CHAVES REYES FERNANDO

ESCRITOR. Nació en Otavalo el 13 de febrero de 1902 Hijo legítimo de Alejandro Chávez Guerra, de los primeros normalistas graduados en el país, rector fundador de Normal 10 de Agosto en Otavalo; y de Josefa Reyes Bilbao, de cualidades superiores porque era lectora de las obras de Montalvo, graciosa, con mucha chispa y hasta burlona, ambos de la clave media indígena de Otavalo.

Segundo de una numerosa familia de siete hijos y el primer varón. Su padre le leía y explicaba, le enseñó a leer a escribir y a entender las cosas y no tuvo necesidad de concurrir a la escuela. La familia poseía casa propia en Otavalo y eran felices, pero su padre murió el 1913 a consecuencia de una enfermedad mal curada al hígado, posiblemente una apostema de origen amebiano, después que le hicieran una punción.

Años más tarde diría de su infancia que fue enteramente agradable pues tuvo a sus dos padres y ellos se empeñaron en cuidarme. “Fueron momentos deliciosos pese a que mi padre era severo y exigía una disciplina muy grande y no tenía límite para la exigencia cuando creía que estaba en lo justo. Mi madre era un poco más suave, pero él influyó mucho en mi vida. Muy joven perdí a mi padre, yo tenía apenas once años. Lo vi agonizar, lo vi morir y recibí de él el encargo de cuidar a mis hermanos, cargo que cumplí bastante extensamente.”

“Cuando mi padre bordeaba la muerte, yo pregunté a uno de los religiosos que le asistían y que mi padre recibía por cortesía y conversaba con ellos también por cortesía: Si yo rezo con todo empeño, si yo hago la plegaria con toda el alma ¿Se va a salvar mi padre? Uno de ellos cometió la tontería de decirme Si. Yo puse toda mi devoción, todo lo que podía dar de en la plegria un muchacho de pocos años, lo puse yo al servicio de esa petición, de ese ruego. I no, yo lo vi morir. Me puse desesperado, estuve muchos años acosado por la angustia. Mi madre y mis hermanos vivían en una casa apartada, yo pasaba la noche en la casa de mi padre. No tenía miedo de entrar en la oscuridad. Sentía la sombra de él, me acompañaba. La muerte de mi padre me quitó la creencia.

Huérfano y en gran pobreza la familia se dividieron sus hijos para sobrevivir, una tía materna se hizo de mi madre y de algunos de mis hermanos, otros pasaron a donde otra tía y a mi me mandaron como mayorcito a Quito, a vivir con mis tíos Luis Felipe Andrade Montalvo y Dolores Reyes de Andrade que no tenían hijos y habitaban una casa grande y propia, con huerta y jardín, en la Pedro Fermín Ceballos y Oriente. Allí fui feliz aunque tuve problemas con mi tía a causa de mi irreligiosidad pues leía a Emilio Zola, los libros del biólogo Haekel, la historia de González Suárez y los ideólogos del enciclopedismo. Mi tío me apreciaba y quería, yo le ayudaba mucho en sus negocios y éramos grandes amigos. Un día me facilitó cinco sucres para que me suscriba a la Biblioteca de don Bonifacio Muñoz que prestaba libros a los socios, así funcionaba ese negocio”

El mismo año 1913 ingresó al Mejía y al poco tiempo la Municipalidad de Otavalo le concedió una beca de treinta sucres mensuales para que pudiera estudiar en el Normal Juan Montalvo que dirigía Leonidas García donde comenzó al año siguiente.

En 1916, cuando cursaba el tercer año escribió con varios compañeritos un periódico en parte mecanografiado, conteniendo algunas burlas a los alumnos del cuarto y quinto curso por haberle ofrecido una fiesta al Director.” Los acusamos de adulones, pero nos atacaron en el patio y nos dimos una cuesquiza general. Nos castigaron un mes haciéndonos quedar hasta las 7 1/2 de la noche.”

En 1920 se graduó de normalista, regresó a Otavalo y trabajó varios meses en la escuela Sucre, donde escribió a medias con sus compañeros Alfonso y N. Moscoso “una novelita que no conservo y cuyo nombre no recuerdo. Ellos hicieron una parte y yo otra, pero el empate salió muy malo”. A fines de ese año pasó a enseñar a la escuela fundada por su padre con cincuenta sucres mensuales de sueldo. El 23 ocupó la dirección con ciento ochenta sucres, modernizó la enseñanza, convirtió a la escuela en la vida del pueblo y por motivos baladíes el cura Párroco de San Luis le declaró su antagonismo, suscitándose serios problemas cuando Chávez le reprochó en público.

