estudios para la Real Academia de San Fernando, expuso en el Palacio de Cristal del parque del Buen Retiro reafirmando su nacionalismo en una pintura formal pero más libre, influenciado por valores ya consagrados como Zuloaga y Zurbarán que pintaban con rasgos fuertes y colores puros. Ese año – divorciado – vivió una temporada en Paris, estudió en la Academia Callaroise, puso taller en La Place de la Republique y casó con Margarita Gibons.
De regreso en Quito el 22 idealizó al indio recalcando su dignidad perdida, para ello estilizó los cuerpos a veces hasta la exageración de lo hierático, paisaje y atmósfera son predispuestos para esto y el resultado son obras en las que predomina el ímpetu formal o romanticismo formalista y fue contratado por Jacinto Jijón y Caamaño para pintar catorce escenas en la biblioteca de la quinta La Circasiana. Egas aceptó el trabajo y lo realizó aunque muy influenciado por la Escuela francesa que utilizaba las proporciones de la morfología europea, tan distinta a la andina, como rezago del art nouveau. A esta primera etapa corresponde obras hermosas como “Procesión”, “Fiesta indígena”, “Indígenas con vasijas”, “Camino al mercado”, “Ritual” que quizá es la última de este período y data de finales de ese año 22.
El 23 obtuvo por segunda ocasión el
Primer Premio en Pintura en el Salón Mariano Aguilera con un “Retrato de Mujer” de altísima calidad según el crítico Jorge Diez y movido por su espíritu trashumante viajó a Europa, vivió en Paris una bohemia artística libre de vicios, el 25 expuso en el Salón DAutome (Salón de Otoño) en el Salon des Independants, Musee Galliere y Galería Carmine, y tras un nuevo divorcio contrajo terceras nupcias con Susana Rivera y el gobierno ecuatoriano le designó Comisionado a cargo de la Muestra del Ecuador en la Exposición de Artes Decorativas de Paris.
A principios de 1926 volvió a su Patria, fue profesor del Normal de Quito y Director de Arte del Teatro Nacional Sucre, fundó la revista “Hélice” con Raúl Andrade, Gonzalo Escudero, Jorge Reyes, Pablo Palacio, Guillermo Latorre, Pedro León, etc. El primer número contiene el Manifiesto, en él recalcan la necesidad de encontrar la espiritualidad del arte, dejando de lado la visión formalista del mundo. Ese año creó la Galería de arte moderno Camilo Egas frente a la Alameda, una de las primeras que tuvo la capital, pero constituyó un fracaso económico porque los pintores eran considerados meros artesanos y no existía mercado para lo artístico.
De esta época es un “Sátiro flautista con ninfas” y “Ninfas y Sátiro” hoy en el Museo del Banco Central y comenzó su interés en un nuevo tratamiento de lo indigenista, desentendido de lo puramente formal para captar el misterio del alma andina a través de las expresiones de los rostros y las posturas de los cuerpos. El colorido de sus obras sigue siendo vibrante, existe un nexo con la realidad social y económica del país, retrata la pobreza, la ignorancia y el sometimiento. Una de las primeras obras de esta segunda etapa es “El Indio Mariano” donde lo ecuatoriano adquiere visos de realidad, pero no faltaron intonsos que le acusaron de comunista, adjetivo peligroso aún muchos años después; a él que no era un político y que simplemente describía al indio utilizando para ello su arte sin estridencias desafiantes y por ende el indio dejó de ser un simple motivo de curiosidad para tornarse humano, realidad visible y lacerante dentro de una sociedad injusta.
El 25 de Diciembre del 26 embarcó en Guayaquil portando pasaporte diplomático y viajó a los Estados Unidos donde le esperaba su nueva esposa Margarita Gibson, la cuarta, ciudadana de nacionalidad norteamericana, en el domicilio de ambos situado en Jackson
Hight, sector suburbano de Queens en Long Island, donde se dedicó a pintar pero pronto se anunció en el New York Times indicando que hablaba inglés, francés, español e italiano y daba clase de dibujo y pintura al óleo en su nuevo domicilio en la 215 East, Calle Trece de Manhattan, vecino a la muy importante estación del subway de la Calle Catorce y a la popular plaza Union Square donde convergía la intelectualidad de clase media principalmente.
