POETA Y ESCRITOR.- Nació en Guayaquil el 24 de Octubre de 1925. Hijo de Francisco Díaz Urquiza, comerciante que falleció en 1955 de avanzada edad y de Haydeé Ycaza Montoya, profesora en su juventud en la Escuela Fiscal Calixto Romero de Samborondón y luego en la Escuela Municipal Carlos Monteverde Romero de Guayaquil, donde se jubiló tras cuarenta años de labores y fue condecorada con la medalla “Al Mérito Educacional.” Hija a su vez de Gustavo Icaza Aguirre, ella le enseñó las primeras letras. Después la familia se trasladó de Samborondón a Guayaquil, donde el niño prosiguió sus estudios en la Escuela “Cristóbal Colón.” Tenía solo cuatro años cuando una acémila casi termina con su vida mediante una patada en la cabeza. El episodio está brevemente esbozado en el cuento “El Cuarto Volador.”
Terminó la enseñanza primaria en la escuela salesiana “Santo Tomás Apóstol” de Riobamba, adonde lo enviaron como interno porque se preocupaba en escribir “inútiles letras de canciones” a las que ponía música su amigo Manuel Dueñas Cartagena y por vagabundear por El Salado. A su regreso a Guayaquil fue matriculado en el “Liceo América” y completó hasta el Segundo Curso de Secundaria. Tenía más interés por la literatura que por el estudio, su madre y su hermana mayor poseían considerables bibliotecas en las que predominaban las novelas y devoraba a Verne, Salgari, Poe, Dumas y Daudet.
De allí pasó al Colegio Nacional Vicente Rocafuerte en cuyo periódico “Nosotros’’ publicó su primer poema titulado “Kaleidoscopio.” A partir del Tercer Curso ganó todos los años el Primer Premio del Concurso de Literatura. De entonces es un recuerdo inolvidable del poeta: “Vivía en un caserón antiguo y de madera ubicado en la Avenida Olmedo y Chile, cerca de la casa del novelista Enrique Gil Gilbert quien me dio su amistad y un día de 1942 me llevó a la buhardilla de Joaquín Gallegos Lara, al que considero mi maestro en humanismo.
Joaquín me deslumbró con su charla encendida que era casi una cátedra de marxismo, con su patriotismo ejemplar, con su desinterés personal”.
Con una recomendación de Gallegos ingresó el 44 al diario El Universo, del que renunció y al que reingresó en varias oportunidades. Allí se desempeñó sucesivamente de Corrector de Pruebas, Reportero, Titulador y Encargado del Cable (información extranjera) Su última salida en aquellos años fue en Abril de 1951. Trabajaba desde las primeras horas de la noche hasta la madrugada. Su figura bajita, callada, casi imperceptible, no le ayudaba mucho pues no estaba en su carácter desatacar en los grupos de mando.
En 1944 Abel Romeo Castillo publicó una selección de sus poemas en la Página Literaria de El Telégrafo bajo el título: “Un Promisor Poeta Nuevo,” con un elogioso comentario. El domingo 28 de Mayo apareció en la misma Página Literaria otro poema suyo titulado “Carta a Velasco” que terminaba diciendo: “El pueblo tiene honda raíz revolucionaria / Velasco” y por coincidencia, esa misma noche estalló la famosa Revolución.
Tras varios triunfos en numerosos concursos literarios nacionales y de haberse integrado al Grupo Madrugada fundado por Galo Rene Pérez y Galo Recalde en Quito, que publicaba una revista del mismo nombre, destacando el mayor en edad y en producción César Dávila Andrade y los jóvenes Efraín Jara Idrovo, Jorge Enrique Adoum, Alejandro Carrón Aguirre, etc. el 45 ganó un Concurso Internacional de Poesía, Cuento y Ensayo convocado por la Academia de Letras Castellanas del Instituto Nacional (ALCIN) de Santiago de Chile, logrando el Premio Unico en Poesía y a la vez el Premio de Honor, máximo galardón discernido entre los ganadores de los tres géneros. El poeta chileno Roberto Meza Fuentes, Embajador de Chile y amigo personal del Presidente Velasco Ibarra, consiguió que éste donara los pasajes para viajar a Santiago a recibir la medalla y el diploma respectivos y permanecer como huésped del país de la Estrella Solitaria durante tres meses en unión de los otros ganadores: Edmundo Blum Gutiérrez en Cuento y Aníbal Leonardo Muñoz en Ensayo. A su regreso a finales del 45 volvió a El Universo y se reincorporó a las aulas vicentinas. Las generosas amistades literarias de entonces (Neruda, Latcham, Rossell, Lilio, Rocuaní, constituyen señales imborrables en el recuerdo del paso de Díaz Icaza por Chile.
