CHECA DROUET BENIGNO

PERIODISTA Y DIPLOMÁTICO- Nació en Esmeraldas el 5 de agosto de 1897 Fueron sus padres legítimos Juan Antonio Checa San Miguel, comerciante quiteño en Esmeraldas y Julia Drouet Ávila, esmeraldeña. Fue de los mayores y tuvo diez hermanos. Recibió las primeras letras de su madre, cursó estudios primarios en la escuela Juan Montalvo en donde aprendió a querer y admirar al Cosmopolita, pues el director de aquel plantel Virgilio Aguirre Tamayo tenía sus libros como un devocionario y hacía leer sus capítulos que eran comentados ardorosamente.

En 1913 a raíz del estallido de la revolución de Carlos Concha, pasó al normal Juan Montalvo de Quito cuyo rector Leonidas García forjo su corazón para las causas nobles de la Patria y le inculco los principios básicos de la doctrina arielista del ensayista uruguayo José Enrique Rodó.

Graduado en 1919, las estrecheces económicas de su larga familia le impidieron continuar en Quito y volvió a Esmeraldas a trabajar en el comercio ayudando a su padre pero prontamente se desilusionó del entorno anodino que encontró en su tierra, desolada tras la terrible revolución que había durado casi tres años sumiendo a la provincia en la pobreza. En mayo publicó el poema “En la Playa” de corte romántico y asunto intranscendente por trivial

En 1920 viajó a Guayaquil donde tenía varios parientes maternos, trabajó en la redacción del diario “El Telégrafo” y mantuvo columna propia, variados artículos y uno que otro verso como el titulado “Madre”, que tuvo alguna resonancia.

En Julio fundó la revista mensual ilustrada “Ariel” destinada a defender los ideales de la Patria (sic.) Allí publicó unos carteles que revelaban altas aspiraciones para las clases populares.

En 1923 concurrió a la I Asamblea Liberal del Ecuador pues estaba afiliado a ese partido hizo buenas amistades que le permitieron un nombramiento en el exterior, por eso a los pocos meses, el año 24, viajó a Lima como agregado cultural de la delegación ecuatoriana a los festejos del centenario de la Batalla de Ayacucho y decidió quedarse en la capital peruana colaborando en el diario “El Comercio” y con el tiempo fue designado Vicecónsul de carrera del Ecuador en Lima.

En 1928 fundó en Lima la importante “Revista de Comercio y Finanzas” que dirigió y mantuvo hasta el final de sus días. El 29 casó con María Núñez Quezada, matrimonio sin hijos. El 30 ingresó a la Asociación Nacional de Periodistas del Perú.

En 1932 se conmemoró el centenario del nacimiento de Montalvo y se dedicó a escribir su biografía, pues ya tenía ordenado el material. La obra apareció el 33 en la editorial Excelsior de Lima bajo el título de “Vida de Don Juan Montalvo”, episodios, crítica, opiniones, en 415 páginas, en estilo rebuscado que exasperó al gran poeta Leopoldo Lugones, quien desde las páginas de “La Nación” de Buenos Aire le calificó de verdadero trabajo de taracea o ataujía de palabras raras, mezcla de modismos, arcaísmos y neologismos, lenguaje acrónico y utópico al mismo tiempo; sin embargo, el mismo Lugones reconoció que aparte de ese feo defecto de forma, se escondía un fondo bien estudiado e interpretado que encerraba una lección de profunda actualidad, no solamente para los ecuatorianos sino también para los hispanoamericanos. Otro detalle que no escapó al sagaz crítico fue la desviación del autor en inútiles y absurdas divagaciones orientalistas a las que era muy dado y que erróneamente atribuyó a Montalvo.

Pronto salieron a la palestra ilustres personalidades del pensamiento intelectual de América para defender a la obra y a su autor, publicadas sobre todo en “El Comercio” de Lima, sin que pudieran contradecir a Lugones, cuyo acertadísimo criterio finalmente quedó.

Esta nueva biografía vino a enriquecer los conocimientos que se tenían del Cosmopolita, siendo la primera escrita en el siglo XX después del “Juan Montalvo” publicado en 1901 en París por Agustin L. Yerovi Orejuela.

En 1936 dio a la luz un estudio de Derecho Internacional Público “La Doctrina Americana del Uti Possidetis de 1810” en 154 páginas y el 37 “Defensa de la Paz” en 176 páginas con doctrinas. Ese último año también editó un folleto con las opiniones vertidas sobre su obra montalvina en 72 páginas y su respuesta a Lugones.

Desde 1941, rotas las relaciones entre el Ecuador y el Perú, intensificó las colaboraciones en “El Comercio”. Su villa en el Pasaje Mendiburu No. 170 era sitio de reunión de los periodistas más acreditados, así como de intelectuales ecuatorianos de paso por esa capital. Querido y respetado, era invitado a ocupar diversas tribunas para tratar temas de su especialidad.

Al triunfar la revolución del 28 de Mayo de 1944 fue designado por el presidente Velasco Ibarra para el desempeño del Consulado General del Ecuador en Lima.

Sus últimos años fueron de intensos trabajos consulares e intelectuales. Estaba pletórico y en su mejor momento, en algunas ocasiones tuvo que hacerse cargo del manejo de la Embajada, sobre todo cuando se relacionaba con el asunto limítrofe que desde 1951 se había agudizado, después del desconocimiento de la validez legal del Tratado de Río de Janeiro por parte del Ecuador.

En Octubre del 52 tenía en prensa un número de su revista y preparaba material para escribir las biografías de Sucre, Bolívar y García Moreno así como varios ensayos sobre las doctrinas americanas del Derecho Internacional, una historia de la cuestión de límites entre el Perú y Colombia, los gobiernos de Facto y la Doctrina Estrada, la Doctrina Tobar y una sinopsis sobre la historia del panamericanismo, cuando el día 31 de ese mes sufrió un masivo infarto que le llevó a la tumba a la edad de cincuenta y cinco años solamente.

Su madre residía por entonces en Buenaventura, con una hermana casada con Cortés. El sepelio se realizó al día siguiente 1 de Noviembre en el cementerio Presbítero Maestre de Lima.

De trato insinuante y caballeroso por diplomático, poseía un perfecto dominio del idioma pues sabía Gramática, había leído a los clásicos del siglo de oro español y se especializaba en etimologías. Otro de sus temas era el estudio asiduo del Derecho Internacional, el ocultismo y esoterismo, así como la literatura persa y la filosofía oriental.

Su estatura mediana, robusto y de espaldas anchas, tez canela, usaba lentes desde joven por su avanzada miopía. Ágil, activo, emprendedor y lleno de planes intelectuales, su deceso fue causa de sinceras demostraciones de pesar.