CUEVA VALLEJO MARIANO

VICEPRESIDENTE DE LA REPÚBLICA. –

Nació en Cuenca el 5 de Agosto de 1810 y fue bautizado el día 10. Fueron sus padres legítimos Tadeo Cueva Tinoco y Serafina Vallejo Encalada, mujer de sólida formación moral, naturales de Loja y Cuenca, respectivamente.

Fue el tercero de una larga familia compuesta de ocho hijos que recibían las primeras letras de su madre, mujer admirable en todo sentido. La pérdida de algunos bienes de fortuna y subsiguiente muerte de su padre en 1819 dificultó la continuación de su carrera pues entró una cierta escasez; pero, su hermano Juan, el mayor; les dio el excelente ejemplo que debían seguir y con su trabajo ayudaba al sostenimiento familiar.

En 1822 comenzó sus estudios bajo la protección del déan José María de Landa y Ramírez en el Colegio Seminario de Cuenca. Landa modeló su carácter hacia un incipiente liberalismo, también fue alumno del mercedario fray Tomás Lozada.

Pronto descolló por su talento, dulzura, religiosidad y modestia sin afectación llevada hasta la humildad que le valió gozar de la estimación general. Escribía los diversos apuntes que necesitaban sus compañeros y así ganaba para ayudar en los gastos de su casa. Al terminar los cursos viajó a estudiar Leyes en Quito como su hermano Juan lo había hecho antes pero enfermó gravemente al punto que se temió por su vida, sin embargo sanó y pudo graduarse de Doctor con lucimiento el 24 de Diciembre de 1831. En esa oportunidad expresó “Quedaos aquí, quedaos aquí, pañales de mi infancia, que desde hoy ya soy hombre y podré trabajar con provecho y honra para sostener a mi madre y a mis hermanos.” I así fue.

De regreso siguió a Loja para agradecer a la virgen del Cisne por haberle devuelto la salud y practicó en el estudio profesional del Dr. Ramón Cortázar y Requena, letrado de los más notables de Cuenca, de cuyas luces sacó provecho hasta optar la investidura de abogado el 7 de Diciembre de 1835, ante la Corte Superior de Justicia del Azuay, consagrándose al trabajo profesional con gran honorabilidad.

En 1837 fue designado catedrático de Filosofía en el Seminario cuencano y no hallando textos adecuados formó algunos muy buenos para esa enseñanza, de los que ha quedado uno titulado “Elementos de ciencia constitucional para el estudio de los alumnos del Colegio Nacional de

Cuenca” en 19 págs. donde entre otras cosas señala que el poder es una institución divina a través de una ley de la naturaleza de orden moral. Era un profesor cumplido, de maneras cultas y fino trato social, por eso le querían sus alumnos y seguían como a oráculo. El 39 fue Consejero Municipal, recibió la designación de Subdirector de Estudios y colaboró en “El Patriota del Azuay”.

Desde el matrimonio de su hermano Juan con Francisca de Cortázar y Requena, se dedicó por entero al cuidado y mantención de su madre, por eso no pensaba en casarse, aunque siendo un hombre viril tuvo en este período algunos hijos naturales y solo al perderla en 1848 contrajo matrimonio con Gabriela González Egas, viuda de Ignacio Valdivieso y Rada, que aportó la casa grande de la calle Borrero entre Lamar y Sangurima que después fue de Guillermo Vega y finalmente de los Cevallos García. Tuvieron una unión feliz y una sola hija llamada Josefa que casó con el comerciante de mediana fortuna David Díaz Mosquera, con sucesión en la familia Díaz Cueva. Al triunfar la revolución del 6 de Marzo de 1845 en Guayaquil, fue elevado a la Gobernación de Cuenca Jerónimo Carrión y Palacio, quien le llevó de Secretario. Para defender el nuevo estado de cosas editó el semanario “El Norte del Republicano” el 31 de Junio, censurando la conducta de los partidos en las elecciones para Diputados. Pronto le salió al frente el Dr. Pío Bravo Vallejo y Cobos su pariente por Vallejo, editor de “El Genio del Machángara”, diario oficial del Gobierno Provisorio.

Desde Noviembre Cueva y su hermano Agustín sacaron “El Atalaya” con motivo de la Convención Nacional reunida en Cuenca, periódico más bien doctrinario por sus notables artículos relativos a la situación política de entonces. En “Indicaciones al Congreso” hizo algunas muy útiles sobre la instrucción pública, legislación civil y criminal y sobre todo sobre el patronato – tema candente siempre entre el estado y la iglesia. También apoyó la candidatura presidencial del Dr. José Joaquín de Olmedo y defendió

la institución del Jurado de Imprenta para procurar la rapidez en el trámite y la justicia en la sentencia, que recién el 48 vino a ser Ley de la República.

