PIRATA.- Nació en Tavistock, Devonshire, Inglaterra, en 1543. Hijo mayor de los doce que tuvo Edmund Drake, granjero y Vicario Puritano, por lo que al principio de su vida tuvo continuos problemas en la Inglaterra anglicana de su tiempo y de Mary Mylwaye.
Fue educado a expensas de su pariente el marino John Hawkins. De quince años se alistó en un mercante destinado al comercio, a los veinte era sobrecargo de un buque que frecuentaba los puertos del Golfo de Vizcaya. A los veintidós era Capitán a las órdenes de dicho pariente y viajó por primera vez a las costas de América pasando por Cabo Verde, Guinea y San Jorge de Elmina capturando a doscientas personas de raza negra que vendieron como esclavos en las islas de Dominica y Margarita en el Mar Caribe. En 1568, ya de veinticinco años, mandaba uno de los dos barcos que escaparon de la derrota que sufrió la flota de Hawkins frente a la fortaleza de San Juan de
Ulúa en Veracruz. El regreso fue asaz penoso por la falta de víveres.
De vuelta a Inglaterra y llevando un buen botín, muchos se ofrecieron a ayudarle, por eso realizó dos viajes más a las Antillas. En 1569 casó con Mary Newman quien fallecería doce años más tarde sin descendencia. El 70 la corona inglesa le concedió la patente de Corso y con tres pequeñas embarcaciones infligió una grave derrota a los españoles en el istmo de Panamá, expedición que constituyó una gran aventura pues trató de tomar la población de Nombre de Dios donde la flota española de Indias se aprovisionaba para su viaje de regreso por el Océano Atlántico hacia la península ibérica y fracasó al tratar de apoderarse de los barcos de la flota, saliendo herido en una pierna.
Drake tuvo la oportunidad de desembarcar y se internarse tierras adentro, contemplando desde una montaña el Océano Pacífico, que le inspiró el deseo de entrar en él. Se cuenta que trepado a un árbol pudo divisar el nuevo Océano y pidió a Dios que le diera vida para navegar por él.
En 1573 en sociedad con el marino francés Guillermo La Testu capturó un convoy español cargado de oro y plata. De regreso en Inglaterra con treinta marineros, todos ricos de por vida, se puso bajo la orden del Conde de Essex en sus ataques a Irlanda. Tras su muerte volvió a Inglaterra, fue presentado a la Reina Isabel I que aprobó su proyecto de penetrar en la Mar del Sur para saquear las posesiones españolas.
El 13 de Diciembre de 1577 armó cinco naves provistas de víveres, armas y hombres y al frente de ellas partió de Plymouth. Eran ciento sesenta y seis hombres. Drake presidía la flota en el “Golden Hind” o cierva dorada, pero debido al mal tiempo debió regresar a puerto, saliendo nuevamente varias semanas más tarde y fue asaltando naves españolas y portuguesas en su recorrido hacia el sur. En las costas de Cabo Verde capturó a la nave portuguesa Santa María. Finalmente arribó al litoral del Brasil y bordeando sus costas arribó al río de la Plata Al anclar en la Patagonia creyeron encontrar a los gigantes pero solo tuvieron una emboscada. La marinería ignorante y supersticiosa, pensaba que iba a morir en aquellas tierras tan lejanas, raras y desconocidas y ocurrió que el caballero Thomas Doughty quiso amotinarse y Drake le dio tres opciones. Morir, ser abandonado en tierra o regresar a Inglaterra para que un Tribunal juzgue su conducta, a lo que Doughty prefirió morir, se arrodilló y pidió que le corten con un hacha la cabeza. Lo que así ocurrió ese mismo momento.
Con sus tres barcos el 20 de Agosto de 1577 cruzó el estrecho de Magallanes, siendo el primer inglés que se atrevía a hacerlo, pero una tempestad le hizo perder una de las naves en la boca oeste del paso. La otra nave regresó a Inglaterra y Drake quedó peligrosamente solo. A fines de Noviembre arribó a la isla Mocha y enfrentó a unos españoles que allí vivían, quienes organizaron a los indígenas. Durante el asalto recibió un golpe en la cabeza y un flechazo en la mejilla debajo del ojo derecho. El 5 de Diciembre llegó a Valparaíso, tomó la embarcación de Hernando Lamero, quien llevaba veinte y cinco mil pesos de oro en polvo y se encontraba cargando unas botijas de vino para el Perú. La sorpresa fue grande, no hubo resistencia, Lamero se lanzó al agua y alertó a los pocos pobladores, que resolvieron huir.
Drake desvalijó el poblado que encontró lleno de comestibles, carne salada, tocino, harina, etc. El 8 de Diciembre remontó las costas de Chile llevando la nave de Lamero, siguió a la bahía de Herradura, próxima a La Serena, pero encontró resistencia y tomaron rumbo al norte, para atacar las costas del Perú, no sin antes asaltar el puerto de Coquimbo.
