CRESPO TORAL REMIGIO

RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE CUENCA.- Nació en Cuenca el 4 de Agosto de 1860 en una casa situada en la Luís Cordero y Presidente Córdova y fue bautizado el mismo día con los nombres de José Benigno Salvador, siendo el Remigio añadido posteriormente. El cuarto hijo legítimo de Manuel José Crespo Patiño (1819­93) Alcalde de Primer Voto de Cabildo, y de Mercedes Estévez de Toral y Flor (1828-1909) hermana del Obispo de Cuenca Remigio Estévez de Toral y Flor, cuencanos.

Creció en la heredad familiar de Quingeo, valle cercano a la ciudad, donde su madre le enseñó las primeras letras, los alicientes del campo y la religión. Allí se acostumbró a trabajar con la azada a la mano por amor a la tierra. A los ocho años experimentó su más temprana emoción poética al presenciar una caída de sol detrás de unas montañas y escribió versos en diversos cuadernos, pero su temperamento retraído hizo que los ocultara en un cajón secreto.

En Octubre del 73, de trece años, pasó a estudiar al Colegio Seminario de Cuenca, aprendió latín y castellano, compartiendo los honores del mejor estudiante y formó parte de la Academia Literaria de San Luís Gonzaga. El 74 ingresó al Liceo de la Juventud que presidía el padre Julio Matovelle y colaboró en el periódico manuscrito “La Aveja” admirando a sus profesores jesuitas.

El padre Teódulo Vargas organizaba los meses de Mayo dedicados a la Virgen donde el joven Remigio colaboró con varias poesías marianas, el padre Lorenzo Gangoiti lo inició en el cultivo de las ciencias y las bellas letras y el presbítero Federico González Suárez lo llevaba en su compañía a los paseos de las tardes.

En 1876 escribía semanalmente para “El Alba,” periódico manuscrito que había fundado, allí apareció su primera elegía titulada “En la muerte de Grau” y al ser clausurado el Seminario pasó al Colegio Nacional y en 1878 obtuvo el título de Bachiller.

En Noviembre ingresó a la Universidad a estudiar Derecho y junto a su hermano Cornelio y a Honorato Vásquez editó el semanario “El Correo del Azuay” donde salió su romance “Dios y Patria”, un artículo polémico denostando a la revolución francesa con motivo de cumplirse el centenario de docho acontecimiento histórico y otro sobre la expulsión decretada contra las Congregaciones en Francia pues estas primeras composiciones, romances y ensayos, continuaban bajo la influencia de las ideas ultramontanas de Julio Matovelle, para quien todo cambio político era obra del demonio e ingresó a la Academia de Derecho Público con la lectura de un Discurso sobre la unidad religiosa, y en otra sesión trató sobre religión y política.

En 1880 comenzó a colaborar en “El Fénix” de Quito y a finales de año sufrió persecuciones políticas, abandonó los estudios, regresó a Quingeo y dejó de publicarse “El Correo del Azuay”.

En plena campiña azuaya padeció la sequía de los años 82 y 83 que fueron terribles y describiera con tanto detalle en “La Leyenda de Hernán”, editada tardíamente el año de su coronación.

A mediados del 83, caído el gobierno del General Veintemilla y nuevamente en Cuenca, salió de la poesía mariana para imprimir “Los Voluntarios de la Patria”, folleto de 10 págs. dedicado a su amigo Alberto Muñoz Vernaza. En Quito ganó fama literaria al obtener la Palma de Oro en el concurso promovido con ocasión del centenario del nacimiento del Libertador Bolívar, triunfando con “Últimos pensamientos de Bolívar”, poesía patriótica con notas elegíacas que recitó en el teatro Sucre su amigo Luís Pólit Cevallos pues Crespo Toral no se movilizó a la capital.

La fama, sin embargo, le llegó con una pena, pues su prima Maria Teresa Toral Malo a quien el poeta amaba en silencio, prefirió a Antonio Vega Muñoz y se casó al año siguiente, el 85, con él.