A finales del 45 resultó electo presidente de la República el Político y comerciante guayaquileño Vicente Ramón Roca, con tal motivo y sin dejar el tono mesurado Cueva ofreció vigilar la acción del régimen pero nuevamente le salió al paso el Dr. Bravo en “El Genio del Machángara” y la polémica se tornó asaz injuriosa. Bravo editó un papel titulado “Los aullidos de un raposo” en abierta alusión al apellido de la abuela materna de Cueva, llamada Flora Encalada y Rodríguez, también conocida con el remoquete pueblerino de La Raposa, llamándole abogado ratero, pillo, bribón, descarado, fraudulento.

Ante tal acopio de calificativos injuriosos respondió Cueva presentado una querella pero solo logró que tres de los siete jueces opinaran que si había lugar y los restantes que no, pues el sunto se tornó político.

Estonces se vio obligado a defenderse con otra hoja “Apelación al Tribunal de la Opinión Pública” negando enfáticamente haber recibido ciento veinte y cinco pesos del indígena Pedro Pucha por hacerle una defensa y que habiéndole abandonado, no quiso devolverle el dinero.

Por esa época colaboró con artículos en “El Joven Libre” de José Manuel Rodríguez – Parra. El 46 fue electo Conjuez y entre el 47 y el 50 se desempeñó como Ministro de la Corte Superior del Azuay.

Mientras tanto, como la legislatura de 1849 no había podido elegir Presidente pues ninguno de los dos candidatos: Diego Noboa Arteta y Antonio Elizalde Lamar, lograban las dos terceras partes de la votación, se encargó del poder el Vicepresidente Manuel de Ascázubi Matheu, cuyo periodo aún no había concluido, dejándose la elección presidencial para después.

Ascázubi llamó para Ministro General a Benigno Malo, de antigua colaboración floreana, lo cual alertó a Cueva que el 3 de Abril del 50 fundó el periódico “El Cuencano”, primero en sostener la inconstitucionalidad de la regencia de Ascázubi, denunciando que se venían unas elecciones de diputados para formar un Congreso pro floreano, allí defendió a Elizalde y pidió la convocatoria a una Convención Nacional. Pronto estalló la revolución en Guayaquil dada la falta de popularidad del encargado y los altos intereses en juego, a tiempo que Cueva y Jerónimo Carrión Palacio declaraban la Jefatura Suprema del General Antonio Elizalde en Cuenca y Loja respectivamente. Su maestro fray Vicente Solano rehuyó intervenir en estas contiendas políticas.

Caído el gobierno interino de Ascázubi en 1850 estalló la revolución y el 14 de Junio presidió la Asamblea Popular realizada en Cuenca que designó al General Elizalde jefe Supremo de la provincia, quien se trasladó a Cuenca e hizo fuerte en el austro, designó Secretario General a Cueva y a solicitud de sus partidarios no desmilitarizó Loja. José María Urbina, partidario de Noboa, pasó a Cuenca y propuso la reanudación de las conversaciones directas. Cueva viajó a la costa como su delegado y se desocupó Loja.

Poco después se realizaba la reunión de los delegados de Elizalde y de Diego Noboa Jefe Supremo en Guayaquil, quienes firmaron un Tratado de Paz en la hacienda La Florida, depusieron las armas y acordaron convocar a una Convención Nacional , tras lo cual Noboa maniobró en Quito y ocupó el poder persiguiendo a los elizaldistas, entre otros, a los hermanos Mariano y Agustín Cueva.

En 1851 estalló la revolución contra el Presidente Diego Noboa y fue proclamada la Jefatura Suprema del General Urbina. Cueva simpatizó con este golpe y asistió como Diputado del Azuay a la Convención Nacional de 1852 donde hizo oposición al Gobierno de Urbina, defendió a los jesuitas expulsados, presentó sus cuentas como Secretario General de Elizalde y se crearon las Corporaciones Universitarias de Guayaquil y Cuenca que solo pudieron entrar en funcionamiento diecisiete años más tarde, tal la pobreza del país, y al terminar la Convención Nacional sus sesiones fue designado Ministro Juez de la Corte Suprema y allí permaneció hasta Agosto del 53 que renunció para volver a Cuenca y a su familia.

