VICE PRESIDENTE DE LA REPUBLICA. –
Nació en Loja el 25 de Diciembre de 1843. Hijo legitimo de Juan Cueva Palacio, lojano nacido en 1820, casado muy joven el 37 con Rosa Betancourt Añazco y Regalado natural de Gonzanamá, muerto en 1861. “Hombre muy benéfico y patriota, ayudó a llevar a Loja a los profesores granadinos que fundaron el Colegio de la Unión” y habiendo tenido casa y comercio fue perjudicado en una herencia y realizó negocios desgraciados, quizá por la vehemencia muy a la francesa que le venía por lo Palacio.
Cursó los primeros estudios en una escuela particular, asistió al Colegio San Bernardo y se gradúo de Bachiller en Filosofía. En 1858 se matriculó en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Quito y tras brillantes estudios se graduó el 63 de abogado. Desde entonces militaba en el liberalismo doctrinario y durante la primera presidencia de García Moreno formó filas en la oposición. En Enero del 69, al estallar la revolución de García Moreno contra el presidente Javier Espinosa, fue perseguido y tuvo que pasar a Loja. En cambio, su hermano mayor Juan, fue desterrado al Perú (1) donde vivió despreocupado. En 1872 nació su hijo en Josefa Sanz, hermana de un héroe liberal, posteriormente contrajo matrimonio con Sofía Guerrero, natural de Catacocha, con sucesión (Sus dos hijas Sofía y Herminia Cueva Guerrero se jubilaron muchos años más tarde como empleadas en la Biblioteca Nacional)
En 1876 fue designado Ministro de la Corte Superior de Justicia durante el régimen del presidente Antonio Borrero y para la revolución del General Ignacio de Veintemilla en Guayaquil formó parte de la legación acreditada ante el gobierno del Perú a fin de solicitar ayuda en dinero y armas; pero, frustrado el viaje, las nuevas autoridades le confinaron a Saraguro, donde permaneció varios meses.
En 1878 fundó en Guayaquil con su hermano Segundo Cueva Betancourt y el Dr. Vicente Paz Carrión el inter diario “El Heraldo” de oposición activa al Presidente Veintemilla, que acababa de ser electo en la Convención Nacional
de Ambato, quien les preparó una cencerrada.
“El Heraldo” funcionaba en imprenta propia ubicada en la calle del Teatro (hoy Pedro Carbo) del lado oriental, muy cerca de la intersección de la calle del Senado (hoy Sucre) hasta que cierta noche una turba enardecida destruyó los talleres, la prensa fue lanzada a un pozo. Los tres redactores habitaban en un entrepiso de la casa de Baltazara Calderón Garaycoa vda. de Rocafuerte, en la primera cuadra de la calle del Senado. La policía acudió a protegerlos y finalmente terminaron exilados en Lima donde se afilió a la masonería. El 82 fundó en Loja el periódico “La Voz del Sur” para seguir combatiendo a Veintemilla.
Desde 1884 “había formado cautelosamente diversas asociaciones liberales que distaban mucho de ser partido, tímidas para que no se suscitase la conciencia de una generación educada por clérigos, modestas para que no desatase contra los pocos hombres de buena voluntad que las componían, las iras de la ensoberbecida y endiosada tiranía;” por eso, cuando en 1886 fue designado Subdirector de Estudios, tuvo que hacer profesión de fe católica para mantenerse en el cargo.
En 1888 salió electo Senador por Loja durante el gobierno del Dr. Antonio Flores Jijón. Al año siguiente y con motivo de las discusiones acerca del Tratado Herrera – García se formó en el país numerosas Juntas Patrióticas, Cueva Betancourt presidió la de Loja.
Para el negociado de la venta de la bandera en 1894 se movió ágilmente y cuando estalló la revolución liberal en Guayaquil el día 5 de Junio del 95, logró el dicho mes que Loja fuera la primera provincia de la sierra en secundar el movimiento con todo el peligro que eso representaba, pues las vecinas provincias de Azuay y Cañar rechazaron dicho pronunciamiento.
Al triunfar la revolución en Agosto con la batalla de Gatazo, como Jefe Civil y Militar de Loja trabajó por la consolidación de las instituciones liberales, instruyendo a los ciudadanos en el nuevo ideario político, reorganizando la administración y todo ello a pesar de la tenaz oposición del clero liderado por el Obispo español José María Massiá y Vídiela.
Su labor fue Intensa. Sacó del país a tres franciscanos llamados Miguel, Lorenzo y Luis, hermanos misioneros en Celica, por habérseles sorprendido en posesión de armas para la contra revolución. Igual hizo con los lazaristas extranjeros del Seminario de Loja que dirigidos por su Superior Leandro Dandy se oponían al liberalismo.
Ese año se produjo el alzamiento de Cuenca, que tuvo que ser dominado por las armas. El Obispo de Loja huyó el 1 de Junio del 96 al Perú. Entonces Cueva polemizó con el escritor conservador Octavio Cordero Palacios quien le acusó de ser “Jefe de perros”.
Para Septiembre fue designado Diputado a la Asamblea Nacional Constituyente que se celebró en Guayaquil y como era pobre y no tenía para el traslado Alfaro le ayudó económicamente y así pudo realizar el viaje. Salió electo Presidente de la Asamblea y ayudó al establecimiento de las bases del laicismo. Tan acertada labor le atrajo la simpatía de todos los sectores que vieron “al elocuente parlamentario, que debido a su carácter independiente y al valor y a la serenidad con que había resistido los negros despotismos, era como el Graco de la nueva democracia” y cuando la Asamblea se trasladó a Quito, fijó su domicilio en la capital.