El 29 fue contratado en The New York School Social Research que funcionaba muy cerca de la calle Doce y había sido fundada el año 24 por Edmond Greace, pintor y mecenas que deseaba una nueva escuela de arte dedicada a desarrollar el talento individual bajo la instrucción de exitosos artistas modernos, en los temas del arte clásico como en los modernos de la vocación de cada artista. Egas se inició como Instructor, luego estableció los llamados Talleres Artísticos con clases de dibujo, óleo, pintura al fresco y muralismo, a treinta y cinco dólares los dos semestres, suma de dinero que por ningún concepto puede ser calificada de exagerada.
Más adelante, cuando en 1936 Alvin Saunders Johnson se convirtió en protector de profesores de arte que venían escapando de los regímenes totalitarios de Europa, fue designado primer Director del Departamento de Bellas Artes. Allí trabajará con numerosos alumnos y sin descanso hasta su muerte ocurrida en 1962, con total entrega y en una época en que la pequeña Escuela pasó a ser un organismo de verdadera fuerza educativa con título de Universidad.
El 31 presentó sendas exposiciones en “Sport in Art”, “Eight Street Gallery”, “Newmans Galleries.” El 32 ejecutó el Mural “Festival ecuatoriano” para la Social Research, obra que gustó mucho (1)
En abril presentó en la sede de la calle 125 de la Public Library de New York un cuadro al óleo de grandes dimensiones con la escena del éxodo de la obra teatral The green pastures del dramaturgo Marc Connelly, estrenada
en 1930 con gran éxito en Broadway. El día de la inauguración cantó el coro de voces negras de Hall Johnson varias canciones religiosas tomadas de la misma obra, lo cual constituyó un golpe de audacia pues imperaba un racismo extremo en la ciudad.
Ese año intervino en una Exposición en la Galería de Pintura de la Calle Ocho con dos óleos titulados “Inca indian woman” e “Incas indian morning”. En septiembre abrió la temporada de exhibiciones en la Academia donde laboraba con una Muestra individual centrada en los originales de las ilustraciones que creó para la novela Tzanza de Isadora Lhevine, cuyo argumento – a mitad de los histórico y lo fantástico – se desarrolla en la amazonia ecuatoriana.
El 12 de enero del 33 la Social Research celebró su primer año de labores con un gran lienzo de Egas titulado “Trabajadores sin hogar”, tela de grandes dimensiones, clásica por su descarnada realidad exenta de toda esperanza. Por entonces la Social Research contrató dos murales, uno del mexicano José Clemente Orozco y otro del norteamericano Thomas Benson y se conoce que Egas también pintó dos murales hoy desaparecidos, que denominó “Cosecha ecuatoriana” y “Cosecha norteamericana”.
Durante esta etapa cultivó la amistad del muralista mexicano Orozco quien le trasmitió sus ideas sociales, no así su arte, tan diferente a la formación europea de Egas; quizá por eso y por sentir los efectos de la gran depresión económica que vivía el país, los cuadros de estos años se fueron haciendo descarnados, con hombres proletarios aplastados por el derrumbamiento del capitalismo, usando la deformación para crear imágenes duras y amargas del hombre contemporáneo.
También el 33 participó en la Exposición The Social View Point of Art organizada por el Reed Club de New York en el No. 450 de la Sexta Avenida entre cien artistas. En Octubre rentó un departamento en la Calle Novena entre Quinta y Sexta Avenidas en el Village donde vivían artistas y gente bohemia. Su vinculación con la Social Research, que funcionaba para investigaciones
sociales, le permitirá profundizar en el desarraigo imperante, contrastando con la antigua opulencia de los grandes edificios, avenidas, tiendas y comercios. De abril del 1934 es Subway Steep que contiene una visión dramática del mundo urbano. Aquí su arte adquiere una expresividad basada en el contenido y el lenguaje más que en el color y las formas. En octubre asistió a una Exposición colectiva que presentaron los profesores de la Social Research, costumbre que continuará hasta su muerte.
El 35 fue designado miembro de The Lower New York Art Council, entidad asociada al Comité municipal de Arte establecido por el Alcalde Fiorello la Guardia para dinamizar la cultura y ponerla al alcance de las masas. En Mayo fue uno de los jueces designados para el concurso anual de Arte para escolares newyorkinos. Por esos días trabó amistad con el joven pintor guayaquileño Eduardo Solá Franco que se hallaba establecido en la gran manzana, a quien tuvo de alumno y aconsejó en materia artística. El 37 contribuyó con una de sus obras a la muestra colectiva de los Delphic Studios, cuyas ventas fueron destinadas al Comité norteamericano de ayuda a la democracia española. De ese año es su cuadro más conocido en el Ecuador titulado Calle Catorce, óleo sobre tela de 1,37 x 1,01 que muestra una figura, aterida de frio en el andén del subway newyorkino. Los tonos usados son oscuros para alcanzar un mayor realismo pero existe la suficiente luz que hace el debido contraste por sórdido y desesperanzado.
