CUEVA TAMARIZ CARLOS

POLITICO.- Nació en Cuenca el 5 de Noviembre de 1898, hijo legitimo de Agustín Cueva Muñoz, tenedor de libros del Ingenio Valdez y periodista de “El Grito del Pueblo” de Guayaquil, luego Secretario de la Gobernación del Azuay y de la Municipalidad de Cuenca, y de Domitila Tamariz Larrea, cuencanos.

En 1901 sus padres se trasladaron a Milagro y vivió en las instalaciones del Ingenio Valdez hasta 1904 donde recibió las primeras letras de la señorita Andrade. De regreso a Cuenca estudió en el Asilo de las Madres de la Caridad que dirigía la hermana Lucía situado por la plazuela de San Sebastián, ella era una gran maestra y le despertó el amor por el saber, después pasó a la Escuela San José de los Hermanos Cristianos y cursó la secundaria en el Colegio Seminario hasta su clausura en 1912. En el ámbito familiar su madre tenía verdadero interés para que se preparara.

Entonces se matriculó en el “Benigno Malo” y en el quinto curso fue becado para estudiar pedagogía en Santiago de Chile, pero a última hora el Ministro de Educación avisó que la beca había sido concedida a un estudiante quiteño. En 1914 ganó otra beca y viajó a la Escuela de Agricultura y Ganadería de Córdova en la Argentina donde permaneció hasta 1915. Nuevamente en el “Benigno Malo” obtuvo el bachillerato en 1916, pero casi enseguida falleció su padre y siendo el hijo mayor adquirió la responsabilidad de velar por la terminación de los estudios de sus hermanos menores.

Mientras tanto había ingresado a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Cuenca y fue electo Presidente de la primera Federación de Estudiantes Universitarios. El Dr. Daniel Córdova Toral, que desempeñaba la Dirección de Estudios del Azuay, lo llevó como Ayudante de esa oficina y al fundar las dos primeras escuelas laicas que tuvo Cuenca, la Luís Cordero y la Tres de Noviembre, le puso en la dirección de la primera de ellas con diez sucres mensuales de sueldo y casi contra su voluntad pues solo tenía dieciocho años, pero se desempeñó bien durante los siguientes cinco.

En 1918 figuró como redactor de la revista modernista “Páginas Literarias”. En 1920 por primera vez ocupó una Concejalía en Cuenca. En Julio de 1922 se graduó de Doctor en Jurisprudencia y en agosto, después de tres años de amores, contrajo nupcias con Rosa Esther Jaramillo Montesinos y tuvieron siete hijos. Se distinguía por ser un excelente conversador, sagaz, responsable, prudente y por mantener en todo tiempo la imagen de un ciudadano íntegro e inteligente, al mismo tiempo era un esposo y padre cariñoso. Su hijo Juan le recuerda por su habilidad para fabricar cometas y barriletes de papel de seda de mil colores que volaban muy alto en el cielo ventoso de Agosto, por leerles cuentos y hacer adivinanzas, trabalenguas y jugar a la perinola. En esos años había pocos automóviles en Cuenca y adquirió una bicicleta para trasladarse cómodamente a sus clases, amarrando una liga al pantalón para evitar que se enrede en la cadena.

En 1924 fue electo Diputado por el Azuay y concurrió al período de sesiones. En 1925 fue nuevamente Concejal del Cantón, presidió esa corporación y ascendió al rectorado del “Benigno Malo” que ejerció por tres años pasando en 1928 a la Dirección de Estudios del Azuay donde permaneció cuatro y renunció por motivos políticos en 1932.

En 1926 el Gobierno de Sidro Ayora lo designó Procurador de Sucesiones del Azuay. Nuevamente Diputado en 1928, concurrió a la Asamblea Nacional que dictó la Constitución de 1929 y eligió Presidente al dictador Ayora. El 29 fue nombrado profesor de Historia del Derecho y Legislación Obrera en la U. de Cuenca durante el rectorado del Dr. Remigio Crespo Toral. En 1931 fue reelecto Diputado y formó parte del grupo socialista de Cuenca con Carlos Aguilar Vásquez, Luís Maldonado Estrada, Luis Monsalve Pozo y Manuel Moreno Mora. Al año siguiente estuvo entre los fundadores de la célula del Azuay del partido Socialista Ecuatoriano y fue llamado por el doctor Daniel Córdova Toral, Ministro de Guerra del gabinete de Alberto Guerrero Martínez, para ocupar el Ministerio de Gobierno, que desempeñó por cuatro meses hasta el ascenso de Juan de Dios Martínez Mera a la presidencia de la República.

El nuevo magistrado le solicitó que continúe en el cargo pero Cueva prefirió retirarse a la vida privada; el Ministro de Educación Leopoldo Izquieta Pérez lo repuso en la Dirección de Estudios del Azuay y allí permaneció hasta 1934.

