ECHEANDIA Y VALENCIA MANUEL

PROCER DE LA INDEPENDENCIA.-

Nació en Guaranda el 24 de Abril de 1783 a las cuatro y media de la mañana y recibió las aguas del socorro de apuro, administradas por su padre el Corregidor de Guaranda Fernando Antonio de Echeandia y Soloa (1748- 1801) natural de la villa de Tabira de Durango, Viscaya, quien pasó a Popayán y ejerció el comercio con su hermano Francisco Antonio. En 1776 estuvo de guarnición en Latacunga, el 84 fue Teniente de Corregidor de Guaranda (contagiado de una grave enfermedad fue a bañarse en las aguas de la laguna del Guayco y habiendo sanado construyó el primitivo santuario obsequiando una custodia y dos campanas) Posteriormente viajó con su hijo a Madrid y regresó el 91 como Tesorero de las Reales Cajas de Caracas; y fue su madre Bárbara Valencia y Hurtado, payanesa (H.l. de Sebastián Valencia y Fernández del Castillo y de Barbara Valencia y Baca)

En Diciembre del 83 fue bautizado solemnemente, apadrinado por el Conde de Santa Ana de Izaguirre, que vivía en Guayaquil por entonces.

De nueve años viajó a estudiar, especialmente matemáticas, en el Colegio de Nobles de Vergara donde permaneció hasta 1800 que pasó a Caracas donde residía los suyos; pero meses más tarde en 1801 murió su padre y fue nombrado Oficial de la contaduría en la Real Hacienda.

En 1805 casó con María de la Cruz Frías y Abadiano, H.l. de Ventura Farías Abadiano y de Josefa Abel Mejía. El 7 ascendió a Ministro tesorero interino de la Real Hacienda en las Cajas de Puerto Cabello y de allí regresó de Oficial Mayor a Caracas, acompañando a los Comisarios Regios Carlos Montúfar Larrea y Antonio de Villavicencio Berástegui, que la monarquía española enviaba a América para tratar de aplacar los ánimos exaltados; y arribaron al día siguiente del golpe revolucionario del 19 de Abril de 1810, cuando la población de Caracas ya se había pronunciado por la independencia. Entonces abandonó su cargo, se sumó al movimiento independentista y entró al ejército patriota. En 1811 participó en la campaña militar bajo las órdenes del Marqués de Toro como Oficial de Rentas, el 12 fue Administrador de la Hacienda Pública en Cura y tuvo que emigrar con otros rebeldes cuando las capitulaciones del General Francisco de Miranda.

El 13 regresó al continente con el General Simón Bolívar y participó en la llamada Campaña Admirable, interviniendo en grandes y gloriosas acciones. En Julio del 14 emigró nuevamente a los llanos del oriente venezolano, huyendo de las avanzadas del ejército realista del General

Boves y luchó en varios combates y guerrillas; mas, debido a las constantes persecuciones tuvo que exilarse en Septiembre a Cartagena de Indias, donde fue Capitán de la Guardia Nacional y Ayudante Mayor de aquella plaza y sufrió las consecuencias del terrible asedio hasta que en Diciembre de 1815 terminó por evacuar la fortaleza en unión de otros patriotas.

“En una pésima embarcación y con el marino Padilla, pasó con algunos venezolanos a la isla de Jamaica en el Caribe y de allí a los cayos de San Luis en Haití, siempre perseguidos y gracias a la generosidad del General Petión y del gobierno de Inglaterra, lograron una importante ayuda económica y de armas, que les permitió planificar un nuevo asalto al territorio de Venezuela.

En Junio de 1816 y con motivo de la expedición a los cayos el Libertador le nombró Comisario General de Guerra, pero una grave dolencia le impidió hacerse cargo; sin embargo, ordenó la contabilidad general y cumplió importantes misiones en la isla de Margarita y en Ocumare y al conocer el fracaso de la nueva campaña patriota viajó exiliado a la isla de Curazao, donde vivió en 1817 varios meses entre la población nativa y holandesa, en grave estado de enfermedad y pobreza, pues sus bienes – que no eran pocos – habían sido secuestrados por las autoridades españolas.

En 1818 se reincorporó a los ejércitos republicanos en las Guayanas, nuevamente fue Comisario General del Ejército y tuvo a su cargo la organización de la contabilidad militar. Luego acompañó al Libertador en el glorioso paso de los Andes y en la campaña militar de Nueva Granada. El 7 de Agosto de 1819 participó en la batalla de Boyacá que abrió las puertas de Bogotá a las armas patriotas. El 5 de Julio de 1820 fue ascendido a Comisario General Ordenador y el 21 asistió al Congreso del Rosario de Cúcuta como Diputado por el estado de Mérida, donde tuvo destacada actuación, pues fue miembro de la Comisión de Hacienda y presidió la de Guerra.

En la campaña militar de 1823 acompañó al General Páez y sus célebres llaneros hasta conseguir la derrota final del General español Calzada en Puerto Cabello, último reducto realista que aún quedaba en el territorio de Venezuela.

El 13 de Abril de 1824 fue ascendido a Coronel. El 26 de Mayo del 27 el Libertador le designó Tesorero del Ejército y de Hacienda. En Mayo del 29 recibió en Quito el nombramiento de Contador Mayor del Tribunal de Cuentas de Venezuela a cargo del extenso ramo de Aduanas, y cuando en 1830 el General Páez fundó la república, le designó Presidente del Tribunal de Cuentas.

En 1831 ascendió a Ministro de Hacienda y Relaciones Exteriores durante el mandato de José María Carreño y se desempeñó en varios gabinetes con toda probidad hasta el 11 de Marzo de 1837, interviniendo activamente en la emisión de las leyes fiscales de ese país; enseguida ocupó varios días en forma interina la presidencia de esa nación.

El 14 de Marzo de 1842 se jubiló a los cincuenta y nueve años de edad con mil quinientos pesos anuales de renta. El 48 fue nombrado Director del recién creado Banco Central de Caracas. En Enero del 50 integró la Junta Económica de Hacienda y fue su Primer Director.

El 1 de Abril falleció en Caracas de sesenta y siete años de edad y fue sepultado en una de las bóvedas del templo de San Francisco, dejando numerosa e ilustrada descendencia en Venezuela.

En 1877 el historiador Aizpurúa escribió su biografía y pidió que sus restos fueren trasladados al Panteón Nacional de Caracas, como efectivamente se dispuso años después por decreto.

Aparte de sus méritos y servicios en las guerras de la independencia y a la república, había gozado de la ilimitada confianza del Libertador Bolívar y en muchas ocasiones las cuentas del ejército eran ordenadas solamente a base de su memoria, habiendo manejado millones de pesos con gran probidad.