DALMAU GAVILANES FRANCISCO

HUMANISTA Y PSIQUIATRA.- Nació en Ambato. en el barrio del Hospital, el 14 de Mayo de 1924. Fueron sus progenitores Francisco Dalmau Padró y Laura Ignacia Gavilanes Jaramillo (1)

“En la época de su nacimiento Ambato era una comunidad muy bien constituida y existían personas de alta calidad humana. Las señoras de todos los sectores sociales eran de categoría. En ese medio los niños éramos muy felices, nos controlaban las madres con tierna energía ya que los padres servían de severo ejemplo. La familia era muy importante. La mía fue numerosa. Había muerto mi abuelo Carlos Gavilanes Larrea y quedaron con mi abuela Elena nueve hijos. Siempre fuimos muy solidarios
y unidos. Los primos y primas eran nuestros hermanos, por eso nunca estuvimos solos. Se hacían paseos a Ficoa en grupos y por las frutas. A Pinllo por el pan. A Atocha por la fritada y las tortillas de maíz. A veces viajábamos a Baños por un camino peligroso y nos emocionábamos entre rezos de miedo cuando cruzábamos el Arrayan y el puente sobre el Pastaza que cuidaba San Martín, según decían.”

“Los niños gozábamos de cierta libertad y no nos tenían encarcelados en las casas. Cualquier adulto tenía derecho a corregir y nos exigían no hacer quedar mal a nuestra familia. Si bien no éramos guambras de la calle podíamos recorrer en grupos adecuados las quintas de Miraflores, del Frente, del Paraíso, de la Liria y de la Loma, sitios en los que jugábamos sanamente”.

“Como la ciudad era pequeña bajábamos al río y nos bañábamos en los remanzos del Aguacatal, Yavirac y Guayaquil y hasta nos atrevíamos a nadar a lo serrano en las acequias de Dalmau, un gran caudal de agua que desde el puente de Ficoa desviaba parte del Río Ambato para administrar la fuerza eléctrica de la Planta de la Industrial Algodonera, fábrica de tejidos muy importante. Más tarde se construyeron las piscinas de la Loma. La chiquita para los niños que no sabían nadar y la grande para los que ya habían aprendido. Alguna vez ganamos un concurso organizado por los Josefinos y mientras los segundos premios fueron medallas, los primeros -el mío consistió en una hermosa estampa del Corazón de Jesús que no me pareció muy deportiva, entre la sangre, la mirada profunda y la corona de espinas…”

“A los tres años fui padrino de la primera piedra de la Iglesia de la Medalla Milagrosa… Más tarde me matricularon en una especie de kinder que tenían las monjitas de la Caridad, dirigidas por la madre Elena Viten Rites. En el aula nos colocaron a los varones de un lado y a las niñas en el izquierdo. Nos mirábamos de lado, con mucho miedo, pues era vergonzoso cuando nos hacían sentar por malcriados entre las mujercitas. Cosa rara, ellas nunca lloraron cuando las ponían entre los hombres, todo lo contrario, se las veía muy contentas…”

“Luego fui al Pensionado Juan León

Mera, única escuela católica y privada a donde iban a estudiar los niños de los señores come curas, llevados por sus madres católicas fervientes. Teníamos uniforme: smokin con gorra de casimir y visera de hule. Nos hacían rezar por las tardes un aburridísimo rosario. Director era el padre Palacios. Miguel el portero cuidaba la cuadra y los calabozos, que junto a los servicios higiénicos estaban llenos de huesos humanos y constituían el terror de los niños”.

“Quizás por eso pedí a mi madre que me matriculara en la escuela México acabada de fundar, lo conseguí y comenzó la más bella parte de mi vida pues tuve la suerte de contar con un profesor excepcional; Alfonso Núñez Jaramillo, que nos instruyó hasta el sexto grado, formándonos y clarificando metas y conceptos. Aprendimos con él la sencilla forma de ser dignos sin abusar ni ser alevosos, dando la cara y no inclinándola ante el prepotente y grosero. Quizás por eso comenzamos a controlar el miedo”.

“Por otra parte, la escuela nos democratizó, teníamos compañeros pata al suelo que han llegado a millonarios, cholos de Pinllo, hijos de familia de mando. Había de todo. Los primos mayores peleaban con los matones de la escuela y el date con mi primo se hizo norma. Había que respaldarlos y en la orilla del río aprendimos a pelear y a ver pelear bravamente. En las horas libres visitábamos la Biblioteca de Autores Nacionales y el Mausoleo de Montalvo. Las señoritas nos orientaban en la lectura adecuadamente. Los restos del Cosmopolita en su sarcófago nos emocionaba con temor, pues las beatas no aceptaban que yaciera fuera del cementerio y decían que el Zambo gritaba en las noches ¡Quiero tierra!”