En 1856 fundó “La República”- en su primera época – con Benigno Malo, que presentó y sostuvo la candidatura presidencial de Manuel Gómez de la Torre contra la oficialista del General Francisco Robles García quien a la postre ganó por su enorme popularidad en Guayaquil donde se le consideraba un héroe. El periódico conoció dos épocas hasta 1861, colaborando Cueva en ambas “a la sombra de fray Vicente Solano” que por su avanzada edad y numerosos achaques estomacales, estaba declinando. En “La República” abogó por la descentralización bajo el lema: La centralización es la dictadura.

En Agosto del 57, amistado nuevamente con Pio Bravo fundó “Crónica del Jurado de Imprenta” y utilizando entre ambos el pseudónimo de Ambrosio Rubio, en una hoja suelta titulada la “Relación de los hechos ocurridos en la Asamblea Electoral de Cuenca el 12 de julio de 1857, denunciaron al Gobernador José Miguel Valdivieso por fraude electoral, quien compareció ante el Tribunal de Imprenta y acusó el libelo infamatorio, entabló polémica y juicio pero después se arrepintió y quedó abandonado el proceso.

En 1859 fue designado por el Triunvirato de Quito para las funciones de Visitador Fiscal, luego fue Gobernador de Cuenca y finalmente Presidente de la Corte Superior de Justicia del Azua. En Marzo del 60 volvió a ocupar la Gobernación y fue atacado por el periódico “Crónica del Foro”.

En 1861 asistió como Diputado por el Azuay a la Asamblea Nacional Constituyente reunida en Quito. Sobre sus actuaciones Juan León Mera ha comentado: He pulsado con algunos Diputados la voluntad de establecer una sola Cámara, entre otros la del Dr. Cueva, y encuentro que no están conformes con nuestra idea. Quieren que se cambie el nombre del Senado por el de Cámara Revisora, quitando a aquel el derecho de iniciativa. Ya sabrá Ud. de las facultades extraordinarias concedidas al Presidente Interino. El Sr. Cueva cometió el enorme pecado de pedir que sean omnímodas, pero al fin se limitaron.

La fuerte personalidad del General Juan José Flores, que presidía la Asamblea doblegaba el carácter pacífico y tranquilo de Cueva, de manera que lo mantenía a su entera voluntad; mas, por sus dotes oratorias, bondadoso corazón y notable talento, de todas maneras se hacía sentir entre los Diputados y cuando se trató de elegir Vicepresidente de la República y el Generse Flores exhibió la candidatura de su cuñado el Dr. Pedro José Arteta, sus opositores pensaron en Cueva, personaje que por su carácter benévolo y ceremonioso, no tenía enemigos. El 1 de Abril, día de la elección, constituyó una sorpresa su postulación y nombramiento pues en la primera votación obtuvo 16 votos contra 12 de Arteta y 5 repartidos entre otros candidatos. En la segunda votación logró 20 votos contra 16 de Arteta, salió electo y se posesionó el día 3 con un discurso elogioso para García Moreno en extremo, a quien llamó con las siguientes zalameras frases: Inmarcesible gloria nacional, alta y positiva esperanza de la Patria (sic.)

No era un sujeto para esbirro pero la cortedad que rayaba en modestia y a veces hasta en timidez, le hacia el más propicio de los candidatos para lidiar con el tirano y soportar sus abusos y exageraciones, por eso resultó ser el perfecto Vicepresidente y cuando tuvo que reemplazarle en el ejercicio del poder a fines de Julio de 1862 mantuvo el criterio jurídico que el tratado de García Moreno con el General en jefe de la Confederación Neogranadina Julio Arboleda, no tenia valor oficial pues García Moreno había actuado únicamente como Jefe del ejército del Ecuador sin obligar al País. Mientras tanto los católicos moderados de Cuenca rompían con García Moreno en protesta por la firma del Concordato, que colocaba a la soberanía nacional a los pies de la silla romana.

En 1863 había sido electo Miembro de Número de la Academia Nacional Científica y Literaria de Quito que publicó el 63 un almanaque donde constan unos cortos “apuntamientos históricos” de Cueva, quien siguió en esto el trabajo iniciado por Pedro Fermín Cevallos, entonces el 64 volvió a residir en el Azuay.

El 65 fue Director de la Academia de Derecho Práctico en Cuenca. Ese año se distanció de García Moreno por la violencia que este ejercía en el país y por cuanto había dictado boleta de captura contra su hermano Agustín Cueva y contra el Dr. Antonio Borrero, Ministros Jueces de la Corte Superior del Azuay, quienes escribían para el periódico oposicionista “El Centinela” y ellos tuvieron que cerrarla y ponerse a salvo. Desde “El Centinela” denunció el hecho como un nuevo golpe de estado.