“Egas formaba parte de la élite de artistas latinoamericanos en New York. Sus murales junto a los de los muralistas mexicanos Diego Rivera y José Clemente Orozco ayudaron a definir el arte latinoamericano para los newyorkinos. Durante las siguientes tres décadas tendría un mayor impacto en la escena artística de New York como instructor en el New School y director de sus influyentes talleres de arte, formando a los nuevos artistas de la ciudad”.
(1) El 2005 Silvia Rocciolo, Curadora de la Universidad The New School, que es el actual nombre de la antigua The New York School Social Research, descubrió el mural “Festival ecuatoriano” detrás de una pared, en el sótano del edificio, junto con escobas, aspiradoras viejas, cajas, etc. La pared había sido construida por un Curador anterior para proteger al mural que constaba en la lista de la colección de obras de la mencionada Universidad. El mural estaba muy deteriorado, desgastado y sucio por el paso de los años, pero se decidió restaurarlo en el estudio de conservación de la propia U. donde rescataron en toda su belleza el colorido original perdido. La obra fue confeccionada para la antesala del estudio de danza de la célebre Martha Graham por lo que el tema de la danza no es una coincidencia y es el único Mural de Egas que ha llegado hasta nosotros, primando las tonalidades de un color cobrizo rojo y azul, con una forma de composición de algún modo triangular, características del arte y la arquitectura Inca y si bien presenta la danza india del maíz, contiene numerosos detalles de significación social. La crítica Michele Greet ha manifestado que este Mural no es un estudio antropológico ni una representación científica de los distintos grupos indígenas del Ecuador Es una yuxtaposición de esos grupos con diversas tradiciones y fiestas ceremoniales ecuatorianas. Hoy se expone en el lobby de entrada del edificio número 66 West de la calle Doce y Sexta Avenida. |
El 38 regresó al Ecuador y en septiembre el gobierno le designó
Comisionado de Arte para las Ferias Mundiales de New York a realizarse el 39 y de San Francisco el 40, decorando con sus dibujos el pabellón nacional y su frontispicio con pinturas murales ayudado por los jóvenes pintores Eduardo Kingman y Bolívar Mena que se instalaron en New York.
El New York Times anunció que los murales que pensaba trabajar para las ferias van a representar los muchos aspectos del Ecuador y sus atracciones típicas y serán portables para llevarlos al Ecuador cuando concluyan ambas. En ese momento el arte de Egas estaba influenciado por los trabajos que realizaban los grandes pintores de la Escuela muralista mexicana Diego Rivera y José Clemente Orozco principalmente, quienes daban preferencia a un realismo terrígeno e indigenista desde que en 1922 habían suscrito la Declaración de los principios sociales, políticos y estéticos para independizar el arte americano de las corrientes europeas.
Al inaugurarse el pabellón ecuatoriano con un retraso de un mes y únicamente con el gigantesco mural pintado por Egas, la gente se admiró por ser una obra de grandes proporciones (18,3 x 8,5 mtrs.) y estar dividida en tres paneles o secciones desmontables: La parte central contenía la figura de una mujer de grandes proporciones con los puños abiertos y un paisaje andino de fondo en el cual se veían campesinos indígenas realizando siembras. A la izquierda se mostraba el trabajo andino y a la derecha la vida en el campo acompañada de la música. Egas había hecho colocar varios cartelitos en inglés para evitar falsas interpretaciones. El panel central representaba el vigor de una raza descendiente de avanzadas civilizaciones. A la izquierda se veía el pasado de esclavitud social y a la derecha el romance de la vida del campo con indios libres a los cuales la República les reconocía todos los derechos, cosechando al ritmo de la música, es decir, una vida casi edénica.