Delegado de la Caja de Pensiones de Cuenca durante trece años entre 1934 y el 47. En 1936 editó el folleto titulado “Alrededor de la situación internacional” en 22 págs. En 1938 concurrió como Diputado a la Asamblea

Nacional Constituyente convocada por el Presidente encargado Dr. Manuel María Borrero, con el objeto de elegir un nuevo Presidente de la República. A los pocos días los diputados liberales y socialistas armaron mayoría y eligieron al diputado liberal Aurelio Mosquera Narváez, quien desempeñaba el rectorado de la Universidad Central, pero la noche de la elección el diputado socialista Alfredo Pareja Diez Canseco notó que no habían concurrido todos los liberales y que los socialistas tenían mayoría y podían elegir a uno de ellos a la Presidencia de la República.

De haberse producido la elección de esos momentos Cueva hubiera salido por amplio margen; pero éste, muy caballerosamente, mantuvo su palabra de honor dada en horas de la mañana al bloque liberal y rechazó tan honrosa designación. Además, creía que era prematuro que un socialista ocupe la presidencia, pues el ejército no lo hubiera permitido y se habría desembocado en otra dictadura.

Así, pues, “se declaró un receso, mandamos a traer a los incumplidos Diputados liberales y elegimos a Mosquera para el período 1938 – 42 que no llegó a cumplir por su suicidio en 1939”. De todas maneras Cueva obtuvo dos votos de los socialistas Alfredo Pareja Diez Canseco y Luís Maldonado Tamayo.

Poco después la Asamblea declaró la oposición a Mosquera Narváez, obediente servidor del grupo arroyista de Guayaquil y Cueva Tamariz estuvo entre los líderes que tomaron la palabra para denunciar los abusos del régimen. Con tal motivo. Galo Plaza Lasso, Ministro de Defensa, procedió a disolver la Asamblea a la fuerza, apresando a los Diputados que hizo conducir al Panóptico donde permanecieron desde diciembre de 1938 hasta enero de 1939 que recobraron su libertad.

Desde 1940 hizo oposición al Presidente Arroyo del Río. El 41 ocupó el decanato de la Facultad de Jurisprudencia y representó al profesorado ante el Consejo Universitario durante el rectorado del Dr. Octavio Díaz.

En 1943 ingresó a Acción Democrática Ecuatoriana A. D. E. El 27 de Mayo de 1944 fue detenido con Luís Monsalve Pozo, Rafael Galarza Arízaga y otros dirigentes de ADE y llevados a la Intendencia que entonces quedaba en la calle Juan Jaramillo. Al día siguiente se produjo la revolución en Guayaquil, el 29 Rafael Galarza

Arízaga se tomó el cuartel Febres Cordero del Machángara y el pueblo le llevó en triunfo al Concejo Cantonal, Cueva Tamariz ocupó la Jefatura Civil y Militar e impidió latrocinios y desafueros durante los diez días que duró su mando.

El 8 de Junio la Asamblea Universitaria le eligió Rector de la Universidad de Cuenca, funciones que ocupó por varios períodos hasta 1964, que se prohibió su reelección por decreto, tras veinte años en el desempeño.

Durante su rectorado se construyó la ciudadela universitaria que hoy lleva su nombre, adecuando los edificios. En este largo período leía mucho, hablaba poco y a todo mal que le hacían respondía con un bien.

Concurrió como Diputado a la Asamblea Nacional de 1944-45, ocupó una de las Vicepresidencias y presidió la comisión que redactó la Constitución del 45. A su interés personal por la preservación de las garantías sociales se debió la redacción del Art. 148 que consagró en 28 literales las garantías del trabajo y la previsión social. Ese año fue designado miembro de la Junta Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores

En 1945 fue designado miembro titular de la Casa de la Cultura Ecuatoriana por la sección Ciencias de la Educación y ocupó la Vicepresidencia del Concejo Cantonal, firmando el contrato de instalación de la red telefónica de Cuenca. En 1946 fue Presidente fundador del Núcleo del Azuay de la Casa de la Cultura, siendo reelecto hasta 1970.

Para el inicuo golpe dictatorial del Presidente Velasco Ibarra del 30 de Marzo de 1946 presidía interinamente la Asamblea Constituyente y trató de reunirla en desesperado esfuerzo por salvar el orden, Velasco Ibarra le escribió una carta grosera y amenazante y desde entonces quedaron rotas las relaciones entre ambos políticos.