El 13 de Febrero de 1578 se presentó de improviso en el Callao, cortó las amarras de algunos buques, se apoderó de uno de ellos llamado el Cocafuego cargado de metales preciosos valorados en ciento cincuenta mil libras esterlinas. Contento con tan buena presa y no pudiendo virar hacia el oeste por los vientos contrarios, siguió hacia el norte.
Su presencia causó el asombro y el terror de las autoridades españolas. Era el primer corsario en asolar nuestras costas, antes nadie se había atrevido a hacerlo, de manera que Drake sentó las bases del poderío marítimo inglés en los mares del mundo para los siguientes tres siglos.
En este punto de su recorrido encontró la nave del Capitán Sharp, que acompañaba su escuadrilla, pero la nave era poco velera y demoraba el viaje casi tres horas por día. Pronto arribó a la isla de la Plata, que hizo de base de operaciones, siguió hasta Arica en el norte del Perú que atacó, capturando dos barcos y varios pueblos, pero murieron ocho de sus hombres. Luego visitó la isla de Salango en el golfo de Guayaquil, la puntilla de Santa Elena que confundió con una isla y los bajos de Chanduy y desde su nave levantó las siluetas de las islas de la Plata y Salango, así como también el cerro de la Punta de Santa Elena que pensó era una isla, sin alcanzar a distinguir las bahías de Chipipe y Salinas, no encontrando poblaciones dignas de atacar pues eran rancherías de casas de techos de paja, aunque en esta última existía una capillita servida por un sacerdote.
En Salango anotó en su bitácora de viaje que la isla se alza en una bahía profunda, en cuya playa las personas tomaban balsas. Que en la punta del cerro de Salango existía una gran fogata, posiblemente el adoratorio del Cacique Salangone, señor de esas tierras, descrito por los Cronistas de Indias.
En Santa Elena los españoles explotaban las minas de copé que servía para carenar (impermeabilizar) los cascos de madera de las naves, así como la aprovisionar de sal a los pobladores de Guayaquil.
Enseguida divisaron la punta de Chanduy encontrando la mar embravecida y luego avistaron el golfo, al que no entraron por temor a encallar en los bancos de arena. La ciudad tenía ciento cincuenta casas grandes y el doble de casas pequeñas, mucho oro que enviaban de Quito, muy fuertes velartes junto con imágenes que se usan en las iglesias y muchas otras cosas de considerable valor. Esa noche asaltaron un navío y tomaron numerosos prisioneros entre soldados, marinería y personas de importancia a las que despojaron de todo lo de valor, encontrando tres mil doscientas setenta piezas de oro que repartieron equitativamente entre la marinería, pero como se enteraron que desde Manta había llegado a Lima la noticia de su presencia, prefirió abandonar estas costas temeroso de la represalia de las autoridades, para continuar hacia el norte.
Finalmente arribó a la bahía de San Francisco de California, tierra que exploró treinta y seis días, llamó Nueva Albión y colocó una Placa de metal que fue descubierta en 1936.
Mientras tanto el Virrey del Perú, Francisco de Toledo, le había hecho perseguir con una armada a las órdenes del Almirante Sarmiento de Gamboa, quien tomó la dirección del Estrecho, contraria a la que había llevado Drake, y no pudo localizarle.
Este, en cambio, torciendo el rumbo enfiló a las islas de las Especies, travesía angustiosa que duró sesenta días viendo solo aire y mar. Finalmente arribó a Temate y logró un trato con los indígenas para la exclusividad de comercio con Inglaterra.
Cuando estuvo preparado para el zarpe su nave estaba tan cargada de mercancías y el casco tan sumergido que se vio forzado a desarmarla en aguas poco profundas y para aligerarla arrojaron al agua ocho cañones, gran parte del metal y las legumbres, pero no siendo suficiente se desprendieron de tres toneladas del precioso clavo de olor que habían comprado. Cuando subió la marea la nave se alzó lentamente del bajío e inició la larga travesía hacia Inglaterra, pasando por la isla de Java, siguió hacia el Atlántico por el Cabo de Buena Esperanza y Sierra Leona. Este fue la segunda vuelta al mundo después de la realizada por Magallanes. En 1580 arribó a Plymouth con cincuenta y nueve marineros.
En ese viaje trató de buscar un paso al Atlántico por el norte pero no lo halló porque simplemente no existe. La reina le visitó en Deptford a bordo de su buque, cenaron juntos y le armó “Sir”, título equivalente al de Caballero, en el puente del navío, a vista de la tripulación que observaba el acto y le concedió la leyenda “Sic parvis magna” para su Escudo de Armas, que significa “Todo lo grande empieza pequeño” Los músicos, poetas y escritores no se quedaron cortos pues compusieron odas, sonetos, canciones y poemas en honor a esta histórica travesía, que abrió a Inglaterra inmensas posibilidades económicas y cambió el rumbo de su historia, transformada con el tiempo en la primera potencia marítima de occidente. El Rey Felipe II de España exigió reparaciones, porque las correrías de Drake habían sido realizadas en tiempo de paz, pero no le hicieron caso.