Los miembros que componían la alcaldía de New York se entusiasmaron de inmediato y fue declarado Ciudadano de Honor, la prensa norteamericana le calificó del mejor artista ecuatoriano y pronosticó que pronto alcanzaría la nacionalidad norteamericana, lo cual nunca ocurrió porque Egas no la llegó a solicitar jamás según parece, pero no todo fueron baños de rosas pues el Mural no le agradó al Comisionado ecuatoriano Sixto Durán Ballén por su temática indigenista, a tal punto que ni siquiera lo mencionó en su discurso prefiriendo referirse a los sombreros y al jugo de naranjilla que se vendía en la fuente de soda. Rodolfo Baquerizo Moreno que era otro de los Comisionados, tuvo una actitud menos despectiva, finalmente el tercero César D. Arcentales solo se dedicó a promocionar los sombreros de paja toquilla sin entrar en disputas artísticas, pero desde el Ecuador Pío Jaramillo criticó la forma y tratamiento dado al tema indígena, calificándola de inoportuna, pues a su criterio no correspondía con justicia a la condición humana del indio ecuatoriano. Finalmente y como simple anécdota, durante la inauguración se vendieron estampillas y postales conmemorativas y el stand de sombreros de paja toquilla resultó económicamente exitosísimo.
La Feria de San Francisco del 40 se vio opacada por la Guerra Mundial y nuestro stand ecuatoriano solo se realizó con los paneles de Egas; sin embargo, el Mural se perdió para siempre en New York porque el gobierno ecuatoriano no se preocupó de su preservación y nunca fue desmontado, al contrario del Mural del stand del Brasil que adornara Portinari, y se exhibe en la actualidad en un lugar de preeminencia en Brasilia.
En julio del 40 Egas viajó a La Habana para revalidar su visa norteamericana pues la Cancillería de nuestro país le solicitó la devolución del pasaporte diplomático. ¿Seria en retaliación por el mural?.
Su arte había derivado hacia el surrealismo, tendencia que empezaba a predominar en New York bajo el patrocinio de las ideas del escritor francés André Breton, impuesta con la llegada a norte América de pintores europeos de fama como Tanguy, Tchelichev, Seligman y Dalí, escapados de la barbarie de las guerras. Entonces pintó “Dual”, tela que marca el abandono definitivo de los campos del expresionismo por el surrealismo, motivado por el patriotismo en una realidad soñada, onírica porque radica en la mente, a través de imágenes que escapan a la realidad. El mensaje está dado por una mujer de cabellos rojizos con un ojo abierto y el otro cerrado.
El 41 participó en una Exposición organizada por el Newark Museum en New Jersey que adquirió una de sus obras titulada “Trabajadores ecuatorianos” en la suma de doscientos dólares, que entonces era mucho dinero. El 42 contrajo su quinto matrimonio con Alice Nelson. Entre el 42 y el 43 a causa del ingreso de los Estados Unidos en la segunda Guerra Mundial decayeron las actividades artísticas, pero siguió participando en las Exposiciones de los profesores de la Social Research, también ilustró el libro The wouldt be King sobre Simón Bolívar, escrito para jóvenes por Nina Baker Brown. Del 43 es “Infierno” obra de una visión definida. El 44 figuró entre los grandes pintores latinoamericanos en la obra de Robert C. Smith para la Revista Interamericana. El 45 el Museo de Arte Moderno de New York adquirió su cuadro Sueño de Ecuador.
En noviembre del 46 expuso su producción surrealista en la Nicholas M. Acquavella Galleries con óleos, acuarelas y dibujos. El 47 figuró como jurado en el primer Concurso Internacional de Poster auspiciado por las Naciones Unidas. Del 49 es “Desolación” visión dantesca de un campo yermo. El 52 contrajo sextas nupcias, esta vez con Claire Plowden.
Vivía enamorado del amor y no encontraba la mujer perfecta para esta clase de difíciles sentimientos. En lo artístico explorando hasta recaer en un abstraccionismo fundamentado en la expresividad. Finalmente terminaría por volver a tratar sus propias raíces con otra visión muy diversa del sentimiento ancestral. En esta época expone en la localidad de Palisades, valle del río Hudson, New York, donde mantenía una residencia campestre, viviendo en un departamento dúplex, ubicado en el No. 238 oeste de la Calle Catorce, bastante espacioso, amplio tragaluz, lleno de luminosidad, con un segundo nivel, allí hizo colocar sus materiales.
El 54 el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires organizó una muestra de arte ecuatoriano y su obra Desolación figuró en lugar preponderante. El 55 expuso por quinta ocasión en New York en la Galería Americana de Artistas Contemporáneos – ACA Gallery – El New York Times dijo: Egas ha tenido éxito en liberarse del estilo desarrollado en sus murales anteriores, para usar más libremente tanto el color como las formas, y en su enfoque de una variedad de temas, su estilo se ha vuelto más abstracto. Sus figuras verticales y sueltas comenzaban a disolverse en puras formas y color.