En 1866 fue Director del Consejo Académico del Azuay. El 67 García Moreno que dominaba al pacífico presidente Jerónimo Carrión Palacio dio su visto bueno para que Cueva ocupe la Gobernación del Azuay por renuncia de Miguel Heredia pues quería amistarse nuevamente con los católicos de Cuenca, no llegó a posesionarse.

El 68 durante el interinazgo de Pedro José Arteta le fue ofrecida nuevamente la Gobernación, pero García Moreno se opuso hasta con groserías y Cueva declinó el honor. En la presidencia del Dr. Javier Espinosa colaboró en “El Constitucional” para sostener la candidatura presidencial del Dr. Francisco X. Aguirre Abad y el 24 de Octubre del 68 firmó con otros católicos cuencanos, quienes le habían solicitado a Aguirre Abad, aceptar dicha candidatura. También presidió una Sociedad Patriótica con tal fin, formada por católicos practicantes y al mismo tiempo celosos de la alternabilidad de los gobernantes, respetuosos de los derechos ciudadanos, de miras progresistas, que solo deseaban el bien para el país, libre de la tutela perjudicial y tiránica que venía ejerciendo García Moreno en la nación.

El 24 de Julio del 68 había sido elegido Rector de la Corporación Universitaria del Azuay y se dio el caso que García Moreno seguía impulsando la política nacional y encargó la dirección de los Colegios y Seminarios a la Compañía de Jesús y la dirección bajo la autoridad del rector de esos planteles acabando con la Universidad tradicional.

Ese año fundó la Conferencia San Vicente de Paul en Cuenca a la que dedicaría el resto de su existencia.

El 1 de Enero de 1869 al inaugurarse la Junta Universitaria de Cuenca ocupó el vicerrectorado, aunque por renuncia de Antonio Borrero pasó a presidirla por corto tiempo pues al producirse el inicuo cuartelazo del 16 de Enero de 1 869 que dio el poder a García Moreno, éste la clausuró. Cueva protestó contra el atentado aunque al poco tiempo dado su dócil y acequible carácter amistaron nuevamente pero su hora política había pasado.

Patricio amable que servía al prójimo y a la colectividad, talentoso, ilustrado, reposado, reflexivo, culto en maneras y en palabras, se expresaba con facilidad y buscaba su fuerza en los resortes de la lógica, dejando a un lado las flores de la dicción cuando no contribuían a robustecer sus argumentos. Como abogado, gustaba más de las armas del foro.

Desde el 10 de Enero del 71 colaboró en el periódico religioso y literario “La Esperanza.” El 72 fue Senador por el Azuay, El 73 fue designado Gerente del Banco del Ecuador en Cuenca y publicó un pequeño texto de Elementos de ciencia constitucional para el estudio de los alumnos del Colegio Nacional de Cuenca” en 19 págs. El 76 ocupó el rectorado del Colegio Nacional y la cátedra de Derecho Público. Ese año la Academia Ecuatoriana de la Lengua le designó su miembro y con varios cuencanos importantes fundó y colaboró en el periódico “La Voz del Azuay” que sostuvo el gobierno del Dr. Antonio Borrero y atacó al liberalismo por exigir la inmediata convocatoria a una Convención Nacional, a fin de derogar la Carta Negra de García Moreno. Allí publicó varios artículos doctrinarios como: “Derecho de Petición,” “Convención,” “Apreciaciones.” I a la caída de su amigo Borrero tras la revolución de Veintemilla en Guayaquil se cerró el periódico.

Gastaba la mayor parte de su tiempo en su vida afectiva pues – como ya se dijo – desde 1868 había fundado con el padre Víctor Cuesta la Sociedad de San Vicente de Paúl y la presidía sin darse a nada más que a su hogar.

Al principio socorrían solo a ocho familias pero después se llegó al ciento. Levantó desde sus cimientos el hospital entregado el 73 a las madres de la Caridad. Se reparó y aprovisionó la botica, consiguió una subvención de dos mil pesos mensuales del gobierno, atendía a los leprosos en la Casa del Jordán más allá de río Paute, sostenía una escuelita para niños pobres, socorría a los presos de la cárcel, velaba por los expósito y los ancianos. La misión era hermosa y casi providencial porque había que generar los fondos pero todo conseguía a través de la dulzura de su mirada serena, amorosa, blanda y hasta insinuante, que le hacía querido y respetado por el común de la población.

