SABIO NATURALISTA.- Nadó en Shrewsbury, capital del condado de Shropshire al oeste de Inglaterra, en la frontera con la región de Gales, el 12 de Febrero de 1809 y fue bautizado como Charles Robert. Hijo legítimo del Dr. Robert Warring Darwin (1) famoso médico rural, sencillo y al mismo tiempo imponente, que “tenía grandes dotes de percepción ante los males de sus pacientes y hablaba frecuentemente de estos temas con su hijo”, quien le profesaba afecto, admiración y sobre todo respeto y de
Sussanah Wedwood, hija del fundador de la casa de cerámicas de ese apellido, poseía habilidades artísticas, inventiva y sentido práctico, así como una gran firmeza de carácter. Ambos eran de religión protestante, miembros de la Comunidad Unitaria de Shrewsbury y acomodados propietarios.
La Casa de los Darwin – The Mount – estaba en Shrewsbury a 35 kilómetros de Maer donde vivían los Wedgwood, tenía tres plantas, habitaciones espaciosas y un gran jardín.
El quinto entre seis hermanos, a los ocho años perdió a su madre quien siempre fue una hábil y amorosa ama de casa y pasó al cuidado de su hermana Carolina, nueve años mayor que él, quien le había enseñado las primeras letras. Más tarde fue alumno externo en la escuela Unitaria del Rev. G. Case, luego fue interno durante siete años en la escuela del Dr. Butler, situado en las afueras de la población, donde aprendió latín, griego e historia antigua. Vivía la vida de un estudiante pero como la escuela solo estaba a una milla de distancia, en los recreos largos aprovechaba para ir corriendo a su casa, de manera que mantuvo el apego a los suyos. Curioso por todo, aprendió ciertas materias que no se enseñaban como la geometría euclidiana, la pintura, la música, los autores clásicos ingleses.
No era un niño prodigio pero si un soñador a quien le agradaba la naturaleza y por eso daba largos paseos en solitario.
(1) Robert Darwin – padre de Charles Darwin – fue un gigantón de un metro noventa centímetros de estatura y doscientas treinta libras de peso. Hijo del célebre médico, botánico y poeta Erasmus Darwin, quien casó dos veces, tuvo una amante oficial y catorce hijos. Del primer matrimonio con Mary Howard, dejó cinco, de los cuales el tercero fue Robert. El abuelo Erasmus Darwin era considerado un sujeto eminente por sus conocimientos de ciencia, literatura y filosofía y porque se interesó mucho por las ciencias naturales. En su obra “Zoonomía. Or the Law or organic Life” había expuesto ideas favorables a la teoría de Lamarck (la evolución biológica) las cuales eran vagas e inciertas dado el escaso nivel científico alcanzado por la biología de entonces. También era un furibundo antiesclavista al igual que su amigo Josiah Wedgwood, célebre artesano y ceramista que fabricaba una cerámica fina, tan solicitada, que su familia alcanzó preeminencia social y seguridad financiera, siendo el creador del gres y el inventor del pirómetro que llevan su nombre y construyó un pueblo modelo para los obreros de su fábrica que llamó Etruria, en memoria de la bella cerámica de ese pueblo itálico. |
Su hermano Erasmus, cuatro años mayor que él, le inició en los fundamentos de la Química y en una caseta del jardín trabajaban hasta altas horas de la noche haciendo experimentos y sintetizando compuestos de toda clase. También empezó a coleccionar animales, conchas, huevos, minerales y vegetales, consultaba libros sobre la naturaleza, clasificaba objetos de toda clase: sellos, monedas y como también aprovechaba su tiempo libre en leer poesías e historias naturales, decidió hacerse ornitólogo. Amigo de la vida campesina solía asistir en las madrugadas a las cacerías de pájaros, tenía buena puntería y mucho éxito.
Su tío Francis le enseñó cómo funciona el barómetro y su padre, en los veranos, hacía que atendiera a los enfermos de los barrios más pobres.
