HEROE NACIONAL DEL 41.- Nadó en Riobamba y fueron sus padres legítimos César Augusto Chiriboga Dávalos (Riobamba 1889 – Quito 1976) militar que luchó con los constitucionales a las órdenes del Coronel Octavio Mancheno en el batallón Chimborazo y asistió a los combates de Huigra, Yaguachi y Naranjito en 1911 contra las fuerzas del General Flavio Alfaro Santana, pero por usar aguas estancadas contrajo tifoidea y habiendo mejorado se retiró del ejército y volvió a Riobamba a finales del 13, administró las haciendas Guishmaute y Lanlansí de don Eloy González Egas y el 16 contrajo matrimonio con su hija María Romelia González González, quiteña, con numerosa familia. El 20 fue Gerente de la fábrica Nacional de Calzado propiedad de Evangelista Calero Gaibor cubriendo el mercado nacional e incursionando en los países vecinos, el 38 ocupó la Gerencia General en Quito trasladándose con todos los suyos, exportando las manufacturas al exterior. Jubilado el 64 , falleció el 76 de insuficiencia circulatoria en Quito. De seis años de edad ingresó a la escuelita “Nicanor Larrea” y por su buen comportamiento sus superiores le premiaron confiándole el papel principal de Abdón Calderón en una obrita teatral sobre la batalla del Pichincha. Poco después comenzó la secundaria en el San Felipe Neri de los padres jesuitas pero se cambió al Maldonado y se graduó de Bachiller el 18 de Julio de 1935.
Sintiéndose inclinado por la carrera de las armas en Octubre del 36 ingresó como cadete a la Escuela Militar de Quito, más tarde llegó a Brigadier y a Alférez de Infantería. El 38 fue Subteniente y lo destinaron al batallón de montaña “Andinos Cayambe”. En Octubre del 39 estuvo de servicio en la guarnición Montalvo en el sitio Río Corriente en plena selva virgen de la región oriental, a fin de vigilar el movimiento de las tropas peruanas con su gente en los sitios Pucacuro, Tacume y Piedra Liza donde se mantuvo alrededor de tres años hasta el 12 de Agosto de 1940 que fue transferido al batallón de Infantería No. 10 Carchi de guarnición en Quito. El gobierno nacional le ascendió a Teniente y entregó la Condecoración Abdón Calderón por tiempo de servicio.
En los primeros días de Julio del 41, al conocerse la movilización armada del Perú pidió a sus superiores que lo enviaran a la frontera sur. El día 15 marchó hacia El Oro con toda su unidad. Iba de Comandante del Primer pelotón de la II Compañía del batallón Carchi, al arribar en tren a Riobamba recibió numerosas muestras de afecto de amigos y familiares. En Puerto Bolívar el batallón Carchi ocupó el flanco izquierdo de la línea de fuego mientras Chiriboga y su gente siguieron hasta el pequeño caserío de Quebrada Seca, pues en toda la zona fronteriza de El Oro se vivía una tensa calma que presagiaba la nueva arremetida armada de los peruanos y la consiguiente tragedia en bienes y en vidas inocentes.
Efectivamente, el día 23 se reiniciaron las operaciones y varias poblaciones ecuatorianas cayeron en poder del enemigo, entre ellas Chacras, distante a solo seis kilómetros de Arenillas y a escasos trescientos metros de Quebrada Seca que fue rodeada por fuerzas enemigas; pero, no obstante el pequeño pelotón al mando de Chiriboga y con una provisión mínima de treinta cartuchos por persona, resistió valerosamente por espacio de dos días, prácticamente en actitud suicida pues no existía ni la menor esperanza de conseguir ayuda.
Fueron cuarenta y ocho horas de constante cruce de disparos y los nuestros provocaron numerosas bajas al invasor, hasta que a las cuatro de la tarde de ese día 25, terminadas las municiones, callaron los fusiles.
