CHAVEZ GONZALEZ RODRIGO

FOLKLORISTA. Nació en Guayaquil el 26 de Enero de 1908 en la casa de su padre ubicada en Diez de Agosto entre Pedro Carbo y Chile. Hijo legítimo del Dr. Modesto Chávez Franco, designado por el Cabildo Cronista Vitalicio de Guayaquil y cuya biografía puede verse en este Diccionario y de Mercedes González Triviño, naturales de Santa Rosa y Guayaquil, respectivamente. Fue bautizado con los nombres de Rodrigo Arturo y tuvo numerosos hermanos.

En 1912 viajó con los suyos a Daule donde había sido confinado su padre por actividades políticas. El 14 se establecieron en Catarama. Después recordaría que allí escuchó diversas tonadas montubias como “La Casita lejana” cuyo origen más remoto parece babieco. I con el tiempo, en sus viajes por el litoral, escuchó otras no menos vernáculas como “La Iguana”, que oyó en el recinto El Mate del cantón Daule de labios del patriarca Juan Rugel, quien le dio la letra, la entonación y los compases principales del baile, así como también la llamada “Er galope” de lejana procedencia francesa.

Otros bailes y tonadas antiguas que logró recoger fueron “el Corre que te han visto,” “la puerca raspada,” “el corre que te pincho,” “el baile del sombrerito,” “el amorfino,” “la caminante” publicadas recién en 1.926 por el maestro Manuel de Jesús Alvarez, choneño graduado en el conservatorio de Panamá, autor de la obra “Estudios folklóricos sobre el montubio y su música.” De todas ellas hizo un pequeño álbum de partituras con la ayuda de su amiga de siempre la Maestra Zulema Blacio. Ella pasaba las notas al pentagrama y Rodrigo silvaba y cantaba las tonadas, tratando de ser fiel a las tonadas y compases escuchados de niño. Un trabajo de arqueografía musical que ha permitido el salvataje de lo poco o mucho que se conoce de la música vernacular costeña.

En 1920 le ocurrió una rara experiencia que refirió en uno de sus artículos: mi inquietud poética y literaria comenzó

en las riberas del río Milagro al ver a una chiquilla de mi edad enferma de tifoidea. Años después, en el río Paute vi unos ojos iguales a los suyos y quise escribir mis primeros versos románticos, comenzando una trayectoria poética        que       se         diluyó

entre el frivolismo de la galantería porteña y el deseo de hilvanar frases elegantes, contra la opinión de mis padres que pedían a sus hijos que no fueran intelectuales para que lograsen triunfar en la vida.

Siguió la primaria  en     el  colegio salesiano Cristóbal Colón    y al       aprobar

el sexto grado lo enviaron un año al Benigno Malo de Cuenca porque era muy delgado y necesitaba mejor clima. Nuevamente      en         el         puerto

siguió estudios de Contabilidad en el Colegio Mercantil, dejando trunca esa carrera porque jamás le atrajeron los números.

Era un muchacho largírucho, enjuto de cuerpo, magro de rostro, brillante la mirada, pálido el color y muy dado a los deportes, sobre todo al box, al fútbol, a los toros y a los caballos. En lo espiritual era agradable a todos por su conversación ligera que tocaba todos los puntos sin profundizar en nada y por un carácter muy dado a la acción que despertaba simpatías al granel y cuando el 4 de diciembre de 1924 apareció el diario “La Opinión Pública” de Manuel de Jesús Aguilar Peñafiel, fue contratado como Cronista deportivo, tuvo la oportunidad de hacer sus pininos literarios pero dos amigos de su padre le saludaron con críticas. El uno fue Francisco J. Falques Ampuero que le hizo hincapié en una fea cacofonía y el otro Alfonso de Arzube Villamil por un error histórico, y todo por ser hijo de un hombre célebre.

La lectura de los artículos de costumbres montubias de José Antonio Campos Maingon a) Jack the Ripper, que aparecían esporádicamente por la prensa, le motivaban a cultivar los temas vernáculos del litoral y la literatura social. Pronto se hizo conocer por su arielismo inicial enemigo de toda penetración yanqui y lanzó la proposición de revitalizar el folklore del litoral a través de una campaña criolla. Su posición frente a la vida y la literatura se levantó en la durísima crisis que atravesaba el agro a consecuencia de las pestes y epidemias del cacao.

Por entonces creó su pseudónimo “Rodrigo de Triana” tomándolo de la historia del descubrimiento de América y como era un bohemio empedernido se dedicó a promover fiestas galantes, rodeos montubios, elecciones de madrinas criollas, etc. y empezó a figurar en varias revistas y diarios del país y se le tenía por un prometedor periodista y literato, en política profesaba ideas socialistas y de avanzada.