Ese año intervino en un concurso de novela de tema regional y obtuvo el primer premio con “La Embrujada”, novela corta, intensa e intencionada, llena de emoción de cólera, de color, a la vez que trata sobre la brujería en Otavalo y que “ El Telégrafo” publico en folletín, episodio perfecto que en Guayaquil se creyó de un maestro.

En 1924 fundó el periódico ocasional “Germen” con varios universitarios. Salieron en Otavalo más de veinte números pero se imprimía en Ibarra y
era marcadamente anticlerical pues desde tres años antes era un socialista y un anticlerical convencido. El 25 sacó el semanario socialista “Adelante” que se distinguía por su belicosidad y con Ricardo Paredes hizo labor proselitista. En octubre participó de las discusiones en el paraninfo de la Central para la elaboración del programa ideológico del socialismo En Septiembre, aprovechando que Rafael Ramos Pedruaza estaba de Ministro Plenipotenciario de México en el Ecuador quien representaba a la III Internacional, formó parte de la “sección Comunista de propaganda y acción Lenin” con Alberto Suarez Dávila, Pablo Charpantier, Timoleón Jácorme, Juan F. Karolis, Luis Anda Rumazo y Manuel Eduardo Rumazo. El 26 fundó el grupo cultural ‘’José Vasconcelos” dentro de la corriente de pensamiento arielista. “Dimos charlas, cursos y publicamos la revista cultural Imbabura que circuló en siete números en Otavalo e Ibarra.” Ese año su amigo Miguel Ángel Zambrano Orejuela lo invitó a participar en el grupo político “Transformación Social” que formaba en Quito con Néstor Mogollón, Gonzalo Escudero, el poeta Jorge Reyes autor de Quito arrabal de cielo y muchos más y como tal, cuando en mayo se decidió fundar el partido socialista, participó en la asamblea de constitución y fue designado miembro del primer Consejo ejecutivo central.

En 1927 su amigo del Dr. Alberto Acosta Soberón, presidente del Concejo de Quito, lo hizo nombrar director de la Escuela primaria Espejo con tres cientos vente sucres de sueldo. “Impulsé la escuela, hice un periódico, fiestas anuales, excursiones.” Ese año la Revista “América” dirigida por Alfredo Martínez convocó a un concurso de novela con motivo de un aniversario más del nacimiento de Juan Montalvo y a petición de mi amigo José Ignacio Narváez, quien me impulsaba a escribir, envié de “Plata y Bronce, cuyo origen él mismo lo ha relatado: Cuando me gradué de normalista vine a enseñar a Otavalo, donde fundé una escuela para niños indígenas y estuve siete años. Mi tía poseía una propiedad en las afueras de Otavalo, allí conocí a una india joven y muy hermosa, debo confesar que pese a lo agitado de mi vida sentimental me enamoré e ella, recuerdo cierta ocasión en que yo le dije: Voy a escribir un libro, pero a ella qué le importaba, escribí el libro
sabiendo que ella nunca lo leería. Mucho de lo que hay en la novela es vivido, claro que no en el plano que yo lo presento, pero yo lo viví…”

Entre los miembros del jurado se encontraba Benjamín Carrión y todos fueron sorprendidos de que un joven normalista de Otavalo pudiera escribir tan bien, por eso fue premiada en mayo y editada en la Imprenta Nacional en 316 págs. y prólogo de Isaac J. Barrrera, en tiraje de mil ejemplares, de los cuales le entregaron cien que regaló a sus amigos del exterior con quienes se carteaba desde Otavalo.

“Plata y Bronce inició la novela indigenista en el país esbozando el esquema de las novelas posteriores; ubicada la acción en Otavalo, Plata es el amo y Bronce la hermosa india Manuela. Su importancia radica en acercar por primera vez al indio desnudo en su elemento de sumición pero también de venganzas hermosas, aunque no logra este libro, pese a todas sus excelencias, despojarse de ciertos giros retóricos y barnices románticos. De ella ha opinado Ángel Felicísimo Rojas que Chávez declama, toma un partido, hace doctrina, se banderiza al narrar. Pedagogo como es, no olvida de presentar en la figura idealizada del normalista, el símbolo del maestro que lucha en la aldea contra la hostilidad del cura, el gamonal y la autoridad política (1)

“Gonzalo Escudero me elogió en El Día. Nicolás Jiménez, escribió dos artículos en El Comercio. Mi novela ha sido reeditada el 37, el 58 y últimamente el 86 por Editorial El Conejo. Muchos escritores buscaron mi amistad, entre ellos G. humberto Mata”.