“En 1936 representé a mi escuela en un Concurso con motivo de un aniversario más del nacimiento de Montalvo. Después, en la Instrucción Premilitar, fui Brigadier Mayor de la Escuela. Coincidió que el día que me nombraron pasamos desfilando al pie de mi casa y mi madre se asomó a mirar asombrada, Nunca me he sentido más feliz en mi vida”.

(1) Hija de Carlos Gavilanes Larrea y de Elena Jaramillo Pachano. Nieta de Carlos Agapito Gavilanes Pastor, propietario de la hacienda Quillayi cercana a Quisapincha. Juglar, romancero y enamorador, muy rico pero tacaño, que pobló la región de hijos, y de su esposa Ignacia Larrea del Pozo, natural de Guaranda.

“En casa vivíamos mi madre, mi abuela, la tía Berta y tres niños indios: la Rosa Quinde, la Dolores y el Mariano Teneta que habían sido empleados por sus padres hasta alcanzar la mayoría

de edad, que ellos consideraban que eran los doce años.

En esa etapa de servicio los que mandaban eran los patrones, no sus padres, Vivía también, cuando lo deseaba, la Maria, guiñachischa de mi abuela. Para ella era muy claro que el indio sin patrón no valía y que su condición mejoraba cuando servían y según el patrón. Hablaba con desprecio de los indios del alto, remensas, sin patrón. Nadies que ni siquiera sabían hablar el español. Fue la que nos enseñó a conocer el misterio de nuestra serranía, del huaira, de los cerros, de los pogyos y del cuichic..” “Comulgábamos frecuentemente y lo hacíamos con los padres Josefinos porque después de la ceremonia nos brindaban pantagruélicos desayunos.

Claro que al confesar no podíamos disimular la risa y nos mandaban a rezar un simple padrenuestro, a nosotros, que nos creíamos la crema y nata de los pecadores infantiles. Esos sacerdotes me nombraron Capitán de los Cruzados, pero me parece que tuvo que ver con la dignidad un temo de casimir blanco y muy elegante que usé para mi primera comunión. Vino un Monseñor italiano y estuve junto a él. Se perdió la foto del alto prelado que me miraba como a un niño santo…” “Nuestras fiestas infantiles eran muy vivenciales Todas eran colectivas. La más importante era la Semana Santa, había que portarse como un ángel ya que siempre nos regalaban un temo negro, la fanesca, el molog y pescado -peje de Noruega- nos llenaban de placer goloso.

También era importante los finados. Visitábamos a los parientes muertos en el cementerio y en las catacumbas de las iglesias, pero nos daba miedo y con frecuencia nos espantábamos y nos daba el mal aire. Por eso tenían que limpiarnos con un rosario de madera o con un cuy vivo que nos pasaban por el cuerpo soplándonos saliva ya que el vino que debía regarnos la curandera era traidor y se les pasaba por las gargantas. Los finados también eran alegres. Se vendían juguetes nacionales, figuras hermosas de barro y carritos de lata y madera. La mazamorra morada, el champús y las guaguas de pan eran una delicia.

La Navidad siempre fue hermosa. Era fiesta de niños. La creatividad, que enriquecía la imaginación infantil, se demostraba en los nacimientos. Algunas personas se hicieron famosas por las bellísimas formas en que los construían. Nos llevaban a los nacimientos y cantábamos villancicos. Luego venían los brindis con queso y chocolate.

La noche buena nos acostábamos temprano y emocionados por los regalos del Niño Dios, no del Guagua Dios que acababa de nacer sino de un Niño de unos cuatro años cuyo cuadro nos acompañaba en la cabecera de la cama. Los regalos siempre fueron modestos. Nunca se hicieron Listas de Regalos. El Niño era pobre como nosotros.

Los Disfrazados eran alegres para los niños aunque para los pecadores eran fuente de terror, así como para los vanidosos, bobos y malas gentes, pues se los remedaba tremendamente dentro de una carcajada general.