En los siguientes años fue designado Alcalde de Plymouth y luego miembro del Parlamento en representación de Bossiney y después de Plymouth. El 85 casó con Elizabeth Sydenham también sin hijos y partió por segunda ocasión al mando de una flota compuesta de veinte y una naves y dos mil hombres para atacar Lisboa pero antes saqueó Bayona y atacó Vigo en Galicia teniendo que retirarse. Entonces enfiló hacia las islas Canarias y les tomó varias tierras – entre otras – Santiago en Cabo Verde, el 86 Santo Domingo en la isla Española, Cartagena y otras plazas en tierra firme y en todas ellas solicitó rescate en metálico. En estas correrías sufrieron pocas bajas pero fueron diezmados por la fiebre amarilla.
De regreso por la isla de Cuba siguió hasta las costas de Florida y arribó a San Agustín donde recogió más de un centenar de colonos ingleses que se habían desanimado y posiblemente las primeras hojas de tabaco y las primeras papas que se conocieron en Inglaterra. Arribó a Portsmouth el 86.
El 87 atacó con varias naves del Conde de Essex la ciudad de Cádiz, incendiándola y tomando más de treinta barcos destinados a la Armada Invencible, luego giró hacia Lisboa pero no se atrevió a atacar a la flota del Almirante Alvaro Bazán, Marqués de Santa Cruz y en las islas Azores capturó una carraca procedentes de las Indias con ingentes riquezas. Esta expedición de Drake sirvió para retrasar un año los planes del Rey Felipe II de atacar Inglaterra.
El 88 y como Vicealmirante, contribuyó al desastre de la Armada Invencible al apoderarse en el Canal de la Mancha – entre otras – de la nave que comandaba Pedro de Valdés, Comandante de la flota de Andalucía. Se ha dicho que en esa ocasión dirigió una de las Divisiones de Lord Howard Effingham a quien superaba en sus dotes de marino y aprovechó la mayor maniobrabilidad de las naves inglesas y el mayor alcance de sus cañones. El 89 se le confió una Escuadra con veinte mil hombres enviada a Portugal para restaurar al rey Antonio pero al atacar La Coruña fracasó, lo mismo le sucedió en Vigo y en las islas Azores, perdiendo doce mil hombres.
El 94 la Reina Isabel I le nombró Almirante. El 95 armó veintiocho buques y emprendió otra expedición de piratería. Drake debía atacar por el Atlántico y su pariente Richard Hawkins por el Pacífico. Antes de dividir sus fuerzas Drake, Hawkins y sus cuatro mil hombres fueron rechazados el 6 de Octubre de 1595 en las Palmas de la Gran Canaria por las tropas de Alonso de Alvarado, poco más tarde también fueron rechazados en Puerto Rico. En esta ocasión tampoco faltaron los poetas, Bartolomé Carrasco escribió el “Templo Militante”.
Drake siguió sus correrías, tomó las ciudades de Santa Martha y Río Hacha. Al atacar sorpresivamente Panamá con mil soldados fue obligado a retirarse. Igualmente en Portovelo, pero entró y quemó Nombre de Dios y murió en aguas del Mar Caribe el 28 de Enero de 1596, a los cincuenta y tres años de edad, a consecuencia de una fiebre violenta provocada por la disentería.
Inquieto, culto, codicioso, sin escrúpulos y patriota a su manera, por décadas su solo nombre despertó el terror de las costas americanas. Su socio Hawkins, que maniobraba en el Pacífico, tras cruzar el estrecho de Magallanes fue vencido y tomado prisionero frente a las costas de Atacames por Beltrán Castro de la Cueva, quien había sido enviado desde Lima por el Virrey Mendoza.
Como marino Drake fue de los más expertos y valientes de su tiempo, pero realizó casi todas sus hazañas como actos de bandidaje. La acción destructora ocasionada por su flota perturbó el comercio, la economía y la hacienda, debastando las ciudades costeras recién fundadas, retrasando su desarrollo y llenándolas de inquietud. Tal era su fama, que al saber su muerte en Madrid, Lope de Vega escribió en 1598 “La Dragontea” y se ha dicho que sus saqueos fueron tan fructíferos que sentaron las bases económicas del Banco de Inglaterra y de la Compañía de las Indias así como su era de prosperidad futura. Además fue el introductor de la papa en Europa, aunque ya se la conocía de sobra en España, traída desde América. Hoy constituye la papa o patata como también se la conoce, una de las más apetecidas comidas, por su alto valor nutritivo.
Sus tropelías iniciaron en América las incursiones piráticas que tantos trastornos causaron en la mentalidad de los pueblos costeros y en la literatura de la época. Los negros esclavos suponían que los piratas eran sus libertadores y llegaron a esconder las armas de sus amos blancos y en no pocas ocasiones les brindaban apoyo material, como sucedió en Panamá, en Guayaquil, etc.
I en cuanto al folklore popular basta recordar que aún hoy, en los pueblos de la serranía ecuatoriana, cuando se brinda un trago fuerte en contenido alcohólico, se dice: “Tómese este drakesito” sin saber siquiera que lo hacen en honor al pirata en mención.
En 1596 al saberse su muerte el poeta Juan de Castellanos le dedicó un Discurso en su obra “Elegía de Varones Ilustres”.