El 97, al finalizar sus sesiones la Asamblea, Abelardo Moncayo apoyó su candidatura a la Vicepresidencia de la República, convenció de ello a Alfaro y le sacó electo por cuarenta y seis votos. El mandato de Cueva duró dos años hasta el 99, encargándose en varias ocasiones de la primera magistratura por ausencia del titular. Durante ese tiempo siempre mantuvo espléndidas relaciones con Alfaro y Moncayo, pues era un liberal moderno, de orden, como se decía entonces.
(1) Juan Cueva Betancourt (Loja1838 – Lima 1904) Hizo sus estudios de Filosofía en el Colegio La Unión, paso a la Universidad de Quito y se graduó de Doctor en Medicina y Cirugía en 1866 pero fue desterrado al Perú tras la revolución de García Moreno de Enero del 69 y permaneció algunos meses en Sullana donde se enamoró de una jovencita muy agraciada, siguió a Lima y se incorporó a la facultad de Medicina. Volvió a Sullana y contrajo matrimonio. Fijó su residencia en la Capital de Perú y allí falleció de sesenta y seis años de edad. |
Los días 11, 18, 22 y 28 de Abril de 1898 se realizaron las conversaciones en Quito con el Delegado Apostólico Juan Bautista Guidi, Nuncio de Su Santidad en el Brasil, quien había hecho su arribo el día 17 de Marzo. Cueva representó al Ecuador y aunque en Mayo se intentaron algunas fórmulas conciliatorias no logró resultado alguno y monseñor Guidi salió de Quito el 3 de Junio; después viajaría Cueva a Santa Elena con Abelardo Moncayo para tratar nuevamente los asuntos
eclesiásticos pero en esta ocasión con el nuevo Delegado Giuseppe Gaspari.
El 10 de Noviembre de 1899 fue designado Rector del instituto Nacional Mejía creado en Quito como Colegio laico, entre una terna formada con Juan Benigno Vela y Felicísimo López y reemplazó en el cargo al Dr. José Julián Andrade.
Primer Rector del Normal había sido el Dr. Valdemar de Korak, alemán. Meses después fue Segundo Rector el Dr. Lino Cárdenas. Tercero fue el Dr. Aparicio Batallas. Cuarto el Dr. Alejandro Cárdenas y Quinto el Dr. José Julián Andrade, pero todos ellos duraron solamente meses. Cueva desempeñó el cargo hasta Agosto de 1902 que renunció.
En el libro “El Mejía y la Educación Laica en el Ecuador,” su autor Edwin Guerrero, dice: Tres maestros modelaron al Mejía en sus primeros treinta años: Manuel Benigno Cueva, Abelardo Moncayo y Manuel María Sánchez. El rectorado de Cueva fue de formación y proyecciones para el progreso del Colegio, a ello contribuyó su gran presencia intelectual y política.
En 1900 asistió como Senador de Loja al Congreso de ese año y le correspondió presidir la Cámara. A principios del 901 sonó su nombre como precandidato del Partido Liberal a la presidencia de la República “por la energía de su alma inquebrantable, virtud política incorruptible, bondad de corazón insuperable, cualidades que embellecidas por la diplomacia, el tacto y finura política, la ilustración vasta, el juicio recto, la inteligencia luminosa” le favorecían, pero como por imposibilidad constitucional no podía ser electo sino hasta después de dos periodos, se prefirió al General Leonidas Plaza.
El 5 de Junio de 1904 reunió en su casa en Quito al grupo alfarista que el pueblo denominó “La Fronda” y ante la proximidad de la sucesión presidencial se acordó que Eloy y Flavio Alfaro, Manuel Antonio Franco, el Presidente Leonidas Plaza y Lizardo García nombraran cada uno de ellos seis delegados y estos treinta designen al candidato oficial del Partido a la presidencia de la República. A Plaza le disgustó el Plan pues ya tenia su candidato propio que era Lizardo García y en su enojo llegó a disgustarse con su compadre y Ministro de Guerra Flavio Alfaro, a quien terminó por cancelar después de un fuerte altercado.
Triunfante Lizardo García en las elecciones se posesionó de la presidencia de la República en Agosto de 1905. Cueva Betancourt empezó a conspirar en Diciembre y al producirse el levantamiento armado de Riobamba el 1 de Enero de 1906 apoyó a Alfaro, con quien, sin embargo, se enemistó a fines de ese año a través del recién fundado diario “El Comercio”, pues escribió en contra del poder judicial, por no haberse opuesto al contrato para la construcción del ferrocarril Guayaquil – Quito, entre el gobierno ecuatoriano y el empresario norteamericano Archer Harmann y fue perseguido por el gobierno. En Agosto de 1907 debió esconderse conjuntamente con el Coronel Luis Quirola y el General Emilio María Terán, pero más tarde volvieron a integrar las filas del alfarismo.
En “Hombres de la Revuelta”, Manuel J. Calle escribió de Cueva lo siguiente: Es uno de los mascarones decorativos del Partido Liberal y le acusó de ser liberal católico, es decir, lo menos liberal que se podía ser; claro está que Calle figuraba en 1908 entre los más exaltados anti alfaristas del país.
De allí en adelante, fue desilusionándose de la política y prefirió la paz y tranquilidad de su hogar. En 1913 fue designado Ministro Juez de la Corte Suprema de Justicia durante la segunda presidencia de Plaza. Estaba viejo y como siempre vivía empobrecido. En 1917 el Congreso Nacional dictó a su favor un honrosísimo Decreto de Jubilación considerándole ciudadano ilustre. Murió poco después en Quito, el 20 de Marzo de 1918, de setenta y cinco años de edad, con fama de honrado y de patriota.