En 1925 sacó en el Universo una novelina de folletín titulada “Los dos crepúsculos” y con solo diez y siete años a cuesta dirigió la tercera película ecuatoriana y primera de ambiente montubio titulada “Soledad” pues en abril se había formado la empresa “Guayaquil Film Co.” gerenciada por Juan Emilio López Mosquera, con la finalidad de producir películas silentes (mudas) Se contrató a Rodrigo para que escribiera el guión y se hiciera cargo de los demás detalles. La película resultó un poema romántico pasional. Fue dirigida por el técnico italiano Carlos Boccacio. El quiteño Ignacio Bucheli manejó las cámaras. Los intérpretes fueron Evelina Orellana como Soledad, Rodrigo Chávez González, Pepe Chevasco Navarro en el papel cómico, Emilio Pareja Cabanilla como el galán joven, Emilio Moret, Carlos Moreno como Carlos Mármol y Enrique Cardell. También actuaron las chiquillas Zoila Moreira Solórzano y Mercedes Suárez y el niño Amadeo Moreira Solórzano.

“Soledad” cuenta una bella historia de amor en el trópico, dura más de dos horas y fue exhibida en un teatro de las calles Eloy Alfaro y Letamendi así como en el Parisiana ubicado en García Avilés entre Vélez y Luque, luego se pasó en Cuenca y en otras ciudades del país. Su estreno estuvo amenizado por la Orquesta del Maestro Marcelo Jarrín. Los escenarios naturales fueron rodados en la hacienda Angélica de Félix González – Rubio Velasco donde aparece Soledad y su amiguito de pequeños, doblados por los niños Moreira Solórzano. Luego salen ya de grandes. Soledad es salvada de una estampida de ganado. Con su enamorado navegan por el río, van a otra hacienda que arrendaba Alberto Guerrero Martínez, donde se representó un rodeo montubio con la mayoría de los motivos típicos y costumbristas de los habitantes del campo del litoral. Los ensayos se realizaron en el frontón Betty High donde se jugaba a la pelota vasca, ubicado en Rocafuerte y Tomás Martínez. Allí instaló Boccacio una Academia de Teatro con cursos de mímica y simulación y se montó la preparación técnica.

En enero del 26 viajó a Cuenca llevando la representación del diario

El Universo para realizar una intensa campaña artística y deportiva así como la exhibición de la película Soledad en el teatro Variedades de esa ciudad.

A mediados de año empezó a trabajar en “El Telégrafo”, escribió contra la revolución Juliana y a favor de la autonomía regional. El 12 de octubre realizó bajo los auspicios de la Federación Deportiva del Guayas que presidía Manuel Seminario Tejada a) el Meme, la Asociación de Ganaderos del Litoral, Jerónimo Avilés Aguirre y Honorio Santistevan Mendoza, en el antiguo estadio de la Federación Deportiva del Guayas, la primera fiesta regional del montubio. Hubo el Concurso del poema al Montubio, baile, refrescos, comidas, la elección de la Madrina Criolla del Litoral, y un Rodeo con doma de potros chúcaros y todo lo demás. Participaron numerosos hacendados con sus peonadas y sus madrinas criollas y la cabalgata partió desde la hacienda Atarazana hasta el estadio donde se lucieron realizando magistrales proezas y desafíos de ingenio en coplas y amorfinos. Primera madrina criolla resultó electa la representante de Santa Lucía, Rosario Rugel. Ese año formó el grupo de teatro campesino, mientras los jerarcas del comunismo y socialismo criollo pensaban que por los caminos del folklore se desviaba la genuina lucha de clases, pero Rodrigo era una especie de clérigo suelto y siempre se salía con la suya sin conceder la menor importancia a los criterios ajenos, bien es verdad que por entonces se vivía un fanatismo cerril que rechazaba a raja tabla todo lo que no tuviere como objetivo la lucha de clases, llegándose al colmo de renegar del romance castellano, considerada una forma aburguesada de escribir.

Un crítico amigo suyo escribió: Sus amigos, que le admirabamos por el esplendor de sus facultades intelectuales, le encarecíamos que sentara cabeza y creara literatura con un sentido de profundidad y permanencia. Prometía hacerlo pero no cumplía.

Desde el 19 de diciembre tituló a su columna periodística “A través de mi lupa” porque se lo sugirió José Santiago Castillo, ya que le estaba comenzando a fallar la vista.

El 27 colaboró en la revista “Savia” que dirigía Luis Gerardo Gallegos. En el teatro “Edén” la compañía Alcón – Cabezas estrenó su juguete cómico y folklórico “El Primo de Baba” que se pasaría en distintos pueblos del litoral, siempre con grandes muestras de regocijo porque su argumento tiene mucha gracia a través de equívocos y palabras montubias.

A fines de año se presentó en Loja a lomo de mula y batiendo lodo. Hablaba alegremente y hasta por los codos. No conocía a nadie pero al día siguiente eras amigo de todos en la pequeña población. Jovenzuelo que derrochaba ingenio por los poros y quería formar una farándula de la cual sería el animador, haciendo lo posible por interesar al público en el folklore nativo. Solía componer libretos líricos y versos populares y era un improvisador nato. Por eso compuso y estrenó su obra folklórica “Lojanita ¿Me queréis?” escrita a petición del Comité pro cárcel de esa ciudad, con las costumbres y usos regionales lojanos.