En 1884 presidió el Liceo de la Juventud, fundó la revista literaria “El Progreso” y editó su poesía “La Campaña de los Muertos” en 10 pags. Entonces fue nombrado Secretario de la Gobernación del Azuay inspeccionando con el Gobernador Francisco J. Moscoso casi toda la provincia. Poco después éste le hizo elegir Diputado a la Convención Nacional, viajó a Quito, frecuentó los cenáculos literarios y pronto se convirtió en ídolo de aquellos salones, mientras los acreedores de su familia se apropiaban de Quingeo y eso le motivó a cantarle a dicha tierra en “Mi Poema”, composición en 27 págs. que ha conocido varias reediciones, con poesía narrativa dentro de una línea romántica tardía, poblada de recuerdos y de estructuras devotas, arcaicas y familiares pero con una cierta libertad tomada de Longfellow

  • quien escribía sobre más tierra, más humanidad y menos devoción – a quien seguía desde el 83 que había publicado en los Anales de la Universidad de Quito su artículo “Un nuevo ideal poético.” Desde Chile Benjamín Vicuña Mackennan elogió “Mi Poema”.

El 86 se graduó de Abogado y ejercerá hasta el 94 solamente, inició la publicación anual de la “Guirnalda del Rosario” y el 23 de Octubre del 86 contrajo matrimonio con Elvira Vega García, rica heredera, matrimonio feliz y con larga descendencia (nueve hijos) Ella era la hija preferida del entonces Gobernador de Cuenca, Manuel Vega Dávila, propietario agrícola de los contornos, quien le quiso como a hijo y dejó de herencia la hacienda “Huangarcucho” y las fincas “Chicticay” y “Bullcay.”

Entre el 87 y el 92 concurrió a la Cámara de Diputados en representación del Azuay, destacando por sus dotes de orador. En el Congreso del 87 fue elegido Vicepresidente de dicha Cámara y al año siguiente la presidió, también el 88 triunfó con el poema “España y América en lo provenir” en el concurso organizado por la Academia ecuatoriana de la lengua e ingresó a ella.

En 1889 editó sus poemas “Últimos pensamientos de Bolívar” y “América y España en lo porvenir” en 61 pags. Pero – cosa rara en un intelectual

  • calificó al teatro en general, de pináculo de la inmoralidad y la corrupción, sumándose en esto al criterio fanatizado del obispo Miguel León Garrido, quien – entre otras tonterías – había afirmado que los liberales eran autores de negros hechos y perversas doctrinas. Entonces viajó por Perú y Chile y a su regreso a Cuenca fue reelecto Diputado y concurrió al Congreso de 1890.

Desde el 93 principió a componer meditaciones poéticas bajo la disciplina del recogimiento para la revista “La Unión Literaria”, bajo el seudónimo de Stein que pronto hizo famoso y recopiló estos artículos bajo el título de “Leyendas de Arte.” La Unión Literaria se publicó en tres series de doce números cada uno (1893-94) (1902-03) y (1903-04) Crespo Toral trinó el 93 contra los modernistas y el modernismo a través de sus páginas.

En 1894 ocupó la Subdirección de Estudios del Azuay y comenzó colaborar en la revista semanal de literatura, ciencia y artes “Guayaquil” que dirigía el Dr. Cesáreo Carrera Padrón en el puerto principal. El 95 formó parte de la representación diplomática que presidió Honorato Vázquez y viajó a Venezuela con motivo del Centenario del nacimiento del Gran Mariscal Antonio José de Sucre.

La revolución liberal no le perjudicó mayormente pues jamás había sido un político activo ni sus intervenciones en los Congresos le ocasionaban odiosidades como a su beligerante maestro el padre Julio Matovelle.