La fiesta de los toros de Quisapincha – tierra de mis mayores – se daba todos los años. Había ocasiones en que los toros mataban a los valientes que los corrían y entonces había la certidumbre de que los toros eran buenos. Esta fiesta se hacía en honor de San Antonio, el santo que vino con Pedro de Alvarado y que entró a la zona por el camino del mismo nombre que va desde Pilishurco hasta Quisapincha. Hace algún tiempo reconocimos a este San Antonio en el Alcázar de Segovia y nos aclararon que era San Antonio Abad, solo que al vivir con milicos conquistadores y españoles se contagió de malas costumbres y se hizo mujeriego, razón por la cual no puede entrar al cielo porque los santos vírgenes protestan. En Quisapincha se le conoce también con el nombre de San Antonio el Moro o San Antonio Cabeza abajo, maestro de brujerías. Los blancos que también llegaron con Alvarado y se quedaron en la zona de Quisapincha, como eran bravos y emprendedores formaron haciendas.”

En 1938 finalizó la primaria con un paseo escolar en el ferrocarril a la costa que duró diez días inolvidables. Se hospedaron en el gimnasio de la Escuela Modelo 9 de Octubre, nadaron en su piscina, alimentándose en los comedores populares.

De Guayaquil siguieron en el ferrocarril a la costa a San José de Amen hoy Progreso, siendo recibidos al grito de “Allí vienen los ambateños”. En Salinas conocieron el mar y se entusiasmaron, la Chocolatera estaba de moda porque había botado numerosas monedas de oro y plata fruto de un naufragio colonial. De regreso derrotó con Rodrigo Romo al Campeón de natación de apellido Sangster asombrando a todos. Jugaron basket en el Emelec… Fue toda una aventura.

Existían grupos juveniles muy fuertes formados por muchachos honestos, deportistas y sin vicios – buenos trompones- que despreciaban a los alabanciosos y admiraban a los viejos soldados del liberalismo revolucionario de Alfaro como el Pacho Largo, sobrenombre de uno de los viejos Holguines. Los de arriba se daban de liberales y los cholos de abajo de Católicos, aunque entre ambos grupos habían surgido algunos intelectuales bulliciosos que propagaban las nuevas ideas socialistas. Los entierros se hacían con banda de música del ejército o con las de los pueblos cercanos que se alquilaba para el efecto. Todo era anacrónico en relación a Guayaquil y Quito y cuando Juan Cobo puso almacén – algo muy mal visto en sociedad – le criticaron. Juan Cobo murió viejo y millonario. Era sujeto de gran ambición. Los años treinta fueron de grandes cambios para Ambato, el 36 sucedió que los obreros de la Fábrica La Internacional de tejidos – algodonera del español Lorenzo Tous Literas- se fueron a la huelga rompiendo la paz octaviana de la urbe. Fue el toque de alarma que anunció el cambio de los nuevos tiempos. La huelga fue muy dura pero al final ganaron los obreros, que desde entonces comenzaron a agruparse en Sindicatos.

Numa Lafronte vivía en su quinta la Necrópolis y a pesar de su avanzado estado de enfermedad – sufría de lepra – y estar casi ciego, recibía lleno de optimismo y vitalidad a muchos jóvenes. Nadie conocía como él lo de Ambato y me hizo el honor de ofrecerme su amistad en forma muy generosa. Aconsejaba con paciencia a la juventud como lo habían hecho los antiguos en Grecia, guiándoles por el camino de la virtud y la perfección espiritual. No era un ermitaño, vivía en compañía de Emitelia, una gran señora, que cuidaba de él.

“Realicé la secundaria en el Bolívar, único establecimiento de ese tipo en Ambato. Para poder educarme mi madre empezó a trabajar en la fábrica del esposo de su hermana Lucrecia. En el Bolívar fue una excelente guía en los años básicos Blanca Martínez de Tinajero y tuvimos profesores de primera. Nos gustaba el deporte, fuimos campeones de fútbol en el primer año. Se destacó Juan Pancho Pérez y el negro Lalama. Una noche de 1941, en el segundo curso, Juan Navas, Ernesto Guevara, Eduardo García, Guillermo Porras, el patucho Rodríguez, Chimbol Rodríguez, Guillermo Trinchery y yo decidimos fundar un grupo deportivo.

Días después Eduardo Khalifé, al leer las noticias de lo que sucedía en las fronteras propuso el nombre de Macará y así se inició ese Club que ha dado nombre a la ciudad y al Ecuador.” “Leíamos con ahínco, acentuándose las visitas a la Biblioteca. El Cushco Egüez y Rodrigo Borja Alvarez leían en grupo con nosotros las obras de Montalvo, comentándolas. Soñábamos con los Llanganatis y su tesoro. Hicimos algunos intentos fallidos en su busca. Iniciábamos, lo que otros ambateños han realizado, ascensos a las montañas, pero carecíamos del equipo adecuado; sin embargo disfrutamos de los mejores paisajes del mundo que todavía están escondidos en nuestra serranías. No éramos ricos y talvez eso nos ayudó porque hicimos mucho deporte y leímos bastante.

