HISTORIADOR.- Nació el 21 de Agosto de 1885 en la calle Mideros del tradicional barrio de San Roque, en una casa de estilo español, con ventanas altas llenas de geranios.” Fueron sus padres legítimos el Dr. Eliecer Chiriboga González, Médico y Cirujano de carácter bondadoso, de ideas liberales, que ejerció la profesión de dentista en varias ciudades del país. Concejal de Quito, Gobernador de la Provincia de Bolívar (1890-92) del Carchi (189293) Profesor de Odontología en la Universidad Central, miembro del partido liberal, Diputado, Ministro del Tribunal de Cuentas de Quito, autor en 1896 del folleto “Contra los hechos no hay argumentos” en 12 págs. e Isabel Navarro Larrea, mujer enérgica, inteligente y de gran cultura, que se ocupaba de la vigilancia de la casa.
El mayor y el único varón, tuvo cinco hermanas. Por eso creció mimado en la casa paterna, jugando con sus soldaditos de plomo a los que era muy aficionado.
Recibió las primeras letras en la popular escuela de San Pedro Pascual y en el Cebollar de los Hermanos Cristianos fue discípulo del Hermano Miguel, pero el último año lo continuó en la escuela de La Merced de los religiosos de esa comunidad. Sus estudios secundarios en el San Gabriel de los Jesuitas y se gradúo de bachiller en Agosto del 4 ante un Tribunal presidido por Abelardo Moncayo en el Colegio Nacional Mejía. Siempre fue un muchacho estudioso por eso en la escuela le decían “Matón.”
I como admiraba mucho a los Generales que visitaban a su padre – Manuel Antonio Franco, Julio Andrade, Juan José Villacreses, especialmente a su pariente Juan Francisco Navarro Nájera – en Noviembre ingresó al ejército como Alférez en la tercera batería del Regimiento de Artillería Bolívar y por insinuación del Coronel Luis Cabrera, Jefe de la misión chilena, siguió el Curso Interior de Aplicación dictado para hacer Oficiales.
El 5 egresó y como edecán ascendido a Teniente y acompañó a su cuñado Miguel Valverde Letamendi – esposo de su hermana Isabel – como Adjunto Militar de la Misión ecuatoriana al Brasil, que terminó sus labores en Enero del 6 a causa de la revolución alfarista. Entonces viajó a Punta Arenas tras un amigo que le había ofrecido trabajo, pero al llegar a Asunción del Paraguay se enteró que habla fallecido y regresó a Quito desde Valparaíso.
Ese año volvió al ejército como Ayudante de la Escuela de Clases y comenzó a frecuentar las sesiones literarias y de ciencias ocultas tales como la hipnosis y el espiritismo, que organizaba en su casa de la finca Tajanar en Pomasqui, la inteligente, simpática y bellísima Marietta de Veintemilla, junto a otros jóvenes como Leopoldo Seminario, los Palacios, el Dr. Francisco Fernández Madrid y su hermano José, Julio Enrique Moreno y pidió que lo acepten de miembro.
El 22 de Septiembre de 1906 fue dada su baja por el nuevo Presidente Eloy Alfaro pues su nombre circuló en una lista de veintemillistas comprometidos en un supuesto golpe de estado. Entonces vistió de paisano e ingresó a la Facultad de Jurisprudencia.
El 28 de Julio del 7 fue llamado nuevamente al ejército por el Presidente Alfaro, quien había olvidado sus escarceos revolucionarios con doña Marietta y fue profesor de Escuela de Clases y Edecán de la Cámara de Diputados. Era unidísimo al Coronel Olmedo Alfaro y le ayudó a levantar el nivel castrense, ascendió a Capitán en el Regimiento Bolívar y dictó una cátedra en el Curso de Aplicación, fruto de las cuales fue un texto en 112 págs. titulado “Moral e Higiene Militar”. El 9 fue Sargento Mayor y el Presidente Alfaro, amigo de su padre, le tomó entre sus Edecanes.
Entre 1909 y el 21, con algunas ligeras interrupciones, fue profesor en la Escuela Militar pues siempre fue un sujeto intelectualizado. El 10, durante la movilización nacional contra el Perú, fue destinado a la dirección de Servicios Técnicos y vivió varios meses en el fortín de Punta de Piedra en la costa. En Agosto volvió a Quito como Sub director de la Escuela Militar. Entre Febrero del 11 y Noviembre del 12 estudió en la Escuela Superior de Guerra de Bélgica con sede en Amberes, como becario del ejército ecuatoriano por sus buenos conocimientos del idioma francés y excelente conducta militar. Egresó de Teniente Coronel y durante los fines de semana se incorporó en Paris como miembro de la Sociedad de Americanistas. Durante su ausencia en Europa ocurrió en Quito el arrastre de los Alfaro.