El jueves día 23 de febrero de 28 cayó preso por orden del gobierno ¿El motivo? Uno de sus artículos dizque había herido la sensibilidad de la mujer capitalina pero al quinto día salió libre. Entonces se ausentó de la ciudad varias semanas pero ya el 31 de Marzo volvía a escribir, en esta ocasión, sobre el barrio Las Peñas. Ese año compuso para la Compañía Páez D’ Alphons la revista teatral de ambiente frívolo y música de la época “Guayaquil en broma”, estrenada en el Parisiana en tres actos, con llenos completos y compuso varias letras para que Francisco Paredes Herrera les pusiera música. En honor de la cantante argentina María López, de paso por los teatros de Guayaquil y que actuaba como May Turgenova, compuso con su amigo Paredes el famoso “Tango Sintético” que llegó a ser bailado por Rodrigo de pareja de May, en el escenario del Eden, en función de gala, con lleno completo y aplausos cerrados porque causó sensación.

El 8 de junio comenzó a publicar en El Telégrafo una serie graficada con dibujos de diferentes autores que denominó “Las siete maravillas de Guayaquil vistas a través de mi lupa”. En su columna hacía la crítica artística de los grupos que se presentaban en los teatros de la ciudad. En Octubre la Compañía Infantil representó en el Colón su revista de bailes y cantos típicos de la costa “Fiesta del Montubio” en un acto. El 29 la Compañía Carmen de Granada estrenó en el Variedades de Cuenca su revista de costumbres y ambientes azuayo “Crónicas del Azuay”, como la primera expresión puesta en escena del llamado Tono del Niño, que es parte de su folklore, con cholos y cholas en tres actos y tres cuadros.

En Julio dirigió una novedosa producción de “Ocaña Film” titulada “Un viaje por Manabí”, compuesta de dos rollos silentes filmados por Manolo Ocaña Dorado hijo, con la cooperación del Touring Club del Ecuador. La premier en el Olmedo se llevó a cabo en noviembre y estuvo acompañada de una película extranjera de largo metraje así como también de diversos números de variedades artísticas y se realizó en función de gala dedicada a la colonia manabita el jueves 21 de Noviembre. Fue la primera película de turismo filmada en el Ecuador. Contiene pasajes tomados en Montecristi a doña Manuela Alfaro vda. de Cajigal hermana del Viejo Luchador y numerosas vistas. Lo que no se dijo entonces es que Rodrigo había tenido que abrir trocha con su amigo Luís Villafuerte para arribar a Jipijapa desde Guayaquil, pues la pequeña vía se había cerrado por el invierno.

En 1929 la colonia española en Guayaquil promovió la celebración del Día de la Raza los días 12 de octubre de cada año y no faltaron quienes se opusieron a que continuaran los festejos de la Asociación del Montubio. Con tal motivo hubo un cruce de comunicaciones pero los festejos del montubio continuaron con la presencia del reina o Madrina Criolla del Litoral, la manabita, Eva María Acuña, quien arribó a la ciudad el viernes 30 de Septiembre a bordo del vapor Emilio y recorrió el boulevard. El 5 de octubre presidió el recinto ferial de muestras en la Escuela Modelo. El 12 los batallones acantonados en la plaza izaron la bandera nacional en los cuarteles. A las dos de la tarde se inició la cabalgata montubia por la calle Chimborazo hasta el American Park donde se realizó la monta y doma de caballos, Rodrigo fue el encargado de entregar los premios a los triunfadores.

En 1930 estrenó en Portoviejo “La Fiesta de las Cruces”, expresión del folklore manabita, con música típica del lugar y otros arreglos realizados por el Prof. Pedro Pablo Traversari, en tres actos y con carácter de zarzuela. Enseguida pasó a Esmeraldas y con la Compañía Beltrán – Lozada estrenó en el teatro Municipal “La bomba esmeraldeña”, obra en un acto.

Ese año editó su novela costumbrista “Carne Criolla” escrita desde el 28 e intervino en la Organización del I Concurso Nacional de Belleza. Durante la velada de gala en el Olmedo hizo la presentación y el elogio de mi mamá Maruja Pimentel Yépes, una de las cuatro finalistas señoritas Guayas.

El 31 estuvo de visita por Panamá como cronista del “Panamá América” y organizó un Concurso de Belleza en dicha capital. Siguió viaje a Cuba y trabó amistad con el compositor Ernesto Lecuona, quien puso música en ritmo de bolero a su poema “Diez minutos más.” A finales del año retornó a Guayaquil, pobre pero contento. Siempre fue un optimista insigne.

En 1932 estrenó con un grupo de aficionados en el teatro Municipal de Machala su sainete folklórico “Chupete,” en el que hizo el papel de galán joven, y la pieza cómica de tema bomberil “La Primera Alarma” en tres actos. Por entonces conoció a una niña de trece años llamada Aída Pazmiño Pazmiño, que estaba sentada en primera fila y reía feliz de sus ocurrencias, a quien dijo medio en broma “Espérame, que cuando regrese me voy a casar contigo.” Rodrigo tenía veinte y cuatro años, pero así era él de volado.

El resto del año se la pasó haciendo campaña política en pro de la candidatura presidencial de su amigo el poeta Pablo Hanibal Vela, candidato único del socialismo nacional, que no ganó.