Tampoco se había granjeado enemistades como Alberto Muñoz Vernaza (cómplice en el fusilamiento del héroe liberal Luís Vargas Torres en 1887) y al igual que Honorato Vázquez, su pluma se deslizaba solamente para cantar y rezar pues vivía en una Cuenca bucólica, eglógica y sojuzgada; por eso sus colaboraciones literarias para “El Grito del Pueblo” de Guayaquil, le permitieron conocer las noticias de un mundo lleno de novedades que llegaba de París y que sin embargo no supo o no quiso aprovechar, porque no cambió nunca su modo de ser y escribir, aunque sostuvo arduas y literarias polémicas con “Don Venacio” (José Modesto Espinosa) y con “Benvenuto” (Manuel J. Calle) y cuando trató de “Los parnasianos en América” erró lamentablemente pues “su forma de ser y de pensar y su literatura respondía a una idiosincrasia regional, sentida y hasta pintoresca y por eso mismo pecaba de prosaica y pueril, fastidiando por repetición del tema y uniformidad en la técnica y como no evolucionó porque siempre fue un conservador de valores y estructuras, jamás abandonó su romanticismo inicial, ni sintió ni comprendió a las nuevas escuelas, a las que llegó a tachar de hijas de un positivismo exótico y de un arte extravagante y degenerado.

El 96 colaboró en la “Semana literaria” revista que dirigía en Quito Manuel J. Calle. El 97 editó su “Canto a Sucre” en Guayaquil.

En 1898 viajó por los Estados Unidos, Inglaterra y Francia acompañando a su anciano suegro, que estaba muy enfermo. De regreso volvió a la palestra pública como Diputado por el Azuay. Sus actuaciones fueron discretas, caballerosas y se opuso a la Ley de Patronato. Al año siguiente publicó “Voto salvado de los Diputados” en 12 págs. El 99 fue nombrado Cónsul de Chile en Cuenca.

En 1902 editó por segunda vez “La Unión Literaria” y en Octubre comenzó a aparecer su “Pleito Secular”, serie que año a año, con tal o cual interrupción, seguiría, de la que Calle opinó que era “un modelo de concreción patriótica”.

En 1904 asistió otra vez al Congreso y al finalizar las sesiones el año 5 fue contratado por el presidente Leonidas Plaza como abogado consultor del Ministerio de Relaciones Exteriores, de manera que seis meses después presentó el proyecto de alegato y el ejecutivo lo designó Primer secretario de la Legación Especial acreditaba ante el gobierno español para la solución del Laudo Arbitral, viajando con el Comisionado Regio Ramón Menéndez Pidal y con Honorato Vázquez, por el Perú, Chile, Argentina, Brasil, Portugal y España.

El 4 de Junio de 1905 arribó a Madrid donde habitó varios meses. De regreso a Cuenca en 1906 editó “Algo acerca de la enseñanza Universitaria” en 22 págs. y al cumplirse el Centenario de nuestro primer grito de independencia en 1909 dio a la luz un estudio sobre dicho tema en “Cien años de emancipación” en 49 págs.

Elvira, su hija mayor, contrajo matrimonio con Gonzalo Cordero Dávila, hijo del ex Presidente Luís Cordero Crespo, su pariente lejano.

En 1910 ocurrió la movilización armada con Perú y tomó la palabra en la coronación del busto de Luís Cordero. El 13 participó en la fundación del Banco del Azuay, años más tarde ocuparía la Vicepresidencia de esa institución. El 15 organizó el Centro de Estudios Históricos y Geográficos del Azuay con Julio Matovelle, Honorato Vásquez, Ezequiel Márquez y Francisco Talbot, concurrió a las sesiones del Congreso y fue electo presidente de la comisión de Relaciones Exteriores.

Para entonces era el miembro más representativo del conservadorismo azuayo y del alma cuencana; su porte sereno, trato caballeroso, proverbial cultura, modales cortesanos, vida pública y privada virtuosas, le acreditaba el respeto y la consideración unánimes del país.

Vivía patriarcalmente en una gran casa de la calle larga, modesta por fuera pero encantadora por dentro, con vastos salones donde se escuchaba de continuo el gorjeo de los pájaros y el arrullar rumoroso del río que corría hacia la parte de atrás donde todo era luz, música y arcadia, numerosos niños completaban tan idílico hogar.

