DIAZ CUEVA MIGUEL

BIBLIOGRAFO.- Nació en Cuenca el 17 de Abril de 1919. Hijo legítimo del Dr. Miguel Díaz Cueva, Abogado, Doctor en Jurisprudencia, Ministro Juez y luego Presidente de la Corte Superior de Justicia del Azuay y de su prima segunda Domitila Cueva Tamariz, ambos cuencanos.

El mayor de diez hermanos, recibió las primeras letras en su casa y por acompañar a su hermano Rafael entró al primer grado en el Asilo de las Madres de la Caridad aunque ya sabía leer y escribir.

“Mi papá tenia su biblioteca y me acostumbré a pasar mucho tiempo en el cuarto de él y cuando lloraba, pues tenía cuatro años solamente, me entregaba un libro para ver. Por eso mis primeros libros los tuve recién a los doce años en un armario chiquito, casi era un cajoncito, que él me obsequió, puesto dentro de su cuarto.”

Cursó desde el segundo grado en la Escuela de los hermanos cristianos y la secundaria en el Colegio “Benigno Malo” con notable aprovechamiento. A los diez años de edad cumplió su mayor anhelo, aprender a escribir en máquina y en la imprenta de dicho colegio conoció la litografía durante las vacaciones con el Regente Miguel Merchán, a petición expresa de su padre, que no quería descuidar ninguna parte de su educación.

“Era mi compañero de banca César Dávila Andrade y cuando enfermé de tifoidea me iba a visitar todas las tardes llevándome un pequeño obsequio.”

El 31 entró a aprender encuadernación en el taller de Benjamín Neira, quien se guardaba solo para sí los secretos de su arte, pero el joven Miguel se dio mañas para aprender y recrear cosas a su gusto. Por entonces comenzó a solicitar a los grandes escritores del país sus producciones. Como tenía una excelente letra, algunos le contestaban pensando que se trataba del prestigioso abogado cuencano padre de Miguel y homónimo suyo. Entre esos estuvo Roberto Andrade, pero el joven Miguel cometió el error de tirar las cartas reservándose las firmas, que aún conserva, como recuerdo de su tremenda inexperiencia.

El 33 realizó su primer viaje a Quito. El 38 se graduó de Bachiller con el Premio “Juan Bautista Vásquez” por ser el mejor alumno de su promoción, visitó nuevamente Quito con curiosidad de bibliógrafo, frecuentando los puestos de libros de viejos y haciéndose amigo de sus propietarios. Por esos días su tío Agustín Cueva Tamariz estaba asilado en la Clínica Ayora con infección a los huesos de la pierna izquierda. Nuevamente en Cuenca comenzó a trabajar de Amanuense en la secretaría del Benigno Malo con ciento veinte sucres mensuales de sueldo.

Entonces inició estudios de Derecho que tuvo que abandonar para realizar la Conscripción en el Batallón “Montúfar” formando parte del Grupo de Sanidad Militar.

De regreso, trece meses después, habló con el Dr. Octavio Díaz, Decano de la Facultad, quien lo mandó a repasar los textos de Ciencia Constitucional y de Derecho Político. En Marzo del 40 rindió los exámenes correspondientes, pasó al segundo Curso algo atrasado y tuvo que igualarse. Mientras tanto su padre le había obsequiado todos los libros nacionales de su Biblioteca pero varios paquetes de cartas se hizo subir al dormitorio y puso un letrero que decía “Guárdese.”

El 41 fue reclutado con motivo de la invasión peruana pero solo lo mandaron hasta Girón, a recibir a los numerosos contingentes de refugiados que escapaban de la barbarie de nuestros vecinos del sur.

El 42 falleció su padre a causa de un enfisema pulmonar por haber sido siempre un gran fumador. Habitaban una casita propia en la calle General Torres pero como no tenía rentas suficientes, debió buscar un empleo en la recién creada oficina de Prioridad y Distribución de Importaciones con Guillermo Crespo, teniendo a cargo el racionamiento de llantas y automóviles, por trescientos sucres de sueldo.

El 44 se metió de lleno a trabajar en la campaña electoral velasquista. Por las noches concurría con Gabriel Aguilar Guillén a la Central de Acción Democrática Ecuatoriana ADE donde recibieron la visita del Delegado de Guayaquil Ángel Felicísimo Rojas, tuvieron conocimiento del plan militar de José María Plaza Lasso quien había decidico levantarse en armas para cuando ganara fraudulentamente las elecciones el candidato gobiernista Miguel Ángel Albornoz.