De diez y seis años de edad, en Octubre de 1825, su padre lo sacó del Colegio y mandó a estudiar medicina a la Universidad de Edimburgo donde ya estaba su hermano mayor. Allí permaneció dos años sin mayor provecho pues las materias teóricas le aburrían excepto la Química, las disecciones de cadáveres le eran extremadamente repulsivas y la primera ocasión que asistió a un quirófano se mareó y salió corriendo al ver cómo operaban a niños amarrados con correas porque todavía no se usaba la anestesia, por eso decidió terminar con la medicina.
En el segundo curso el profesor de Historia Natural Robert Jameson había fundado para los estudiantes la Sociedad Pliniana local, cuyos miembros se reunían en el sótano y en 1826 el joven Darwin leyó ante sus compañeros sus primeras conferencias científicas. Era curioso y sincero, pero no se hallaba a sí mismo a pesar de ser enteramente sano y normal; durante ese tiempo recibió clases pagadas de Charles Waterpon sobre la forma de disecar pájaros y animales, con el Dr. Coldstrem examinó animales marinos en las costas de Firth of Forth, con el Sr. Cotton se entusiasmó por el estudio de las rocas de los alrededores de Shrewsbury y con su tío Josiah Wedwood, quien sería el fundador de la Real Sociedad de Horticultura, quien comprendía sus aficiones y le tenía gran cariño, recorrió en 1827 Escocia e Irlanda, visitó Londres y París.
El 28, su padre, lo señorito ocioso y bueno para nada, y pensando en labrarle un futuro, lo envió a la Universidad de Cambridge a conseguir un título académico en el Crist College para que se reciba de Clérigo y durante tres años siguió varios cursos de Teología, Matemáticas y Estudios Clásicos pues la tradición familiar le destinaba para clérigo anglicano pero su inclinación por los estudios de la naturaleza iba ganando terreno en su espíritu siempre inquieto y extremadamente curioso.
Era alegre, sociable, muy popular entre sus compañeros. Gran deportista, practicaba la caza que siempre fue su gran pasión y montaba a caballo, pero también recolectaba plantas, insectos y muestras geológicas. Su primo William Darwin Fox le introdujo en la entomología, comenzó en serio sus estudios biológicos y desarrolló el hábito de la investigación. Por este primo conoció al Rev. John Steward Henslow, profesor de Botánica y especialista en entomología (estudiaba los insectos) en cuya casa se reunían los viernes algunos alumnos y profesores interesados en las ciencias naturales para organizar excursiones. Más adelante – como era extremadamente cortés y siempre estaba de buen humor, lo llevaría de ayudante en numerosas excursiones y paseos y como también leía las Memorias Científicas de Alexander von Humboldt y la “Introducción al estudio de la Filosofía Natural” de John Herschel, se decidió por las ciencias naturales, a sabiendas que era necesario obtener conclusiones sencillas de las múltiples observaciones, método de trabajo que practicará a lo largo de toda su existencia.
Por esos días la reina Victoria autorizó el proyecto para que un grupo de científicos dieran la vuelta al mundo en el bergantín Beagle de doscientos cuarenta y dos toneladas, elegante, de tres palos y veinticinco metros de eslora, armado de diez cañones y gobernado por una tripulación de setenta hombres, propiedad de la Real Marina Mercante.
El viaje será con fines de observación y acopio de conocimientos cartográficos sobre las costas de América del Sur y Australia. El Rev. Henslow le propuso que se embarque como naturalista sin sueldo y siendo el joven Darwin, de solo veinte y dos años de edad, era un curioso buscador de las más variadas naturalezas, no dudó en aceptar, pues el viaje ofrecía grandes experiencias, alrededor del mundo y tendría cinco años de duración, siendo los setenta pasajeros, personalidades del mundo científico inglés.
La salida fue programada del puerto de Devon para el 21 de Septiembre de 1831 y tuvo que compartir el camarote del Cap. Robert Fitzroy, cartógrafo y meteorólogo. Darwin canceló quinientas libras por gastos del viaje y treinta anuales por mantenimiento. Su padre le consiguió un criado llamado Syms Cavington quien le ayudaría en todo. Las primeras semanas pasó mareado y leyendo a Humboldt y a Charles Lyell, autor de un volumen titulado “Principios de Geología” quien asegura que la tierra puede tener varios millones de años de antigüedad, que su aspecto actual es el resultado de cambios lentos y constantes de las fuerzas naturales y no de catástrofes periódicas.
