DARQUEA ITURRALDE SEGUNDINO

MILITAR.- Nació en Ambato el 29 de enero de 1822 en el hogar de Pedro Alcántara Darquea Endara y Cruzat y de Leonor Iturralde y Grande-Suárez y recibió las primeras letras de su tío materno Tomás, sacerdote entonces y después Obispo de Ibarra, con fama de ser el más guapo hombre de su tiempo, lo que está confirmado por una hermosa fotografía que se conserva.

De catorce años solamente escapó de su casa y entró de soldado raso en el batallón N° 2 de Línea acantonado en Ambato, a los dieciseis era Subteniente y aparentaba más edad por su estatura elevada y serios modales. En 1841 ascendió a Capitán y para la revolución del 6 de marzo de 1845 pasó a la hacienda Elvira a defender el régimen del General Juan José Flores, actuando en varios encarnizados combates; después del Tratado de la Virginia plegó a los guayaquileños y se vino al puerto, donde conoció y casó con Mariana de Luque y Benites, en quien tuvo numerosa descendencia.

En 1850 se hallaba de jefe del batallón N° 1 en Babahoyo y era del grupo de Urbina, quien quiso dar un golpe revolucionario contra el gobierno interino de Manuel Ascázubi, para favorecer la candidatura del General Antonio Elizalde, que sin embargo se opuso y logró que no progresara la revuelta. Entonces Darquea cedió a los consejos de su tío político Ramón Benites y Franco y retiró su apoyo a Urbina, quien de todas maneras hizo la revolución pero en favor del otro candidato Diego Noboa.

Amistado nuevamente con Urbina, volvió a su partido y cuando Noboa llegó a la presidencia de la República mantuvo a Darquea en el ejército. En 1852 colaboró en la revolución de Urbina contra Noboa, siendo premiado el 53 con el nombramiento de Primer Jefe de la Columna Babahoyo; en 1854 ascendió a Teniente Coronel; en 1855 fue electo Jefe Político de Guayaquil; en 1857 Presidente de la Municipalidad y por esos días era de toda intimidad con el Presidente Robles, pero la revolución de su hermano Bernardo (que apresó a Urbina y Robles y murió de un pistoletazo en el pecho que le propinó el General Guillermo Franco) hizo que renuncie a su posición en el ejército, retirándose a la vida privada, aunque por pocos meses, pues de allí lo sacó García Moreno en 1859 para llevarlo a Quito con el cargo de Comandante en Jefe del Ejército provisorio de la Sierra, ejército que después bajó a atacar Guayaquil, destacándose Darquea en el paso del Estero Salado.

En 1861 fue electo diputado por el Guayas y votó por García Moreno para la presidencia de la República, siendo premiado por la Convención Nacional con la “Medalla al arrojo asombroso” y designado Comandante General del Distrito de Quito, en cuyo desempeño sostuvo una discusión con el notable literato peruano Manuel Nicolás Corpancho, Encargado de Negocios del Perú, a quien se le había extraviado la maleta con las credenciales; pero, el lance, no prosperó.

En diciembre de 1863 fue ascendido a General de Brigada y en 1866 García Moreno presionó al Presidente Gerónimo Carrión para que designe a Darquea Comandante General del Guayas. Poco después ocurrió la caída de Carrión y el ascenso de Javier Espinosa, quien sostuvo a Darquea en dichas funciones; pero, habiéndose convocado a elecciones presidenciales para el período de 1869 a 1873. García Moreno exhibió la candidatura de Darquea porque temía a su poder, para ver si éste aceptaba, sin embargo éste no cayó en la trampa y no dijo ni sí ni no. Entonces el astuto García Moreno viajó a Guayaquil y entró en conversaciones con Darquea, manifestando la conveniencia de que lo acompañe a Quito a dar el golpe, lo que ocurrió el 17 de enero de 1869, sin mayores resistencias.

Asegurada la capital García Moreno le envió a Guayaquil con la consigna de mantener el orden. El 31 de enero Darquea hizo firmar un acta de adhesión que encabezaron Vicente de Santisteban, el Dr. Rafael Jaramillo, Antonio José de Sucre y Lavayen, Federico Flores y Antonio Millán, miembros del partido garciano, totalmente minoritario en el puerto.

El 19 de marzo, a las dos de la mañana estalló la contra revolución del General José de Veintemilla, secundado por el Dr. Fausto Rendón, los Comandantes Francisco Rendón y Guillermo Pareja y contaba con la connivencia del Cap. Manuel Fernández y de los soldados del cuartel de Artillería, que ingresaron junto a numerosos civiles, en el interior del edificio del batallón No. 3 cuyas puertas habían sido abiertas. Darquea fue apresado por el Sargento Fernández mientras dormía en su habitación en el Cuerpo de Artillería y conducido al primer piso, lo amarraron a una silla y dejaron al cuidado de un centinela. Veintemilla se proclamó Jefe Supremo ante los efectivos de ese batallón y del vecino Cuerpo de Artilleros, mientras Rendón irrumpía en una casa particular con cien hombres, donde asistían a una reunión social los Coroneles Manuel Avila y Santiago Yépes, Jefe de Artillería y del batallón No 1 de Línea, respectivamente, Avila cayó detenido pero Yepes logró escapar.