En 1948 el socialismo lanzó la candidatura del General Alberto Enríquez Gallo a la presidencia de la República y al doctor Cueva para la Vicepresidencia. En las elecciones triunfó el liberal Galo Plaza por escaso margen de votos frente al conservador Manuel Elicio Flor y el binomio Enríquez – Cueva ocupó el tercer puesto. En 1951 el socialismo aceptó colaborar con el Presidente Plaza en la cartera de Educación, Cueva olvidó pasadas injurias, aceptó el desempeño del Ministerio y centró su atención en la defensa de la educación laica, por ello fue interpelado en el Congreso de ese año por el Diputado conservador Ruperto Alarcón Falconí a) Rupango. Los debates se trasmitían por radio y cada intervención estaba llena de argumentos, de razones, de ideas políticas y filosóficas, en suma, de ideología, y salió indemne. Pero la colaboración socialista en el gobierno – de entrega incondicional al gobierno fue calificada en los medios políticos nacionales – inició la desintegración del Partido que jamás logró recuperar su unidad, bien es verdad que en los años cincuenta el Socialismo había perdido su empuje inicial ante la formidable presión del populismo que se había tomado las calles de toda la República. La revista “Momento” calificó la colaboración como la traición de la camarilla dirigente portadora del virus del oportunismo estomacal, de la degeneración doctrinaria de los filisteos y de la mentalidad de asaltante voraz, desalmado y bribón, de cad uno de sus líderes.

En 1952 renunció el Ministerio en razón de la proximidad de las elecciones presidenciales. En 1954 editó “Jurisprudencia ecuatoriana del trabajo” en 270 págs, como texto para sus alumnos y obra de consulta para profesionales. En 1958 fue electo “El Mejor ciudadano de Cuenca”. En 1963 tomó el Poder la Junta Militar de Gobierno pero le respetaron; sin embargo, el Jefe Militar del Azuay, un tal Coronel Naranjo, que era ignorantísimo, le cobró ojeriza y no se cansaba de hablar mal de Cueva Tamariz, acusando falsamente de ser un revolucionario peligroso que complotaba contra el orden establecido, aunque nadie en Cuenca le creía pues la ciudad era pequeñita y todos conocían la clase de persona que era Cueva.

En 1964 editó el opúsculo “El Estado patrono” en 6 págs. y los dictadores prohibieron su reelección. La Universidad le desagravió con la publicación de “En torno a la Universidad” en 293 págs, conteniendo discursos y ensayos sobre el Alma Mater. Poco después, cuando los militares retiraron el decreto denigratorio contra los profesores universitarios de izquierda, concurrió como miembro de la delegación ecuatoriana a las sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas O. N. U.

En 1966 presidió la Junta Constitucional que se formó en el país para luchar contra la dictadura oprobiosa de los militares. En Marzo, debilitada la dictadura por la reacción unánime del país, las fuerzas vivas de Cuenca postularon su nombre a la presidencia de la República.

Las Cámaras de la Producción de Guayaquil capitaneaban la insurgencia pero no habían decidido nombres. En Quito el grupo político de Galo Plaza se adelantó y sorpresivamente planteó la candidatura de Clemente Yerovi, quien había sido Ministro de Agricultura en la presidencia de Plaza pero tenía en su contra haber colaborado con los militares desde la Presidencia de la Junta de Planificación Nacional y como Embajador ante el Mercado Común Europeo. Mas, el pueblo ecuatoriano a duras penas lee periódico y por ende tiene la memoria muy pobre y no acostumbra recordar estos sucesos.

La mañana del último día de la Junta Yerovi llamó por teléfono a Cueva, a quien conocía porque también había sido miembro del gabinete de Plaza, y le informó que si insistía en mantener su candidatura él renunciaba a la suya. Cueva, con su natural bonhomía, desprendimiento y patriotismo, le contestó que podía seguir de candidato y esa tarde fue electo Yerovi en folklórica votación telefónica que aún recuerda el país y no se produjo el estallido social que tanto temían los pudibundos. Cueva recomendó para la cartera de Educación a su amigo y coideario socialista Luís Monsalve Pozo, quien ocupó el cargo y tuvo un brillante desempeño.

Mientras tanto en Cuenca, caída aparatosamente la dictadura de la Junta Militar de Gobierno, el pueblo tomó las calles y algunos ciudadanos cercaron en pleno parque Calderón al estulto Coronel Naranjo. I cuando se aprestaban a lincharlo apareció el bueno de don Carlitos, que así es como le conocíamos y con tono alto y fuerte dijo ¡Dejen al Coronel Naranjo. No hay que ser bárbaros. Que responda ante la justicia pero nada de hacerse justicia por mano propia ¡ De esta manera le salvó la vida.

Naranjo fue a prisión con su integridad indemne y salió a los pocos días cuando ya no existía peligro alguno, pero el gobierno terminó con su carrera militar. Con el dinero de la cesantía adquirió unas tierras en Santo Domingo de los Colorados y un jeep, y dedicado por entero a la siembra de papayas, fracasó en la primera cosecha y tuvo que vender el predio, perdiendo. Nada más se supo de él pues cuando la nada vuelve a la nada, nadie pierde nada.