Primero arribaron a la isla Santiago del archipiélago del Cabo Verde, recogiendo flores e insectos desconocidos y empezó a escribir en detalle un Diario de viaje. Al pasar por el Ecuador sintió una gran emoción, después recogió plancton y comenzó a dudar de sus creencias pues amplió sus conocimientos.
El 27 de Febrero de 1832 arribaron a la población de San Salvador en el noreste brasilero, el país le pareció un paraíso para el naturalista, todo encontraba grande, desde los enormes árboles hasta los insectos gigantes, con animales rarísimos y contempló a la naturaleza lujuriosa y tropical.
Fue un momento memorable, anotó en su Diario, a cada paso observo algo que capta mi atención, vivimos en una casa preciosa con jardín, pero realizamos largas excursiones a caballo o en barca por ser la selva. Recogía centenares de plantas, pájaros e insectos para su colección, guardando y poniendo etiquetas a las muestras porque siempre fue un disciplinado trabajador y cronista al punto que su Diario de Viaje consta de varios volúmenes manuscritos. El resto del tiempo lo ocupaba observando y leyendo, enviando fósiles y muestras geológicas a su patria.
A principios de Julio pasó a Montevideo pero la situación política les pareció tan agitada que prefirieron no desembarcar y tomaron rumbo por el río de la Plata pero fueron confundidos como piratas y recibidos por una fragata a cañonazos. De regreso a Montevideo recibió el correo de Inglaterra, recorrió las heladas regiones de Tierra del Fuego y anotó que los naturales se untan grasa en el cuerpo y cubren con pieles.
Luego pasaron a las islas Malvinas y nuevamente volvió a Buenos Aires donde empaquetó su segunda colección y la envió a Inglaterra. Finalmente realizó varias expediciones largas al interior de la pampa y se hospedó en casa de su paisano Mr. Lumb, encontrando en esa llanura infinita, que parece un mar de hierba, a los ñandues y a los armadillos gigantes, y en las costas del sur del Atlántico recogió fósiles de animales extintos.
Continuando con el trazo de su ruta el Beagle atravesó el estrecho de Magallanes, arribó a Valparaíso y el joven Darwin halló a varios geólogos con quienes conversó, escaló los Andes, sufrió unas fiebres altas y desde entonces hasta su muerte sintió etapas de cansancio y males al corazón, pudiendo haberse contagiado del mal de Chagas a consecuencia de la picadura de una vinchuca infectada. Siguió a Concepción, el 20 de Febrero de 1835 sufrió los efectos del terremoto que destruyó esa población. De regreso pasó por Santiago hacia Lima y escribió por entonces: Creo que he hecho un descubrimiento interesante sobre la formación de los arrecifes y las barreras de coral. También he encontrado fósiles muy antiguos, algunos de los cuales se parecen muchísimo a animales vivos de la actualidad. Estos hallazgos creo que vienen a confirmar la teoría de Lyett sobre la larga historia de la tierra y sus procesos lentos y graduales y no por violentos episodios catastróficos.
El Beagle tomó rumbo al norte y arribó al archipiélago de las Galápagos el 15 de Septiembre de 1835. Las islas acababan de ser incorporadas a la nueva República del Ecuador. En las cuatro semanas que permaneció en ellas, hasta el 20 de Octubre del mismo año, notó que cada isla es diferente aunque todas gozan del mismo clima, las especies que las habitan están diferenciadas en relación a las de la costa del continente y también entre sí, variando de isla a isla y comprendió que los hechos observados en las Galápagos, sobre todo en el género de los pinzones, podían formar la base de sus nuevas teorías sobre la mutabilidad de las especies.
En las Galápagos observó que a mil kilómetros de distancia del continente los animales y plantas que habían logrado adaptarse a los nuevos ambientes, eran los que sobrevivían. Aquellos pinzones que por variación espontánea tenían el pico robusto prosperaban en las islas ricas en cactos pues podían alimentarse de estos. Además, trasmitían tal variación a sus descendientes.