En 1933 se instaló en Machala, fundó el partido Socialista en El Oro, fundó la biblioteca municipal que tuvo corta duración, dictó clases de historia y estrenó con sus alumnos del Colegio Nueve de Octubre las comedias “¿Do you like to marry me?” y “Un Montubio en New York”, ésta última, folklórica. Se ha dicho que sus dotes de conversador, heredadas de su padre, le permitía dar a sus diálogos esa amenidad envidiable y esa tónica chispeante que las hacía populares por simpáticas con el dicho oportuno, la réplica burlona, el chiste a flor de labios ¡No se podía hablar en serio con él!

I en cumplimiento de su romántica oferta contrajo matrimonio con su novia Aída y tuvieron a sus tres hijos varones. Ella era copropietaria de una hacienda ganadera en las cercanías del pueblo de Santa Rosa, que Rodrigo pasó a administrar. Fueron buenos tiempos.

En 1934 editó en la “Revista Municipal” de Guayaquil que dirigía su padre, un ciclo de conferencias sociológicas sobre la realidad ecuatoriana que contiene el análisis histórico social sobre los tipos del agro bajo el título de “Estudios de Idiosincracia regional” que el 35 merecieron ser republicadas en los “Anales de la Universidad Central” y el 37 fueron recogidas en un libro de 122 págs. en Guayaquil.

El mismo año 34 estrenó en el Teatro Municipal de Machala con un grupo de aficionados su comedia en tres actos “El Político Rural” a beneficio de la recién creada Sala de maternidad del Hospital.

El 36 terminó su obra “Marx ante Indoamérica”, cuyos originales aún permanecen sin publicar y en poder de su hijo Otón. Sus ideas eran de izquierda, militaba en el Socialismo desde que el 33 había intervenido en la campaña presidencial de su amigo el poeta Pablo Haníbal Vela Eguez. Se le reconocía talento y prestigio, era una figura de características más bien regionales, lo cual le impulsaba a relievar en todo momento la figura del montubio, habitante del agro costeño.

El 38 apareció en Quito su folleto sobre el “Fascismo y Nazismo” que ocasionó gran interés y despertó agudas polémicas, pues atacó a dichas doctrinas políticas desde su posición de defensor a ultranza de la raza cósmica iberoamericana. Ese año, a causa de su vida despreocupada y andariega se produjo su separación y divorcio pues viajó a Cuenca como secretario del Concurso de la Chola Cuencana, donde permaneció varios meses con sus amigotes literatos.

En junio de 1941 se encontraba en Guayaquil cuando ocurrió la invasión peruana y como su familia se hallaba en Machala intentó recogerlos pero solo pudo llegar hasta Santa Rosa y de allí tuvo que seguir por las montañas porque los caminos estaban ocupados por la soldadesca peruana. Mientras tanto doña Aída había fundado en Machala la Brigada de Mujeres Socorristas pues había realizado estudios de enfermería y cuando su tío segundo González Rubio, que estaba de Gobernador de El Oro, la obligó a salir con los suyos a como diera lugar, lo hizo a pie y por las huertas de cacao de Tenguel, hasta el sitio de Tendales, donde pudieron abordar una de las lanchas que venían a Guayaquil.

En el puerto principal fue colocada con sus tres hijos en un grupo de villas llamado Granada, al sur oeste de la urbe, que estaban a medio construir. Lo malo es que se hallaban separadas de la ciudad por una alambrada y parecían un campamento de refugiados, pero casi enseguida su única hermana – casada con Fernando Rivadeneira – los llevó a su casa. Allí fue localizada por Rodrigo, quien se disculpó de sus pasadas balandronadas y producido el perdón, volvieron a unirse y a casarse y tuvieron tres hijos más, pero esta vez, todas mujeres.

Como testigo presencial de los abusos cometidos contra los sencillos habitantes orenses, e indignado del abandono con que el gobierno trataba a la provincia mártir de la invasión peruana, se impuso la noble tarea de reivindicar el honor nacional. Para ello inició una Cruzada Cívica dictando conferencias, explicando y escribiendo sobre dicha tragedia

El 42 viajó por Manabí v presentó con un grupo de aficionados de Santa Ana su comedia con argumento del folklor manabita “Cantalicio está de novio”, en tres actos, considerada una de sus mejores obras por el aplauso general que siempre cosechó, habiéndose representando mas de nueve veces en esa provincia.

Ese año ingresó a El Universo y allí se mantuvo hasta cuando dejó de escribir a causa de un enfisema pulmonar poco antes de su muerte. Su amigo Ismael Pérez Pazmiño le había dicho medio en broma y medio en serio. Rodrigo, te daré una columna flaquita como eres tú y así fue siempre.

El mismo 42 estrenó en Machala con la Compañía River Plate, su tragedia “Éxodo” drama en un acto y un cuadro, en verso, calificada de legítimo testimonio del sacrificio del 41, resaltando la heroicidad del pueblo órense, de la marina y el ejército nacional. Su padre se emocionó mucho al verla y le dedicó su retrato con la siguiente frase: “A Rodrigo, heredero de mi pluma, ideales e inquietudes” pues era el preferido de todos sus hijos y el que mejor comprendía sus anhelos, ya que siempre había existido una gran identidad entre ambos.