Un sacerdote venido de El Oro, el padre Romero, organizó un Grupo católico al que llamó Muchachos alegres: Miguel Vásconez, Gualberto Arias, Guillermo Sosa, Germán Pachano, Enrique Vásquez, Guillermo Porras y otros. Ellos me eligieron Presidente del grupo, pero las ideas católicas que nos habían enseñado en familia: solidaridad humana, desprendimiento, sencillez, franqueza y capacidad de enfrentamiento al abuso comenzaron a chocar con la realidad. Reinaldo Miño, hijo de nuestro sabio maestro del mismo nombre, tenía libros y revistas que explicaban con claridad la pobreza y la explotación. Junto a él nos informábamos acerca de la realidad auténtica. Ambato, antes del terremoto, tenía muchas fábricas y trabajadores. Por eso nos orientamos hacia los sectores populares y casi todos, en una sana izquierda, salimos de un catolicismo teórico que no se aplicaba, a la realidad del medio.”

‘También hicimos la conscripción en el Batallón Quinto Guayas en Guaranda, recibiendo una instrucción fuerte y organizada. Los oficiales y clases habían sido escogidos entre los mejores miembros del ejército. Nos hicieron soldados y nos ofendíamos cuando nos increpaban con el nombre de Cadetes. Todos los serranos en edad de conscripción no pasábamos de ochocientos. Luego vino la Universidad. Ingresamos a la Preparatoria, me eligieron presidente del Curso, hice deportes pero perdí el Primer Año”.

En 1942 realizó los primeros contactos socialistas con los grupos populares (Obreros industriales, sindicalizados ferrocarrileros, etc.) aunque estos últimos estaban muy disminuidos desde que el 38 el dictador Enríquez Gallo había trasladado la Estación Central a Riobamba, desarticulando en parte el movimiento. Instituido como estaba en la lectura de las obras de Montalvo, especialmente en sus páginas desconocidas que habíanse publicado en la Universidad de La Habana a instancias de Roberto Andrade, así como también de otras marxistas y folletos como el Psicoanálisis Social y sexual del inglés Osborn, creíame suficientemente preparado para la lucha social.

“En Quito la ubicación ideológica se acentuó, pertenecíamos a lo que se llamó el Ala Roja aunque muchos de sus miembros son ahora poderosos jefes de la Derecha y no saben como borrar sus locuras juveniles. Los estudiantes conservadores, que eran nuestros amigos y los respetábamos, llevaban a la Universidad imágenes de Jesús y nos obligaban a gritar ¡Viva Cristo Rey!, lo cual no nos molestaba pero se formaban grandes bataholas.” En 1943 decidió trasladarse a Guayaquil. Alquiló un pequeño departamento en el puerto. Hizo política.

En Junio del 44, tras la revolución del 28 de Mayo, confirmó con la Profesora Eudoxia López y el dirigente obrero N. Barba, una comisión que viajó a Quito a saludar al Presidente Velasco Ibarra, recién posesionado del cargo. En la ceremonia en la Casa Presidencial conoció a Pedro Saad, Enrique Gil Gilbert y a otros dirigentes comunistas. Velasco les dio la mano a todos, se mostró eufórico, pletórico de entusiasmo patriótico. Fue un momento inolvidable.

En 1947 fue designado Oficial Mayor de la Municipalidad de Ambato con S/. 500 mensuales de sueldo por el Alcalde conservador Alfredo Coloma y cuando subió el socialista Neptalí Sancho le mantuvo en funciones pues también le apreciaba, pero cansado de una vida burocrática resolvió viajar a Guayaquil para reivindicar su carrera universitaria(2)

El 48 alquiló un pequeño departamento
en el puerto principal, conoció a la Profesora Cruz Yépes Poveda, de la escuela municipal Inés M. Balda y contrajeron matrimonio. Unión estable, feliz y con cinco hijos. Pronto hizo venir a su madre y vendió la pequeña casita de Ambato, con cuyo valor compró un colectivo. EL 49 ingresó a Medicina y para ayudarse fue Amanuense en el Colegio Municipal Nocturno César Borja Lavayen, pero en Julio del 52 fue acusado ante el Alcalde Carlos Guevara Moreno de haberse expresado mal de él y le cancelaron. Aclarado debidamente el asunto en el despacho, fueron citados sus detractores para un careo y no concurrieron. Guevara le dijo sentenciosamente ¡O Ud. no dijo nada o le tienen miedo! y le ascendió a Profesor con S/. 400 mensuales, dictando desde entonces Matemáticas en el Primer Curso. Luego daría otras materias como Geografía y Física.