En islas donde había árboles viejos con orificios, prosperaban los pinzones de pico largo, pues podían extraer larvas de los troncos para alimentarse. Como de cada especie nacen muchos más individuos de los que pueden sobrevivir y como en consecuencia hay una lucha por la vida, que se repite frecuentemente, se concluye que todo ser, si varía, por poco que sea, de algún modo provechoso para él bajo las complejas y a veces variables condiciones de la vida, tendrá mayor probabilidad de sobrevivir y de ser así naturalmente seleccionado. Tal es el mecanismo fundamental de la evolución pues las especies que mutan tienen la facultad de trasmitir estas variaciones a sus descendientes.
Igualmente se encontró por primera vez con animales que no temían al hombre porque no habían experimentado la agresividad humana, lo cual sirvió para reafirmar la hipótesis acerca de la evolución de las especies que ya había sido esbozada por el naturalista francés Jean Baptiste de Lamarck en su libro “Philosophie Zoologique” publicado en 1809.
Esta teoría sostiene que en la lucha de todos los seres por la existencia, superviven los más aptos, en una suerte de selección natural.
Los demás desaparecen. En este proceso de selección las especies tienden a desarrollar cambios y variaciones para adaptarse al medio en que viven y ellos se perpetúan o desaparecen de acuerdo al grado de compatibilidad que alcanzan con las exigencias de la vida. De esta manera, a lo largo de las edades, las especies animales – incluido el hombre por supuesto – y las especies vegetales, han evolucionado incesantemente desde las formas elementales más primitivas a las más avanzadas. Este principio fue desarrollado por Darwin en su libro “The Descent of Man and selection in relation to sex”, publicado recién en 1871, pues sus ideas eran tan atrevidas para esa época que ameritaban innumerables observaciones así es que “no me he precipitado al decidirme”.
Demás está indicar que esta obra produjo como todo lo suyo un gran escándalo y mayor indignación entre muchos de sus contemporáneos porque destruyó algunos dogmas religiosos y otros sofismas de igual calaña, al demostrar que el hombre y los monos descienden de un antepasado común, por eso se ha dicho que el discurso sobre la evolución ha estado dominado desde entonces por la política y la religión más que por la ciencia que lo respalda.
I volviendo a su viaje, de las islas Galápagos siguió por el Pacífico hasta Tahití, Nueva Zelanda, Australia, Tasmania y Sudáfrica, donde escribió sobre la buena labor que hacían los misioneros entre los grupos indígenas. También estuvo en la Isla de los Cocos, Mauricio, Santa Elena y Ascensión en el Atlántico y llegó por segunda vez al Brasil, finalmente arribó a las Azores, última escala antes de tocar el puerto de Plymouth el 27 de Diciembre de 1835 ya en Inglaterra.
La travesía de cuarenta mil millas había durado cuatro años y nueve meses, tiempo que utilizó cuidadosamente para escribir cuadernos de notas, diarios de navegación, experiencias personales, que utilizó en el “Diario de Investigaciones” que al ser editado años después se convirtió en uno de los mejores libros de viaje de todos los tiempos.
Regresaba cambiado y así lo mencionó en 1887 en su “Autobiografía”, pues su amor por la ciencia se había ido imponiendo sobre todos sus demás gustos y tenía la ambición de ocupar un lugar entre los científicos del mundo.
En 1837 residió en Londres en el No. 36 de la calle Marlborough, clasificando y ordenando sus colecciones con la ayuda de destacados especialistas y se puso a trabajar en tres libros importantes que publicó entre 1842 y el 46 titulados: 1) Arrecifes de coral, obra que le costó año y medio de trabajos pues tuvo que leer prácticamente todo lo que se había escrito sobre las islas del Pacífico, demostrando que los atolones se formaron cuando el mar subió de nivel debido al hundimiento de las montañas, siendo el coral una masa de organismos vivos que crece sobre sus propios sedimentos, 2) Islas volcánicas, 3) Observaciones geológicas sobre Sudamérica. Algunas de estas ideas habían sido avisoradas por su abuelo Erasmus, quien sin embargo no se explicaba el porqué. También debió repasar las obras de Jean Baptiste Lamarck, quien interpretó los cambios que afectan a las especies como líneas de evolución independiente, pues cada especie sigue su propio camino.