Después del triunfo de la revolución del 28 de Mayo, el nuevo Ministro del Tesoro, Luis Eduardo Lasso, le ascendió a Jefe de la oficina de Prioridades. El 46, el Cura Terán Zenteno comenzó a atacarlo a través de su periódico “El Diario del Sur” con ridículas mentiras y todo por ser sobrino del político socialista Carlos Cueva Tamariz. Miguel le propuso juicio de imprenta y el Cura solicitó a los diputados velasquistas que lo hicieran cancelar, como injustamente sucedió.

Coincidentemente se acababa de fundar en Cuenca el Núcleo del Azuay de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y fue designado Prosecretario con seiscientos sucres luego le ascenderían a Tesorero. El 47 a Jefe de Canjes y el 48 a Director de la Editorial.

En 1949 se graduó de Abogado y Doctor con la siguiente tesis “Situación de la mujer en la administración ecuatoriana” aún inédita. Era un bohemio educado y erudito que acostumbraba reunirse con amigos a discutir y a estudiar y con los viejos de ese entonces aprendía los secretos de Cuenca y del país. Entre otros maestros tuvo a Víctor Manuel Albornóz y a Rigoberto Vintimilla quienes le enseñaron los entretelones de cada familia, personaje y edificio. Por otra parte, ya había enriquecido su colección de libros con fotografías viejas, periódicos amarillentos, cartas personales importantes. En fin, con todo aquello que tenía relación con la vida pública y/o privada tenía para Miguel un valor especial y así fue guardando en su archivo biblioteca una inmensa cantidad de documentos de todo género pues había nacido el coleccionista que acaparaba libros sobre el Ecuador y también sobre Perú, cuya historia no solo es parecida a la ecuatoriana sino también paralela, sobre Bolívar, sobre González Suárez… pero al revés de otros coleccionistas puros que atesoran sin trasmitir, guardando para sí sus cosas, Miguel siempre pensó que debía ser lo contrario, por eso desde sus comienzos se hizo famosa su generosidad sin límites y sin prejuicios al punto que nunca ha tomado partido, y es tan garciano como alfarista pues piensa que la nacionalidad es de todos los ecuatorianos.

El 55 editó la Bibliografía de Honorato Vásquez en 186 págs. obra meritoria cuyo único antecedente conocido en el país era la Bibliografía del Dr. Carlos A. Rolando en Guayaquil. El 56, al ser restaurado el edificio de la Gobernación del Azuay, tumbaron los albañiles el estuco de uno de los falsos techos y cayeron al suelo libros y papeles que habían formado parte del Archivo, depositados en tan absurdo lugar desde muchos años atrás. Entonces se le ocurrió fundar la Sección del Azuay del Archivo Nacional de Historia, viajó a la capital y logró el permiso.

En 1957 a los treinta y ocho años de edad contrajo matrimonio con Angélica Guillen Piedra, matrimonio con cinco hijos. Ese año construyó una villa en la calle Luis Cordero con un préstamo hipotecario en la Caja de Pensiones. El 58 viajó como Delegado del Ecuador a la IV Reunión de Consulta de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano.

Entre 1964 y el 70 presidió la Sección del Azuay del Archivo Nacional de

Historia. El mismo año 64 apareció en la Memoria de la Superintendencia de Compañías, entre las págs. 321 y 327 su “Bibliografía Ecuatoriana de Derecho Societario. “El 65 editó la “Bibliografía de fray Vicente Solano” en 318 págs. e incursionó en los Anales de la Universidad de Cuenca” con unas notas eruditas sobre el libro de Solano “La Predestinación y Reprobación de los hombres según el sentido de la escritura y la razón.”

En 1970 renunció en la Casa de la Cultura para aceptarle a su pariente el Dr. Víctor Mosquera la secretaría de la Intendencia de Compañías, donde permaneció quince años hasta 1984, habiéndose encargado de la Intendencia por varias ocasiones en reemplazo del titular.