Ricardo Jaramillo, lo llevó a la redacción de “El Día”, donde realizó varias campañas. El crítico Humberto E. Robles ha opinado que Plata y Bronce fue una brecha en el camino de la denuncia social del indigenismo dentro de una vanguardia que se había bifurcado ente lo rural y lo urbano. Años más tarde Joaquín Gallegos Lara en carta a Nela Martínez Espinosa escribió: Te mando – no sé si la conozcas – la novela Plata y Bronce de Fernando Chávez, Leela. vale la pena. Tiene unas cuantas reflexiones de carácter político. Ellas están demás. El arte se alimenta de sí mismo. Debe ser solo arte. Si al mismo
tiempo es un documento social y en su contextura interna pinta realidades que por sí mismas obligan a sacar una consecuencia socialista, es otra cosa.

Si tú quieres pintar al indio oprimido no tienes porqué ponerte a gritar: esto es malo, esto es un crimen ni a decir tu opinión al respecto. Describe la manera de oprimir, imparcialmente, expón el alma de tus personajes tal como la veas y ya está. Chávez no hace así. Nos suelta su opinión a cada instante y hay páginas intensas de un vigoroso y profundo saber de tierra andina.

Al año siguiente la revista de la Sociedad Jurídico – Literaria reeditó “La Embrujada”. El 29 ingresó a la facultad de Filosofía y letras y el Ministro de Educación, Leopoldo Izquieta Pérez lo llamó a ocupar la Subdirección de Estudios del Pichincha con S/. 550.

“Allí impulsé a la revista “Educación”, edité Cuadernos Pedagógicos y en 1930 fui coautor con Julio Endara, del ensayo Los Temperamentos.”

Para la inauguración de los cursos de la U Central del 31-32 pronunció un discurso publicado después en folleto, el 32 escribió en “El Día” contra Neftalí Bonifaz y el 34 atacó a Velasco Ibarra y cuando esté triunfó se separó con licencia y viajó a México en calidad de observador de su sistema pedagógico, con una beca de ese gobierno.

El Ministro de Educación Narciso Bassols lo recibió, concediéndole facilidades para circular por los establecimientos educacionales y el Canciller ecuatoriano José Gabriel Navarro lo designó adjunto civil sin sueldo en México, alojándose en casa de su amigo el Ministro Plenipotenciario Benjamín Carrión.

(1) Fernando me explicó en 1983 cuando le entrevisté en Quito “Yo tenía solo veinticinco años y no contaba con antecedentes algunos cuando publiqué Plata y Bronce. Estaba descubriendo un conflicto social en términos literarios. No podía haberlo tratado a la manera de Icaza por ejemplo, porque su obra Huasipungo nació a partir de lo que yo había hecho y bajo la influencia de autores rusos cuyas traducciones recién comenzaron a llegarnos en la Revista de Occidente editada en Madrid.

Siete meses después estaba de regreso en Quito y volvió a ocupar sus funciones pero el Presidente Velasco Ibarra le puso obstáculos por sus ideas socialistas y anticlericales. “El 35, su Edecán, el Mayor Rafael Astudillo, me dijo a quienes iban a sacar del país. Yo, uno de los primeros.” Entonces regresó a México y mi amigo el Ministro Moisés Sáenz me consiguió trabajo en dos escuelas secundarias de señoritas. Por las noches era redactor de noticias extranjeras del periódico El Nacional, pero a fines de año nombraron Ministro

de Educación en Quito a Carlos Zambrano Orejuela y el Subsecretario Jaime Chávez Granda me llamó para que desempeñe la Dirección General de Educación con ochocientos ochenta sucres al mes.”

“Trabajamos en equipo, cambiando los reglamentos y redactando programas primarios, se fundaron los primeros Normales rurales, creando la sección de investigaciones psicológicas, dividiendo al país en regiones y dotándolas de inspectores. En fin, transformamos el Ministerio.”