Por el contrario, el despótico régimen del presidente Arroyo del Río, creyendo que su campaña cívica le hacía daño, lo persiguió y tuvo en la cárcel pública de Machala casi dos meses y cuando su hijo Otón lo iba a visitar, Rodrigo colocaba sus artículos dentro de uno de sus zapatos para que pudieran llegar donde el suco Salazar, peluquero en Machala, quien los enviaba a El Universo. Al salir en libertad tuvo que esconderse algunas semanas en Puerto Bolívar donde su pariente político

Rafael González – Rubio Acevedo pues la pesquisa quería volverlo a apresar. Finalmente pasó subrepticiamente a Guayaquil.

El 43 volvieron a apresarlo tres meses en el cuartel de los Pesquisas con Pedro Saad, Ángel Felicísimo Rojas y Carlos Palacios Sáenz, luego fue confinado en Santa Ana, hasta que regresó de incógnito a Guayaquil, a seguir escondido en diferentes domicilios. Rojas comentaría más tarde que la gracia innata de Rodrigo hacía más llevadera la prisión y se ganaba el afecto de los guardias, que terminaban riéndose de las jocosas salidas del prisionero.

Tras el triunfo de la revolución del 28 de mayo de 1944 ocupó la Subdirección Municipal de Educación y escribió la obra de radioteatro “La Jornada Guayaquileña del 28 de mayo” que se transmitió por Radio Atalaya dividida en capítulos y escribió su famoso poema “Levantad la frente pueblo ecuatoriano” que al ser recitado frente al presidente Velasco Ibarra conquistó su aplauso y una efusiva felicitación. Fragmento: // Levantad la frente pueblo ecuatoriano / levantad el arma y alzad el fusil / que las pretensiones del pueblo peruano / que miente al llamarse panamericano / aún tiene por lema tomar a Guayaquil!

El 45 realizó la dramatización histórica de la invasión peruana – combates de Jambelí y Puerto Bolívar – a través de las ondas de Radio Imán, propiedad de su amigo Julio César Sánchez Vinces.

Dicho año 45 desempeñó la Subdirección del Trabajo del Litoral y cuando el presidente Velasco Ibarra, el 30 de marzo de 1946, proclamó su dictadura personal, se volvió anti velasquísta para siempre. En esa década y en la siguiente, siguió militando en el Partido Socialista dentro del ala de Manuel Agustín Aguirre y Juan Isaac Lovato.

Ese año fundó la “Universidad popular rotativa del Ecuador” con el slogan “Difusión técnica ecuatoriana”, para dictar cursos rápidos de difusión Técnica, Enfermería de Emergencia, Higiene y Primeros Auxilios, Contabilidad Práctica, Economía Aplicada y Secretariado Comercial en los pueblos donde no existían medios para lograrlo.

Este fue uno de sus mayores proyectos vitales, dirigido directamente al habitante que vivía alejado de los principales centros urbanos del país y requería capacitarse en carreras técnicas.

Inició ese año trabajando en Ambato, el 47 en Daule y la Península de Santa Elena. I mientras realizaba los cursos que siempre fueron intermitentes, es decir, de corta duración y por épocas solamente escribía obras costumbristas para esas ciudades, dictaba charlas, motivaba investigando sobre el folklore, la historia, etc. Su Universidad no ha tenido reprise y duró en forma intermitente por casi diez años, que fueron asendereados pues Rodrigo y los suyos viajaban constantemente “puebleando” con sus profesores.

El mismo 46 dictó una conferencia sobre el criollismo en Latacunga y comenzó a hacer teatro de títeres en el pequeño cine Aladino, ubicado en Chimborazo entre 9 de octubre y Vélez, llegando a escribir más de veinte libretos, hoy perdidos. El 47 estrenó en el Salón de Actos de la “Sociedad Hijos del Trabajo” de Guayaquil su obra teatral de ambiente urbano “El Sastre Guayaquileño” y en el Colón, con la Compañía de su amigo Augusto San Miguel, su tragedia en tres actos sobre la invasión peruana titulada “No pasarán. Igualmente, con un grupo de aficionados, una pieza de ambiente folklórico vinceño “Entre Mazorcas” en dicha población.

En 1948 fue un año de mucho movimiento artístico. Comenzó por presentar su “Alma Cañan” melodrama folklórico de ambientación cañari y música de Rudecindo Inga Vélez, en el Teatro Municipal de Azogues, en tres actos, por los alumnos del Colegio Juan Bautista Vásquez de esa localidad. Luego salieron a las tablas cinco Sainetes irónicos en un acto cada uno, de su autoría, presentados por la Compañía Gómez Albán en diferentes ciudades del país, a saber: Evaristo Diputado, Evaristo Marino, Evaristo Pescador, Evaristo y los Patitos, Evaristo reza el Rosario, incluidos un año después en el libro de Estampas Quiteñas de Ernesto Albán, a quien una tarde en el Hotel Astoria, Rodrigo le dijo, que después de Evaristo Corral se pusieran Chancleta, en recuerdo a un viejo quiteño de apellido Corral y Chiriboga que se vestía de chaquet por las mañanas y salía a tomar el sol y a chismear a la Plaza de la Independencia. Todo un personaje.