En 1947 se graduó a los veintidós años de bachiller en el Rocafuerte y el Rector Ing. Fulton Camacho Navarro hizo imprimir en la vieja prensa manual del colegio su primer poemario que apareció con un prólogo de Gallegos Lara y tituló “Estatuas en el Mar” en 40 pgs. La portada fue realizada por Alfredo Palacio, los grabados interiores por Jorge Swett y recibió una crítica muy elogiosa de Jorge Carrera Andrade, Embajador en Caracas, que Rafael utilizó de prólogo de su nuevo libro “Cuaderno de Bitácora.”
Hernán Rodríguez Castelo anota que “Estatuas en el Mar” contiene Cantos muy tempranos como “Soy la Tierra”, prosopopeya de sostenido aliento, que mostraron un poeta hondo, a quién las imágenes – extrañas, ricas de poder alusivo – le servían para ahondar en lo humano visceralmente. Poeta de alta e intensa pasión, cuando esa pasión fragua en imágenes poderosas y cuando esas imágenes, más allá de cualquier juego, se comprometían obscura y totalmente con esa pasión, hallaba un lenguaje de tenso y renovado lirismo. Y discurría por entre iluminadas imágenes y símbolos hieráticos, con enorme grandeza. “Estatuas en el Mar” es un poemario directo de poesías casi limpias con pocas metáforas y con un profundo sentido social.
Aunque el grupo Madrugada no fue una institución o algo así, Rafael tuvo estrecho contacto y coincidencias estéticas y de sensibilidad social con todos los miembros de ésa promoción: Cesar Dávila Andrade, Alejandro Velasco Mejía, Tomás Pantaleón, David Ledesma, Enrique Noboa Arízaga, Galo René Pérez, Arcelio Ramírez Estrada, Cristóbal Garcés Larrea, Pedro Jorge Adoum.
En 1949 publicó “Cuaderno de Bitácora” en 52 páginas e ilustraciones de Marina Domínguez. Acerca del libro escribió el crítico colombiano Benjamín Santángel: Rafael Díaz Icaza, autor de Cuaderno de Bitácora, es una de las nuevas y más prometedoras figuras de la joven poesía ecuatoriana.
Un año antes había ingresado a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Guayaquil, adscrita a la Facultad de Filosofía y Letras, de la que egresó tras rendir todos los exámenes en 1951, pero un transitorio desinterés por el periodismo hizo que no escribiera su tesis “Arte y Publicidad” hasta 1972.
Ese mismo año 51, cuando frisaba los veinte y seis, contrajo, matrimonio con la profesora normalista Germania Terranova del Rosario, han tenido cuatro hijos v una unión estable y feliz.
Entonces debió ganarse la vida en oficios ajenos a su especialidad. De Octubre del 51 a julio del 66 trabajó durante quince largos años como empleado de la Compañía de Seguros Sud América. En 1949 se inició de profesor en el Colegio Municipal Nocturno César Borja Lavayen y laboró allí hasta el 30 de Abril del 66, que renunció cuando desempeñaba el cargo de vicerrector del Plantel. De manera que trabajaba simultáneamente durante el día y la noche, casi doce horas, para completar un magro presupuesto mensual.
El 52 apareció “Las Fieras,” cuentos de ver y andar, en 124 páginas, con un “criollismo que había heredado del relato de la generación anterior todo su realismo, su acercamiento a la gente campesinas, su amor por el habla, costumbres y folklore de esas gentes, sus gustos por los casos tremendos y su aguda captación del dolor,” por eso se dijo de Díaz Icaza que en sus comienzos era un epígono de los años treinta, ricos en denuncias, en realismo social y el crítico Fernando Balseca ha opinado que esos cuentos traen un especie de titulares de prensa, como si el periodismo informara y la literatura relatara. Textos de expresión medida, llenos de actualidad, exponen la cosmovisión rural y campesina, cuestionan el abuso del poder, con el trasfondo de la policía rural, aunque para Willington Paredes el poeta comenzaba a percibir la vida desde la piel y los sentidos.