Nuevamente en el Ecuador fue electo Presidente de la Sociedad de Estudios Históricos Militares y Director de Servicios Técnicos del Estado Mayor. El 14 el Presidente Leonidas Plazas le envió a combatir la revolución del Coronel Carlos Andrade en la provincia de Imbabura, como segundo del General Juan José Villacreses, en el batallón No. 10 General Córdova.
El 12 de Abril de ese año Andrade había ocupado Ibarra con doscientos hombres, de allí siguió a Caranqui donde combatieron las tropas y salió Villacreses mal herido, muriendo en brazos de Chiriboga, quien se hizo cargo del mando de las fuerzas gobiernistas y persiguió a Andrade con cuarenta hombres a caballo sacados del Marañón hasta el sitio El Hato, vecino a Cayambe. Allí se libró el día 19 un nuevo encuentro que resultó indeciso. Finalmente el 21 volvieron a tirotearse en Turucucho y los debilitados rebeldes, que no encontraban el debido respaldo en las poblaciones, se desbandaron.
Designado Jefe de Operaciones del Batallón General Córdova y trasladado a Chone, actuó con asentamiento en Quevedo contra las últimas guerrillas revolucionarias conchistas dirigidas por Medardo Cevallos Mieles, Hermógenes Cortéz y José Martínez Pallares en los sitios La Matilde, El Guineal, Potrerillos y Maculillo. En Noviembre se trasladó a Palenque y les persiguió hasta los sitios Chamizas, y Come y Paga, y las provincias de Guayas, Los Ríos, y Manabí.
El 15 fue ascendido a Coronel “por méritos de guerra,” reingresó a la Facultad de Jurisprudencia, y ocupó la subsecretaría del Ministerio de Guerra y Marina. Entre el 17 y el 20 fue Director de la Escuela Militar en el edificio de la Recoleta y al fundarse el Círculo Militar ejerció la secretaría, siendo director el General Moisés Oliva. Del 17 es su texto Arte Militar y del 18 Materias Explosivas. El 19 inauguró el Museo Militar, confeccionó el catálogo de visitas a la Pinacoteca y Armería antigua con Ildefonso Mendoza Vera.
En Octubre de ese año, de treinta y cuatro años de edad, casó con su parienta Cecilia Chiriboga y Chiriboga que solo tenía diez y seis. El 20 recibió Medalla de Oro de la Junta del Centenario de la Independencia de Guayaquil y egresó de Leyes tras aprobar el sexto Curso pero no se graduó.
Era un oficial culto, viajado, simpático y de buena presencia pero al mismo tiempo bastante cándido dada su proverbial bondad que le hacía crédulo en exceso, por eso en varias ocasiones hacían comentarios sarcásticos de si mismo. Por otra parte era una figura popular, pues se acercaba a las instituciones y personas sin distingos de clases y trataba de ayudar en lo que podía, hasta con plata y persona.
El 20 intervino en la fundación de la Sociedad de Estudios Históricos Militares, e1 21 fue miembro de la Comisión que trasladó los restos del General Eloy Alfaro a Guayaquil y se fundó la revista “El Ejercito Nacional”, fue su director y redactor. El primer número apareció el 22 y expresó el anhelo de sus redactores para que aparezca mensualmente. Ese año estuvo varios meses de Jefe de Zona de Cuenca. El 23 actuó en la Campaña del Centro contra las fuerzas rebeldes de Jacinto Jijón y Caamaño demostrando ser un militar constitucionalista. Entre el 23 y el 24 salieron sus tres tomos de la “Historia General Militar”, primer intento en el país sobre esta materia. Obra que le situó entre los intelectuales de su tiempo.
El 24 publicó en El Comercio un artículo sobre la caballería de la Gran Colombia en el Combate de Junín siendo un caso raro de militar con especialidad en la historia americana, por eso el 31 de Mayo del 25 fue incorporado a la Academia Nacional de Historia y colaboró en la edición de la obra “El Ecuador en cien años de independencia”.