El 56 regresó al Ecuador tras un auto exilio de veinte años, vino acompañado de su nueva esposa para asistir a una exposición de sus obras en el Museo de Arte Colonial de Quito. Fue un reencuentro triunfal con un público que había olvidado sus prejuicios iniciales y le aceptaba con su categoría de maestro internacional. Lleno de optimismo volvió a New York tras este reconfortante abrazo con la Patria. El viejo pintor escrutó sus raíces y creó cuadros de gran majestuosidad como “Las Viudas” e “Indios a la Luz de la Luna” resolviendo con lo mínimo lo máximo, sin olvidar los símbolos representativos. Sus figuras dejan las líneas y empiezan a disolverse en masas de expresiva sencillez, la superficie se llena de bultos que flotan para tornarse en sensaciones, en relieves o en ligeras insinuaciones de color, en síntesis todo vuelve a la nada tras un perturbador sondeo en el silencio de sus telas grises, en intuitivo rastreo de los límites de su propia vida. Así surgen “Gente en el campo”, “Remolino”, “Transición”, “Las Cuatro horas”, “Antes del oscurecer”, “Formación”, “Comprensión”, “Cielo”, “Horas tempranas”, “La Luz delante”, “El Ultimo día”.
Al año siguiente (1957) empezó a sentirse enfermo, fue designado Agregado Cultural viajero y expuso en el Museo de Bellas Artes de Caracas. El 62 recibió una de las dieciocho subvenciones consistentes en dos mil dólares de la American Academy of Arts and Letters, siendo el único latinoamericano agraciado con este Premio, expuso en la Art Gallery de New York bajo el auspicio de la American Academy of Arts and Letters. La New School for Social Research le confirió en junio el título de Doctor Honoris Causa en Bellas Artes y organizó una exposición retrospectiva. En sus últimos tiempos un cáncer lento le obligó a guardar reposo en cama, pero fueron meses tranquilos, casi sin dolores ni molestias y falleció asilado en el hospital Montefiore, ubicado en Bainbridge Avenue y Calle 210, en el Brown, el 18 de Septiembre de 1962, de setenta y dos años de edad, paliado con tranquilizantes, en el entero y cabal conocimiento de la proximidad de su fin. Tenía treinta y cinco años de trabajo consecutivo en The New School Social Research de New York (1927 – 1962)
No fue un hombre de hogar ni de familia, tampoco persiguió con insistencia una carrera artística. Vivía dedicado a sus clases y tuvo numerosos alumnos que le admiraban y le recordarían siempre. Nunca fue un ser social pues rehuía sistemáticamente las invitaciones que recibía para asistir a exposiciones y actos culturales en Galerías y Museos. Su hijo contaba que al recibir las esquelas y casi sin mirarlas las tiraba al tarro de basura.
Le desagradaban las galerías, pintaba porque le gustaba, amaba New York. Fue, pues, un profesor brillante a medio tiempo y un empedernido Don Juan en el otro medio porque aunque tuvo pasta de galán la contracción al arte era su ideal superior. Contrajo seis matrimonios y todos terminaron en divorcio inclusive el último, cuando ya era viejo. Con su quinta esposa Alice Nelson tuvo a su hijo Eric Egas, artista fotógrafo. En Enero del 63 la embajada ecuatoriana realizó en Quito una Exposición Retrospectiva en su homenaje.
De mediana estatura, pulcro en el vestir y refinado en sus modales. Triste, tímido, huraño, de humor corrosivo, romántico y viril aunque egoísta con sus mujeres, a las que amaba primero, soportaba después y finalmente hacía a un lado para recaer en el siguiente matrimonio con la misma suerte siempre. En síntesis, un pésimo marido.
Un Psiquiatra le hubiera calificado de extranjero en los sitios donde erró su sombra pero también del tiempo que le tocó vivir, siempre en busca de la verdad en el arte y siempre tropezando con dolorosos hallazgos, porque esa verdad no radica en las apariencias, hay que buscarla en las raíces de la sociedad. En 1981 el Banco Central adquirió sus obras dejadas en New York y fundó el Museo que lleva su ilustre nombre y expone permanentemente sus obras, divididas en cuatro etapas: 1) Obras Emblemáticas, comenzando por Las Floristas, primera de sus producciones indigenistas, 2) Trabajos con la Figura Humana, 3) Etapas expresionista y surrealista de su estadía en New York, y 4) Etapa Abstraccionista que concluye con su óleo Horas Tempranas, pintura ejecutada en 1961, un año antes de su muerte.