De costumbres austeras, diariamente se levantaba con el sol para asistir a la misa de la vecina iglesia de la Merced y al caer la tarde rezaba el rosario en familia.

Si salía a la calle lo hacía con capa española y como buen caballero y escritor “había hecho votos perpetuos de profesión literaria, de cantar hasta morir, de admirar las hermosuras vistas y adivinadas, de luchar por lo amado y lo creído – su comarca y su religión – y de ir hasta el fin con la pluma en la mano”.

Su mundo y sus creencias adecuaban su acción, de allí su contemplación estática de las campiñas del austro y el minucioso registro de los efluvios de su corazón. Mas, no se crea que era un egoísta que vivía sólo para sí, también sufría por los pobres aunque en forma paternalista y por sus paisanos víctimas de la pequeñez y el aislamiento del austro. Por ello se refugiaba en la religión y en la poesía, como escapismo ante la poderosa ola de materialismo que aplastaba lo bello y lo ideal.

En 1917 su amigo el presidente Alfredo Baquerizo Moreno, poeta como él, le ofreció la cartera de Relaciones Exteriores, que declinó aceptar amablemente. Ese año se organizó un Comité Nacional para su coronación como poeta. En Cuenca aparecieron sus “Poesías varias” en el Boletín de la Coronación. Un clamor de aplausos se levantó en todo el país, Manuel J. Calle viajó a entrevistarlo y luego le dedicó una de sus célebres Semblanzas, donde le dijo burla burlando que era “poeta nacional porque cantaba a la nación.”

Así las cosas y antes la general expectativa el día 3 de Noviembre del 1917 fue coronado en la plaza central de su ciudad natal, en acto solemnísimo, apoteosis que aceptó como un hecho contrario a su carácter, más bien tímido y amante de las cosas íntimas y por eso escribió “No me consideraré feliz sino cuando haya pasado todo y vuelva a mi retiro, a gozar de ese don que debo al cielo.” Al acto concurrieron el Presidente Alfredo Baquerizo Moreno, los embajadores de los Estados Unidos, Bélgica, Chile y Perú, la sociedad y el pueblo de Cuenca. Intervino el Dr. Rafael María Arízaga quien colocó sobre las sienes del poeta una dorada corona de laureles. El ilustre homenajeado solo tenía cincuenta y siete años de edad. La coronación fue motivo para que diera a la luz publica las dos obras mayores de su poesía y del grupo cuencano: 1) “Leyendas de Artes y otros poemas” en 409 págs. que apareció en Quito y donde incluyó algunas poesías: Los inmortales, Arte poética América y España etc. y 2) “Leyenda de Hernán” en 175 págs aunque “para entonces resultaban un anacronismo, cuando al nacer treinta años antes habían aspirado a la anticipación y a la originalidad.” Al año siguiente Calle editaba en Guayaquil el sonetario “Genios” en 129 págs. que el propio autor había depositado en sus manos.

De allí en adelante fue una leyenda viva. En mayo del 19 inauguró con Honorato Vásquez como padrinos y Manuel y Alfonso Moreno Mora como directores, la aristocrática Fiesta poética de la Lira en el mes de la Virgen. Poco después habló en Quito durante la colocación de una Placa conmemorativa en la casa del Dr. Luis Felipe Borja Pérez (padre) A su regreso dictó una conferencia sobre “Colonización y caminos a la región oriental”. En 1920 declinó la Embajada en Perú pero en octubre viajó a Guayaquil, leyó su discurso sobre el prócer y poeta “Olmedo’” que imprimió en 32 págs. y en la revista Páginas literarias aparecieron sus “Apuntes sobre la poesía del Azuay” en dos series.

El 4 de noviembre aterrizó en el sitio Jericó a las afueras de Cuenca el aviador italiano Elia Liut, célebre piloto de la Gran Guerra. La población deliró de entusiasmo, Crespo Toral exclamó ante el aislamiento y abandono en que se encontraba el austro “Ya solo nos quedan los caminos del cielo.