Cuando los peruanos se dieron cuenta que se había gastado hasta el último cartucho, un Capitán gritó “Rendirse todos, entreguen sus fusiles y griten Viva el Perú”, pero Chiriboga contestó: “Soy ecuatoriano y no me rindo. Viva el Ecuador” El mismo Capitán peruano volteándose a su gente exclamó “Traigan un tanque pequeño” que poco después hizo colocar a solo doce metros del sitio donde se hallaba disperso y oculto el pelotón ecuatoriano y volvió a hablar “Si no quieren que este tanque los mate, griten Viva el Perú” y Chiriboga, comprendiendo la solemnidad e importancia del momento, lleno de patriotismo insistió “Un ecuatoriano no da vivas al usurpador” Entonces, tres pasos al frente fue la criminal respuesta del peruano, que equivalía a un masivo fusilamiento. Así lo comprendieron los nuestros, que dieron los tres pasos a tiempo que Chiriboga alcanzaba a exclamar “Somos ecuatorianos que moriremos cumpliendo con nuestro deber.” Varias ráfagas de ametralladoras silenciaron las palabras y sellaron el sacrificio de estos héroes, que ofrecieron sus vidas en un campo cercano a Chacras por el honor nacional, mientras en el horizonte se ponía el sol y la tarde caía como un pesado velo de tristeza. De los veinte y nueve miembros del grupo ecuatoriano de Quebrada Seca solo se salvaron tres.
I pasaron los meses. El Gobierno reconoció su sacrificio y el l de Octubre le ascendió post mortem al grado inmediato superior de Capitán. El 29 de Enero del 42 se firmó el protocolo de Río de Janeiro y el domingo 18 de Octubre siguiente su padre y el Dr. Eduardo Nájera salieron en autocarril desde la estación de Chimbacalle en Quito, con la finalidad de trasladar sus restos a Riobamba. Al día siguiente l9 de Octubre, consiguieron en Guayaquil los permisos de Sanidad y de la Capitanía del puerto y por la noche partieron en la motonave Jambelí hacia el sur. El 20 viajaron en tren a Arenillas donde el Centro Cultural Arenillas y el Club Deportivo Arenillas programaron los actos patrióticos conducentes a rendir un postrer homenaje al héroe de Quebrada Seca y a sus valientes compañeros.
El 21 partió la comitiva a Chacras y en una pequeña ondulación natural se vieron dos cruces de 1,50 mtrs.
de altura colocadas sobre las tumbas de Chiriboga la una y la otra sobre la fosa común de sus veinticinco bravos compañeros. En ellas se leía claramente “Teniente César E. Chiriboga González y veinticinco hombres de tropas caídos el 25 de Julio de 1941 en cumplimiento del deber”.
Al abrirse la primera de las tumbas se halló el esqueleto de Chiriboga, identificado porque en la tela de la camisa encontraron prendida una medallita de plata que en Quito le había colocado su madre. Depositados los restos en una caja, un alumno del quinto grado de la Escuela Fiscal No.35 de Arenillas tomó el juramento a sus compañeros de vengar algún día el honor nacional (1)
La comitiva regresó consternada y al arribar al punto denominado Puebloviejo, distante a un kilómetro de Arenillas, se organizó el desfile a pie, siendo transportados los restos en hombros de los Comisionados. En el pueblo tomó la palabra el Sr. Raúl Frías a nombre del Club Deportivo Arenillas y se pasó a la iglesia. A las puertas habló el Director de la Escuela del lugar Sr. Néstor Torres Palacios, quien dijo que morir por la Patria es vivir para siempre en el corazón de sus camaradas y en las páginas de la historia inmortal.
A las 8 de la mañana del jueves 22 tuvo lugar una solemne Misa y a las l2 se inició el desfile hacia la estación del tren. La Srta. Piedad René García, vocal del centro Cultural El Oro, pronunció la despedida y el padre del héroe lloró de emoción. De allí pasaron a Machala, a Puerto Bolívar y en la Jambelí a Guayaquil, siendo recibidos en el puerto principal por una comitiva de amigos y parientes.
En una lancha embarcaron al siguiente día a Durán y por tren continuaron a Riobamba. Mientras tanto, el 24, esa Municipalidad había dispuesto la colocación de su busto en el Parque de la Libertad, erigirle un túmulo funerario en el Salón de Honor y concurrir en corporación a sus funerales, recomendando su memoria a la posteridad como blasón de honor y gloria para la República ecuatoriana. El día 26 arribaron los restos y el Comité convocó al pueblo para el día siguiente, 27 de Octubre, que tuvo lugar el imponente desfile patriótico que llenó varias cuadras hasta la
Basílica, donde tomaron la palabra diversos oradores y fueron depositaron los restos en la Cripta. En Agosto del 69 se inauguró el monumento en Riobamba.