Por entonces conoció el movimiento revolucionario que se estaba fraguando contra el Presidente Gonzalo S. Córdova y dada su amistad con el General Francisco Gómez de la Torre, uno de los cabecillas, ni se sumó al golpe ni lo denunció. En Septiembre le fue dado el pase a la Zona Militar de Cuenca donde estuvo varios meses en servicio. El 26 fue Socio fundador de la Sociedad Bolivariana de Quito, entidad que nació de una comunicación enviada desde Bogotá por Andrés Eloy de la Rosa, Eduardo Posada y Guillermo Valencia en la que pedían organizar instituciones para estudiar la vida del Libertador en sus diferentes aspectos. El Canciller Homero Viten Lafronte convocó a una reunión en la Universidad Central y se eligió Presidente al Dr. Modesto Peñaherrera.
La casa donde funcionó después fue adquirida con una donación de Carlos Ibarra, quien también entregó diez mil sucres para la construcción del monumento a Bolívar en el parque de la Alameda por un consorcio de ingenieros franceses y polacos (Felix Bruñan, René Maronzeau, Jacques Zwoba y René Latournes) y se inauguró en 1935 durante la presidencia del Dr. José María Velasco Ibarra, siendo primer personero de la Bolivariana el Dr. Luis Felipe Borja Pérez hijo.
Desde el 26 pasó a ocupar la presidencia del Círculo Militar y la Vice presidencia de la Cruz Roja ecuatoriana. El 27 editó su libro “La Guerra europea”. El 28 comenzó a publicar su serie de tres tomos “Tarqui documentado: Guerra de 1828-29” utilizando una vasta documentación obtenida en el archivo del Ministerio de Guerra y variada folletería y bibliografía americana.
En Septiembre del 28 el Presidente Isidro Ayora le ascendió a General de la República. El 29 editó “La Campaña de los treinta días. 1828-29 en 36 págs. El 31 viajó a Francia como Encargado de Negocios, publicó unos apuntes biográficos de Honorato Vásquez en 22 págs. y unos “Apuntamientos de balística” texto que ha conocido dos ediciones.
A principios del 32 volvió al país y estando de Inspector General del Ejército, asumió la dirección de las tropas constitucionalistas durante la sangrienta Guerra de los Cuatro días, que sumió a Quito en la tragedia, pues las fuerzas de la Compactación Obrera que habían presionado al Congreso para la calificación del candidato presidencial triunfador Dr. Neptalí Bonifaz, insatisfechas por el dictamen de dudosa nacionalidad y por el veto parlamentario que le consideró no apto para ejercer la presidencia de la República, tomaron las armas y se volcaron a las calles en Quito.
El domingo 28 de Agosto de 1932 la ciudad amaneció en manos de los compactados bonifacistas quienes al grito de Viva la Constitución lograron reunir al Congreso Nacional para conocer la renuncia casi obligada del Encargado del poder ejecutivo, Alfredo Baquerizo Moreno, que se había asilado en una legación diplomática escapando de las iras del populacho. Carlos Freile Larrea terminó siendo electo nuevo Ministro de Gobierno con derecho a sucesión en reemplazo de Baquerizo Moreno.
El lunes 29 de Agosto los compactados bonifacistas capturaron el Panecillo. El martes 30 el Itchimbía defendido por la guarnición de Quito y se trató de negociar el cese de fuegos. El miércoles 31 y el jueves 1 de Septiembre fueron días de intensos combates, mientras el Ministro de Guerra de Baquerizo (Leonardo Sotomayor y Luna) y el General Angel Isaac Chiriboga – ambos eran miembros activos de la masonería de Guayaquil – comandaban las tropas del sur que se dirigían desde Riobamba y Ambato hacia Latacunga; a la Artillería Sucre y a los batallones Carchi y Chimborazo que también iban del sur, cuerpos que unidos al Yaguachi y Montúfar, que no habían plegado al golpe, sostuvieron los fuegos de los compactados bonifacistas durante cuatro días pues se combatió con garra y reinó el terror.
El día 1 de Septiembre el Encargado del mando Carlos Freile Larrea, que debía posesionarse en reemplazo de Baquerizo Moreno, declaró que no lo haría y su Gabinete tampoco. Así las cosas se trató de llegar a una solución pero el Coronel Salvador, jefe de los alzados, no aceptó las condiciones de Chiriboga por duras e impolíticas y fue el cuerpo Diplomático en pleno que logró restablecer la calma. El saldo resultó en casi un millar de muertos y mayor número de heridos y se encargó del poder a Alberto Guerrero Martínez.
