POLITICO.-Nació en Cuenca el 16 de Marzo de 1835 y fueron sus padres legítimos Juan de Dios Corral y Zavala, quiteño, comerciante en Cuenca y Maria Mercedes Banderas Guerrero, naturales de Quito. “Hogar modesto y virtuoso que al practicar la caridad produjo tres sacerdotes modelos” y dos abogados, que crecieron en la casa familiar del barrio de San Blas de Cuenca. Pio Vicente fue Administrador Apostólico en Guayaquil; Adolfo Vicario de Guayaquil y Nicanor, llamado el Apóstol de Guayaquil, por sus titánicos esfuerzos en pro de la construcción de la primitiva iglesia del Corazón de María en el barrio de la Victoria que ayudó a fundar.
El niño Juan de Dios aprendió las primeras letras con su madre, eran muy pobres, luego concurrió al Colegio Seminario hasta graduarse de Bachiller en Filosofía. “Era erótico y enamoradizo por temperamento y con su hermano Miguel Angel se iba de aventuras con mujeres fáciles”.
En 1853 viajó a estudiar Leyes en la Universidad Central y tras una exitosa carrera se graduó de Doctor en Jurisprudencia en 1860 e incorporado en la Corte Suprema como Abogado volvió a Cuenca y abrió un estudio profesional que pronto se llenó de clientela. De esta época son sus poesías que firmaba bajo el pseudónimo de “Dídimo Raro”.
El 61 fue Consejero y ocupó la vicepresidencia del Concejo Cantonal. El 63 inició su oposición al gobierno terrorista del presidente García Moreno formando filas con otros liberales católicos como el Dr. Antonio Borrero.
El 64 casó con Dolores Jáuregui Gómez de solamente dieciocho años, ninguno aportó bienes, el empezó a llevar un libro de su matrimonio, ella era “prudente, caritativa y culta, solía dar lectura a temas religiosos como profanos, cuidaba con esmero su jardín situado en la calle Córdova cerca del río Tomebamba y era diestra jinete”.
El 21 de Marzo de 1868 estuvo entre los once fundadores de la Sociedad San Vicente de Paúl y poco después apoyó
al candidato liberal a la presidencia de la República, Francisco X. de Aguirre Abad. El 70 fue llamado a Guayaquil por su hermano Pio Vicente y partió sin su familia en busca de mejores horizontes profesionales que no encontró, vivieron en el barrio de la iglesia de San Francisco y volvió meses más tarde a su hogar. De esta época es su poesía “Para Dolores” dedicada a su esposa. Su liberalismo inicial, al influjo de sus tres hermanos sacerdotes y del ambiente teocrático que vivía el país, dio paso a un catolicismo a ultranza que en política se tornó conservador y para colmo garciano.
En 1875 falleció su hija María Lucila y en su libro de matrimonio escribió una Oración ofreciendo las alabanzas de ella. El 77, por hacer oposición al dictador Veintemilla fue enviado preso a Guayaquil con el presbítero Federico González Suárez. El 78 fue electo Diputado a la Convención Nacional reunida en Ambato y formó parte de la delegación cuencana con Mariano Cueva, Juan Bautista Vásquez, José Félix Chacón y Federico González Suárez, haciendo una moderada oposición, sobre todo en lo referente a las propuestas que consideraban anti católicas y hasta se arrepintió de su anti garcianismo.
Tras la caída de Veintemilla en 1884 volvió a salir electo Diputado, asistió a la Convención Nacional en Quito y descolló con Julio Matovelle en el bando conservador pues poseía dotes sobresalientes como orador. Un testigo de la Convención le ha descrito: Al principio su frase va lenta, su mirada divaga, trepida la mímica de su acción. Poco a poco se yergue impulsado por el esfuerzo del pensamiento, levanta airosa la cabeza, su frente cana se ilumina, sus ojos lanzan centellas. Lo que más atrae son las variantes de su voz, sorda al principio, ahogada, vuélvese luego sonora, amplia, vibrante y su gesto domina, al mismo tiempo suave e imperioso. A nadie ha dejado de convencer !Este fue su mayor momento! El Obispo Remigio Estévez de Toral le había designado su Albacea y ejecutor testamentario.
Sus coterráneos quisieron sacarlo Presidente de la República pero triunfaron los precandidatos Plácido Caamaño y Rafael Pérez Pareja, de Guayaquil y Quito respectivamente. Entonces se dijo que el bando conservador había perdido la
oportunidad de tener en la presidencia a un carácter sin vacilaciones, valeroso hasta el sacrificio, leal en la doctrina, inmaculado en lo público y en lo privado (1)
La Asamblea le designó Ministro Juez de la Corte Suprema pero se excusó por no ausentarse de Cuenca donde vivía con su madre anciana y viuda, que desde 1880 estaba de regreso de Riobamba por la ausencia de sus hijos sacerdotes en Guayaquil. Entonces le nombraron Ministro Juez de la Corte Superior del Azuay y ocupó la presidencia. Como Juez era tan recto que el pueblo dio en decir que vivía del amor de Dios y del odio del prójimo, porque poseía la gravedad del magistrado, la humildad de un novicio cualquiera pero era implacable aplicando la ley.