En 1954 dio al público su tercer poemario que como el anterior fue impreso por la Municipalidad: “Las llaves de aquel país”, en 100 páginas, elegíaco y melancólico, profundamente triste, con un brevísimo Manifiesto, “pero comenzó a cobrar cuerpo otro movimiento, del que había ya anuncios: acercar la poesía al dato ordinario, al acontecer común, casi prosaico. Y así, hay poemas que van de esta nueva manera – a veces casi anti lírica – a las antiguas espléndidas imágenes”, señala Hernán Rodríguez Castelo, a quien seguimos en la mayor parte de los apuntes críticos de esta biografía.
En 1958 el poeta fundó en compañía de una docena de colegas el Comité de Escritores Partidarios de la Paz que realizó intensa labor contra la guerra y por la abolición de las criminales experiencias atómicas en el desierto de Nevada, en el atolón Bikini y en el sur del Pacifico. En mérito a su entusiasmo fue elegido primer Presidente e invitado a asistir al Congreso por el Desarme y la Cooperación Internacional reunido en Estocolmo en Julio del mismo año. El Consejo Mundial de la Paz cubrió sus gastos de pasajes y estadía en Suecia.
Díaz Icaza llevó consigo los primeros ejemplares de un nuevo libro de cuentos: “Los ángeles errantes”, C.C.E., Quito, 1958, 100 págs. sobre el que escribió el crítico Luis Cornejo Gaete en el Suplemento literario del diario La Nación: “Múltiples méritos tiene el libro pero se destaca uno: la enorme y honda pasión humana de Rafael. Escritor que vive y actúa en función de comprender y sentir lo humano…. “ También ha dicho Fernando Balseca que en estos textos Rafael privilegia las voces de los otros, lo cual desconstituye la autoridad del único narrador y surgen en este volumen la presencia del Loco como rehén de sí mismo, el paciente psiquiátrico y la locura, estremecedoramente presentada en su novela “Los Prisioneros de la Noche” en 1967.
El 59 editó su cuarto poemario “El regreso y los sueños” en 72 pags, escrito bajo las impresiones sobre la lucha por la paz traídas de Europa y cuyo poema central: “Os hablo de la paz y la esperanza” está dedicado a Enrique Gil Gilbert. Sobre el volumen escribió César Andrade y Cordero: “Frente a Módulos vociferantes y amargados, es ciertamente rara pieza de pedrería poética… El 61 viajó a Cuba invitado por el Gobierno de Fidel Castro de esos días – cuando aún era revolucionario – a observar los resultados del Año de la Alfabetización. Después Castro se fue volviendo cada vez más un tirano para desgracia del atormentado pueblo cubano que hasta hoy gime en la mieria y la más atroz desesperanza.
El 62 publicó la novela “Los Rostros del Miedo”, Guayaquil, 202 págs. acerca de la que Fernando Balseca indica que bordea el costumbrismo local y retrata las vicisitudes de una maestra normalista. En el mundo no hay más que dos clases: los fregados y los que friegan. No me vengan con clase alta, clase media y clase baja.” Ignacio Carballo Castillo manifestó que la novela narra y subyuga. Toma al lector y lo deja a expensas gratísimas de su sencillo contar.
El 65 la Universidad de Guayaquil, sacó su quinto poemario “Botella al Mar” en 142 págs, con bellas ilustraciones de Enrique Tábara, del que Rodríguez Castelo ha dicho que hay una búsqueda metafórica, enamoramiento de la palabra y la musicalidad, donde conjugó los hallazgos formales con lo expresivo.”
“En Botella al Mar” asistimos el endurecimiento de la metáfora para decir realidades sórdidas y un manejo cada vez más frecuente de la ironía en respuesta a contrasentidos y paradojas del convivir humano. El verso corto recoge las impresiones fugaces del viajero. Se sigue trabajando en la elaboración de un lenguaje que adapte las antiguas fastuosidades del canto a la crónica de un hoy falso, dislocado, absurdo. Fragmentarismo, torbellino de alusiones y referencias a la banalidad ambiente, muestran al poeta inmerso en ese hoy.”
Por esa época comenzó a estudiar las obras y los grandes mensajes del escritor francés Serge Raynaud de la Ferriere, fundador de una institución rara y mística denominada La Gran Fraternidad Universal, “que acrecentó mi vocación solidaria y humanística, a la vez que me ratificaron que hay algo más luego del tránsito terrestre.”