Mientras tanto asistía a la Facultad de Medicina aprobando los diferentes Cursos con éxito. El guayaquileño de ese entonces seguía siendo el portaestandarte de las reivindicaciones populares, las protestas eran frecuentes, el pueblo hacía oír su voz y los estudiantes universitarios en muchas ocasiones eran los oradores en momentos de peligro. “La Casona fue cuartel general y una vez, al ser atacados por la policía, el rector José Miguel Varas Samaniego que no tenía nada de político, salió con suprema entereza, parándose en la puerta para que no ingresaran las fuerzas represivas. Luego nos amonestó severamente y muy en serio. Nunca las autoridades universitarias hacían demagogia. Eran claros, enérgicos y de gran calidad humana…”

En 1954 fue electo Miembro del Consejo Directivo de Medicina. Al año siguiente formó parte del Consejo Directivo de la FEUE y fundó la Universidad Popular, que puso en marcha e impulsó a pesar de no contar con un solo centavo, pero tan altruista como importante proyecto fracasó por la incomprensión de la ciudadanía y la prensa.

(2) La elección de Sancho para la Alcaldía de Ambato trajo cola pues fue el primer alcalde socialista electo en el país. Una empingorotada señora de la sociedad ambateña le fue a visitar expresamente al Municipio y al encontrarle sentado en el sillón principal no pudo contenerse y exclamó airada “Ele, véanle sentadote allí como caballero, al muy Indio fiero. Es el colmo de la insolencia. Diosito dará castigando con un terremoto…” Sancho ni se inmutó pues ya estaba acostumbrado a esa clase de desplantes y era un santo, pero la noticia se propagó por la ciudad y cuando efectivamente ocurrió el terremoto en Agosto del 49, que destruyó no solamente esa población sino casi todos sus contornos, no faltaron cándidos que atribuyeran el fenómeno telúrico a la mala elección municipal, como así se había pronosticado. El asunto dio mucho que hablar…

Al término de los siete años de estudio entró al Concurso de Internados. De los 60 candidatos ganaron solamente 15, entre ellos Dalmau, que luego del año de servicio pasó a ser empleado en la Junta de Beneficencia con S/. 400 mensuales.

El Internado fue muy duro, le tocó el Hospital de Niños Alejandro Mann, un enfrentamiento a la realidad cotidiana que no estaba escrito en ningún texto. Las salas de lactantes estaban llenas de niños deformados en condiciones inenarrables. Las salas de la primera infancia tenia niños fuertes, que habían sobrevivido a la edad trágica en el Ecuador, la lactancia, donde se eliminan la mayor parte de los infantes. “Nos impresionaron las temibles diarreas infantiles, el ojo por ignorancia que consiste en darles remedios caseros y brebajes causantes del mayor número de muertes y lesiones permanentes por los trastornos ácidos que producen hasta dolencias nerviosas irreversibles. También las contracciones musculares, depresiones respiratorias, tendencia a edemas y hemorragia en los estados post ácidos, hasta con retrasos mentales al final.

También nos impresionaba otro cuadro. Los niños coloraditos e hinchados que tenían un alto índice de mortalidad. Sabíamos que eran desnutridos y “gozábamos del material” para realizar estudios muy amplios sobre la desnutrición infantil y no se hacía nada para terminarla. Eran clasificados como displácidos hasta que llegó un libro sobre Enfermedades del Hígado de Michel A. Spelber que decía: La aparición de síntomas agudos hizo suponer a algunos que era una reacción del enfermo a una repulsa de parte de la madre; sin embargo el déficit de proteínas alimentarías es más fuerte que el hipotético hecho psicológico.

Los cambios en estos niños se deben a defectos bioquímicos, se hacen irritables, desinteresados del ambiente, se niegan a jugar, yacen encogidos por horas. Si el niño es curado pueden persistir estos síntomas de retraso y negativismo. El proceso se llama de Kawashiorkor, que quiere decir Hijo del Diablo, porque el pelo se les pone rojizo. Es un término africano. En los Estados Unidos se hicieron experimentos con ratas para precisarlo. Aquí en el Ecuador, no se hizo nunca nada. También la parasitosis causaba gran daño, a los hijos de inmigrantes serranos les mataba, a los costeños no tanto.

