BOMBERO.- Nació en Guayaquil el 2 de Noviembre de 1908 en la casa de su abuelo materno Francisco Jiménez Arce situada en Chile entre Ballén y 10 de Agosto frente al parque Seminario. Hijo legítimo de Miguel Cucalón Jiménez Cónsul General de Colombia y luego de Panamá en Guayaquil, fallecido en 1941; y de Istmenia Jiménez Tama, que el día de su cumpleaños falleció del corazón, en mitad de una alegre reunión, al agacharse a recoger el abanico que había caído de sus manos; naturales ambos de Panamá. El menor de cuatro hermanos.
De siete años su padre le llevó de mascota a la Compañía Sucre No. 19 del Cuerpo de Bomberos. Realizó la primaria y parte de la secundaria en el colegio salesiano Cristóbal Colón, para concluir en el Vicente Rocafuerte donde se graduó de Bachiller en 1928. Entonces siguió cursos de Contabilidad con el profesor José Eduardo Molestina Sotomayor, ocupó la secretaría del Consulado de Panamá y empezó a trabajar en el almacén de su hermano Miguel, ubicado en la calle Illingworth, al lado de Max Muller, de venta de llantas, pinturas, electrodomésticos y objetos deportivos, que luego se trasladó al frente de la plaza San Francisco con el nombre de “Sociedad Internacional de Comercio S.A” Ya era ayudante de la Compañía Sucre No. 19. El 30 ascendió a Canciller del Consulado, el 32 fue Cónsul encargado y Alférez de reserva de Caballería, siguió prestando su contribución hasta llegar el 41 a Segundo Comandante del Grupo de Caballería 9 de Octubre de las Reservas Nacionales. El 33 se afilió al Partido Liberal Radical e intervino en la campaña presidencial de Colón Eloy Alfaro, con quien le unía lazos de parentesco y amistad. El 35 fue tesorero del Guayaquil Polo Club, pues era un consumado jinete y amaba la equitación. El 40 fue Vocal de la Federación Deportiva Nacional del Ecuador.
El 43 fue nombrado por el Ministro de Hacienda, Alberto Wright Vallarino, para representar a los importadores de automóviles, camiones y llantas de Guayaquil, ante la Dirección de Prioridades y Distribución de Importaciones.
El 44 fue reincorporado al servicio activo del Cuerpo de Bomberos con el rango de Comandante de la Compañía Olmedo No. 7, donde se mantuvo dos años. Vivía con sus padres en Chimborazo entre Luque y Aguirre, era un deportista intelectualizado que coleccionaba estampillas y monedas y había iniciado una interesante correspondencia genealógica con investigadores de Panamá.
El 45 fue accionista del Jockey Club. El 46 volvió a ocupar una de las vocalías de la Federación Deportiva del Guayas, enamoraba dando pases a caballo por el frente de la casa y contrajo matrimonio con María de Ycaza Illingworth, matrimonio estable, tendrán nueve hijos. El 47 fue Director de la Cámara del Litoral y Vicecónsul de Nicaragua. Entonces se cambió a una villa de su propiedad que acababa de construir en Carchi entre Diez de Agosto y Ballén, barrio del Salado.
Entre el 48 y el 51 ejerció una de las Concejalías de Guayaquil durante la administración de Rafael Guerrero Valenzuela y de acuerdo con Luis Noboa Ycaza logró que la municipalidad contrate al Dr. Rafael Euclides Silva para la revisión de la versión paleográfica efectuada por José Gabriel Pino y Roca en 1920 de las Actas del Cabildo, el 49 fue presidente fundador del Centro de Cultura Hispánica y desde el 51 ocupó el consulado de Nicaragua hasta su muerte.
El 51 volvió nuevamente al Cuerpo de Bomberos como Jefe de la Primera Brigada, llevado por el Coronel Julio César Rumbea, Primer Jefe del Benemérito Cuerpo. El 52 figuró entre los primeros miembros de la Fundación Internacional Eloy Alfaro con sede en Panamá. El 13 de Noviembre del 53 presidió el Comité pro monumento al General Eloy Alfaro que recién el 58 pudo obtener los fondos necesarios para convocar a un concurso abierto de maquetas.
Entre el 53 y el 55 fue Concejal de
Guayaquil en las administraciones del Dr. Rafael Mendoza Avilés y Pedro Menéndez Gilbert. El 55 figuró entre los miembros fundadores del Instituto de Genealogía y Heráldica con su presidente Pedro Robles y Chambers, Luis Noboa Icaza, Clemente Pino Icaza, Miguel Aspiazu Carbo, Julio Pimentel Carbo, Francisco Urbina Ortíz, Ignacio Jurado Avilés, etc.