Afines del 36 y al iniciarse la persecución de la izquierda salió Zambrano del Ministerio, Chávez y yo. Ya existían los siguientes antecedentes: Yo había nombrado una comisión para que investigara los legados que existían a favor del ministerio de educación en todo el país y cuando íbamos a iniciar los juicios de reivindicación contra los ilegítimos poseedores, éstos nos denunciaron e indispusieron ante Páez. Luego quisimos hacer un Congreso de escritores en Guayaquil y también nos denunciaron por comunistas. Esto colmó la paciencia de Páez que reclamó a Zambrano, quién renunció”.

Desempleado volvió a Otavalo y fue electo tesorero municipal pero renunció a los pocos meses sintiendose incompetente para manejar cuentas y números cuando lo suyo eran las letras. Nuevamente en Quito, buscó trabajo y en 1938 se accidentó en un paseo automovilístico viniendo del valle de los Chillos y pasó a la clínica Pichincha a curarse. Gobernaba el General Enríquez Gallo y su Canciller Luis Bossano le visitó y dijo: “Tiene que curarse pronto pues quiero mandarlo a Europa” y al mes lo designo Cónsul en El Havre.

Viajó a fines del 38 y vio como llegaba la guerra. El 40 los alemanes bombardearon tres veces El Havre; para el tercero Chávez ya no estaba allí pues había salido hacia Burdeos, donde estableció el consulado por varios meses. Luego siguió a Marsella, en territorio libre francés y permaneció hasta fines del 41, siendo el único consulado ecuatoriano en Europa que no se prestó para vender visas ni pasaportes y por ello fue injustamente separado de sus funciones y regresó a Otavalo pues se enemistó con los agentes sionistas que le persiguieron hasta en Quito, culpándole de haber condenado a muerte a muchos judíos inocentes, lo cual era un si es no verdadero, pues el verdadero culpable era el Congreso Nacional con sus leyes anacrónicas que no facilitaban la obtención de visas a los ciudadanos europeos de religión judía.

Realmente la venta de visas y/o pasaportes, habría que mirar en sus dos aspectos: el negativo y el positivo. El uno, el de la corrupción de los funcionarios que la practicaron haciéndose ricos con la desgracia y la desesperación ajenas. El otro, desde la posición humanista, porque se estaba salvando vidas. Un Cónsul ecuatoriano en Suecia apellidado Muñoz hizo fortuna con estas ventas, fue denunciado por el consulado de Chile en Estocolmo. en Quito lo cancelaron y jamás pudo regresar al país, tal el escándalo, pero ahora está considerado Héroe de las Naciones por declaración del parlamento Israelita, bien es verdad que las persecuciones a judíos habían comenzado en forma masiva a practicarse en Alemania, aunque todavía las matanzas en los campos de concentración ejecutadas por los jerarcas nazis recién comenzaron a ser conocidas después de 1945 y fue entonces que se conoció en Occidente la magnitud de la tragedia judía. Las primeras noticias arribaron a través de la prensa internacional al Ecuador.

Enterado el Canciller Tobar Donoso de la injusticia cometida contra Fernando, le telegrafió que fuera a Quito donde lo designó primer Director del recientemente creado Departamento Consular del Ministerio de Relaciones Exteriores, increpando duramente al Subsecretario por la picardía de haber cancelado “sin causa ni motivo” a Chávez, quien sintiéndose con una situación estable hizo venir de El Havre a su novia Magdalena Marie Ribreau, viuda, con una hija pequeña, y contrajo nupcias con ella. Fue un matrimonio feliz aunque sin hijos.

En abril del 44 el nuevo Canciller Francisco Guarderas le nombró Cónsul General en Lisboa y el 46 fue elevado a la categoría de Encargado de Negocios. En mayo del 50 lo trasladaron con iguales funciones a Bremen donde había intensa actividad, por lo que el 52 pidió cambio pues estaba físicamente al borde del agotamiento pero tuvo un incidente cablegráfíco con el Canciller Neftalí Ponce Miranda, ya que habiendo escrito a su amigo José Rumazo González, Director de Servicio Exterior, pidiéndole un cambio en calidad de ayuda, esta no se produjo por cuanto el Canciller se sintió molesto porque no le habían tomado en cuenta. Ponce siempre fue un sujeto pomposo, vanidoso,  pretencioso y de trato difícil aunque inteligente y campeón nacional de Ajedrez en 1937, y como castigo Chávez fue degradado a Cónsul en Yokohama.

