DIAZ DE PINEDA GONZALO

CONQUISTADOR.- Natural de Santander, Concejo de Cambrones, principado de Asturias, España, y de familia connotada, como testificaría Angelo de Mendaña al afirmar que conocía a muchos hidalgos parientes suyos.

Pasó a Indias posiblemente hacia 1526, vivió en Nicaragua y luego se estableció en Panamá donde conoció e hizo amistad con el Capitán Francisco Pizarro, a quien acompañó en los primeros actos de la conquista del Perú, entrando por la Puná, Túmbes y Cajamarca figuró en la sorpresa del Inca en esa plaza y en 1533 fue recompensado con parte del rescate, correspondiéndole 384 marcos de plata y 9.909 pesos de oro. En 1534 sirvió bajo las órdenes de Sebastián de Benalcázar y por saber leer y escribir actuó de Escribano en las fundaciones de la cuidad Santiago y ña villa de San Francisco de Quito -hoy Guayaquil y Quito- respectivamente, el 15 y el 28 de Agosto, merced a las cuales pudieron alegar derechos de conquista sobre el territorio y en las conversaciones con el Adelanto Pedro de Alvarado, actuó de Comisionado de parte del Mariscal Diego de Almagro, con la secreta consigna de ganar a la causa de Pizarro a los soldados de Alvarado.

El 6 de Diciembre de 1534 figuró como Escribano de Su majestad en el Acta de reparto de solares y tierras a los primeros vecinos de San Francisco de Quito y fue de los que más recibió, al punto que se hizo rico.Su casa estaba abierta a todas horas”.

En 1535 exploró la desembocadura del río Magdalena. En Diciembre del 36 fue electo Alcalde de Cabildo de Quito y recibió la confirmación del Teniente de Gobernador Pedro de Puelles, que pasó a ser su suegro, por el matrimonio de Díaz de Pineda con Beatriz de Puelles. El 37 entró a la región oriental y descubrió las localidades de Quijos y Canelos. En Enero del 38 Gonzalo Pizarro le designó Alcalde del Cabildo con la comisión de organizar a su costa una expedición para descubrir el País de la Canela. Era dueño de dos o tres caballos de mil o dos mil pesos cada uno, tenía varios esclavos negros y numerosos criados estaban a su servicio. En su casa había ballestas y otras armas necesarias para la guerra, de suerte que pudo alistar un contingente de ciento treinta españoles (45 de a caballo, 30 ballesteros, 10 arcabuceros, etc.) para cuya provisión gastó más de ocho mil pesos de oro y se dio modos de hacer con sus propias manos la pólvora necesaria.

Realizó la primera entrada entre el 9 y el 10 de Septiembre y duró hasta Noviembre, acampando en el valle de Cozanga donde descubrió el río Sumaco. En los siguientes meses hizo dos nuevos intentos y el 21 de Agosto de 1539 levantó una Información de Servicios.

Ese año había salido hacia Popayán Lorenzo de Aldana, enviado de Francisco Fizarro, como Juez Visitador y con la expresa misión de tomar preso a Sebastián de Benalcázar, a quien consideraba partidario de Almagro; pero Benalcázar se enteró de esos planes y embarcó hacia España.

Dueño Aldana de esos territorios nombró a Díaz de Pineda como Teniente de Gobernador de Quito en reemplazo de Pedro de Puelles y persiguió a los partidarios del Gobernador destituido.

El 10 de Diciembre de 1540 Gonzalo Pizarro le hizo reconocer por el Cabildo como Gobernador y Capitán General de Quito y en virtud de sus poderes, el 4 de Enero siguiente le gratificó con las Encomiendas de Nambí y Mindo y los pueblos de Nigua Nanegal y con motivo de sus entradas al oriente le convenció para que lo ayudara en una expedición al país de la canela.

La expedición partió de Quito en 1541 y en ella Díaz de Pineda prestó numerosos servicios, de gran utilidad en medio de la adversidad y padecimientos que caracterizaron a tan trágica expedición. Llegados a un punto de la Amazonía donde los recursos habían terminado, decidieron que Francisco de Orellana siguiera por el gran río con el fin de explorarlo y cuando pasadas varias semanas no regresaba, fue Díaz de Pineda el comisionado para buscarlo, pero finalmente tuvo que regresar donde había quedado Pizarro con el grueso de los hombres y volvieron a Quito, arribando el 10 de

Junio de 1542 “casi desnudos “con la espada y el bordón a la mano” y tan flacos, que nadie los reconocía. Para colmo, allí se enteraron del asesinato de Francisco Pizarro en Lima, ocurrido casi doce meses atrás el 26 de Junio de 1541. Igualmente, que en su ausencia, el Cabildo de Quito había reconocido el 26 de Septiembre al Lic. Cristóbal Vaca de Castro.

Díaz de Pineda también se enteró de que el Emperador Carlos V le había otorgado un escudo de armas a título personal, mediante Real Cédula del 4 de Marzo de 1542 e inmediatamente lo hizo tallar sobre la puerta de su Casa.