Desde 1838 era Secretario de la Sociedad Geológica de Londres. El 39 trabajó en las extrañas sendas paralelas de Glen Roy en Escocia. De esa época es su amistad con Charles Lyell y Joseph Hooker, con quienes intercambiaba ideas desde 1837 sobre “la evolución de las especies a base de cambios y transmutaciones de tal importancia, que podían crear nuevas especies, tal como había ocurrido con los pinzones de las islas Galápagos y a una escala mayor en el tiempo y el espacio con los animales parecidos a los armadillos existentes en América del Sur, principio básico de las ciencias biológicas actuales.
Igualmente comprendió que la selección era la clave del éxito humano si se quería lograr buenas razas de plantas y animales”.
I leyendo a Thomas, autor del “Ensayo sobre el principio de la población” en 1798, sosteniendo que el ritmo de crecimiento constante de la población acabará con los recursos naturales de la tierra, lo cual desencadenará una lucha por la supervivencia, de la que saldrán victoriosos los más fuertes. “Que a consecuencia de los cambios ocurridos en su entorno, las formas algo favorecidas tendrían ventaja y formarían nuevas especies, mientras que otras formas podrían llegar a desaparecer”. Este fue el comienzo de su teoría y aunque otros autores habían expuesto uno que otro de sus elementos integrantes, solo Darwin los fundió en una visión unificada que explica los hechos.”
En Enero del 39 contrajo nupcias con su prima hermana Emma Wedwood, tuvieron un matrimonio feliz y diez hijos, descendencia que también ha brillado en las ciencias europeas.
Ese año fue elegido miembro de la Royal Society. El 40 adquirió Down House, cerca de la población rural de Downe en el condado de Kent, a sólo treinta kilómetros de Londres.
Era un hombre rico que no necesitaba trabajar para vivir y en esa finca dispuso del tiempo y la tranquilidad necesarias para escribir en 1842 un Resumen de su teoría en 35 páginas, que le permitió dos años después – aconsejado por Lyell – formar la versión preliminar de “El Origen de las Especies” en 230 páginas y que mantuvo en secreto hasta 1856, año en que comenzó a escribir una obra definitiva que tituló “La selección natural” y cuando ya tenía diez largos capítulos, recibió una carta de Alfred Russell Wallace, quien estaba residiendo temporalmente en Malasia, conteniendo una breve pero perfecta exposición de la propia teoría de Darwin, entonces decidió de acuerdo con Wallace, presentar ambos ensayos en la Linnaean Society el día 1 de Julio de 1858 como parte de una misma ponencia.
El 29 de Noviembre de 1859 finalmente apareció su obra “El origen de las especies” en solo mil doscientos cincuenta ejemplares que se vendieron a quince chelines cada uno el mismo día de la publicación. Seis semanas después salió la segunda edición en tres mil ejemplares y de allí en adelante se prepararon otras nuevas pues los mejores y más famosos científicos de
Inglaterra la elogiaron sin reticencias; más, los sectores religiosos, como de costumbre ante cualquier novedad, se opusieron sistemáticamente, considerando que las teorías de Darwin eran incompatibles con la doctrina creacionista a partir de una pareja única y el asunto se convirtió en una polémica mundial a nivel político y religioso.
Así las cosas, el Obispo Wilberforce desafió a Darwin, quién designó representante a Thomas Henry Huxley y el encuentro se produjo en el local de la British Association, en Oxford, donde triunfó ampliamente el evolucionismo sobre las estupideces teocráticas del fanático Obispo.
Pronto se producirían otras victorias científicas en los demás países de Europa. La biología se transformó en una ciencia evolutiva y Darwin se convirtió en celebridad mundial, pero las iglesias se oponía denodadamente a que la teoría evolucionista apareciera en diarios y revistas, con igual furia como antaño habían quemado a quienes expusieran doctrinas o teorías heréticas porque se alejaban de los dogmas (2)
En Alemania tratarían de aplicar su visión a la realidad humana y surgió el darwinismo social, que degeneró después en doctrinas racistas como el nazismo que preconizó la supremacía de la raza Aria sobre las demás.