I a la par que se ocupaba de tales funciones netamente burocráticas y necesarias pero no trascendentes, se iba formando el genial bibliógrafo que todo lo sabe y lo conoce sobre libros e impresos del Ecuador y que posee la primera Biblioteca de Autores Nacionales a nivel privado en el país. Preguntado al respecto nos cuenta: “Comencé mi Biblioteca en 1932. Mi papá tenía algunas cosas ecuatoriana, especialmente de Cuenca. Por esos días arribó de Quito el padre Aurelio Espinosa Pólit, quien me indicó que estaba comenzando su Biblioteca en Cotocollao y como nos hicimos buenos amigos me mandó al poco tiempo varios ejemplares de las Cartas de Solano a Lazo y las últimas Misceláneas de González Suárez editadas por su tío el Arzobispo Pólit. También me hice amigo de Modesto Chávez Franco en Guayaquil, quien empezó a enviarme un ejemplar de cada impreso que adquiría para la Biblioteca Municipal, luego me obsequiaba las publicaciones de su Colección. El Director de la Biblioteca Nacional Enrique Terán y la Jefa de Canjes Herminia Guerrero me hacían numerosos regalos y yo les correspondía el favor con ediciones cuencanas hasta que me convertí en un agente amistoso de ellos. Por otra parte, siempre he estado alerta a las mortuorias donde sabía que existían libros.

En Quito, Simón Golberg tenía una gran librería de anticuario ubicada en la Olmedo y Flores. Allí había un cuarto lleno de publicaciones de Sucre y del ferrocarril. Me hice su amigo y cada vez que iba me tenía reservados lotes baratos. Desde 1970 comencé a obtener Catálogos de Librerías Anticuarías de Madrid, así fue como compré libros raros de Juan León

Mera, la Descripción Geografía de la Real Audiencia de Quito de Dionisio de Alcedo y Herrera editada en 1915. Después he contactado con varias librerías del país, especialmente con CIMA de Quito. Son cincuenta y pico de años en esta labor y por eso tengo muchas cosas raras, entre otras el primer impreso de Ambato, la Piísima, que data de 1755, pequeño Divocionario que como todos sabemos es el más antiguo libro editado en el país. En la “Historia de la Imprenta en el Ecuador”, Quito. 1953, por Alexander A. M. Stols, faltan muchos impresos, pero he ido anotando los vacíos que encuentro para complementar tan buen trabajo y darlo a conocer nuevamente. La sección Legislación de mi Biblioteca es amplísima, especialmente lo antiguo. En la de Derecho Territorial tengo todo lo ecuatoriano y mucho de la parte peruana. La bibliografía de los Clásicos ecuatorianos está completísima. En esos quehaceres he hallado numerosas sorpresas, por ejemplo, un soneto impreso, falsamente atribuido a Olmedo, que descubrí que era obra de Francisco de Callieres autor francés.

Hace quince años comencé la Catalogación a base de un fichero, pero desde 1990 tengo una pequeña computadora y estoy adelantado en el Orden Alfabético de Autores y una que otra Sección independiente. Mi Biblioteca es la mayor del país a nivel privado y eso constituye en cierta forma un honor para Cuenca. Entre mis rarezas tengo la Gazophilacium Regium Perubicum de 1775 por Gaspar de Escalona y Agüero, de quien dijo Pablo Herera que es autor ecuatoriano aunque nunca se lo ha podido probar. El itinerario de Párrocos de Indios, su Oficio y Obligaciones, de 1608, por el Obispo de Quito. Alonso de la Peña y Montenegro, así como también dos ediciones impresas de Amberes en 1720 y en 1754. Un manuscrito de la Ciencia Blancardina de Espejo, escrito satírico contra el Dr. Moisés Blancardo, hecho por uno de sus copistas y con un extenso prólogo, diferente al publicado en la edición de las obras Completas sacadas por González Suárez y Homero Viten Lafronte en 1912 en Quito. El Diccionario Geográfico Histórico de las Indias Occidentales o América de 1786 por Antonio de Alcedo. Los dos tomos del Gobierno Eclesiástico Pacífico de Gaspar de Villaroel en su segunda edición de 1783 siendo la primera del siglo anterior y muchos impresos antiguos más que sería largo seguir enumerando. La Hemeroteca consta de numerosas Colecciones de periódicos oficiales que eran de mi papá obtenidas de manos del Dr. Santiago Carrasco.

También hay hojas sueltas que habían sido de mi abuelo Mariano Cueva Vallejo y que se las pedí a mi abuelita. En general, tengo más de veinte mil impresos, la mayor parte de ellos libros y folletos.” En cambio su valiosa colección de Medallas la tuvo que vender al Archivo Histórico del Guayas dirigido por Julio Estrada Icaza.

En 1980 escribió con el Dr. Abel Romeo Castillo un folletito sobre “El Vuelo del Telégrafo a Cuenca”. Entre Enero y Agosto del 82 vivió en Quito ejerciendo las funciones de Sub contralor General del estado, con licencia de la Intendencia de Compañías, pero como no se acostumbró al ambiente, regresó a Cuenca y se jubiló.