El 43 fue Alcalde de Cabildo de Quito, el 44 Regidor y para el 31 de Marzo de ese año, junto a Fernando Sarmiento fueron Procuradores de la ciudad ante el Virrey Blasco Núñez de Vela, quien le dio en Lima el mando de una Compañía de Infantería y lo envió a Jauja en unión de su sobrino Vela Núñez a impedir que Pedro de Puelles, quien traía una tropa de Huánuco, pudiese unirse al rebelde Gonzalo Pizarro, que se hallaba en el Cusco.

Como ex-yerno del uno y antiguo amigo y socio del otro, propició que la mayoría de sus tropas se pasaran al bando rebelde, escapando de casualidad el sobrino del Virrey de ser asesinado, pues en los planes de los conjurados estaba matarle. Pizarro lo recibió bien y con su ayuda avanzó a Lima, donde la Audiencia apresó al Virrey y lo deportó a Panamá. Entonces, el 23 de Octubre de 1544, un numeroso grupo de conquistadores le pidió que aceptase la gobernación “ya que no había otra cosa mas conveniente para la paz, sosiego, tranquilidad y quietud de estos reinos”.

Núñez de Vela logró liberarse en Panamá y regresó al Perú, con gente, para imponerse sobre el levantamiento ya declarado de Pizarro. Desembarcó en Túmbez, marchó a Piura y Díaz de Pineda tuvo que ocultar sus fuerzas sabedor que Núñez de Vela había enviado una partida hacia Chachapoyas. La celada rindió sus frutos porque pudo matar al Capitán Juan Pereyra y se apoderó de dos de sus capitanes. Conocedor de esos hechos, el Virrey lo persiguió con el grueso de su ejército y pudo sorprenderlo en Colliquén, pero consiguió huir hacia las selvas cercanas, tratando siempre de unirse a Gonzalo Pizarro, pero no lo consiguió pues encontró súbita muerte, envenenado por comer unas yerbas desconocidas en los bosques cercanos de Motupe. Después se supo que acosado por el hambre había tomado unas yerbas que le produjeron obscura muerte, aunque también existe la versión de que le mataron los naturales junto a Jerónimo de Villegas y Hernando de Alvarado.

Al finalizar las guerras civiles el gobernador Pedro de la Gasca expidió una sentencia póstuma de difamación en su contra que se pronunció en un cadalso levantado en la Plaza de Lima el 9 de Julio de 1548.

Años después el Emperador envió una Cédula preguntando por sus bienes, pues los reclamaba su hermano Rodrigo Díaz de Pineda para si’ y para sus demás hermanos, ignorando posiblemente que el fallecido conquistador había tomado estado en Quito y dejaba descendencia.

Su viuda Beatriz tomó por segundo marido a Francisco de Campos, quien, para 1573 se encontraba difunto y como las encomiendas eran solamente por dos vidas, la misma Dña. Beatriz, casada en terceras nupcias con Juan de 1llanes, tuvo que solicitar al Virrey del Perú, Marqués de Cañete, que las prolongara por una vida más, como efectivamente se proveyó.

En el testamento que la dicha Dña. Beatriz otorgó en Riobamba el 26 de Marzo de 1578 declaró herederas universales a sus dos hijas Vidiana Díaz de Pineda y Juana Díaz de Pineda, ésta última casada con Pedro Bedón y González de Agüero, quien le ganaba con 24 años de edad y para esa fecha ya era difunto. Los bienes de Juana eran cuantiosos, heredados de su madre Dña. Beatriz, que además de las dos Encomiendas de su primer marido Díaz de Pineda, había adquirido de su segundo Francisco Campos una encomienda en Punín, un rebaño de 3.000 ovejas en Ganzes, un rejo de 132 vacas, más una piara de 200 cerdos y 11 cabezas de yeguas en Columbe. En Quito poseía dos caballerías de tierra en el sitio llamado Pilcocancha. Su tercer marido Juan de Illanes, también asturiano, había estado en la conquista y población de Santiago de Guayaquil, en el descubrimiento del Amazonas y al regresar a Quito había servido al Virrey Núñez Vela y luego a la Gasca, contra Pizarro. En el alzamiento de Hernández Girón recibió el cargo de vigilar el paso del río Chimbo, en 1564 era miembro del Cabildo de Quito y realizó Información de Méritos para obtener una Ayuda del monarca, que le llegó por mano del Virrey Marqués de Cañete, cuando se le prolongó por una vida más las Encomiendas de Díaz de Pineda, como ya quedó dicho.

De entre los nietos sobresalió el Padre Pedro Bedón de Agüero fundador de la escuela quiteña de pintura; Beatriz Bedón que casó con Francisco Tenorio de Vergara y vivía en la plaza central de Riobamba, colindante con la casa de su hermana llamada Isabel Bedón esposa del hidalgo Andrés de la Peña.