ENCARGADO DE LA PRESIDENCIA.-
Nació en la población de Cañar, cabecera del cantón de ese nombre, el 8 de mayo de 1892, hijo legítimo del Dr. Andrés Fernández de Córdova y Cobos, abogado fallecido joven y de Javiera Nieto y Serrano, que viuda y pobre trabajó de costurera y así mantenía a sus dos hijos Manuel y Andrés.
De niño fue atacado de viruelas, estuvo grave pero sanó; sin embargo le quedó el rostro lluro (en quichua significa marcado) Aprendió las primeras letras en su pueblo, después asistió a la escuelita de Francisca Medina y de Juan José Muñoz. En 1902 residía en Cuenca y estudiaba en el Colegio de los hermanos cristianos. En 1906 regresó a Cañar por falta de medios económico y se ganaba la vida como calígrafo y copista de escrituras en la Escribanía de Pedro Santa Cruz.
En 1910 se enroló en el Batallón No 28 de Línea en calidad de corneta durante el conflicto armado con el Perú, pero su contingente no fue movilizado.
En 1911 trabajó en Cuenca en la escribanía de Abelardo Arízaga y aprovechó la libertad de estudios para aprobar tres cursos en dos años. En 1912 se afilió al Partido Liberal y formó un comité placista.
En 1913 se graduó de bachiller y contrajo matrimonio con Rosario Galarza Arízaga, profesora de primaria en el Colegio de las Madres de la Caridad, con quien tendrá un matrimonio dichoso y numerosos hijos.
En 1915 fundó el Semanario “La Libertad”, en 1916 “El Ciudadano” y fue designado Visitador de Estudios del Azuay. En 1918 Profesor de matemáticas y de instrucción cívica en el Colegio “Benigno Malo” y escribió un texto sobre esta última materia. Al año siguiente fue abogado y doctor en jurisprudencia y murió su madre.
En 1922 salió electo diputado por el Cañar, hizo amistad con el presidente de la Cámara, Dr. Carlos Alberto Arroyo del Río, que lo llevó a presentar al Presidente de la República Dr. José Luís Tamayo y finalizando el Congreso fue nombrado Rector del “Benigno Malo”, compró el solar e inició la construcción del actual edificio. Por entonces fundó la Federación Deportiva del Azuay y la presidió por varios años.
En 1925 fue profesor de Derecho Civil de la U. de Cuenca y lo será hasta 1932, desde este año desempeñó la cátedra de Derecho Penal. En 1930 ascendió a Presidente del Concejo Cantonal, contrató la provisión del alcantarillado de la ciudad y obtuvo que se entreguen los cobros de alcabalas a los Municipios de la República, dándoles autonomía económica.
Para el período de 1930 al 33 fue Senador por el Cañar y en 1931 se opuso al régimen del Dr. Isidro Ayora; luego, por escasos días desempeñó el Ministerio de Obras Públicas en el gabinete del Coronel Luís Larrea Alba, quien no le consultó el golpe militar que tenía planeado para asumir la dictadura y que fracasó, ocasionando el final de ese corto gobierno.
En 1933 fue diputado antibonifacista y mediante sucesivas compras de pequeñas parcelas logró rehacer el predio familiar “Bahuanchi”, ubicado en la parroquia Paccha, cerca a Monay, que había sido de sus mayores. También fundó el Diario “La Nación” en Cuenca.
Diputado por el Cañar a los Congresos de 1934 y 35 y autor del proyecto de Código Penal aprobado en 1938 durante la dictadura del General Enríquez Gallo. Ese año fue nuevamente electo diputado por el Cañar, obtuvo la presidencia de la Cámara con apoyo del sector conservador y fue autor del proyecto de Ley interpretativa de la situación constitucional del país, que puso en vigencia la Constitución de 1906 sobre la de 1938, que jamás había sido expedida.
En 1938 ocupó la presidencia del Concejo Cantonal de Cuenca y encargó sus funciones para concurrir al Congreso pues lo eligieron Diputado. En noviembre de 1939 ocurrió la gravedad del Presidente Constitucional, Dr.
Aurelio Mosquera Narváez, quien falleció el 16 de noviembre y como último presidente de la Cámara de Diputados, le correspondió al Dr. Arroyo del Río asumir interinamente la presidencia de la República, enseguida convocó a elecciones para los días 10 y 11 de enero siguientes de 1940 y el 11 de diciembre de 1939 encargó el mando al presidente de la Cámara de Diputados. Dr. Andrés F. Córdova para quedar en libertad de lanzar su candidatura presidencial.