Entre 1984 y el 88 organizó la Biblioteca de la Contraloría del Azuay. Entonces fue contratado por el CONUEP para ayudar a la ejecución de un interesante proyecto histórico sobre fray Vicente Solano y la realización del Estado ecuatoriano, correspondiéndole el capítulo “Fray Vicente Solano y su interacción con la Iglesia” en cien páginas cuando menos. El resto del proyecto ha sido entregado a Luis Alberto Luna Tobar, Arzobispo de Cuenca y a los profesores chilenos Edson Mulla y Maria Cristina Cárdenas.

En 1988 ingresó a la Academia Nacional de Historia con un discurso titulado “La Lápida de Tarqui.” El 89 enviudó tras dichosos treinta y dos años de matrimonio y cinco hijos. El 90 salió a la luz “El verdadero autor de un soneto” artículo escrito para el Boletín de dicha Academia.

Desde hace muchos años la casa de Miguel se ha convertido en lugar de peregrinaje intelectual obligado para quienes visitan esa hermosa ciudad, sobre todo si son personas de una cierta cultura y se interesan por cuestiones ecuatorianas, pues está considerado uno de los ecuatorianos más importantes en la hora presente.

Samuel Guerra Bravo que lo visitó en 1985 anotaba: “Entrar en la Biblioteca es como entrar a un recinto sagrado donde el libro tiene, por derecho propio, un espacio, una identidad, una función…Biblioteca rica y acogedora, por arte de magia allí se recupera el tiempo perdido y la tormentosa historia de nuestra nación se vuelve cercana, objetiva, familiar, nuestra. Toda ponderación es nada ante la limpieza, el buen gusto y la disposición de ella. Todo allí tiene su lugar dentro de una concepción general armónica y de fácil acceso. No es solo un bibliógrafo de categoría superior sino también un filatélico, un numismático, un archivista. Tiene, además, la colección de fotografías, grabados y postales más significativa del país y quitándole tiempo al tiempo ha organizado álbumes que constituyen testimonios únicos sobre Presidentes, Vice Presidentes, Gabinetes Ministeriales, Colegios y Universidades cuencanos, Arte Nacional y Universal, Nevados e indígenas del Ecuador, Incas y Virreyes, viajeros y ciudades, personajes, sucesos, lugares históricos, regiones, sobre intelectuales y pro – hombres de nuestra historia y para que todo sea completo él mismo es fotógrafo y tiene a su disposición una cámara oscura para revelado, por donde han pasado decenas de miles de negativos fotográficos. De las colecciones de estampillas, monedas y medallas mejor no hablar. I asombra su increíble memoria para saber qué tiene, en qué lugar está ubicado, cuales son los antecedentes y consecuentes de tal publicación y cuales las anécdotas que se relacionan con los autores o los personales de los libros, folletos, periódicos, etc. I finalmente en la casa de un bibliómano que se respete no puede fallar un taller de encuadernación y nos consta que la encuadernación de Miguel Díaz Cueva es simplemente perfecta”

Tiene inéditas las bibliografías de Antonio Santiana y Manuel J. Calle, la Numismática Ecuatoriana. Historia y Catálogo, y una Sinopsis del Derecho Procesal Civil Ecuatoriano. Ha entregado al Banco Central el índice correspondiente a la edición facsimilar del periódico “El Eco del Azuay” editado por fray Vicente Solano a principios del siglo pasado.

El sábado 1 de Diciembre del 2012 al cumplirse el tercer año de la declaración de Cuenca como patrimonio de la humanidad, le fue conferida por esa Municipalidad la Medalla correspondiente. Asistió lúcido como siempre, a pesar que cumpliría noventa y cuatro años, agradeció y mencionó al pasó que guarda los archivos de su bisabuelo Mariano Cueva Vallejo,, de su tío carnal Carlos Cueva Tamariz, el suyo propio y el del Presidente Luís Cordero Crespo así como multitud de cartas dirigidas al latinista Tomás Rendón Solano, al Obispo Remigio Estévez de Toral y a otros preclaros azuayos de los siglos XIX y xX. El 2018 sus hijos le adelantaron la fiesta de los cien años para que la pudieran disfrutar a sus anchas.

Trigueño, pelo blanco, ojos celestes ligeramente parduscos, ultimamente ha perdido parte del sentido auditivo. Erudito, generoso porque jamás niega dato ni escatima consejo. Sabio y prudente, en sus apreciaciones nunca exagerado. Respetado por todo el país, ejemplo de ecuatorianidad. Ha hecho de su vida una útil entrega a la bibliografía nacional y el intelectual mayor de Cuenca sin ninguna duda en la historia presente.