En noviembre hizo firmar una Acta Cívica en Huaquillas, desconociendo la línea fronteriza del Protocolo de

Río de Janeiro y colaboró activamente con la Junta Patriótica del Guayas que presidía el Dr. Armando Pareja Coronel.

Ese año falleció su madre de un segundo derrame cerebral que fue tan súbito que no le dio tiempo para alcanzar la campanilla que estaba al lado de su cama. Ella vivía sola desde el 43. Primero en el Bien Público y luego en la casa que sus hijos le habían comprado.

En marzo del 49 dictó una conferencia sobre los Saraguros, mitimaes de lejano origen Aymará en Bplivia y trató sobre la unidad étnica ecuatoriana. Poco después editó sus “Pregones de Guayaquil” en 12 págs. musicalizados por Olga EIjuri, que se cantaron en diferentes teatros de la ciudad.

En Julio publicó “Guayaquil Histórico” en 20 págs. folleto con interesantes generalidades para los turistas, años después programó el primer City Tour que tuvo Guayaquil y preparó a las primeras guías turísticas.

La Compañía de Augusto San Miguel trasmitió desde la radiodifusora “Cenit” su drama “Amor que mata” y la pieza “El Comerciante Minorista.” La Compañía Gómez Albán estrenó en el Teatro Andrade de Cuenca su Sainete irónico “Evaristo en Cuenca”.

También formó con un grupo de trabajadores el primer Orfeón Guayaquileño para continuar la labor iniciada por el fallecido maestro Angelo Negri. En esos afanes contó con el apoyo del Maestro Concertista de piano Ernesto López Mindreau, pero el Orfeón no subsistió mucho tiempo.

En septiembre, con motivo del terremoto de Ambato, escribió para la “Sociedad Hijos del Tungurahua” su drama “La Sombra de Montalvo”.

El 50 se puso muy mal de salud con una úlcera sangrante y en la epidemia de fiebre tifoidea que asoló la ciudad cayeron gravemente enfermas su suegra Clemencia de Pazmiño, una doméstica esposa de Felipe Castilla criado de mano de doña Clemencia, y la niña Aida Clemencia Chávez Pazmiño de solo cinco años de edad. Llevadas al lazareto, mejoraron con la cloromicetina que recién salía al mercado; pero, Aida Clemencia, que siempre había sido delicada y sufría de convulsiones, falleció de un paro cardiaco. Todos vivían – incluidos cuatro perros – en un departamento alquilado en Chimborazo y Colón y su amigo Juan Francisco Rojas le mandaba tarros de leche Klim para que sanara.

Entonces reactivó su Universidad con Cursos de Mecanografía al tacto (para ciegos) que dictó Teresa Ala – Vedra y Tama, escribió varios Diálogos cómicos para “La voz del Litoral” y la pieza histórica “Guayaquil por la Patria” que se transmitió en otra emisora amiga “La Voz Liberal” durante los festejos octubrinos y fue declarado Socio de Honor del Centro de militares y marinos retirados en reconocimiento a su campaña en pro del civismo y la dignidad nacional.

El 51 acompañó al sabio Paul Rivet, quien visitaba el país, en sus trabajos antropológicos por el litoral. Entre ese año y el 53 presentó obras folklóricas en Alausí, Chunchi y Guamote, donde también dictó Cursos rápidos con varios profesionales. Esas obras fueron: “La Nobleza está en los páramos”, un folklore de ambiente indígena del Chimborazo estrenada con aficionados en el Teatro Roxi de Riobamba y acompañamiento de varios bailarines “danzantes” de Yaruquíes. La pieza folklórica en tres actos “Los Contrastes de Alausí” y “Las Estampas de Guamote” en dos actos cómicos.

El 14 de marzo del 52 se encontraba en Otavalo cuando recibió la noticia del fallecimiento de su ilustre padre, por eso no pudo concurrir al sepelio. El Concejo Cantonal le designó Director del Museo Municipal en su reemplazo; mas, se negó a posesionarse.

Ese año dictó seis cursos rápidos en Manabí y estando en Portoviejo, con motivo del centenario de fundación del Colegio Nacional Olmedo, estrenó en el Teatro Victoria su comedia histórica sobre temas manabitas en dos actos, con alumnos de ese plantel, titulada “La Fundación del Colegio Nacional Olmedo” (1852 -1883) Al finalizar el segundo acto se bailó la Cuadrilla de Lanceros, evocación del Portoviejo del siglo pasado. En Manta y bajo los auspicios del Club Rotario fundó el Museo Municipal, que aún existe por iniciativa suya.

El 53 dictó Cursos en Daule, Santa Lucía y Nobol, dio una Conferencia sobre la Verdad histórica ecuatoriana en la radio “Atalaya”, fue designado Ciudadano Adoptivo de Honor por la Municipalidad de Machala. En diciembre volvieron a nombrarle Director del Museo Municipal con S/. 1.660 mensuales de sueldo y se posesionó.