Mientras tanto los demás cuerpos de la ciudad resistían al mando del Comandante Juan Manuel Uraga que ordenó al Jefe de la Policía que saliera a resistir a los alzados mientras él se trasladaba a la planchada y conseguía la adhesión del batallón No. 1 de Línea. Entonces se armó un tiroteo de cuatro horas y a eso de las siete y media de la mañana los revolucionarios se replegaron y Veintemilla regresó al cuartel de Artillería y entró al cuarto de Darquea, por cuarta ocasión según versión del mismo Darquea, saludándose familiarmente con el preso, que ya había convencido al centinela para que lo apoye y mientras Veintemilla se asomaba a la ventana desprevenidamente, Darquea le hizo una seña al centinela y éste disparó contra Veintemilla, matándolo de contado. Así terminó la revolución pues Darquea bajó al patio, dio órdenes contrarias y recobró el dominio de la situación.

En premio a estos “servicios” fue nombrado General de División primero y luego Ministro de Guerra y Marina y allí se sostuvo hasta 1874 en que por razones de salud regresó a Guayaquil de Inspector General del Ejército pero aquí en el puerto no le querían, tras el vergonzoso episodio del asesinato de Veintemilla, en que ganó fama de militar poco brillante y por su crueldad.

En 1875 fue asesinado García Moreno y realizadas las elecciones apoyó al nuevo Presidente Antonio Borrero; pero, poco después acaeció la revolución del General Ignacio de Veintemilla y tuvo que viajar a Lima a tratar de obtener armas para el gobierno, pero fracasó.

Durante la dictadura de Veintemilla vivió en el Perú pasando estrecheces y para colmos enviudó el 76 pero comenzó a ser auxiliado por sus hijos mayores Domingo, Pedro y Secundino hasta que en abril de 1883, tras siete largos años de exilio, regresó a luchar por la Restauración y tomó el mando de las fuerzas revolucionarias de Machala compuestas de trescientos cincuenta plazas. A fines del mes pasó a Balao con ellas, en mayo estuvo en Taura poniéndose en comunicación con el ejército Restaurador que ya estaba en Mapasingue, a las que se unió apresuradamente. El 9 de julio ayudó a la toma de la ciudad.

En 1884 fue designado Comandante General de Guayaquil, por ser el hombre de confianza del nuevo Presidente Plácido Caamaño y en el brazo ejecutor de sus más enérgicas órdenes en la costa.

Su última campaña fue contra los revolucionarios Chapulos a quienes persiguió entre 1884 y el 86 en una serie de guerrillas que lo hicieron famoso en todo el litoral. Para el efecto había recibido la orden de aniquilar a los cabecillas por cualquier medio y tras varias acciones militares logró reducirlos a un pequeño grupo. Difundió entonces un bando que anunciaba el indulto de los sediciosos para atraerlos con este engaño y lograr su captura y/o rendición. A través de un campesino de apellido Castro, a quien compró con dinero, pudo llegar al sitio en que se encontraban sin armas ni comida. De inmediato
los hizo trasladar a pié y escoltados hacia Palenque, instaurado un Consejo de Guerra contra el Coronel Nicolás Infante, que no integró pero hizo presidir de su ayudante el Coronel Manuel Orejuela e irrespetando la promesa de indulto condenó a muerte al cabecilla. Le armaron una tétrica Capilla Ardiente alumbrada por cuatro cirios y allí permaneció esa noche el prisionero. A la tarde siguiente dirigió personalmente el criminal fusilamiento que acabó con la vida del Coronel Nicolás Infante.

El hecho ocurrió el 1 de enero de 1885 y para evitar toda implicación futura porque se desató la protesta nacional, hizo armar un Consejo de Guerra acudiendo con su ayudante el Coronel Manuel Orejuela, que por supuesto, sin ningún problema les exculpó. El 7 de febrero de 1886, con el Coronel Antonio Hidalgo dispersaron al pueblo guayaquileño que quería tomarse el cuartel de Artillería y derrocar al Presidente Caamaño. Esta fue su última actuación militar.

En septiembre de 1887, a causa de su edad y achaques, renunció la comandancia y fue reemplazado por el General Reinaldo Flores Jijón y de sesenta y siete años de edad falleció en Paita, de muerte natural, el 16 de mayo de 1889, cuando aún conservaba la esbeltez de sus años mozos, su afán de aventuras y el recuerdo de sus acciones de guerra.

Fue un militar afortunado en política pues siendo floreano se tornó marcista, urbinista, garciano y por último caamañista.