CHAVEZ OBREGON LUS FELIPE

RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL. Nació en el Caserío de Isinche – Sumalo perteneciente a la Parroquia Pujilí, provincia de Cotopaxi, el 21 de junio de 1882. Hijo legítimo de Antonio Chávez y de Asunción Obregón, indígenas de dicho sector donde poseían tierras. Ella falleció pocos días después de infección puerperal y el viudo y su niño pasaron a residir a Latacunga donde el pequeño cursó la primaria en la escuela de los Hermanos Cristianos destacado por sus excelentes calificaciones.

En 1897 ingresó al Colegio Vicente León y el 1 de agosto de 1902 se graduó de Bachiller en filosofía con Tres primeras equivalente a la máxima nota, viajó a Quito y se matriculó en la facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central. Era chiquito de cuerpo, ingenioso y hasta muy bromista. En 1907 encabezó con sus compañeros Belisario Quevedo y Leonidas García el movimiento democrático universitario y el 25 de abril concurrió a la manifestación en contra del gobierno de Alfaro, pidiendo el sufragio libre y protestando por la suscripción del contrato de construcción de ferrocarril Ambato – Curaray con el Ing. Charnacé, que se estimaba lesivo a los intereses de la nación. Los estudiantes fueron reprimidos en las calles y Chávez tuvo que ocultarse en una hacienda de Daule para no caer preso.

De regreso a Quito fue amanuense del escribano Luís Paredes, en 1910 ocupó la cátedra de Castellano en el Normal Juan Montalvo, allí permaneció varios años y fue candidatizado para representar a los alumnos de la Universidad Central en el Congreso bolivariano a celebrarse en Bogota pero no salió electo.

En 22 de Julio de 1919 se graduó de Licenciado con la tesis “Cuestiones Económicas:          Proteccionismo y

libre cambio”, afirmando que a las disquisiciones abstractas y lucubraciones metafísicas debe preferirse el estudio concreto de nuestros problemas actuales.

El 23 de enero del 13 recibió el doctorado en Jurisprudencia luego de incorporarse en la Corte Suprema como abogado. Ese año “comenzó a ejercer la profesión con lucimientos y mostrando especialísimas dotes que hicieron de él uno de los más solicitados jurisconsultos de la república. También ejerció la dirección de La Prensa, subtitulado periódico del pueblo” y escribió los editoriales tratando temas tan interesantes como el avance del imperialismo norteamericano en América, la realidad de la clase obrera, la incorporación de la mujer y el sufragio obligatorio, entre otros. Era afiliado al partido liberal y hasta fue vocal del directorio provincial del Pichincha. El 14 salió electo Diputado por la Provincia de León continuando hasta la legislatura del 15 en dichas funciones.

En 1917 pasó a desempeñar la dirección del periódico “El Hombre” corriendo a su cargo los editoriales y fue Procurador Síndico de la Municipalidad de Quito.

En enero de 1919 fundó el periódico “Vida Nueva”, en mayo figuró con Luís Napoleón Dillon y Julio E. Moreno en la dirección del diario “La Tribuna” escribiendo bajo el seudónimo de “Sansón Carrasco” y formó parte de una pléyade de políticos liberales que comenzaban a desencantarse en un partido que cada vez se hacía más reaccionario.

En 1921 fue designado Director de Estudios de Manabí, viajó a Portoviejo y allí permaneció cuatro años, regresando a Quito después de la revolución Juliana de 1925, decidido a abandonar al liberalismo por inocuo. Ese año, con Ricardo Paredes, Eleodoro Noboa y Rubén Rodríguez formaron los primeros sindicatos indígenas del Ecuador. En 1926 figuró entre los representantes del Pichincha a la I Asamblea Socialista que sentó las bases de ese partido en el Ecuador, dictó una conferencia sobre organización social que apareció en folleto y ocupó la Subsecretaría del Ministerio de Previsión Social. Dirigente socialista, impulsaba el movimiento campesino como sindico de varias comunas indígenas y fortalecía el sindicalismo a través de las agrupaciones obreras. Su pensamiento había evolucionado de acuerdo a la hora histórica que vivía el país y su acción revolucionaria se expandía a la clase indígena a la que frecuentaba en la zona de Cayambe. Un episodio le hizo famoso cuando se presentaron los pesquisas dispuestos a apresar al “agitador blanco”, al chulla que estaba soliviantando a los indios. Mientras rebuscaban por todas partes, Chávez – vestido con ropas indígenas y cubierto de un gran sombrero pastuso – no dejaba de tocar la guitarra sin mostrar la más mínima preocupación hasta que se fueron del lugar y pudo continuar en su labor proselitista. Su apariencia indígena le salvó en esa ocasión.

En 1928 fue designado profesor accidental de la difícil cátedra de Código Civil, Testamentos y obligaciones. Se posesionó el día 3 de noviembre. “Dominaba la materia, era sencillo y fácil en la exposición, se le entendía rápidamente” diría uno de sus más distinguidos alumnos: Juan Isaac Lovato.

El 1931 ocurrió la escisión de algunos dirigentes socialistas que abandonaron el partido por seguir los dictámenes de la III internacional reunida en Moscú. Ese año fue electo Secretario General del partido Socialista Ecuatoriano que le contaba entre sus militantes más distinguidos. El 32 vio con dolor otra división, cómo se separaba la Vanguardia Revolucionaria Socialista con los hermanos Luís y Alfonso B. Larrea Alba y Clotario Paz, fraccionándose aún más el Socialismo a través de la salida de otros valiosos líderes como Luís Antonio Peñaherrera que no comprendían la necesidad de mantener la unidad de las izquierdas.