En el acto de posesión en Palacio el Dr. Córdova declaró: “el gobierno que yo pienso desarrollar es un gobierno de continuación del régimen anterior para no causar la desorganización de los servicios del Estado”, tampoco hizo cambio alguno en el gabinete conservando el heredado de Arroyo, que era el mismo que había nombrado Mosquera Narváez en 1938 y únicamente llenó la vacante de Previsión Social, con un prestante caballero cuencano, de manera que continuaba en funcionamiento la maquinaria política arroyista pues los Ministerios claves – de Gobierno y Defensa Nacional – estaban ocupados por el Dr. César Augusto Durango y Galo Plazo Lasso, que en Noviembre de 1938 habían disuelto la Asamblea Nacional enviando a los diputados al Panóptico. Las Tenencias Políticas parroquiales también estaban ocupadas por elementos arroyistas y como era facultad legal de dichos tenientes designar a los vocales escrutadores de mesa, nada faltaba para que la candidatura del Dr. Arroyo del Río triunfe por fraude y así lo pensaron los otros dos candidatos, el populista Velasco Ibarra y el conservador Jijón y Caamaño, a quienes el Encargado Dr. Córdova dio su palabra de no intervenir, como así efectivamente aconteció, porque no era necesario.
El 11 de enero de 1940 al conocerse que la votación daba el triunfo a Arroyo del Río estalló en Quito la insurrección de los aviadores que proclamaron la dictadura velasquista. La orden de captura de los aviadores salió del Palacio de Gobierno, el golpe fue sofocado por el Ministro de Defensa y el Dr. Velasco Ibarra partió al exilio en Colombia.
Verificados los escrutinios y a pesar de las denuncias de fraude presentadas por el diputado Pedro Velasco Ibarra, la mayoría del Congreso proclamó la victoria del candidato Arroyo Del Río. El día 10 de Agosto Córdova entregó el poder al Dr. Julio E. Moreno y regresó a ocupar la presidencia de la Cámara de
Diputados. Se cuenta que al bajar las gradas del palacio dio un traspié y cayó al suelo exclamando con mucha gracia: ¡Vea! A la hora que me vengo a caer. Moreno colocó la banda presidencial al triunfador Arroyo del Río quien asumió el mando constitucional por el período de 1940 al 44 tiempo en el cual el Lluro Córdova, como todos le conocían, dedicó por entero a su carrera profesional como exitoso abogado y no ocupó funciones políticas.
Después de la revolución del 28 de mayo de 1944 fue perseguido, abandonó al arroyismo. Entre 1947 y 1951 fue Senador por el Cañar. En 1947, tras la caída aparatosa del presidente Velasco Ibarra a causa de la dictadura de su Ministro de Defensa Carlos Mancheno Cajas quien solo pudo gobernar una semana y del interinazgo del Vicepresidente de la República Mariano Suárez Veintimilla, fue presentada la candidatura del Dr. Córdova a la presidencia por un grupo de legisladores, pero renunció a favor de Carlos Julio Arosemena Tola quien fue electo casi por unanimidad.
En 1948 fue Jefe Nacional de la Campaña electoral de Galo Plaza y su Ministro de Gobierno en 1951, renunciando para presentarse como candidato a la senaduría por el Cañar. Ese año trasladó su domicilio a la capital, abrió un estudio profesional y fue designado profesor de la U. Central. Con tal motivo escribió su tratado de “Derecho Procesal Penal Ecuatoriano” en dos tomos, impresos en 1953, premiado por la Municipalidad de Quito. En 1956 publicó “Derecho Civil Ecuatoriano” en dos tomos y fue uno de los jefes de la campaña presidencial del Dr. Raúl Clemente Huerta.
Durante la dictadura de la Junta Militar de Gobierno entre 1963 y el 66 fue asesor en asuntos jurídicos. En 1967 salió Diputado a la Asamblea Nacional Constituyente por la Provincia de Pichincha y presidente de las sesiones preparatorias, perdiendo la presidencia de la Asamblea por un solo voto frente al Dr. Gonzalo Cordero Crespo; sin embargo, tuvo el honor de dirigir la Comisión designada para elaborar la nueva Constitución.
En 1968 fue Candidato a la Presidencia de la República y perdió por escaso margen ante el Dr. Velasco ibarra, pero su nombre despertó el fervor cívico de la juventud que vio en Córdova al hombre bueno, viejo y campechano, al maestro universitario y al jurista experimentado. Este fue el momento cumbre de su vida política, ya liberado del estigma que venía acarreando desde las fraudulentas elecciones presidenciales de Enero del 40 que tanto daño le hizo.