Darwin demostró al mundo que a través de una visión laica se podría explicar científicamente el origen natural (ni divino ni creacionista) de las especies, así como su evolución a través de la historia. Fue una perspectiva distinta que además aportó al conocimiento científico el proceso de la selección natural, es decir, que el orden biológico no sale de la casualidad ni del azar.
Esto desató una tormenta filosófica, religiosa, política, porque planteó la idea de un mundo en interminable evolución y cuestionó la tesis religiosa de la creación, hirió de muerte al antropocentrismo, es decir, a la idea de que el propósito del universo era la aparición del hombre, y explicó los procesos cósmicos en función de energías puramente materiales.
Tras su éxito inicial advino en 1866 el trabajo del monje agustinoGregor Mendel, quien publicó en una revista científica el resultado de sus experimentos con guisantes , realizado en el jardín del monasterio de Brno en Austria, hoy república Checa, confirmando la selección natural expuesta por Darwin, al demostrar que los caracteres hereditarios están determinados por factores independientes que se trasmiten de generación en generación y que se reordenan y a veces sufren ligeras variaciones en cada generación. A estos factores se los denominaría genes. Había nacido la ciencia genética.
En 1862 había editado “La Fertilización de las orquídeas” y tras la Teoría Darwin siguieron otras obras de no menor valor y de innegable carácter científico tales como: 1) “La Variación de los animales y de las plantas bajo la acción de la domesticación” que contiene una enorme cantidad de datos sobre la variación, 2) “La descendencia humana y la selección sexual” que apareció en 1871, después de lo cual ningún científico serio siguió creyendo en el mito de Adán y Eva contenido en el Génesis bíblico, de donde los teólogos, que jamás acostumbran reconocer sus errores, han terminado por decir que el Génesis simplemente contiene una parábola escrita para las mentes simples. 3) “La expresión de las emociones en el hombre y en los animales” que salió en 1872 en 5.267 ejemplares, basado en sus experiencias de cuando nació su primer hijo, oportunidad que le permitió anotar sus expresiones, 4) “Los Efectos de la fecundación directa y de la fecundación cruzada en el reino vegetal” en 1875.- 5) “Las diferentes formas de las flores en las plantas de la misma especie” el 76.- 6) “La facultad del movimiento de las plantas” el 80.7) “La formación del mantillo vegetal por obra de las lombrices” el 81.
Ese año se le agudizaron sus dolencias cardíacas, sufrió un primer infarto y el 19 de Abril de 1882 falleció de un ataque, a los setenta y tres años de edad, siendo enterrado en la Abadía de Westminster con honores nacionales, al lado de Sir Isaac Newton, el otro gran científico inglés de todos los tiempos.
(2) Giordano Bruno (1548 – 1600) sacerdote dominicano que dejó los hábitos, fue quemado vivo por decir que existían otros planetas además de la tierra y al igual que Galileo fue impulsor de la teoría copernicana. Jan Hus (1369 – 1415) sacerdote checo, también fue quemado vivo por expresar que la filosofía debía separarse de la religión y que las Sagradas Escrituras podían contener inexactitudes y hasta fábulas que evitan el desarrollo de la ciencia. El 5 de Mayo de 1925 John Scopes, profesor norteamericano de biología, por instruir a sus alumnos sobre la teoría de la evolución, fue acusado, detenido y juzgado sin el derecho a aportar pruebas científicas en su defensa debido a una Ley que prohibía explicar en las aulas todo aquello que fuera contrario a la Biblia. |
Darwin fue un científico dotado de gran sentido común y de minuciosa observación y paciencia, ordenado en sus apuntes, solía escribir variosborradores antes de lanzar sus obras a la imprenta, reflexionada sobre cualquier tema con gran inventiva y agrupaba los hechos bajo unas leyes generales.