Este último año fue designado Primer Jefe del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil con el rango de Coronel, funciones que ocupó hasta enero del 61 que el Cuerpo pasó a formar parte del Ministerio de Previsión Social, pero volvió en Diciembre como Primer Jefe Interino y fue ratificado en Febrero del 62.
El 56 fue miembro del Tribunal Provincial Electoral del Guayas. El 57 falleció del corazón su hermano Miguel y le reemplazó en la gerencia de su almacén. El 58 fue electo Diputado por la agrupación “Acción Cívica del Guayas” pero no concurrió al Congreso. El 60 fue socio del Club Hípico y puso un almacén propio en la calle Vélez frente a la plaza de San Francisco pero no le fue económicamente bien.
El 61 asistió como observador del gobierno de Nicaragua a la reunión de países bananeros celebrada en Guayaquil. El 8 de Octubre inauguró en la Avenida de las Américas el monumento a Alfaro, obra del escultor Alfredo Palacio. El 62 ocupó una de las vocalías de la Cámara de Comercio de Guayaquil. Con la dictadura de la Junta Militar de Gobierno entre el 63 y el 66 volvió a ser Concejal y el último año ascendió a Vicepresidente del Concejo Cantonal. El 66 fue miembro del Comité de Vialidad, vocal del comité pro construcción impostergable del puente sobre el río Guayas y presidió la Junta constitutiva de “Amazonas Compañía Anónima de Seguros.”
El 69 fue Director en el Banco de Descuento y presidió el Consejo de Administración del Cuerpo de Bomberos como delegado personal del Ministro de Previsión Social, luego fue Inspector General de Defensa contra Incendios de todos los Cuerpos de la República hasta el 71.
El 70 integró la Junta Cívica del Guayas que fundó Julio Estrada Icaza e ingresó a la Asociación de Hidalgos a fuero de España por el brazo armado de la nobleza del reino de Aragón. El 72 fue miembro de la Sociedad Bolivariana del Ecuador, había comprendido que el país tenía ambas vertientes históricas que no se oponían sino que se complementaban. Ese año formó parte del Patronato del Archivo Histórico del Guayas.
Se encontraba sano y disfrutaba viendo crecer a su larga familia pero su situación económica se había deteriorado. Por las tardes paraba al pié del Banco La Previsora con Rodrigo Icaza Cornejo, David Miranda Franco, José Arosemena Jaramillo, Juan Aguirre Oramas y otros amigos. Antes lo había hecho al pié del diario La Prensa en Boyacá entre 9 de Octubre y P. Icaza, pues siempre fue muy ocurrido y gozaba de amplia popularidad.
Lamentablemente su costumbre de fumar le acarreó un enfisema pulmonar que al principio no le fastidiaba hasta que a finales de Enero del 76 se sintió indispuesto, guardó cama y falleció ocho días después, en Guayaquil, el 1 de Febrero, a la edad de sesenta y siete años de edad. El entierro fue con honores, y Capilla ardiente en el Cuerpo de Bomberos, donde recibió el sentido homenaje de sus compañeros de la casaca roja.
Su estatura mediana, contextura algo gruesa, faz blanca aunque curtida por el sol, pelo negro, ojos café, una infaltable barba en perilla le daba singularidad y prestancia y debió ser miope pues siempre le conocí con lentes.
Fue una personalidad social, dejó una genealogía de su familia bastante completa que espera ser publicada por sus descendientes, así como varias colecciones de documentos de Panamá y Guayaquil. I sobre sus conocimientos históricos, que solía trasmitir en forma oral, Julio Estrada Icaza escribió lo siguiente:
“Estaba dotado de una memoria privilegiada, era un verdadero cronista oral de Guayaquil, no solo testigo de los acontecimientos de este siglo, sino como prolijo recopilador de información
de un pasado algo más remoto….. En
repetidas ocasiones le solicitamos que vertiese aquellos insustituibles conocimientos en forma tal que perdurasen para las generaciones venideras; pero aduciendo no poseer facilidad para escribir se negaba o postergaba toda decisión al respecto. Nos encontrábamos ya planificando la grabación de sus entretenidas a la vez que instructivas conversaciones, cuando se inició el proceso de su última enfermedad… La historia oral, aquella historia viva impregnada de anécdotas que transforman el pasado en un presente que lo llegamos a imaginar con increíble realismo, es un elemento necesario en la reconstrucción del ayer. Fue uno de los más fervientes cultores y de sus más entretenidos expositores. Con su partida han desaparecido también muchos datos que tan sólo permanecían grabados en su excepcional memoria y cuya reconstrucción, a base de la escasa información escrita existente, será tanto más difícil de obtener”.