El 55 ofreció una Conferencia en la Casa de la Cultura de Quito sobre “Observaciones a la Cultura Puruhá” y escribió el sainete “Evaristo y la Llantera.” El 57 se presentó en el salón de actos del Colegio Cinco de Agosto de Esmeraldas y habló sobre “Rectificaciones Prehistóricas.”

El 59 auspició la candidatura de su amigo el Profesor español Carlos González – Arijita para la dirección del Conjunto de Opera del Núcleo del Guayas y ayudó a la difusión de ese género en la ciudad.

Entonces inició en Guayaquil una larga campaña contra la erección del monumento al presidente tirano Gabriel García Moreno por considerarlo un atentado al espíritu democrático de la ciudad. Con tal motivo polemizó con el Dr. Wilfrido Loor Moreira y con César Pérez Moscoso entre otros.

En la década de los años sesenta acostumbraba lamer paquetitos de bicarbonato porque era ulceroso – le habían encontrado cinco úlceras – y el bicarbonato se lo obsequiaba su amigo de siempre, el popular Chochomote (Francisco Rodríguez Garzón, natural de Otavalo, propietario de una modesta botica y droguería situada por la piscina Olímpica.

Mas, como le ira imposible la inacción, dedicose casi exclusivamente a revivir el folklore montubio del litoral en lo concerniente a música y baile vernáculos, partiendo del folleto “Estudios folklóricos sobre el Montubio y su música” de su antiguo amigo Manuel de Jesús Álvarez, que encontró en la Biblioteca Municipal.

Por esos días Justino Cornejo inició una campaña periodística en contra del teatro folklórico de Rodrigo al que acusaba de vulgar y populachero. Cornejo era un estilista del idioma, sabía mucha gramática y tenía una poderosa inteligencia, de manera que no le fue difícil estrenar una obra propia titulada “Chigualito, Chigualó” con la participación de un coro, un grupo de danzantes y hasta la bailarina Patricia Aulestia, pero siendo una obra de carácter aristocratizante, un pastiche seudo montubio, a medio camino entre lo propiamente folk y lo clasicista, cosechó un terrible fracaso, finalizando la campaña con la retirada del colega ofensor.

Dada su situación de permanente apuro económico su hijo Otón vivía en casa de su cuñada Charito Moscoso de Chávez. Desde el 63 colaboró con la Junta Militar de Gobierno y fue contratado con sueldo para iniciar los estudios históricos de la Marina Nacional, fruto de lo cual es una “Historia de la Marina” aún inédita y la declaratoria del día 25 de Julio de cada año como día dedicado a la Marina de Guerra Ecuatoriana, por conmemorarse el glorioso combate naval de Jambelí.

El 65 Andrés Soler visitó Guayaquil en compañía de María Félix y Sonia Furió, se vieron en el hotel Humboldt y luego en la recepción que brindó Rodrigo en su departamento ubicado en Roca entre Pedro Carbo y Panamá por sus Bodas de Plata matrimoniales. Soler le ofreció llevar a México de guionista para películas pero Rodrigo ya tenía en mente ambiciosos proyectos folklóricos para la ciudad y como se encontraban próximos los V juegos Deportivos Bolivarianos convenció a su amigo el tenor Guido Garay Vargas – Machuca para formar el Cuadro Folklórico Montubio que participó en dichos Juegos Deportivos con gran éxito, compitiendo con los Cuadros visitantes de Panamá, Bolivia, Colombia, Venezuela y Perú. Rodrigo y Guido trabajaron con músicos de la valía de Zulema Blacio y Bolívar Arellano, éste último, cuñado de Guido.

El conjunto tuvo larga vida. Doscientas cuarenta y cuatro representaciones en treinta y seis ciudades del país y dos del exterior, casi siempre con distinto personal, pues actuaban con jóvenes estudiantes a quienes preparaban para la escena, de suerte que pasaron ciento treinta y seis integrantes durante un lapso de diez años, lo que es mucho, pues el cuerpo de baile nunca tuvo más de cinco parejas. Se había despertado al folklore montubio del litoral ecuatoriano, que permanecía adormitado desde las Fiestas Montubias organizadas por el mismo Rodrigo en el American Park en 1926.

Fueron años de duras experiencias, sin apoyo oficial, venciendo todo género de obstáculos, pero triunfaron en su empeño y hoy existen cientos de Cuadros Folklóricos en el país.

Ese año estrenó en el Teatro 9 de octubre su melodrama histórico en tres actos “Crispín Cerezo”, inspirado en la revolución de los Chapulos, con música costeña de gran contenido folklórico arreglada por su amigo el Maestro Carlos González – Arijita. Por entonces organizó la campaña popular del sucre federalista pidiendo el cese de las medidas económicas impuestas por la dictadura.