Se destacaba el paludismo, la anquilostomiasis y ascaridiosis. Las áscaris causaban vólvulos, obstruían los intestinos y los perforaban, así como la cavidad abdominal y salían centenares de lombrices. Los niños morían. Los internos queríamos luchar contra todos esos males y hasta nos hacíamos antipáticos. La Prensa nos atacaba cuando realizábamos autopsias, al punto que comenzábamos a competir con la crónica roja. Un día un policía tomó preso a un compañero por haberle puesto una aguja en la mollera, una venoclisis por el seno longitudinal del cerebro.”

Su profesor el Dr. Carlos Ayala Cabanilla, le convenció de que la Psiquiatría General requería de sus servicios profesionales y por su consejo elaboró como tema de tesis “El joven delincuente en Guayaquil”, sorteada para el Premio Universidad de Guayaquil el 59. Posteriormente el trabajo fue publicado como libro y hoy existen tres ediciones.

Conozco la segunda en 256 págs. Su tesis le abrió las puertas de la crítica nacional por ser uno de los primeros trabajos que se realizaban en el Ecuador sobre tema tan controvertido. Desde entonces trabajó en el Hospital Psiquiátrico de Guayaquil.

Al mes fue nombrado Inspector el Dr. Teodoro Alvarado Garaycoa, hombre culto y humanitario que revolucionó la institución trabajando a tiempo completo y que frente a mis molestosos pedidos de auxiliar joven y activo, visitó lo que había y con gran emoción inició un cambio notable. Con los Rotarlos mejoró el Pabellón de niños y hasta se construyó uno nuevo. Luego de seis años fui nombrado Médico residente, después he sido Jefe de la Sala Santa Rosa y del Pabellón de Niños”.

Durante una epidemia de bronconeumonía infantil casi siempre mortal nos robamos una placa radiográfica y tomamos una al tórax de un niño enfermo. Sus pulmones estaban llenos de aceite. Resultó que venía de una hacienda donde se rociaba aceite con DDT para combatir los mosquitos. Naturalmente los adultos también presentaban molestias bronquiales aunque menos graves. Los animales domésticos ni qué decirlo. Han pasado muchos años y habría que ver qué les ha pasado a los niños de las haciendas rociadas contra las plagas del banano y contra la Sigatoka Negra, que hoy tiene mucha importancia porque está matando a los camarones de la zona de Taura. ¿I de la gente qué?

Al formarnos como pediatras aprendimos que existían niños ricos y niños pobres. Los primeros gozaban de amor y protección, los segundos no y morían o quedaban lesionados. Quizás por eso quise especializarme en Psiquiatría Infantil, rama de la Pediatría muy poco estudiada, pero no habían cursos de postgrado y comenzamos a tratar los problemas de los niños pobres de Guayaquil, encontrando que existen padres y profesores que creen que el niño es el único culpable y explicar que son ellos el problema, se torna complejo porque no lo quieren entender.

Organizó el control hospitalario y del Cerro del Carmen vecino. Con los estudiantes se reunía los sábados en trabajos prácticos y de estadísticas.

En el Hospital Psiquiátrico le pasó lo mismo que en el Pediátrico, sabía la teoría y por eso creía estar preparado pero al acercarse a las enfermas que no tenia costumbre de estar en contacto con los médicos, comprendía que existía un abismo cultural. No sabía ni siquiera lo que era el padrejón, enfermedad muy común en los campos ecuatorianos. Puso atención y empezó a entender el lenguage con el que pensaban, diferente al de los doctores. Los pacientes psiquiátricos ecuatorianos presentan cuadros típicos ajenos al de los ambientes internacionales. Desde luego que existe una clasificación internacional válida pero con características nuestras. Su condición de serrano le sirvió mucho con las pacientes del austro, ingresadas en Guayaquil antes de que se fundara el Hospital de Cuenca. Había un lenguaje casi común y naturalmente las entendía mejor que otros médicos.

“Las mujeres ecuatorianas del pueblo respetan a dos clases de hombres. El uno es el marido que les conoce el cuerpo en una forma de intimidad sexual y el otro el Doctor que también las conoce pero como alguien que las respeta y es respetado. Por eso se sienten orgullosas y se sienten enaltecidas por el médico. Por eso es hermosa la solidaridad médico paciente en la especialidad Psiquiátrica..”