Para colmos, en abril fue cancelado, pero al arribar a Quito lo mandó a llamar el Presidente Galo Plaza para hacerlo Ministro de Educación Pública, funciones que desempeñó hasta finalizar su período en agosto y habiéndole aceptado más por amistad que por otra causa, formó parte del gabinete con el Canciller Ponce, quien tuvo que rendirle explicaciones. Estas situaciones, estos altibajos políticos, son muy comunes en los países pequeños como el nuestro y con más razón si pertenecen al llamado tercer mundo, donde todo absurdo es posible.

Como Ministro suscribió el 28 de junio el primer contrato entre el gobierno ecuatoriano y el Instituto Lingüístico de Verano de la Universidad de Oklahoma. Entre el 53 y el 62 fue redactor de “El Comercio” donde escribía en la página editorial y para el vespertino “Ultima Noticia”. Desde el 54 hasta el 61 fue miembro del Directorio de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Desde 1955 dictó la cátedra de Derecho Consular. Benjamín Camón le pidió que trate sobre Franz Kafka y tradujo de los originales en francés, con enjundioso prólogo “Obscuridad y Extrañeza” que apareció bajo el subtítulo A propósito de Frank Kafka en 110 págs, en la U, Central, en 1956 fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional. El 58 apareció su segunda novela titulada “Escombros” en 225 págs., “novela existencial de la soledad y el desencanto” donde cambia completamente de temática y estilo y habla de “la soledad del escritor maduro, su amor por una mujer bella y tormentosa, los viajes y el mutismo que adviene, la Pasión Otoñal y el no encontrarse. Aquí le hallamos como escritor filosófico. Chávez ha declarado que es la obra escrita con más empeño y hasta con cariño inclusive, pero que su publicación fue silenciada por la crítica.

En 1961 Carlos Julio Arosemena Monroy, a quien conoció en casa de Rafael Lasso Meneses cuando ya era presidente, le reingresó al servicio exterior, designándolo Embajador en El Salvador y allí se mantuvo basta el 64 pasando ese año y con iguales funciones a México. El 65 siguió de Embajador a Nicaragua el 66 se acogió a la Jubilación. De la Cancillería le dijeron que podía permanecer algunos meses más, si embargo de lo cual el Canciller Jorge Salvador Lara se opuso pues requería el cargo para alguien de su “entorno y entera confianza” según lo expresó.

“Entré otra vez a El Comercio y pese a que me volvieron a nombrar para el directorio de la Casa de la Cultura, no asistí por los trastornos de la revolución cultural de ese año”.

“En Mayo del 74 me hice operar las cataratas y mientras me recuperaba sufrí un infarto y me recomendaron reposo”, desde entonces decidió no escribir más. El 82 murió su señora de derrame cerebral y sintiéndose solo le entró un desgano por todo, inclusive por lo que antes le llamaba la atención. Desde le 85 ejercía la dirección de la revista “Correo Diplomático”, órgano oficial de la Asociación de Jubilados del Servicio Exterior; leía copiosamente libros, sociología, filosofía y novedades literarias. Mucha prensa le llegaba del exterior, estaba escribiendo unas Memorias y los miércoles de mañana concurría a las sesiones de la Asociación de Funcionarios Diplomáticos en Servicio Pasivo. Mantenía su columna en El Comercio sobre educación y cuestiones internacionales. No ha querido terminar su novela principiada el 45 en Lisboa con el título de “Los agua de Malva” de la que tenía escritos varios capítulos.

Llevaba una vida tranquila en su casa de la Núñez de Vela No. 219 y poseía una economía relativamente sólida. Por las mañanas sacaba a pasear a su perro, leía mucho, vivía en soledad pero una empleada hacía las labores domésticas. No tenía familia.

Alto, trigueño, delgado, viril, pelo blanco y ojos negros, facciones finas, ágil y activo. Franco, abierto y no inhibido, socialista sincero, estilista y literato a quien sin embargo no agradaba la lisonja ni el elogio, recordaba haber heredado de su padre el amor al estudio y el despojo de todo orgullo. Hablaba portugués, francés, alemán e inglés y poseía una de las más bien dirigidas culturas espirituales del país por eso declaró en un momento de introspección: La vida jugó conmigo y me impidió ser un literato, no me dejó ser todo un pedagogo, ni me dejó ser un gran escritor y tampoco un diplomático. Si no un poco de todo, pero creo no haber hecho tan mal en ninguno de los oficios.

En 1991 recibió la Orden Nacional al mérito en el grado de Gran Cruz y falleció en 1999 a la avanzada edad de noventa y siete años.