En 1876 gozaba de una sólida posición económica pues su esposa era acomodada, editó como texto un “Indice de doctrinas o elementos de Ciencia Constitucional.” En Julio del 77 concurrió como diputado por el Azuay a la Convención Nacional reunida en Ambato, formó parte del bloque oposicionista y al discutirse la abolición del diezmo se opuso con el diputado cuencano Juan de Dios Corral, manifestando que el Diezmo era una institución divina y que para su abolición era necesario solicitar el permiso de la Santa Sede.

Finalizadas las sesiones votó por Teodoro Gómez de la Torre para presidente de la República, fue nombrado Ministro Juez de la Corte Superior del Azuay pero no quiso posesionarse pues había cerrado su bufete de abogado y roto las ataduras
con el mundo para darse a su pueblo, tarea hermosa que le transformó en un seglar comprometido durante los diecisiete años que presidió la Conferencia de San Vicente de Paúl, pero fue electo por segunda ocasión Rector de la Corporación Universitaria del Azuay desempeñándose hasta su muerte en dichas funciones.

Su pensamiento había involucionado hacia un conservadorísimo católico aunque no garciano mientras se vivía en Europa un enfrentamiento entre los liberales masones y anticlericales contra las fuerzas del papado, que perdidos los estados pontificios hacía que León XIII viviera prisionero pues se negaba a salir de los muros del Vaticano..

A fines de Febrero de 1882 le comenzó un hipo de origen cardiaco que se le fue complicando con el paso de los días. El 2 de Marzo hizo testamento y el 18 falleció de casi setenta y dos años de edad, querido y considerado, su sepelio entristeció a la ciudad que amaneció con vivas señales de duelo en los balcones y ventanas y el sepelio fue en la Catedral, habiendo tomado la palabra el presbítero Federico González Suarez quien recalcó que el venerado difunto había presidido la Conferencia San Vicente de Paúl con una constancia verdaderamente ejemplar al servicio de los pobres, practicando el precepto de la limosna, asistiendo en los calabozos a los presos y en los hospitales a los enfermos.

Tuvo hijos antes de su matrimonio, dejó unas Memorias que siguen inéditas y un Epitafio compuesto días antes de su partida que revela su humildad de carácter, amable y digno. Delgado, blanco, estatura mediana, pelo canoso y ensortijado, nariz pronunciada.

Existe su corona fúnebre con una biografía sintética escrita por José Rafael Arízaga, su discípulo, quien manifestó que sus alegatos jurídicos siempre fueron modelos acabados de claridad, método en la exposición, solidez en la argumentación, buena y abundante doctrina, erudición, pureza de estilo, belleza en la forma y admirable moderación, para finalizar diciendo: Su boca era el oráculo de las leyes, su ciencia el brazo de los oprimidos.

Remigio Crespo Toral, que le llegó

a conocer y a tratar, diría años más tarde: Severo como un romano, dejaba adivinar sin embargo en su rostro, las líneas y los contornos del apóstol. Hernán Rodríguez Castelo ha manifestado que su producción fue parva y aún se encuentra dispersa.

Finalmente cabe resaltar su posición como Juez civilizado y ecuánime en el proceso iniciado por el Dr. Santiago Galindo, esposo de la poetisa Dolores Veintemilla, solicitando que se otorgue el derecho a la inhumación del cadáver depositado tras la muralla del panteón, “lugar inmundo,” a causa de su suicidio, para su enterramiento en sagrado.

Cueva no contradijo la doctrina de la iglesia con relación a los suicidas, a quienes se les consideraba réprobos, pero consideró como causales de privilegio el hecho de haber sido perseguida por el fanatismo más cerril, que la llevó a un estado de pesadumbre sin límite, porque se creía deshonrada, llena de vergüenza y alimentaba estas ideas en la soledad, de manera que la mencionada Dolores cayó en un estado de enajenación mental, casi de locura puesto que afecta más a la voluntad que al entendimiento. Visto lo cual sus restos pueden depositarse en el panteón público de esta ciudad, en lugar sagrado o en otro semejante….

Fue periodista apasionado que sostuvo varias polémicas pero también el escritor de fuste que en momentos defendió la democracia y el sufragio libre, abogado ecuánime y docto, maestro sapiente por muchos años y finalmente hasta historiador, aunque de parva producción. Mas, lo esencial de su personalidad múltiple, podría resumirse que como notable intelectual y valioso expositor, defendió con altura y nobleza sus principios políticos.