Con sus trabajos arrojó toda la luz posible sobre el misterio de los misterios, es decir, sobre la evolución de las especies, y dio a la existencia del hombre una dinamia evolutiva y científica, liberándola del dogma caduco y mentiroso. Sus ideas ocasionaron gravísimos disturbios, conmociones y cambios violentos. Por eso se ha dicho que entregó un mensaje esperanzado a la especie, posibilitando el mejoramiento de la condición humana y no solo fue un investigador brillantísimo que meticulosamente logró acumular gran cantidad de conocimientos, también fue un comprobador de hipótesis científicas y un apasionado por el triunfo de la verdad, al punto que llegó a escribir lo siguiente: “El Hombre es tan arrogante que se cree una gran obra que ha necesitado la intervención de un Dios. Más humilde, y yo creo que más cierto, sería considerarlo creado a partir de los animales”.
En lo personal sostuvo una visión laica de la educación donde se pueda demostrar que hay un origen natural de la vida y sus ideas fueron variando hasta finalizar siendo un ateo por convicción, pero antes de ello su mensaje científico había trastocado las ideas de occidente.
En el Ecuador, donde la civilización luchaba con la barbarie en el siglo XIX, la polémica desatada por sus ideas sirvió para apoyar el triunfo del liberalismo y del positivismo científico. En 1875 el sabio Teodoro Wolf tuvo que abandonar la Compañía de Jesús por haber explicado en sus clases de la Escuela Politécnica de Quito la teoría darviniana. Esta fue la primera ocasión que se habló de ella en el Ecuador. José Peralta escribió varios de sus mejores libros por obra y gracia del darwinismo, entre ellos “La naturaleza ante la teología y la ciencia”, Lima, 1914.
I la polémica sobrevivió al siglo XIX y entró al XX. En mis épocas de estudiante de los tres últimos cursos primarios en el Colegio San José de los Hermanos Cristianos de la Salle allá por 1949 al 1951 se nos enseñó a desechar a Darwin por contrario al
dogma creacionista de la Biblia, es decir, por mentiroso, aunque ahora ningún biólogo lo pone en duda. Lo raro del caso es que un día llevé a clase un libro de paleontología sacado de la biblioteca de mi papá, donde se explicaba en detalle la evolución de las especies. La obra contenía numerosas fotografías de fósiles de dinosaurios tomadas en los principales museos del mundo. Nuestro profesor, el hermano Damián Rojas, que era un santo varón a la par de competentísimo profesor primario, viendo como yo explicaba el libro en pleno recreo a mis compañeros, ninguno de los cuales tenía la menor idea sobre paleontología, se sonreía no más.
Pienso que él tampoco ha de haber creído a pie juntilla en el mito bíblico creacionista de Adán y Eva, pues de lo contrario me hubiera quitado el libro. Del hermano Damián también recuerdo que cada vez que podía nos relataba los horrores cometidos por los rojos contra los azules en la Guerra Civil española, historias que él comentaba en clase con lujo de detalles, como si las hubiera vivido, cuando en realidad solo las había escuchado de labios de los sacerdotes y Hermanos Cristianos que periódicamente arribaban de España y se hospedaban en el edificio del Colegio. Claro está, que por esos años, aún no existía ni la TV ni el Internet, que nos ponen al día y al instante de todo lo que acontece en el mundo.
Hoy, en pleno siglo XXI, solo los fanáticos negarían las afirmaciones de los especialista en genética evolucionaria, sin embargo de lo cual, en biología nada tiene sentido sino a la luz de la evolución.