En 1921 fue electo Vocal de la Junta de Mejoras de Obras Públicas de Cuenca y Vicepresidente del directorio del partido conservador del Azuay. El 22 fue Concejal y al cumplirse el VI centenario de la muerte de Dante Alighieri redactó una conferencia que en opinión de Hernán Rodríguez Castelo “desborda por su amplitud y valores literarios el género y se convierte en espléndido ensayo”, de allí que no han errado los críticos cuando al hablar de su obra han manifestado que fue mejor prosista que poeta y por supuesto un polígrafo consumado. Ese año salió impresa su conferencia sobre el Dante en 33 págs.

En 1924 se excusó de viajar al Perú como Enviado especial a los festejos por el centenario de la batalla de Ayacucho. En 1925 fue designado Rector de la U. de Cuenca, lo reeligieren por dos periodos más y ocupó dichas funciones hasta su muerte.

El mismo año 25 llevó la palabra en la iglesia del Santo Cenáculo ante los restos de su amigo el poeta Miguel Moreno y su Elogio se imprimió en 48 págs.

Desde entonces y hasta su muerte algunas penas le causaron verdadero dolor. El 25 murió su hijo Pablo Emilio. El 26 Eloísa, el 29 Rafael, el 35 Juan Teodoro y se fue quedando solo y viejo, pero no introvertido.

A principios de 1926 ocupó la Presidencia del Concejo Cantonal de Cuenca. El 26 de Abril inauguró la Asamblea de Municipalidades con el discurso “Geografía agrícola de la antigua provincia del Azuay”, en 57 págs. y presidió dicha Asamblea. El 27 editó “Ocaso de un genio” poemario dedicado a Bolívar en 71 págs.

En 1928 fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente y para el I Congreso mariano celebrado en Cuenca habló sobre “María en América y España”. Ese año se conformó un Comité para la coronación canónica de la virgen popularmente conocida como la Morenita del Rosario al que obsequió sus artísticas preseas de oro y plata para ser utilizadas en la confección de la corona, lo cual constituye una pérdida para la historia de la artesanía del Azuay. En el “Diario Nacional” publicó una serie sobre “Medios para mejorar la agricultura. Enseñanza Agrícola” y recopiló sus artículos sobre el “Pleito Secular” que unió a su ensayo sobre “El Divorcio de Colombia” en 64 págs. reseñando nuestro nacimiento como república y el vía crucis limítrofe.

En febrero del 29 habló a nombre de la Asamblea Nacional ante el monumento de Sucre, por conmemorarse el centenario de la batalla de Tarqui. Dicho discurso salió en 1930 en 52 págs.

Ese mismo año 29 declinó aceptar la plenipotencia para firmar en Washington el Pacto Kellog y en el Salón Máximo de la U. de Cuenca dictó una conferencia sobre la cumbre “Americanismo hispánico dentro del Panamericanismo”, tratando de hermanar ambas tendencias. También apareció su poemario “Facie Christie” en 14 págs. y en diciembre disertó sobre “El Pontificado ante la historia” durante las festividades por las bodas de oro de Pío XI.

Vivía inmerso en la fe, dentro del rito, preocupado por la religión y atemorizado por el aislamiento del austro. En enero de 1930 habló ante la Federación Católica del Azuay sobre “La Acción Católica”, en Octubre tomó la palabra en el teatro Sucre de Quito en el bimilenario de Virgilio y se excusó de aceptar la Consejería de nuestra Misión en Lima, fiel a su política de no abandonar su austro querido. Ese año fue electo Senador por las provincias de la región oriental. En marzo del 31 disertó en la U. de Cuenca sobre “Vialidad en las provincias del Azuay y Cañar” y para el II Congreso Mariano trató sobre “La mujer en el plano divino”.

Era presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso y del Centro de Estudios Históricos y Geográficos del Azuay.