Las horas que le quedaban libres las dedicaba al servicio gratuito al prójimo en la Conferencia San Vicente de Paúl que en Cuenca equivalía a lo que desde 1888 sería la Junta de Beneficencia Municipal en Guayaquil, con la diferencia que esta última nació laica y la cuencana religiosa, carácter que le restó fuerza porque no es lo mismo caridad que servicio y tras el ascenso del liberalismo en 1895 la San Vicente de Paúl comenzó a declinar.
En 1884 intervino en los actos en homenaje al Sacratísimo Corazón de Jesús con una brillante improvisación. En 1886 era Asesor de la Curia. En 1894 volvió a ocupar la presidencia de la Corte Superior de Justicia del Azuay. El 96, al producirse la insurrección conservadora en Cuenca, Alfaro abrió operaciones militares contra el austro y tomó la ciudad. La casa de Corral fue saqueada al igual que otras que pertenecían a prestantes líderes conservadores. Al poco tiempo fue electo Diputado, asistió a la Asamblea Nacional que inauguró sus sesiones en Guayaquil y las continuó en Quito.
En 1898, presidiendo la San Vicente de Paúl presentó un Informe de Labores impreso en 8 págs. y en octavo y como volvió a salir electo Diputado por el Azuay emprendió el viaje a Quito enemistado con el Dr. Miguel Prieto su colega en el Congreso pues cuando éste había sido Intendente de Policía había sido afectado por alguna disposición emanada de Corral. Ambos marcharon por sendas separadas y ocupaban posadas distintas pero casualmente se encontraron en mitad del trayecto
y para colmos a la vista del viático. El asunto tuvo ribetes cómicos pues lloraron abrazados y de rodillas y de allí en adelante continuaron juntos el camino. Por este incidente pueril les felicitó públicamente el Arzobispo Pedro Rafael González Calisto y hasta les dio su bendición.
De regreso se enteró que por su valiente actuación en el Congreso, el Jefe Civil y Militar del Azuay, General Manuel Antonio Franco, iba a disponer su captura y para evitar el vejamen se ocultó con dos de sus hijos y dos jóvenes más, amigos de ellos, en la hacienda Puetata cercana a Nabón y a solo dos jornadas de camino de Cuenca, pero hasta allá fueron a buscarlos, y al saberse que eran conducidos por la carretera sur, numerosas personas salieron a recibirles, creció en número la comitiva y tuvo que ser reforzada la escolta. Al arribar al Colegio Seminario que servía de cuartel, atemorizadas las autoridades por el gentío, hicieron entrar rápidamente a los presos y pusieron guardias armados en las ventanas con orden de disparar al primer intento de insurrección, que no se produjo por la actitud resignada de Corral y de sus hijos, que guardaron prisión varios meses. Durante ese tiempo renació el poeta y escribió algunas poesías románticas tardías sobre su triste condición mientras sus tres hijos salían al confinio fuera de la República.
En la vejez sufrió los apremios de la subsistencia pues tenía sesenta y tres años y solo ejercía la profesión a medio tiempo por su dedicación a la San Vicente de Paúl, que por entonces alimentaba a más de cien familias pobres, hasta que una súbita enfermedad cardiaca le llevó al lecho del dolor y falleció en 1.904 de sesentas y nueve de edad, cuando había vuelto a ser Diputado y se preparaba a concurrir a la legislatura con Honorato Vásquez.
Sus funerales fueron solemnes. Vicente Cuesta dijo la Oración Gratulatoria y varios oradores recalcaron que había sido católico de misa y comunión diaria. Dejó una casa muy bonita en la calle Córdova
(1) Sometido el asunto a la suete, se depositaron dos papeletas en el interior de una chistera y un niño sacó la que decia Caamaño, de manera que éste logró superar a Pérez Pareja. |
En 1935 se celebró el Centenario de su nacimiento con un Te Deum en la Catedral y una sesión solemne en el salón de honor del Colegio de las madres Marianitas, pero los oradores
equivocaron rumbos y más que una apología del ilustre decesado, hicieron la defensa de un trasnochado garcianismo, muy del gusto fascista de esa época.
Corral fue “de arrogante figura, de noble masculinidad, frente combada en actitud de inteligencia, la cabellera levantada en curva de gallardía, encendidos los ojos al calor de la idea; magnánimo, la compostura de hidalgo, la virtud deliciosamente trocada en hábito, la palabra franca, la transparencia sentimental, imponía el respeto a su dignidad de Juez sin pretensión alguna, ni industria de falsa nombradla”.