Entre 1966 y 1975 fue sucesivamente redactor y ejecutivo de cuentas de tres agencias guayaquileñas de publicidad: MacCann Erickson, Publicitas y J. E. Mata y Asociados. El 67 apareció su segunda novela: “Los Prisioneros de la Noche” C.C.E. Quito, 210 págs., premiada en un Concurso de la Unión Nacional de Periodistas. Ella… ahonda en estados de conciencia y subconciencia, enriqueciendo su repertorio temático, innovando sus modos narrativos, forma especial de montaje, cambios de sujeto en la narración, juegos contrapuntísticos.
Un año después, en 1968, el Núcleo del Guayas de la CCE lanzó una segunda edición y una colección de relatos urbanos, psicológicos, sociales y políticos “Tierna y violentamente”, le hizo ganar en 1969 el Premio Nacional de Cuentos José de la Cuadra, editado el año siguiente por el Núcleo del Guayas de la CCE. en 165 págs.
El 72 apareció su sexto poemario “Zona Prohibida, ganador del Premio Nacional de Poesía Medardo Ángel Silva, convocado por el Centro Municipal de Cultura de Guayaquil. Sobre este libro de cien páginas, escribió Rodríguez Castelo: tienta una lírica de comunicación más directa. Asuntos del hombre en la calle, en lenguaje lírico que toque al hombre de la calle. Esta es la zona prohibida.
Resalta su poema “Edú y la muerte” // Edú – dijo la muerte – ya es la hora / I él replicó sonriendo: / “Zambita espera un poco. / ¿No ves que es muy temprano? / Anda, más bien, convídame / un trago de aguardiente.” / Pero ella dijo “El último / tan solamente el último del último.” / i cuando se lo trajo / con esa mano de tan negra y negra, / con esa mano de tan tierra y tierra. / Edú la trajo nuevamente al centro. / La metió bajo el toldo y en la colcha / y ella contenta. / La estrechó, luego, con su pata – pata / y ella gozando. / La estremeció en el baile pierna – pierna / y ella girando. / I Él se fue de parranda / cuando la muerte se quedó muriendo. //
En 1973 asistió al Congreso Mundial de Fuerzas de Paz reunido en Moscú. Y en años subsiguientes concurrió a importantes certámenes convocados por aquel Organismo, entre los que se destacan por su proyección el Congreso Mundial de la Paz, Berlín Oriental, febrero de 1979 la Segunda Conferencia Internacional de Solidaridad con la Independencia de Puerto Rico, México D.F., noviembre de 1979; Reunión de la Presidencia del Consejo Mundial de la Paz, La Habana, abril de 1981; Conferencia por la Cultura y la Paz, Sofía, Bulgaria, febrero de 1983; Conferencia Continental de los Movimientos Nacionales de la Paz, Guayaquil, julio de 1984 y Conferencia Continental de Movimientos de la Paz de América Latina y el Caribe, Guayaquil, mayo de 1987, pero con la caída del muro de Berlin en 1989 se acabaron estos congresos mundiales de indole marxista.
El 74 ganó el Primer Premio del Concurso de Poesía de Diario El Universo, con “Ciudad Nocturna”, hermoso canto de exaltación a Guayaquil. A partir de este año y hasta abril de 1980 trabajó en calidad de Supervisor Editorial de “Ariel”. En tal carácter dirigió la edición y escribió los prólogos de dos colecciones: cien libros de la Colección Ariel Juvenil y cien libros de la Colección Ariel Universal que por su bajo precio de venta circularon masivamente entre la juventud de entonces, sirviendo de benéficos instrumentos de cultura.
En 1975 había sido nombrado Sub director del Núcleo del Guayas sin sueldo. Rafael aceptó por tratarse de un hecho histórico, la devolución de aquella Institución a los civiles, pero puso como condición a Galo René Pérez, presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, que se le diere libertad para trabajar sin interferencia alguna y que se le permita escoger a los Vocales que también deberían ser nombrados para acompañarle en el Directorio, condición que se cumplió.
En la ceremonia de posesión recalcó que había aceptado las funciones para que el Núcleo volviese “… a las manos de los civiles que la crearon”. Ello exasperó al Ministro de Educación, General Gustavo Vásconez, quién exigió explicaciones al poeta primero verbalmente y luego mediante oficio; pues, como le dijo en los instantes de la posesión.,”… no comparto su criterio de que sólo los civiles son hombres de cultura”.