Durante el mandato constitucional de Velasco Ibarra de 1968 -1970 y su absurda dictadura personal de 1970 al 72 vivió alejado de la política aunque tuvo que defender como penalista a uno de sus hijos, acusado del secuestro del General de Aviación Rhon Sandoval, asunto que se produjo por un lío de faldas, pero que sirvió para que las Fuerzas Armadas ecuatorianas realizaran la llamada “operación peineta” a lo largo y ancho del territorio nacional, apresando, torturando y escarneciendo a cientos de ciudadanos por el solo delito de profesar ideas izquierdistas. Este episodio vergonzoso y humillante en extremo, constituye una mancha indeleble para los militares ecuatorianos de esa época.
En los gobiernos militares de Rodríguez Lara 1972-76 y el Triunvirato de Poveda, Durán y Leoro 76-79; asesoró en materia jurídica y política y sirvió de hombre de confianza. Por ello, en 1972, fue postulado para Juez de la Corte Internacional de Justicia por nuestra Cancillería pero sólo obtuvo cuatro votos de un total de ciento cuarenta y ocho estados que conformaban la ONU.
El 11 de junio de 1977 falleció su esposa. En enero de 1980 cumplió sesenta años de ejercicio profesional, recibió un homenaje de aprecio que le brindaron sus amigos y la “Orden Nacional de San Lorenzo”. Ese año conformó con el Cardenal Muñoz Vega y Galo Plazo la comisión que intentó conciliar al Presidente Constitucional Ab. Jaime Roldós con el líder nacional y del Congreso Assad Bucaram. Nada consiguieron y la revolución cefepista se diluyó después de treinta y seis años de gestación, por culpa de las desmedidas ambiciones de la primera dama Martha Bucaram de Roldós, quien pretendía convertirse en la Eva Perón ecuatoriana.
De estatura baja, rostro expresivo, andar rápido, inteligencia despierta, trato agradable y un talento superior que le sirvió para todo, desde escribir tratados de Derecho y tocar el acordeón y otros instrumentos musicales, hasta para superar las contingencias de la vida, al llegar a viejo pudo decir con alegría y optimismo: “La pobreza – inicial – no amargó mi vida ni envenenó mi corazón”.
En 1982 editó “Mis primeros noventa años”, brillante autobiografía en su primera parte y luego alegato político que no convence. Falleció en Quito afectado por la muerte súbita de su hijo el Diputado Manuel Córdova Galarza, a consecuencia de un masivo derrame cerebral producido por la ruptura de un aneurisma, a quien quería mucho.
Fue un hombre valioso y muy humanitario, como político tuvo una larga y sinuosa trayectoria primero y luego, decantadas sus aspiraciones iniciales y transformado en un verdadero líder nacional, pudo haber ocupado la presidencia pero perdió las elecciones, con lo cual el país se perjudicó enormemente..
Su anecdotario es copioso y revela la bondad de su corazón. Tras la victoria castrista de 1959 en La Habana se puso de moda desviar aviones a Cuba. Unos muchachos revolucionarios lo fueron a visitar al estudio para pedirle cierta cantidad de dinero – no era mucho – pues el viejo Lluro como todos le decían – era un confianzudo impenitente con los jóvenes sin excepción y especialmente con sus alumnos universitarios, a los cuales chanceaba de lo lindo, haciendo que rieran de continuo. Averiguado el motivo, le contaron que planeaban robarse un avión y hasta le dieron el número del vuelo, la hora de partida y el nombre de la compañía de aviación, tal la confianza que le tenían. Llegada la fecha, encontraron al Dr. Córdova en el aeropuerto haciendo turno para embarcarse. Muy quedamente se acercaron para indicarle que ese era el vuelo en mención y ante el asombro de todos les manifestó con toda sencillez que había resuelto conocer Cuba y para colmos gratis. Efectivamente, el avión terminó en La Habana sin mayor novedad y el Dr. Córdova fue agasajado y paseado a cuerpo de rey por las autoridades cubanas dada su condición de ex Presidente de la República, retornando a Quito tres días después en medio de la expectación de los medios de comunicación y del público en general que le fue a recibir al aeropuerto, convertido en la figura del momento, pues la noticia del secuestro del avión tuvo cobertura mundial. Mientras los muchachos revolucionarios permanecían
internados en una prisión de Cuba investigados para constatar que no eran espías, después los soltaron y emplearon en diversas funciones menores. Algunos se quedaron en la isla para siempre, otros regresaron desilusionados años más tarde. Uno de ellos – Carlos Lasso Cueva – me relató esta graciosa historia.