Dicha Guerra Civil ha pasado a la historia como la Guerra de los Cuatro Días y dejó una secuela de odio en la población contra Alberto Guerrero Martínez que se encargó del Poder y especialmente contra Chiriboga, a quien sindicaron por mucho tiempo de ser el responsable de la matanza.
De allí en adelante su situación se tornó inestable en las fuerzas armadas, querido por unos y odiado por los demás. El 33 fue lanzada en Guayaquil su precandidatura a la Presidencia de la República. Indudablemente el General Chiriboga tenía en el país un buen nombre como escritor de asuntos militares y su designación fue recibida con beneplácito en los sectores cultos del país pero el asunto no prosperó. El triunfador en las elecciones fue Juan de Dios Martínez Mera que en Marzo le colocó en disponibilidad y de manera elegante lo alejó del país con las funciones de Encargado de Negocios de la Embajada del Ecuador en Francia, que ejerció por poco tiempo pues el Congreso destituyó a Martínez Mera y en las elecciones triunfó el Dr. José María Velasco Ibarra con el apoyo de los grupos bonifasistas
- compactados. Entonces Chiriboga, a manera de explicación, escribió y dio a la publicidad “Fuerzas morales en el ejército. Panoramas de la Historia” en 322 págs.
Destituido a su vez, de la presidencia, el Dr. Velasco Ibarra por las fuerzas armadas, éstas entregaron el poder al Ministro de Gobierno Dr. Antonio Pons Campuzano quien designó Canciller a Chiriboga y cuando treinta y cinco días más tarde devolvió el poder al ejército y éste se lo traspasó al Ingeniero Federico Páez, fue ratificado en la Cancillería y ayudó a Páez en la llamada Fórmula Mixta que consistía en trasladar las negociaciones directas con el Perú a Washington, para seguir discutiendo en la capital norteamericana, sin excluir la posibilidad de un arbitraje del Presidente Franklyn Delano Roosevelt. Mas, a principios del 36, se produjo un serio incidente entre el irascible Arzobispo Carlos María de la Torre y el dictador Federico Páez. El primero se negó a seguir concurriendo a las sesiones de la Junta Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores. En solidaridad, el partido Conservador publicó un manifiesto y ordenó a sus miembros que también se retiraran. La Cancillería contestó con otro manifiesto en 8 pags. elaborado por Chiriboga. Felizmente ya habían aprobado la tesis de la traslación a Washington y el sacerdote dominicano Enrique Vacas Galindo aceptó tomar un puesto en la Junta, con lo que se limaron hasta cierto punto las asperezas. A fines de año Chiriboga presentó un Informe de labores 1.935
- 36 y designó al Dr. Homero Viten
Lafronte para que presidiera nuestra delegación en los Estados Unidos.
En Noviembre del 36 se sublevó el batallón Calderón en Quito. Los revoltosos tomaron prisioneros al Ministro de Gobierno Dr. Aurelio Armando Bayas Argudo y hasta pretendieron asesinarle. La ciudad se conmovió, salió el pueblo a las calles y se temió la repetición de los sucesos del 32 pues se generalizaba por momentos el baleo.
Muchos empezaron a pedir a gritos el arrastre del Canciller Chiriboga tal la fobia que aún se le tenía y éste, ni corto ni perezoso – viendo al populacho armado – creyó que se encontraría más seguro en su quinta “La Macarena” cercana a la capital, de manera que abandonó precipitadamente la Cancillería y no regresó sino hasta el día siguiente, cuando la refriega había concluido, tras cuatro horas de intenso baleo.
Mientras tanto en Palacio se encontraba Páez excitado, molesto y rodeado de sus Ministros “leales.” y cuando se restableció la calma alguien le preguntó por el Canciller y Páez respondió con aquella gracia y con la agudeza que siempre le había caracterizado “Hasta ahora no presenta su renuncia;” luego le reemplazaría con Carlos Manuel Larrea Rivadeneira.
La labor de Chiriboga frente a las relaciones exteriores del país fue exitosa pues se consiguió la Fórmula Mixta que dio un respiro al país, agobiado por la depresión mundial que nos tenía sumidos en la peor crisis económica del siglo.
En ese año editó “Las Misiones Científicas francesas en el Ecuador (1735 – 44) y (1899 – 1906) El General Georges Perrier, de la segunda Misión en el Instituto Geográfico de Francia” en 46 págs. e ilustraciones. El 37 volvió a colaborar en los Boletines de la Academia Nacional de Historia y en otras publicaciones científicas retirado de toda actividad y lo seguiría haciendo hasta días antes de ocurrir su fallecimiento pues siempre fue un trabajador incansable.