En diciembre y a la renuncia del titular Benjamín Camón, fue electo Vicerrector de la U. Central por 38 votos contra 30 de su oponente el Ing. Alberto Villacres, profesor de la Facultad de Ciencias.

En 1934 y estando vacante el Rectorado, derrotó al Dr. Isidro Ayora por 44 votos a 36 y habiéndose posesionado del cargo, tuvo que enfrentar a la reacción de la derecha del país, escandalizada por el ascenso de un socialista. El presidente de la república Dr. José María Velasco Ibarra, en su Informe a la Nación amenazó con la Clausura temporal de las Universidades y colegios y con el cese de la autonomía pues creía que estaban conspirando para derrocarlo. Entonces protestó el Consejo Universitario de la Central y recordó que las Universidades latinoamericanas eran autónomas por la reforma de 1917 en la ciudad de Córdova, Argentina, autonomía que no podía ser pisoteada en el Ecuador. La

Cámara del Senado apoyó esa protesta, ampliando la autonomía conferida por la Ley de Enseñanza Superior del 6 de octubre de 1925 dictada por la Junta de Gobierno Provisional. El Presidente Velasco Ibarra envió una Carta a la Cámara de Diputados, pidiendo que se rechace el proyecto, procedimiento ilegal e inusitado y por ende no bien recibido, avivándose el fuego de una ardua polémica más política que doctrinaria debido a la inverecundia del primer mandatario; pero, el gobierno, no se quedó atrás y propuso a la Cámara del Senado un proyecto de clausura de la Universidad Central.

Hubo alborotos callejeros y algunos estudiantes quedaron lesionados. Las Universidades de Guayaquil y de Cuenca se solidarizaron con la de Quito, Velasco Ibarra insistió y hasta fue públicamente acusado de fascista, ocurriendo lo increíble, pues algunos profesores y estudiantes de Medicina alentaron la división interna con sendos comunicados, obligando a renunciar al rector y demás miembros del Consejo Universitario, que se sacrificaron para dar paso a una auto reorganización.

Velasco Ibarra designó Ministro de Educación al diputado Dr. Rosendo Santos, quien había luchado para la aprobación del decreto de reorganización y manifestado en múltiples ocasiones su voluntad de clausurar la Universidad, quien tuvo la imprudencia de declarar: si la auto reorganización no satisfacía al Presidente o no traía sino un cambio de fichas, entonces se reservaba como Ministro el derecho a intervenirla.

Tan impolítica conducta obligó a Chávez y a los demás miembros del Consejo a retirar sus renuncias y apoyados en la mayor parte del estudiantado enfrentaron al gobierno. Los alumnos se tomaron el edificio, declarando la huelga y nuevamente hubo intranquilidad y zozobra.

El 18 de diciembre el Presidente Velasco decreto la clausura y la impuso por la fuerza. Los huelguistas, viéndose asediados, abrieron un horamen y escaparon de noche por la parte trasera del local. Chávez había sido ofendido y tratado con despotismo, pero se retiraba con la conciencia tranquila. Poco después fue homenajeado por sus colegas Jueces de la Corte Superior de Justicia de Quito, que le designaron Conjuez por unanimidad de votos.

Su paso por el rectorado no disminuyó sus bríos pues siempre había sido “empeñoso en la lucha, fuerte en la derrota, sereno en los triunfos, tranquilo, cortesano, ciclotímico.”

Enteramente normal en el extenso sentido de la palabra y hasta cuidadoso, oportuno y pulcro; por eso volvió a su estudio profesional a seguir defendiendo a los oprimidos, fue electo asesor del Sindicato textil de la fábrica “La Internacional” y vocal de la Academia de Abogados de Quito.

“En 1936 desempeñaba también la vocalía del Consejo Nacional de Menores cuando una grave y violenta enfermedad le postró en el lecho del dolor donde estuvo hasta su muerte.” Efectivamente, fue atacado por una infección a la vesícula que hoy hubiera podido ser tratada con antibióticos pero que entonces era mortal.

Falleció a las cinco de la madrugada del lunes 26 de marzo de 1938 “en la pobreza más espantosa” pues la enfermedad había liquidado su escaso capital adquirido en buena ley como abogado de amplia clientela y prestigio.

Su cadáver fue trasladado al Salón Máximo de la U. Central donde se levantó una Capilla Ardiente. Los oradores dijeron que había sido un pionero de las ideas de izquierda en el Ecuador, de espíritu siempre fraterno, cordial como una brisa suave, culto, civilizado y sin pretensiones y de cuerpo nacido y forjado con la levadura y con la masa que habían servido para modelar los cuerpos de los puruhaes legendarios.

Pequeño de estatura, bronceado o moreno tostado y de cabellera rebelde. La frente amplia y espaciosa. Los ojos pequeños, encendidos. La cabeza fuerte, anchos los hombros, el pecho macizo. Fue un abogado honorable y competente, un periodista honesto y pulcro.

Tuvo gran participación en la Comisión organizadora del Instituto Nacional de Previsión y en la que redactó la primera versión del Código de Trabajo. Cuando podía darse tiempo acostumbraba viajar a Pujilí a conversar con viejos amigos que casi siempre se reunían en la casa del profesor Juan Tulcanaz para absolver inquietudes culturales.

La biografía de este pionero del Socialismo en el Ecuador ha sido recopilada en la FACSO de la U. de Guayaquil.