DETROUX MOUSNY MAURILIO

MISIONERO.- Nació en Harzé, Diócesis de Lieja, Belgica, el 10 de Marzo de 1 859 y fueron sus padres legítimos Hubert Detroux, propietario del Castillo y tierras de Harzé, y Constancia Mousny, descendientes de antiguas familias valonas (de origen romano) en esa región.

Concurrió a la escuela de la Parroquia y en 1868 ingresó como alumno externo en el Seminario diocesano de San Roque para estudiar Humanidades, entre otros profesores tuvo al futuro Obispo de Lieja el Abate Doutreloux.. En 1871 volvió a Harzé, luego pasó con su familia a Bomal, ocupándose en labores agrícolas. De buena conducta, comulgaba una vez al mes, hallando entretenimiento en los paseos a caballo y en los deportes enérgicos, en la lucha le gustaba pelear con los de más edad.

De diecisiete años murió en sus brazos su hermana Melania, con quien era muy unido. De veinte leyó con avidez el libro “Preparación para la muerte” por San Alfonso, María de Ligorio que le llevó a una vida nueva de piedad y abnegación como la de León, su hermano mayor, a la sazón Coadjutor en la iglesia parroquial de Santa Margarita de Lieja, que en una visita a la casa familiar le aconsejó contactar con el padre Bouchard, S.J. quien le ingresó al Colegio Apostólico de Turnhout, dirigido por el padre Boeteman, para formar misioneros, donde estudió Humanidades y Retórica y cuando el jesuita quiteño padre Luis Felipe Muñoz Carrión, hizo un llamado para llenar las misiones del Napo, se presentó con sus compañeros Guillermo Schlimm y Próspero Clerk. Poco después pasó a despedirse de sus familiares y a principios del 8l estuvo en el monasterio benedictino de Oña en la provincia de Burgos aprendiendo el idioma español con el Padre Portal, Maestro de Novicios.

A mediados de año vino al Ecuador en compañía de los padres Manuel Fernández de Córdova, Luis Felipe Muñoz Camón, Camilo de Koninek y Manuel Puertas. De Guayaquil siguieron a la Casa de Probación en la hacienda San Javier de la familia García Salazza cercana a Pifo, en las estribaciones de la cordillera oriental a solo cinco leguas de Quito, donde siguió Humanidades, Retórica,

Física, Química y Matemáticas, especializándose en esta asignatura hasta el 88. I en los paseos campestres que semanalmente realizaban a los altos pajonales de Palugo y Siccipamba, llevaba los peroles y ollas y se distraía cocinando para sus compañeros, pues le gustaba el arte culinario.

Pifo había sido fundado en 1882 por el Provincial jesuita Francisco de San Román como un Centro de altos estudios con un Gabinete de Física, un Museo de Historia Natural y la torre del Observatorio Astronómico, tenía ciento veinte alumnos provenientes de Pasto en Colombia, Perú, Bolivia y de Europa, sobre todo de los Colegios misioneros de Bélgica y Francia.

Entre el 88 y el 90 enseñó Física en el San Felipe Neri de los jesuita de Riobamba y participó en los planes del padre Luis Felipe Muñoz Carrión quien deseaba fundar un Colegio misionero que finalmente no se llegó a inaugurar. En 1890 ingresó al Teologado en Pifo para ordenarse cuanto antes, siendo consagrado el l5 de Julio del 92 por el Dr. Isidoro Barriga Farías, futuro Obispo de Guayaquil. Ya era profesor de Matemáticas en Pifo y desde el 93 también enseñaba Historia Natural. El 94 se hizo cargo de la alimentación de los estudiantes, mandó a construir una conejera y un gallinero, instaló un molino, mejoró la fabricación del pan, adquirió una granja en Baeza para aprovisionarse de productos tropicales de boca y alquiló la pequeña hacienda San Isidro de granos y cereales. A su hermano León solicitó un arado fuerte para desgajar la cancagua o toba volcánica y con el padre Clerk instaló la planta eléctrica que produjo luz, con gran contentamiento del vecindario y que también recibió de Francia. Ese año pronunció su cuarto voto.