Díaz se negó terminantemente a rectificar sus expresiones y en lugar de hacerlo remitió su renuncia, pero el presidente de la C.C.E. interesado en que el impase no trascendiera a los medios de comunicación colectiva pues le podría ocasionar por el efecto dominó la perdida de sus funciones en Quito, que tanto trabajo le había costado obtener, intervino ante el Ministro, le pidió que les permita proseguir y hasta le confirmó su permanente respaldo, aunque desde entonces se marchitó esa amistad pues el obsecuente Galo René Pérez no le perdonaba haberle contradicho a “mi General Vásconez,” situación que le había puesto en grave aprieto a él mismo, como presidente de la Casa de la Cultura del Ecuador en tiempo en tiempo militares y dictatoriales.
En 1979, caídas las oprobiosas dictaduras militares, el directorio del Núcleo convocó a elecciones y la Asamblea General de miembros le eligió Presidente por abrumadora mayoría en mérito al trabajo desplegado, especialmente en el campo editorial, en cambio, en Quito, sucedió al revés pues Galo René Pérez salió despedido por la ventana. Aún se recuerda el principal logro administrativo de Díaz, la publicación de más de cien títulos de la Colección Letras del Ecuador. Desde 1962 era miembro de la Gran Fraternidad Universal, entidad esotérica y al mismo tiempo cultural asociada a la Unesco pues preconiza la unión de todos los habitantes del mundo y desde el 77 formaba parte de la Agrupación Cultura y Fraternidad fundada por el poeta Francisco Pérez Febres – Cordero con miembros de la intelectualidad guayaquileña, que acostumbraban reunirse una vez al mes en distintas casas para leer textos y programar eventos.
Ese año de 1977 publicó el libro de cuentos “Por la mar”, en la Colección
Letras del Ecuador, Casa de la Cultura Núcleo del Guayas, 124 páginas. Narra allí sus experiencias de dos meses de viaje a la isla de Malta, en la motonave Islas Galápagos, de la que era capitán su cuñado Blas de la Torre Delgado.
Durante seis semanas que abarcaron abril y mayo del 77, realizó una gira por Estados Unidos, invitado por Partners of the Americas” y el Instituto Internacional de Educación. Fue huésped, entre otras instituciones de enseñanza superior de la Universidad de Bostón (Bostón College) de la Universidad de Texas, de la Universidad Estatal de Louisiana, de la Universidad de California en Berkeley y de la Universidad de Idaho, Moscow, en las que ofreció lecturas de su obra poética y disertó sobre la literatura contemporánea del Ecuador.
Desde 1978 era uno de los más leídos columnistas de la página editorial de El Universo donde mantuvo la Sección Botella al Mar que durante 1976 y 1977 había escrito diariamente para Expreso. El botellero – como solía llamarse el mismo – era un enamorado de su ciudad, que recorría en su pequeño auto volswagen como enamorado del amor, la vida y su familia. Había encanecido y perdía cada año un poco de pelo, mas su figura pequeñita era reconocida y la gente le decía “Rafico” porque así era él de sencillo y diáfano con todos.
El 79 publicó en la Colección Básica su Todatierra”, antología de sus cuentos que consta de 215 páginas. También dio a la estampa la antología poética “Señas y Contraseñas’”, que incluye en buena parte poesía inédita, en la Colección Letras del Ecuador, del Núcleo del Guayas, 235, páginas aunque también es obra suya de recopilación.
Cumplidas en 1981 las funciones para las que había sido electo como Presidente del núcleo guayaquileño de la Casa de la Cultura, pasó al Colegio Nacional mixto Huancavilca, donde dictó la cátedra de literatura. En Octubre de 1985 fue designado Director del Departamento de Comunicación Social y Extensión Universitaria de la U. de Guayaquil.
Por esa época dictaba el curso de literatura ecuatoriana en la Facultad de Filosofía y Letras de la U. Católica de Guayaquil. El primer año daba poesía, el segundo prosa. Sus clases eran magistrales, explicaba con voz suave sin moverse del sitio, apoyando su pasión con breves gestos de manos.
Había recibido por tres ocasiones la “Medalla al Mérito Literario”, otorgada anualmente por la Municipalidad de Guayaquil en 1970, 74 y 80 y también la “Medalla al Maestro del Año’’ del programa radial Antena Pedagógica que los domingos de noche trasmitía el Profesor Eloy Velásquez Cevallos en radio Cristal.
