SUCEDIÓ EN CUENCA
INADVERTIDA POSESION DE ESPÍRITUS
Conversaciones a mitad de la noche

Uno de mis cuñados tiene actitudes para médium pues aunque nunca se le ha ocurrido invocar a los espíritus, son tantos los casos misteriosos que le ocurren que podríamos decir que su vida se desenvuelve en un mundo mitad real y mitad fantasmagórico donde no se discierne la línea divisoria y aunque podríamos sentarnos: tranquilamente a contar las anécdotas de su vida, voy a referir solamente una que hasta la considero profética.
Resulta que nuestra familia tenía una propiedad agrícola fundada por el abuelo hacia 98 años; era una antigua hacienda con todas las cosas buenas y malas de los fundos del siglo pasado. Daba al río, tenía su casona, caminitos para andar a caballo, canteros y arboledas, culebras y lagartos y quedaba cerca del carretero, pero también un sindicato de trabajadores agrícolas muy belicoso y que nos hacía la vida imposible con sus continuos aunque un si es no justificados reclamos. De todas maneras la situación de esa empresa era deteriorada, por el aumento continuo de los salarios y demás prestaciones agrícolas y por numerosos gastos que a diario se presentaban y todos temíamos por su futuro.
Mi cuñado había viajado a una población de la Sierra donde la familia poseía una casa que había sido de los antepasados. En esa ciudad vivían varios primos y con motivo de su llegada se reunieron a cenar. Llegada la noche, a alguno de los presentes se le ocurrió realizar una sesión de espiritismo dizque para pasar el rato, sin imaginar los poderes de mi cuñado.
Todos se sentaron alrededor de una mesa de madera y unieron sus manos invocando al espíritu del abuelo, emigrante europeo de gran sentido común que había amasado la fortuna. En ese momento las aldabas de metal de ambas puertas del cuarto se cerraron sobre sus seguros, con golpes secos que dejaron a todos mudos de asombro, porque nadie estaba cerca de las puertas. Demasiada coincidencia, dijo el primo Manuel, único que pudo decir algo. Enseguida algunos de los presentes sintieron como una corriente eléctrica en las manos que les obligó a retirarlas y mirándose a las caras encontraron que los que se habían retirado eran los maridos y las mujeres de los primos, en otras palabras, alguien estaba interfiriendo desde el más allá para que sólo se quedaran a la sesión los descendientes del abuelo Jaime.
Así las cosas, mi cuñado sacó un papel que tenía en el bolsillo y dibujó un tablero con letras, números y un si y un no grandes. Una copa de cristal se trajo del aparador y comenzó a moverse, siempre entre las manos de los primos, señalando letras que formaban palabras y frases. A cada uno de los presentes el abuelo le dio un consejo, sobre cómo portarse en la vida, dominar las pasiones y actuar en el futuro. Sobre la empresa dijo que se cerraría justamente al cumplir cien años, lo que en verdad se produjo en ese aniversario por causa de un conflicto colectivo y al tocarle al primo César su turno de preguntar, la copa dejó de moverse y no hubo forma que diera un mensaje. Entonces mi cuñado preguntó la razón y la respuesta fue; “No veo su futuro”.
Aquí terminó la sesión y todos comentaban sobre el futuro de César, que su futuro era tan complicado que ni el abuelo se lo había podido decir. Minutos después estaban en sus camas acostados y conversando despreocupadamente cuando mi cuñado entró en trance hipnótico y con los ojos salidos de sus orbitas gritaba: ¡COJANME, ME LLEVAN, NO ME DEJEN LLEVAR!
Varios primos salieron de sus cuartos y entre todos comenzaron a friccionar el cuerpo de la víctima, que seguía con los ojos volteados y hacia atrás, rígido y frío y sólo después de algunos minutos comenzó a volver en sí, aunque no recordaba nada del episodio.
Al poco tiempo de estos sucesos César moría en un accidente de aviación ocurrido cerca de Cuenca y se cumplía la profecía del abuelo en lo tocante a su futuro, pues estaba destinado a tener un próximo fin, según se desprendía del mensaje recibido “NO VEO SU FUTURO”. I era que no lo tenía porque César ya estaba casi muerto para entonces.