El 60 construyó con préstamo del Seguro Social una villa de cemento esquinera en Quisquís y Tungurahua.

Trabajé en el Borja Lavayen como profesor desde el 52 y ocupé rectorado el 61. La experiencia fue hermosamente constructiva. Es motivo de orgullo haber dirigido el Colegio más concretamente ubicado en favor de los derechos populares que ha tenido Guayaquil y el país, pues en su época se hacía sentir. Fui su dirigente, su líder. Matriculaba a los alumnos rechazados de otros planteles, a los más pobres, a los humildes. Conseguí que se instauren las especialidades, se hicieron reuniones culturales y los intelectuales que asistían se asombraban de las respuestas de los alumnos, Los jóvenes se enfrentaron valientemente a todos los abusos y muchas veces iba a sacarles de la cárcel y sin hacer comedia de la muerte. A las alumnas, las calumniaban de prostitutas con libros bajo el brazo porque esperaban a sus parientes en las cercanías y por las noches. Por eso las hice uniformar con el vestido más feo que nos imaginamos y les enseñamos a defenderse ya que vivían en sectores apartados. El Colegio era su hogar, allí se casaron algunas, se hicieron famosas sus fiestas. Ser del Borja era ser alguien. Una noche, un alcalde me acusó de corruptor de juventudes.

Pude haberle hecho daño pero no se lo merecía. Renuncié irrevocablemente. Más tarde, en 1967, durante la Presidencia de Otto Arosemena Gómez me nombraron Rector y cuando ingresé al plantel hubo un estallido de entusiasmo que me enmudeció. Se hicieron las elecciones, salió Velasco Ibarra, quien me envió en 1969 un telegrama agradeciendo mis servicios.

I tuve mucha influencia en el plantel, era la época en que el peligro era hermano de nuestro trabajo. Todavía se me recuerda pues fui “su rector”. Para la protesta de los bachilleres se disparó contra los estudiantes y hubo siete muertos del Colegio en la Vieja Casona. Esa fue una de las épocas más trágicas del país…

Como Profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina di amplio apoyo a los estudiantes para que tomaran contacto con los pacientes del hospital. Algunos se asustaron y otros hasta se desmayaron. Los varones no sabían que hacer con la coquetería de las enfermas que se emocionaban con la presencia de tanto varón joven. Más tarde, cuándo pasé de Profesor de multitudes (se refiere a 1969 cuando se llenó la Universidad de Bachilleres sin examen de ingreso) daba clases en el pabellón de niños en el manicomio y los matones de la Universidad trataron de penetrar con sus motos al sitio de clases, pero los pacientes lo impidieron. No sabían que ellos, por propia iniciativa, me cuidaban. Si alguien hubiera tratado de atacarme no sé qué hubiera pasado…”

“Con las jóvenes estudiantes organicé la Tecnología Médica. Nos reuníamos los sábados y hacíamos terapia de grupo con estudiantes y otros Jóvenes. Cuando un drogadicto se quejaba de su mala suerte y que por eso había caído en el vicio, siempre habían otros jóvenes que le increpaban pues con vidas más difíciles no habían caído ni se drogaban. Se tocaba guitarra, cantaban, discutían, hablaban. Hubo un año que di más de cinco cátedras en Tecnología Médica a alumnos de alta calidad humana que hoy son dirigentes de valía…”

“De la Facultad de Filosofía me presionaban para que concursara a las cátedras de Psicología del Niño, Psicología Social y Psicología del Crimen. Gané y me nombraron Director de la Escuela. La oficina no tenía muebles, reclamamos y nos prestaron una secretaria. Como no existía experiencia en el país viajé a Perú, México y a Bogotá para informarme”.

En 1961 fue nombrado Profesor de Histología y Anatomía Patológica de la Facultad de Agronomía y Veterinaria donde permaneció tres años, pero habiendo regresado de Chile un graduado con dicha especialidad, renunció para dar paso a su juventud. El 64 le designaron Jefe de Clínica Psiquiátrica de la Facultad de Ciencias Médicas y Vocal del Patronato de Cárceles. El 65 fue electo Delegado a la Federación Nacional de Médicos del Ecuador a realizarse en Quito, presidió la Comisión de Escalafón Médico, redactando el Informe correspondiente que entregó al Colegio de Médicos del Guayas.