Esta medalla al mérito Literario se entregaba en sesión solemne con motivo del 9 de octubre, pero dado el desorden en la secretaria no se llevaba un listado de los premiados en años anteriores, de manera que casi siempre se escogía a los columnistas de los diarios locales por ser los más conocidos y el asunto sigue igual hasta el día de hoy pues la cultura no recibe el menor interés de parte de nuestro alcalde y concejales, claro está, que con ligeras excepciones.
En 1985 ganó el Premio Nacional Aurelio Espinosa Pólit por su libro de cuentos “Prometeo el joven y otras morisquetas.” El Jurado Calificador integrado por Jorge Dávila Vázquez, Cecilia Ansaldo y Simón Espinosa señaló en el dictamen que… el conjunto de textos es homogéneo, imaginativo, lleno de sugerencias y de lirismo; los personajes han sido pintados con ternura y respiran vida; en la evocación de los ambientes y en el acontecer se mezclan sutilmente la realidad y la magia”. Bellamente editado por la U. Católica, Quito, con portada de Rafael Nevárez Franco, apareció el 86 en 94 páginas.
El Ministerio de Educación y Cultura y la Dirección Provincial de Educación del Guayas, mediante Acuerdo Ministerial No. 16 del 23 de abril de 1984, designó con el nombre de Rafael Díaz Icaza a la Escuela Nocturna No. 56, dirigida por la Lcda. Delia Quiñónez Rojas. Igualmente, llevan su nombre la biblioteca del Colegio Nacional Juan Emilio Murillo y la biblioteca de la Asociación de Ecuatorianos residentes en Chicago.
Su último poemario de 1986 apareció en el No. 6 de la Colección La Rosa de Papel, Núcleo del Guayas, en 30 páginas, selección y prólogo por Miguel Donoso Pareja, con poesía edita.
El poeta y escritor habitaba en su casa de Luis Urdaneta 1912 y Carchi (Barrio Orellana), adquirida el 84 con el dinero proveniente de la venta de su vieja casa situada en las calles Boyacá y Colón, en parte heredada de su padre y en parte adquirida de sus hermanas mediante un préstamo hipotecario del Seguro Social.
Su estatura baja, trigueño, calvo al final de sus días, de hablar sereno y con poder de convicción. Jamás se había afiliado a partido político alguno, aunque era de ideas francamente izquierdistas pero su trato suave, discreto y tranquilo, su carácter tímido y sus modales pulcros le abrían las puertas de todos los grupos. Hablaba bajito, más bien musitando las palabras y a ratos hacía gala de un finísimo sentido del humor. Sin grandes efusiones, ocultaba sus pasiones que debió tener, pero así era él.
Hacía crítica con la capacidad de quien había ejercido la cátedra de literatura por más de treinta años. Era considerado uno de los poetas de más alta calidad y sostenido aliento del país, a la par de narrador de excelentes textos.
Sus últimos años vieron el paulatino deterioro del barrio en que habitaba, convertido por culpa del tráfico de buses en un sitio bullicioso de pitos y frenadas, a la par que el humo y un fuerte olor a gasolina producido por motores obsoletos contaminaba el ambiente
Todo contribuía a la pauperización ambiental. La cercanía a la ciudadela universitaria, el paso obligado de cientos de alumnos casi a todas horas y los sitios de comidas y bebidas populares que se iban inaugurando.
La viudez le pesaba sin embargo la compañía de sus hijos le alentaba. Finalmente se sometió a una silla de ruedas y dejó de salir. El 2009 recibió un homenaje de reconocimiento a su meritoria labor. El 2010 apareció tardíamente una Antología poética suya titulada “Bestia Pura del Alba.” Hacía tiempo que ya no escribía, pero su poesía se había ido afinando al ritmo de los días hasta que cesó a causa de su declinación por larga enfermedad. El 2011 recibió tardía pero merecidamente el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo en actividades literarias, que le llegó con una pensión vitalicia librándole en parte de la situación de pobreza ocasionada por su magra jubilación. Fue como el canto del cisne antes de morir, pues presentía que su fin estaba próximo.
Una larga dolencia indolora le debilitaba y ya no recibía visitas, y así por mucho tiempo, hasta que falleció tranquilamente en su ciudad el día martes 26 de Agosto del 2013 a la edad de ochenta y siete años. Su velatorio se realizó en el Núcleo del Guayas. Hablaron los poetas y fue enterrado en el Cementerio General.