A principios de 1895, aprovechando la grave crisis que atravesaba el gobierno, los mineros y caucheros acaudillados por el Ingeniero colombiano Jaime Mejía, se constituyeron en autoridad en la provincia del Napo y apresaron al Gobernador Terán aunque a poco fueron rechazados por la escolta que condujo detenido a Mejía a Quito. Detroux fue designado Provicario de las Misiones jesuitas en el oriente ecuatoriano con sede en Archidona y hasta allá viajó en compañía del padre Gaspar Tova (1) pero era tan grande
la inseguridad que las madres del Colegio del Buen Pastor prefirieron abandonar la Misión y regresaron a Quito en compañía de treinta y nueve estudiantes. Entonces reorganizó el gobierno de la Misión, ayudado del hermano Sebastián Chávez y del minero alemán Sheiman, convertido al catolicismo por obra de los padres.

En 1896 se declaró una violentísima epidemia de viruela y pasó grandes trabajos visitando y consolando a los apestados en las rancherías de Tena y el Napo, aún a riesgo de su vida; pues, no escatimó esfuerzos ni trabajos en tan peligrosa labor. Mientras tanto el Presidente Eloy Alfaro había permitido el regreso de Mejía y el nuevo Gobernador Alejandro M. Sandoval, en Septiembre notificó a los jesuitas de la Misión que debían abandonar dichos territorios en el plazo de cuatro días, utilizando la via del Brasil, pues el Consejo de Ministros deseaba confiar la dirección de la Misión a sacerdotes seculares ecuatorianos.

El 22 de Septiembre se cumplió la orden ministerial. Por eso se considera a Detroux el último Superior de las misiones jesuitas en el oriente ecuatoriano. Ese día partió en tres canoas con el hermano Chávez y el padre Francisco López pero al llegar a la desembocadura del rio Aguarico tomaron hacia el norte por el río Bermejo y luego por el San Miguel. En los pueblos de Santiago y San Andrés fueron auxiliados, siguieron hacia el Putumayo y por Mocoa subieron en mulas hasta Pasto. Finalmente, en Enero de 1897, pudieron arribar a Pifo.

La historia de este viaje de dos meses por zonas despobladas y llenas de peligro llegó a oídos del Arzobispo Pedro Rafael González Calisto, quien le designó Cura de Zámbiza y Nayón, parroquias donde se mantuvo un año.

En 1898 comenzó a regentar el Colegio Seminario de Pasto, confiado a los jesuitas por el Obispo Ezequiel Moreno Díaz, dictó las cátedras de Matemáticas y Lógica y tomó a su cargo la dirección del Apostolado de la Oración.

Su labor en Pasto fue provechosa para el plantel. Hizo venir de Francia y logró instalar una moderna planta de luz eléctrica, la primera que se conoció en esa población y que
benefició al Colegio y a una barriada adyacente. Igualmente construyó una carretera de ingreso al edificio, una acequia subterránea de cuatro cuadras y cuando había confeccionado los planos y excavado los cimientos de un grandioso templo jesuita, que finalmente fue destinado a Catedral, le llamaron a Quito. Como rector exigente solía sentarse con los alumnos para escuchar las clases y controlar la labor de los profesores.

Entre 1899 y 1901 ayudó con dinero y persona a los guerrilleros conservadores que asolaban la frontera colombo -ecuatoriana. “Por varios meses el Colegio Seminario se convirtió en cuartel y en hospital y el Rector en proveedor universal de los contingentes de voluntarios. Cierto es que la mano del proveedor no se daba reposo en pedir y en derramar y las familias pudientes se afanaban en socorrer tan graves necesidades por tan seguro y discreto conducto”.