El 38 asesoró al ministerio de Guerra en la construcción de un nuevo edificio en La Pradera. Para la invasión peruana concurrió con varios militares en retiro a la casa presidencial (Gen. Luis Larrea Alba, Coroneles Flores Guerra y Aníbal Maldonado) y pidieron al presidente Arroyo del Río la reincorporación, pero este se negó porque no le autorizaba la Ley.
Entonces dedicó todos sus esfuerzos a presidir la Sociedad Bolivariana de Quito por muchos años, con sesiones comidas mensuales y diarias faenas de trabajo, convirtiéndose en una de las personalidades sociales más distinguidas de la capital. En 1950 apareció la segunda edición de su “Tarqui Documentado” en 214 págs.
Vivía en “La Macarena”, acudía diariamente a Quito en su automóvil con chofer, poseía un hermoso Museo de Objetos militares y artísticos, con trofeos curiosos muchos de ellos adquiridos en Europa; pero como económicamente no producía, fueron disminuyendo sus capitales hasta quedar en una modesta situación. Por esta época se divorció, los chismosos de la Plaza grande comentaban que doña Cecilia era muy malgeniosa pero ella se defendía diciendo que con Angel Isaac se despertaba hablando de Bolívar, se almorzaba hablando de Bolívar y se cenaba hablando de Bolívar.
El 51 se trasladó a su villa de la Avenida 6 de Diciembre. El 52 ascendió a la Vicepresidencia de la República su cuñado Alfredo Chiriboga Chiriboga y editó una biografía muy completa de Sucre en 272 págs. Entre el 52 y el 54 fue Ministro Plenipotenciario en Chile y gozó de toda la confianza del General Ibáñez, Presidente de esa nación, quien lo distinguía y con bastante frecuencia le iba a buscar a la Embajada para dar unas vueltas que casi siempre terminaban en el Cementerio de Santiago, donde el General hacía construir un Mausoleo.
El 54 fue cambiado con iguales funciones a la Argentina. Su amigo el General José Domingo Perón le dedicó un retrato, fundó la Cámara de Comercio Ecuatoriana Argentina de Buenos Aires y firmó un provechoso Tratado cultural.
El 60 recibió la Condecoración Sebastián de Benalcázar que le otorgó la Municipalidad de Quito por más de medio siglo de servicio a la cultural. El 61 fue entrevistado, lucia sano, asistía diariamente a las oficinas del Comité Ejecutivo de la Organización de Estados Americanos OEA para el Ecuador, cuya presidencia ostentaba, situada en el Instituto Geográfico Militar, edificio de la compañía Unión. Estaba lúcido y optimista y daba los últimos toques a un libro de su amigo el General Luis Telmo Paz y Miño.
En Marzo del 62 y sintiéndose mal de salud, contrajo matrimonio con su ex esposa para que pudiera percibir su montepío, pues ella se encontraba en precaria situación económica.
Falleció de setenta y siete años de edad el 29 de Abril de 1962 a consecuencia de arteriesclerosis coronaria. Era más alto que bajo, blanco, bigote y pelo negro, contextura robusta, en su trato cortes, serio y hasta parsimonioso. Bondadoso con los demás, sobre todo si eran menesterosos o abandonados de la fortuna. Nunca vengativo ni su corazón albergó malas pasiones. Si actuó en la represión de 1932 fue por disciplina militar, tratando de salvar la situación en una ciudad llena de francotiradores irresponsables, autores de buenas partes de las mil muertes.
Dejó algunos libros inéditos entre los cuales vale citar unas Memorias que con el título de “Lo que ha mirado un soldado en cuarenta años de vida profesional” merecería la pena investigar si quedaron terminadas.
En lo personal le agradaba vestir elegante y de ternos oscuros, bastón, guantes grises y sombreros a la moda y cuando hacía frío usaba abrigo y bufanda. Cumplidísimo en sus relaciones sociales, no perdía velorios ni olvidaba onomásticos, por eso era una de las figuras sociales más conocidas de la capital y hasta se llegó a decir con guasa, que velorio al que no concurría era de segunda categoría social.
Otra importante faceta de su personalidad está dada por las numerosas publicaciones de índole castrense que le hicieron el autor más prolífico de su tiempo de esa especialidad.