En los últimos años han surgido los neo creacionistas, que invocan a autores como Theilard de Chardin para seguir negando a medias a Darwin (3) y en los Estados Unidos hasta existen los sostenedores de la Teoría de la Creación Inteligente y se ha creado la llamada biología evolutiva evo- devo – Evolution and development – o evolución y desarrollo, que estudia la diversidad de las formas vivientes y muestra que el desarrollo embriónico modela poderosamente la evolución, por eso los científicos recurren a estudios genómicos para ampliar el conocimiento de la evolución humana (4)
(3) Theilard de Chardin fue un jesuita francés que vivió sus últimos años en New York. Sus teorías científicas pueden resumirse en un aforismo que dice: La humanidad ha salido del punto Alfa y va indisolublemente hacia el punto Omega de confluencia con la divinidad. Entonces los hombres serán dueños de todos los conocimientos del universo, serán como dioses. |
(4) En su libro “Proceso a Darwin”, publicado en 1991, N. Jonson ha lanzado la hipótesis de que la diversidad y complejidad de la vida prueba que tras ella está un diseñador inteligente o sea Dios, llamado también la última realidad o el increado, términos abstrusos del científico C. Duve para explicar el origen de aquello que la ciencia aún no ha descubierto. El 2005, en Dover, Pennsilvania, USA, se quiso aprobar una ley para obligar a los profesores a enseñar la teoría del Diseño Inteligente que a decir de los neo evolucionistas de tendencia conservadora, no es una forma de creencia religiosa y como tal debe incluirse en los estudios de ciencia. Esta falacia, que mezcla religión con ciencia, constituye una monstruosa aberración digna del Concilio de Trento que marcó el tiempo más absurdo del pensamiento católico. La Teoría Evo-Debo tiene en cambio una naturaleza interdisciplinaria, es decir, que depende del estudio de varias ciencias y ha demostrado que cada vez que surge una especie nueva no lo hace con genes nuevos sino que toma genes y procesos existentes y simplemente se modifican. Por eso los humanos y los chimpancés pueden ser 99% similares a nivel genómico, ya que la evolución no depende de las mutaciones como se había supuesto durante mucho tiempo sino del habitat adecuado en que dichas formas nuevas y audaces demostrarán ser particularmente ventajosas. Actualmente los científicos partidarios de la evo-debo están trabajando en animales, pero también han comenzado a ver un proceso similar en los orígenes de las flores con lo cual su campo de acción se acerca a los humanos. Por lo pronto ya se conoce que los animales pueden exhibir emociones y cuentan con patrones cognoscitivos antes considerados exclusivamente del ámbito humano, por eso distinguir a los humanos del resto de la creación es erróneo, ya que todas las capacidades humanas alguna vez atribuidas a la mente o al alma son ahora estudiadas en forma fructífera como simples procesos cerebrales y más certeramente, como procesos que involucran al cerebro, al sistema nervioso y a otros sistemas corporales, todos ellos en interacción con el mundo sociocultural. Cada vez es más evidente que física y mentalmente, los humanos no están en una categoría aparte. Por eso la gente se equivoca cuando piensa que están dotados de alma si otras criaturas con ADN casi similares a los nuestros carecen de ella. EL ORIGEN DE LA VIDA La vida se originó en el planeta tierra desde hace cuatro mil millones de años, pero antes de que surgiera vida existían compuestos orgánicos depositados en pequeños charcos en las orillas de los mares primitivos. Allí aparecieron moléculas con capacidad de replicarse y de ser cada vez más complejas, es lo que se llama la sopa primitiva, cuyos componentes eran metano, amoniaco, hidrógeno, agua. Todo ser vivo lleva algo de los organismos que se originaron en la sopa. Esta idea existió desde 1924 cuando la afirmó el biólogo Alexander Oparim. LAS ISLAS GALAPAGOS Las Islas encantadas, como han dado en llamarlas, se poblaron hace cinco millones de años y su origen es volcánico. A ellas arribaron animales provenientes de las costas occidentales de Sudamérica. Unos arrastrados por la corriente de aguas frías denominada de Humboldt, que partiendo de la Antártida sube por las costas de Chile, Perú y Ecuador y se desvía hacia la izquierda al llegar a la península de Santa Elena. Estos animales trajeron nuevas especies que fueron multiplicando la diversidad de la flora de las islas. Por ejemplo, un ave se comió un fruto y trajo la semilla en su estómago, dando lugar a un nuevo tipo de planta. Los caracoles llegaron pegados a las patas de los animales más grandes y en las plumas de las aves viajaron micro organismos. Como al principio las islas eran simple atolones volcánicos, totalmente deshabitados, poco a poco se fueron colonizando. Unas especies se adaptaron y otras nuevas llegaron hasta alcanzar un equilibrio entre la extinción y la colonización, lo cual debe ser preservado por las actuales y futuras generaciones. |