En esos trances se encontraba cuando el Comandante de Armas de Pasto llamó a una gruesa partida de voluntarios conservadores que se encontraban en la frontera, so pretexto de uniformarlos, pero con la secreta consigna de remitirlos hacia el norte para combatir a los liberales del Cauca. Descubierto el intento, se volvieron nuevamente a la frontera como amotinados. La fuerza de línea salió en su persecusión y cuando sonaban los primeros disparos se presentó el padre Detroux en el sitio de Tangua, montando el caballo blanco de unos de los jefes, parlamentó con ambas fuerzas y les obligó a suspender las hostilidades. Mientras tanto los consejeros del Obispo, deseosos de quitar la dirección del Seminario a los jesuitas para entregarlo a la Curia, empezaron una campaña sorda contra Detroux; pero las damas de Pasto se presentaron indignadas ante el Prelado, a quien declararon sin ambages “Que si era fácil sustituir a un Ordinario por otro, no era lo mismo con los Jesuitas, que una vez idos no regresaban”. El Obispo comprendió la velada amenaza y dio pie atrás.

(1) El padre Gaspar Tovía fue natural de Cádiz en España. Se inició como miembro de la guardia Suava Pontificia, después se hizo Jesuita, fue Vicario de la Misión del Napo, Rector del Colegio de la Compañía de Jesús en La Paz, Capellán del Presidente de Bolivia en la pacificación de Acre y habiendo solicitado al Padre Superior en Roma, ser nombrado Capellán de la leprosería de Culión en las Islas Filipinas para terminar aya su vida, fue destinado al Lazareto de Guayaquil por más cercano, en cuyas labores falleció contagiado de la fiebre amarilla en 1917.(2) El Padre Becerra acompañó a Detroux en Guayaquil. En 1915 le sucedió como Superior de los Jesuítas. El año 29 fue llamado a Quito.

En 1903, por obediencia a sus superiores pasó a Guayaquil en compañía del Padre Melchor Becerra (2) pero no encontraron templo ni convento porque a raíz del Incendio del

16 de Junio del año anterior – llamado del Carmen – se había quemado la iglesia, residencia y biblioteca de los jesuitas. El padre José de Jesús Castro natural de Guatemala y el hermano Telésforo Ortíz dormían en unos cuartos habilitados provisionalmente en la Sala Capitular de la Catedral al lado del Santísimo; mas, al poco tiempo, aprovechando que el Comité Reconstructor presidido por Francisco García Avilés había recaudado el valor inscrito de treinta y cuatro mil sucres, a que ascendía el precio del antiguo solar (la manzana que actualmente ocupa el Correo) y que ya se la había apropiado el Concejo Cantonal, empezó a buscar un sitio aparente y lo encontró en unos solares inmediatos del Mercado Sur, Ava. Eloy Alfaro entre Manabí y Huancavilca, sobre los que levantó en cemento armado el templo de San José y una casa para residencia, colocando la primera piedra el 16 de Julio de 1905. La bendición e inauguración se llevó a cabo el 7 de Junio de 1907.

Su figura recortada por una proverbial delgadez era muy conocida en el puerto; pues, los más de los días, armado de una pequeña campanilla salía a recorrer las inmediaciones de los planteles, a fin de reunir a los niños e impartirles clases de catecismo, mientras el padre Becerra se encargaba de adoctrinar a las Hijas de María y dirigir las clases de catecismo para las niñas, con señoritas idóneas. Otras de sus ocupaciones habituales eran la predicación durante los Ejercicios espirituales, la preparación de los niños para las confesiones y comuniones. En 1908, durante la epidemia de fiebre bubónica, voluntariamente se trasladó a vivir al interior del Hospital de Aislamiento, sin poder salir por disposición expresa de las autoridades de salud. Ese año dio a la imprenta un pequeño folleto titulado “Flores Cristianas” con diversas oraciones, hojas volantes, de propaganda, recuerdos de fiestas de su Liga.

En 1910 se presentó como voluntario para cubrir la plaza de Capellán en uno de los batallones que irían a El Oro durante la movilización nacional decretada contra el Perú y empezó a trabajar por la devoción al Corazón de Jesús y la entronización de la imagen de Cristo Rey en los hogares del Ecuador, lo que en esos tiempos era considerado una provocación al gobierno liberal, pues en las procesiones se cantaba los versos compuestos por el padre Julio Matovelle en Cuenca, alentadores de la resistencia al sistema político democrático y liberal imperante en el país. Detroux inauguró la “Liga Santa de las víctimas del Sagrado Corazón de Jesús” para caballeros y la “Devoción de los Dolores íntimos del Sagrado Corazón” para damas. Eran diarios los enfrentamientos entre liberales y conservadores y al exorcizar a una joven, que le habían llevado pues sus parientes creían que estaba endemoniada, la instó a gritar “Viva el Corazón de Jesús” y ella exclamó “Viva Alfaro! dejándole totalmente confundido.