En 1966 ocupó la cátedra de Psicología Social y Criminal del Niño y del Adolescente en la Escuela de Psicología y la dirigió. El 67 viajó al V Congreso Mundial de Psiquiatría con el Dr. Fortunato Safadi y el Dr. Jorge Maldonado Renella. Ese año organizó el I Congreso Nacional de Psiquiatría que fue un éxito de asistencia y calidad. El 67 representó al Ministro de Educación ante el Consejo Universitario. El 70 fue Médico Jefe de las salas Santa Rosa y San Juan del Hospital Psiquiátrico.

Dedicado por entero a su consulta privada y a las cátedras, así como a su asistencia diaria al Hospital Psiquiátrico de la Junta de Beneficencia, era uno de los médicos más ocupados del país, pues entregaba doce horas diarias a su trabajo, que es más bien una oblación de tiempo y persona a los necesitados. Tal su fama en la ciudad.

El 71 asistió al V Congreso Mundial de Psiquiatría celebrado en México. El 73 fue Vicepresidente de la Asociación Ecuatoriana de Psiquiatría. El 74 Profesor de Introducción a las

Ciencias Psicosociales en la Escuela de Enfermería. El 76 dictó un Seminario de Actualización Docente y Técnicas Educativas de Dinámicas de Grupos para el profesorado de la Universidad de Guayaquil. El 79, el Profesor peruano Alfredo Según le pidió que escribiera un trabajo sobre costumbres y creencias folklóricas en el Ecuador y quedó fijado como tema para el Congreso Latinoamericano de Psiquiatría a celebrarse al año siguiente en Caracas, de suerte que el 81 salió a la luz pública como “Magia Médica y Psicoterapia en el Ecuador” con un anexo de Psiquiatría Folklórica en la costa ecuatoriana, en 230 págs. y ha visto tres ediciones. Obra única en su género por la novedad del material, su clarísima exposición y valiosas conclusiones, aparte de que está enriquecida con un arsenal de fotografías muy curiosas a colores y en blanco y negro, reveladoras de las prácticas seguidas en las curaciones.

En 1978 organizó el Congreso Bolivariano de Psiquiatría y fue ponente de tres plenarios. El 80 asistió al XX Congreso de Psiquiatría de Colombia reunido en Bucaramanga con una ponencia sobre !a violencia que fue rebatida, discutida y muy comentada.

En esa década ocupó la Presidencia de la Sociedad Ecuatoriana de Psiquiatría en varios periodos y organizó en Quito el Congreso Latinoamericano de Psiquiatría con asistencia de delegados de todo el mundo.

Entre su extensa bibliografía científica se pueden citar los siguientes trabajos.- “El Problema socioeconómico y clasista del Médico ecuatoriano” 1965.-”E1 Control de la Natalidad y su aplicación a la Sociedad Ecuatoriana” 1971.- “Enfermedades mentales y Sociedad” 1974.- “Problemática social y universitaria” 1974;- “La delincuencia juvenil en nuestro medio.” 1974.- “Factores sociales que condicionan al estado de salud mental en el Ecuador” 1976.-”Aspectos sociológicos de la Esquizofrenia en el Ecuador” en 1978.- “Situación económica y social de los países bolivarianos y salud mental”

  1. – “Síndrome Psiquiátrico”
  2. – “La Violencia, su influencia en la salud mental de los pueblos de América Latina” 1979.- “Psiquiatría Folklórica” 1979.- “Condiciones del paciente Crónico en el Ecuador” 1979.- “Estructura social de los países de América Latina y salud mental” 1981.- “Experiencias Psiquiátricas en las poblaciones marginales de América Latina.-1981.- “Actitudes y
    creencias en torno a la enfermedad mental en América Latina.- 1981.- “Los perversos sexuales en El Ecuador” 1981.- Enfoque médico psiquiátrico sobre delincuencia infantil” 1981.- “Delincuencia y Marginalidad” 1982.-

En 1983 asistió como Titular al XIII Congreso Latinoamericano de Psiquiatría en Porto Alegre, Brasil y lo abrió con un discurso de Orden. El 85 viajó al XV Congreso Latinoamericano de Psiquiatría en Santo Domingo, República Dominicana como invitado de honor y coordinó la Plenaria sobre Psicopatología de las migraciones internas y extemas en Latinoamérica, presidiendo la mesa redonda sobre ansiedad, aspectos psicodinámicos y conductuales.

Digno, activo, emprendedor, afectuoso, idealista, llevaba su profesión hasta los límites del sacrificio. Su estatura mediana, rostro blanco rosado aunque curtido por el sol. Estába considerado una notabilidad a nivel internacional y dentro de Guayaquil era uno de los médicos más queridos y respetados, pues se le tenia por humanista apasionado.