En 1966 concurrió a la Asamblea Nacional Constituyente y con Asaad Bucaram y Andrés F. Córdova se distinguió por sus intervenciones y hasta obtuvo que no siguiera constando el nombre de Dios en el encabezamiento de la Constitución porque resultaba un anacronismo en pleno siglo XX.

En 1967 el Presidente doctor Otto Arosemena lo designó Embajador a la Asamblea de las Naciones Unidas en New York y luego a la Conferencia extraordinaria de Río de Janeiro. En 1971 recibió la presea “Fray Vicente Solano.” En 1975 fue nuevamente llamado a ocupar el rectorado de la Universidad de Cuenca que desempeño tres años. Entonces lo proclamaron Rector honorario y vitalicio.

Con tal motivo Luís Monsalve Pozo escribió: En realidad, no es solo la figura externa de Carlos Cueva Tamariz, alta y señera; sus ojos iluminados con una intensa luz de guía, de luz de pionero; su cabeza encendida…desde donde se otean todos los horizontes apacibles. En verdad, no es solo su voz cordial, su palabra emocionada, sus manos, sus manos blancas de sembrador de buenas semillas, las características que realzan su personalidad. No, es su alma bondadosa, su sencillez, su espíritu limpio de reveses, llano y claro, su corazón siempre abierto, libre de egoísmos, robusto, y su inteligencia, y su educación, y su ilustración, y su cultura, los factores que, naturalmente, en cualquier sentido que gire la rosa de los vientos, nos dicen que Carlos Cueva Tamariz es el maestro.

El 79 presidió la II Comisión que estudió las reformas a la Constitución de 1945 y realizado el plebiscito, fueron aprobadas. El gobierno del Presidente Jaime Roldós le otorgó la Orden Nacional al Mérito. El 84 le fue propuesta la presidencia de la Corte Suprema de Justicia pero no aceptó.

En sus últimos años estaba viudo. La soledad y el silencio le rodeaban en su cuarto biblioteca donde pasaba casi todo el día. La mayor parte de sus compañeros generacionales habían partido al más allá y se encontraba sin sombras amigas, pero su hija Maruja le visitaba de continuo y los nietos – numerosos por cierto – le hacían pasar momentos agradables.

Tenía la costumbre de ser impecable en el vestir y siempre con saco y corbata aunque en su casa cambiaba el saco por un cómodo sueter. Agil aún en su vejez nunca se agarraba del pasamano para subir o bajar las escaleras que comunicaban la planta baja con el piso superior e insistía en subirse a una silleta para darle cuerda al reloj de pared ante la angustia de Rosario su ama de llaves. Por las mañanas asistía a la Universidad – solo por costumbre – pues aunque formaba parte de un equipo de investigadores de derecho laboral, ya no tenía responsabilidad alguna. A principios de 1991 enfermó de vejez y tras una larga agonía falleció en su casa de la Avenida 12 de Abril el lunes 8 de Abril a las cinco de la mañana. El cadáver fue velado en la Universidad, la Casa de la Cultura, la Municipalidad y recibió sepultura en el cementerio de Cuenca. Tenía casi 93 años de edad.

Alto, tez clara, pelo rubio que encaneció plateado, ojos azules, contextura algo gruesa, trato afable y fraternal, amplio en sus exposiciones, delicado y sencillo, y aunque no fue propiamente un escritor porque sus ocupaciones en la Casa de la Cultura Ecuatoriana y en la Universidad le restaron tiempo, ejerció enorme influencia en la vida del Azuay ¡Su caballerosidad era proverbial!

Maestro que sirvió a la juventud cuencana sin egoísmos ni vanidades desde la Universidad y la Casa de la Cultura, con la bondad que sabia imprimir en todos sus actos.

No fue propiamente un escritor ni tampoco un jurista pero si un excelente conversador, sagaz, responsable, prudente, que ascendió en el magisterio desde profesor primario hasta rector de la Universidad. Guía para sus conciudadanos pues tuvo las manos del sembrador de la buena semilla.

Su exacta valoración no solamente hay que formularla como exitoso político, el único del país que asistió a tres Asambleas Nacionales Constituyentes (1928, 1945 y 1966) constructor de la Ciudadela Universitaria de Cuenca durante veinte años que van desde 1944 hasta el 64 que la Junta Militar de Gobierno prohibió su reelección y una de las primeras figuras sociales del austro por su porte elegante y sus finezas en el trato con sus semejantes, reveladoras de una educación y modales propios de la belle époque, pues también fue guía y maestro de numerosas generaciones de cuencanos. Dejó por testamento su valiosa biblioteca a la U. de Cuenca. En 1998 se editó un libro en su honor bajo el título de ¡A cien años de su nacimiento!