En Agosto de 1913 se encontraba pálido, demacrado y con una tosesilla sospechosa, pero tomó vacaciones en una hacienda de Santa Lucía y en otra de Jesús María y pudo convalecer. El l4 concluyó las obras del templo de San José en madera y cuando el Dr. Andres Machado Pesantes, S.J. fue designado Obispo de Guayaquil en 1915, considerando su constante actividad y energía le llamó a trabajar como Jefe de la Misión en Manabí.

A finales del l6 emprendió la primera gira por esa provincia acompañado de los padres Elías Mera y Simón García y recorrieron Portoviejo, Rocafuerte, Chone, Calceta, Bahía de Caráquez, Montecristi, Jipijapa, Picoazá, etc. después entró a la provincia de Esmeraldas con el Padre Eliseo Villota, tomaron por el antiguo camino de Pedro Vicente Maldonado y fueron a dar a Otavalo. El padre Villota iba muy mal de salud con paludismo intestinal y falleció a los tres días de arribar al Colegio de Pifo.

En marzo del 17, vuelto a Portoviejo, recomenzó sus tareas acompañado de los Vicarios Víctor M. Pinto y Félix Roussilhe y del Administrador Apostólico Padre Maldonado, quien quedó en dicha ciudad mientras Detroux tomaba a cargo Jipijapa, la más numerosa de las feligresías manabitas; pero su estadía en dicho lugar no estuvo exenta de rudísimos trabajos y contrariedades.

Ese año se asiló varios días en la Clínica Romo Rosales de Guayaquil, aquejado de un principio de arterioesclerosis agravado por una fuerte depresión. Mejoró un tanto pero no quedó del todo bien, por eso le trasladaron de Capellán del Colegio de las Divina Providencia en Bahía, donde en ratos de ocio ayudaba al padre Alfonso Loenen en sus trabajos parroquiales.

Normalmente, cuando no estaba ocupado, se le veía de rodillas adorando al Santísimo; a diario hacía sus caminatas por el malecón, se detenía frente a los cargadores y a las escogedoras de café para decirles en broma !Eh, vamos de viaje! ¿Adonde? le respondían sorprendidos. — !Pues, al cielo, al cielo! era su invariable respuesta.

De Bahía pasó a Portoviejo. Hablaba poco, las más de las veces se le veía serio y circunspecto. Declinaba física y psíquicamente. Le aparecieron unas dolorosísimas llagas varicosas en las piernas que los especialistas lograron cicatrizar y comenzó a sufrir de un molestoso lovanillo en el hueso de la rabadilla que le duró varias semanas.

Finalmente, en 1927, tras diez años de postración, ya no pudo moverse más, ni siquiera pestañear, tal su parálisis. Reducido a una cama y cuidado por el hermano enfermero, pasó dos meses en tan precaria condición atendido por los Dres. Daniel Acosta y Leopoldo Escobar, posiblemente sufría del mal de Ansailmer, hasta que ocurrió su fallecimiento a las 4 y 1/2 de la tarde del 31 de Agosto, a los sesenta y ocho años de edad.

La Oración Fúnebre corrió a cargo del Padre Marcel Yañez y le enterraron en el cementerio nuevo de Portoviejo. Fue un misionero animoso y a sus múltiples trabajos y desvelos debe la Compañía de Jesús su establecimiento definitivo a principios del siglo XX en Guayaquil, tras el alejamiento en 1887 del Obispo Roberto María Del Pozo Marín , S.J. por causa del célebre motín de los Canónigos.

Dejó unos apuntes titulados “Relación de la Misión del Napo” y los “Diarios de mi residencia en Guayaquil y en Portoviejo.” En 1937 apareció en Quito su biografía, escrita por un padre de la misma Compañía, en 137 págs. que nos ha servido para los principales rasgos de su vida.