Con Garay recorrió el país en misión artística y cultural. En diciembre del 67 estrenó en el Olmedo su Comedia Musical en dos actos, “Los Manabitas somos así”, reprisada en diversas ciudades del país. En mayo del 68 se dio “Pedro Vinces el bandolero romántico”. En diciembre, “Machete, garabato y corazón”, en junio del 69 “Ya llegó Vargas Torres”, todas ellas Comedias musicales folklóricas. El 70 “Los lanceros del Daule”, igualmente musical y como las anteriores y estrenada en Función de Gala nocturna en el Teatro Olmedo.

El 69 lanzó la idea de celebrar el Sesquicentenario de la Independencia de Guayaquil. El Alcalde Asaad Bucaram prescindió de sus servicios en el Museo Municipal por haber concurrido a una sesión de la Junta Cívica celebrada en el Paraninfo de la Universidad, publicitada en El Universo. Era la política municipal lugareña la autora de tal injusticia, pues Bucaram no deseaba perder la iniciativa en las celebraciones del Sesquicentenario frente a un líder cívico de la talla del investigador Julio Estrada Icaza que presidía la junta y resultó que finalmente no hubo festejos por la dictadura del presidente Velasco Ibarra.

En abril del 70 estrenó su Comedia: “El Sobrino de Catarama”, en Septiembre “La Dulce Piña de Milagro”. En junio del 71 “El espectro del Descabezado” y en Octubre “No hay taco para el Banano” todas con gran éxito y numerosos reprises.

También llevó a las tablas sus Sainetes: “Torcuato y Nicanora” en junio del 67, “Patrón y Torcuato” en septiembre siguiente, “Cuando entra la picazón” en agosto del 69, “Así semos los montubios” en Abril del 70 y “Torcuato Oligarca” en Mayo del 71, ésta última también fue transmitida por la Radio Canal Central, en el Núcleo del Guayas de la CCE.

El 71 editó “El Coronel Enrique Valdés Concha y su proyección en el panorama nacional” en 109 págs. biografía de quien falleciera en la acción de guerra del estero de Camarones durante la campaña militar de Esmeraldas de 1913 al 14.

El 71 visitó con su esposa los Estados Unidos invitado por su hijo Gonzalo que estaba de Cónsul. En octubre del 73 el General Guillermo Rodríguez Lara le llevó a un rodeo en el Estadio Capwell y como gran cosa lo sentó a su lado creyendo con esto que le hacía un gran favor cuando era lo contrario, pero nadie le ayudaba económicamente. Ese año se jubiló con una magra pensión.

El 75, en una Función de Gala reprisó su obra “Crispín Cerezo” en el teatro 9 de octubre. Al final fue subido en brazos al escenario. Casi no podía sostenerse el viejo folklorista, tal su estado de debilidad y la asfixia continua que le aquejaba a causa de un pertinaz enfisema.

El público se puso de pie y le aplaudió larguísimo rato. Quiso hablar para agradecer pero no pudo pues se encontraba en extremo débil a causa de unas úlceras gástricas cicatrizadas, toda su vida había sido de poco comer y era flaquísimo como su padre.

Fue bajado con dificultad y aunque solo tenía sesenta y siete años se le veía acabado. La escena fue muy emotiva, sabíamos que su fin estaba cercano y él también lo presentia pero logró sobrevivir casi seis años más. Al poco tiempo falleció su esposa Aida, tras varios años de padecer de diabetes. Había sido su infatigable socia y secretaria en todas las andanzas, quien le llevaba las cuentas, le tenía todo en orden y lo alentaba en las horas de desánimo.

De allí en adelante se recluyó. Estaba pobre pero sus hijos le auxiliaban. Vivía con Rocío y Ernesto (solteros) Salía a caminar lentamente por las calles del vecindario, leía, se asomaba y volvía a la cama. Un día ya no se levantó más. Así estuvo un año y medio, se le formaron escaras. Estaba con arterio esclerosis avanzada y casi no se daba cuenta de nada. En mayo de 1981 se le agravó el enfisema de fumador empedernido de cigarrillos de envolver en papel amarillo, fue llevado a la Clínica Guayaquil y luego a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital del IESS donde permaneció hasta su fallecimiento el 24 de dicho mes, de setenta y tres años, a causa de una neumonía.

I como en ese día se estrelló en la provincia de Loja el avión presidencial que conducía a Jaime Roldós Aguilera, su esposa Martha Bucaram Ortíz y a la comitiva que les acompañaba, sin que quedaran sobrevivientes, el deceso de Rodrigo pasó casi desapercibido.

Su obra aún no ha sido evaluada en toda su importancia y sus escritos se encuentran dispersos en periódicos y revistas pues nunca le gustó sistematizar en nada.

La música y el baile vernáculos costeños le tienen por su iniciador. Sin él no tendríamos este entusiasmo por lo nuestro que se respira en el litoral. El Teatro Ecuatoriano le cuenta entre sus creadores y en gran parte las Estampas Quiteña nacieron de su pluma.

Fue un trabajador tenaz, infatigable, único, sin reprise. Su vida es un ejemplo de sacrificio por la cultura y el arte en un medio hostil que sin embargo, no logró apagar su creación. Su obra se halla dispersa (teatro, canciones, estampas, sainetes) quizá perdida para siempre, pues le correspondió vivir una existencia de pobreza y sacrificio larga, muy larga.