En marzo del 32 habló sobre la “Educación en la economía” en la conferencia de Extensión Universitaria, aceptó ser miembro de la Junta Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores durante el conflicto internacional de Leticia y las consiguientes negociaciones en Washington, también prologó para su amigo muy admirado el padre Aurelio Espinosa Pólit su libro: “Virgilio el poeta y su misión providencial “ y editó el ensayo histórico titulado “La sombra de Sucre” en 52 págs.

Ese año concurrió al Congreso como Diputado por el Azuay y sostuvo ardorosas polémicas con el liberal Cesáreo Carrera Padrón representante del Guayas y con el joven Socialista Emilio Uzcátegui del Pichincha, sobre razones estrictamente doctrinarias, ya que mantenía la ideología fascista en el Ecuador pues nunca había podido superar los enfrentamientos con la modernidad, representada primero por el liberalismo y luego por el problema obrero y campesino sostenido por la intelectualidad socialista del país. Era pues, un político anacrónico y de trasnochadas ideas para ese entonces.

En 1933 habló en el I Centenario del nacimiento de Luís Cordero. Ese año se realizó con gran aparato la coronación Canónica de la Morenita del Rosario, punto culminante de la ideología fascista en Cuenca. Hubo discursos, invitados nacionales, concentración de fieles, invocaciones patrióticas para que salve al Ecuador ¿De qué? se preguntaban los liberales que ejercían el mando, pues de eso mismo contestaban los conservadores. El 34 no aceptó la Cancillería que le ofreció el presidente electo José María Velasco Ibarra y dio a la imprenta su poemario “Plegaria” en 162 págs. sumándose a una serie de dislates seudo teológicos que había enunciado el dean de la

Catedral de Cuenca Joaquín Martínez Tamariz, quien dijo “La izquierda réproba ha proclamado la negación de Dios y el odio a los demás. No solo ha neutralizado la enseñanza, sino que ha envenenado con la negación anti religiosa, a fin de suprimir la inmortalidad del alma y la conciencia moral”.

En 1936 disertó sobre “la Litis Ecuatoriana Peruana en Washington,” asistió a la Conferencia de Paz en Buenos Aires y salió su “Selección de Ensayos” en 519 págs. con prólogo de Gonzalo Zaldumbide, así como el Discurso magistral pronunciado en 1921 sobre García Moreno en 144 págs. y el artículo “Elogio de Antonio y Ramón Borrero” en 7 págs.

En 1937 dio a la luz “La Pasión de Jesús en la Historia” y su “Biografía de Miguel Moreno” en 19 págs. El 38 disertó sobre “La Revolución contra Espinosa” en 25 págs. y en Mayo, durante la Asamblea de Profesores y estudiantes de la Universidades de Quito y Cuenca, trató sobre “El Estado Orgánico”.

I murió en su ley, puesto que leyó y escribió hasta la víspera de su fallecimiento en Cuenca, suceso ocurrido el 8 de Julio del 1939, cuando frisaba los setenta y nueve años de edad.

“La religiosidad de sus versos fue diluyente más que contituyente y pese a todos los elementos que la pluralizan, su unidad poética es auténticamente romántica”. Escribía con suma facilidad, al vuelo y en cualquier parte, pues la inspiración le venía de súbito y por ello su producción fue tan caudalosa. Dictada con gran facilidad y tan bien, que no necesitaba corregir. Su estatura mediana, rostro amable, sereno, facciones regulares, andar ceremonioso. Carácter gentil y bondadoso, tuvo de los clásicos el equilibrio moderador y de los románticos el ímpetu y el genio, pero no supo vivir de acuerdo con las ideas siempre cambiantes en occidente y se mantuvo en una religiosidad impenetrable a toda modernidad.

En su “Semblanza de García Moreno” explica y disculpa los abusos del tirano calificándoles de simples pormenores, se enternece ante los arrepentimientos mentirosos con lágrimas sincerísimas cuando G. M. declara que si algo ha acertado, atribuídselo primero a Dios… Se pregunta ¿Fue García Moreno un tirano? refiriéndose a la reelección de 1875 calificada por Montalvo de Dictadura Perpetua y por eso mismo sirvió de detonante para la conspiración que terminó con su atroz asesinato.