EMPRESARIO.- Nació en Cuenca en 1794 cuando las provincias serranas enfrentaban una prolongada depresión económica producida por la crisis de los obrajes textiles lo cual unido a la sobre explotación de los bosques de cascarilla o quina, hizo que las rentas del austro disminuyeran ostensiblemente, provocando una masiva migración a la costa.
Fueron sus padres Manuel Coronel de Mora fallecido prematuramente en 1810 y Susana Méndez, ambos del estado llano del vecindario cuencano. Huérfano de diez y seis años, la familia compuesta de su madre viuda y varios hermanos se trasladó a Guayaquil. Su biografía ha sido publicada por Guillermo Arosemena Arosemena y su genealogía por Ezio Garay.
Dedicado al comercio comenzó vendiendo libros y aprovechando sus contactos en Cuenca pasó a ostentar la representación de varios paisanos suyos, en 1821 ya había formado un pequeño capital y figuró entre los donantes para el equipamiento del Hospital Militar que se encontraba en construcción Su contribución fue en sábanas y colchones.
La genial habilidad para los negocios y capacidad para hacerlos producir le catapultó al éxito. De treinta años de edad en 1824 era dueño de una casa en Pichincha e Illingworth, vivía en los altos y tenía almacén en los bajos. El 25 salió fiador del constructor de la Casa Consistorial José Paulino de la Cruz y comenzó a importar vinos. El 27 fue juez de Hecho para dirimir litigios mercantiles. El 28 figuró como cliente de “Crawley, Gibbs y Co.” en Guayaquil, poderosa empresa inglesa multinacional.
El 30 era arrendatario de uno de los recién construidos locales contiguos al Cabildo. El 31 quiso adquirir uno de los locales comerciales de propiedad del Cabildo en los bajos del hospital de San Juan de Dios en Malecón y Aguirre, que se estaba reconstruyendo después del incendio sufrido meses atrás, pero no se lo vendieron y tampoco quiso alquilarlo por doce años como fue la contrapropuesta.
El 34 fue Alcalde de Segundo Voto del Cabildo y Teniente del Centro de la ciudad para controlar a los rondines nocturnos y evitar la propagación de los fuegos. El 35 y el 39 fue Regidor y compró un local en la planta baja del edificio de la Gobernación. Para entonces se había convertido en el más importante cliente de la firma inglesa Crawley, Gibbs y Co. importando entre cincuenta mil y sesenta mil pesos al año, de manera que era un mercader mayorista pues vendía a los minoristas de la ciudad y aún tenía clientes fuera de ella.
En 1836 figuró en el Catastro de comerciantes de Guayaquil. Su matrícula le habilitaba para ejercer por mayor y menor. Ese año asumió los costos de construcción de una escuela en la Parroquia del Centro de la ciudad. El 39 fue vigilante de la construcción de la Cárcel Municipal. En los años 40 adquirió con su cuñado José Matheus Vasmezón, dueño de una flota de naves y exportador, las casas del Malecón desde Illingworth a Aguirre. A Coronel le tocó la esquinera de Illingworth, donde hoy se levanta el Edificio de la Compañía Sudamérica de Seguros de Vida. Los descendientes de Matheus aún conservan la esquina de Aguirre aunque vendieron con el paso del tiempo los terrenos medianeros.
En Enero de 1842 se sumó a Horace Cox para establecer un Banco en Guayaquil pero a causa de la epidemia de fiebre amarilla que azotó al puerto desde Octubre, se dilató el proyecto y finalmente no se realizó. El Gobernador Vicente Rocafuerte creó un fondo de ayuda o Junta de Beneficencia para socorrer a los apestados y a las familias menos favorecidas. Coronel estuvo entre los cinco comerciantes que donaron mayores cantidades. Su negocio se había diversificado con exportaciones de cacao, cascarilla, sombreros de paja, cueros y suelas, especialmente a Inglaterra y los Estados Unidos. Era muy cauto pero no por ello dejaba de facilitar dinero a sus proveedores y descontar obligaciones de terceros, funcionando en esto como un Banco chiquito. En muchos casos mantenía contratos de cuentas corrientes, acreditando o debitando según las circunstancias y sirviendo a la clientela con pequeños favores como compra de libros, remedios, encargos varios, cobros a terceros bajo el sistema de comisión, etc.
Por esos tiempos circulaban en Guayaquil las monedas extranjeras al igual que las nacionales y todo comerciante era cambista. Las transacciones se hacían con premios y descuentos según la cotización del mercado.
En 1861 invitó a un grupo de cincuenta comerciantes y agricultores en la fundación del “Banco Particular de Descuento y Circulación” para neutralizar a la Casa Luzarraga. Los accionistas aportaron ciento doce mil pesos en efectivo y trescientos mil en pagarés. Pronto surgieron controversias, sobre todo con el gobierno, porque ambos Bancos eran de emisión, pero no tuvo éxito la nueva institución debido a la política de malquerencias que desplegaba desde Quito el Presidente García Moreno.
El 65 la Casa Luzarraga abandonó los negocios bancarios. El 67 el Ministro Benigno Malo dijo del Banco Particular que tenía el gran mérito de haber enseñado al pueblo a confiar en el billete y en todas partes se recibe con confianza los billetes del Banco, pero el 68 se creó el Banco del Ecuador qué rechazó los billetes del Banco Particular a menos que fueren garantizados por Coronel, pero este se negó y el Banco Particular cerró sin que los accionistas perdieran su capital.
En 1862 asoció a sus hijos y fue uno de los donantes de libros para la reciénte Biblioteca Municipal. En Mayo formó parte de la Junta Municipal de Beneficencia creada por el Presidente del Concejo Cantonal Pedro Carbo. El 67 fue tesorero de los Fondos de Incendio. El 69 representó al Gobierno de García Moreno en la Caja de Ahorro. El 70 estableció con sus hijos Agustín y Francisco y otros inversionistas la Compañía Nacional de Vapores del Guayas dedicada al negocio de cabotaje entre Guayaquil y las poblaciones ribereñas de los ríos Daule y Babahoyo. El 73 estuvo entre los empresarios que fundaron la Bolsa Mercantil pues siempre fue un sujeto progresista, que absorbía nuevos negocios y habiendo comenzado de comerciante, fue cambista de monedas extranjeras, exportador de cacao y de cascarilla que recibía de su amigo cuencano Miguel Heredia Crespo, importando a su vez diversas mercaderías por cuentas de él. También actuaba de apoderado de los comerciantes azuayos, representándoles en las Juntas de accionistas de empresas guayaquileñas.
Falleció en 1877 a los ochenta y tres años de edad y es fama que trabajó hasta el final de sus días dejando una fortuna calculada en un millón de pesos oro formada por tres haciendas, siete casas en Guayaquil, créditos a terceros pues cinco comerciantes le adeudaban doscientos dieciséis mil pesos y un legado de ochenta mil pesos a la Conferencia San Vicente de Paúl. Sus descendientes continuaron los negocios bajo la razón social de “Hijos de Ildefonso Coronel”.
Hombre de gran religiosidad, hizo para la reconstrucción de los templos, sus descendientes relatan que cada sábado de mañana hacía sacar al patio posterior de su residencia en el malecón, las sacas e monedas que quedaban en las bodegas de su establecimiento y las hacía para que no se oxiden y de allí que siempre su dinero brillara, la cual agradaba a la clientela.