POLITICO. – Nació en el recinto Tabiazo, cantón y provincia de Esmeraldas, el miércoles 26 de Agosto de 1885. Hijo legítimo de Francisco Eladio Cervantes Herrería (Ibarra 1850 – Esmeraldas 1898) guerrillero regenerador en 1882 – 83, Procurador Síndico de Esmeraldas en 1895, propietario agrícola en Tabiazo, y de Paula Targelia Montaño Guerrero, esmeraldeña.
Fue el cuarto de una larga familia compuesta de nueve hermanos y creció en su lugar natal situado a dos días de canoa de Esmeraldas, bogando en sentido contrario. Sus estudios primarios fueron en la única escuelita del lugar, de trece años quedó huérfano, pasó a Esmeraldas, entró a estudiar tipografía en la única imprenta que funcionaba en dicha población, propiedad de los hermanos Calderón, de diecisiete años quiso viajar a Colombia para luchar por el liberalismo en la Guerra de los Mil Días pero se interpuso Genaro García, quien le consiguió una beca para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Quito y como no le agradaran ciertas materias se fugó a Guayaquil, donde se presentó ante el General Eloy Alfaro que le consiguió el dinero para regresar a Esmeraldas. Entonces su madre lo mandó nuevamente a Quito y estudió el último año en el Normal Juan Montalvo aunque sus compañeros eran muy menores a él.
En 1904 trabajó para la Casa exportadora Dumarest y para Carlos Díaz. En 1905, de solo diecinueve años de edad, mi temprana juventud estaba ansiosa de aventuras. Le di gusto, diría después, y se fue al oriente con su hermano menor José Bolívar y sus amigos Bolívar Cervantes y Angel Monteverde Heredia, se metieron a cauchar con los indios y periódicamente llevaban sus cargamentos al puerto peruano de Iquitos por los ríos Putumayo, Napo, Pastaza y Amazonas jugándose la vida a cada paso y se hizo diestro en la cacería, el tiro al blanco, en la doma de animales, pero al enterarse que su hermano Eladio había sido herido por las fuerzas conchistas y llevado de gravedad a Guayaquil donde murió, decidió “acudir a salvar nuestro modesto patrimonio de las furias de la revolución”.
El viaje de regreso fue largo, siguió al río Putumayo y por Mocoa, Pasto y Barbacoas arribó a Tumaco y siguió a Esmeraldas donde el Gobernador Genaro García le designó el 25 de Julio de 1914 para el desempeño del difícil puesto de Jefe Político del Cantón pues la ciudad se encontraba sitiada por los insurgentes y con fecha 27 de Agosto el Comandante Rafael Andrade Lalama le promovió a Primer Jefe ad honorem del batallón “Esmeraldas” No. 64 con el grado de Sargento Mayor de Reservas, compuesto principalmente por campesinos recogidos “como voluntarios” en la parte sur de la provincia.
La situación era desesperada, las fuerzas conchistas habían ocupado la vecina Isla Prado y amenazaban asaltar la ciudad de Esmeraldas en cualquier momento a más de que nadie se atrevía a caminar por el malecón, donde estaban ubicados los principales almacenes, por el peligro que representaba estar a tiro de fusil, de manera que Cervantes resolvió atacar la Isla Prado el 30 de Junio. Para el efecto se trasladaron los gobiernistas en lanchas y tras un recio tiroteo lograron desalojar a los conchistas que se arrojaron al río a fin de pasar a Tachina.
El 18 de Agosto los conchistas atacaron el reten del gobierno ubicado en la Boca pero fracasaron y al regresar por la noche, igualmente fueron rechazados.
Poco después Cervantes comandó a ochenta hombres y desalojó a los doce conchistas que defendían el retén en Sua. Enseguida siguió a Atacames, que ocupó sin mayor resistencia.
Después intervino en la acción militar de Ostiones y el 15 de Diciembre de 1914, tras desalojar a los conchistas del sitio la Boca en la margen izquierda del río Esmeraldas, los hicieron retirar del cerro las Piedras muy cerca de la población de Esmeraldas, donde un retén conchista impedía la libre entrada a Esmeraldas. Entonces planificó en la hacienda El Milagro propiedad de los Cervantes, la captura de Carlos Concha. El plan fue bien meditado con el Coronel Enrique Rivadeneira y finalmente en Febrero del 15 se logró la captura del caudillo en la hacienda San José. De allí en adelante las acciones gobiernistas solo tuvieron por objeto sofocar los últimos reductos revolucionarios en los sitios Tonsupa y Juanache, en la entrada de Muisne, en Piojo, en Ostiones, avanzando hasta Chontaduro y Rioverde, en el Estero Ciego y en la parte sur que linda con Manabí; sin embargo, el conflicto solo acabó cuando el 6 de Noviembre de 1916, el presidente de la República, Alfredo Baquerizo Moreno, suscribió un Armisticio con el Coronel Enrique Torres Concha, último Jefe de la Revolución.
Declarada la paz la familia Cervantes quedó como la mayor parte de la población esmeraldeña en la más completa ruina. Entonces el General Plaza le ofreció la Intervención en la tesorería de Hacienda que no aceptó y por el contrario le denunció por tomar de dicha tesorería la cantidad de trescientos mil sucres para la compra de un vapor que vendió en seiscientos mil sin devolver nada al erario, solicitó y obtuvo la baja honrosa del ejército con el grado de Teniente Coronel de reservas y se retiró a su finca de “Vinzade”, arriba del río de su nombre, para recorrerlo en canoa, vendiendo mercaderías y comprando tagua, donde se mantuvo por muchos años tratando de sobrevivir al general estado de pobreza en que había quedado sumida la provincia. I con Alirio Solari sembró muchas cuadras de plátano.
En Julio de 1925, al conocerse el triunfo de la revolución Juliana en Guayaquil, movilizó casi un millar de hombres en las propiedades del Teniente Pedro Pablo Prías, en apoyo de ese movimiento.
En Octubre de 1926 varios grupos ciudadanos empezaron a analizar la difícil situación de Esmeraldas cuyas rentas habían sido centralizadas por el gobierno, convinieron en destacar una comisión para que visite a Cervantes y le ofreciera el mando del movimiento cívico insurgente. Emilio Cucalón, a nombre de la banca guayaquileña le puso a las órdenes una ayuda de trescientos mil sucres que rechazó. El Gobernador Dr. Hugo Borja, sujeto atrabiliario y déspota, envió a un contingente de tropa a tomarle preso. Llegaron el 28 a Vinzade, allanaron su casa pero no le encontraron y tuvieron que regresar mientras Cervantes y su gente les iban pisando los talones.
En la madrugada del 29 una gran cantidad de campesinos armados de fusiles, escopetas y machetes bloquearon sorpresivamente la plaza central de Esmeraldas y cercaron el cuartel. Fueron detenidas las principales autoridades de esa población. Cervantes permanecía en los alrededores impartiendo órdenes, enviando postas al resto de la provincia y exigió al Capitán Fabara, Jefe de la Batería Calderón, que capitule honrosamente.
El día 31 la noticia de la sublevación de Esmeraldas se había regado por la capital y el General Alcides Pesantes le envió una comunicación pidiéndole conferenciar con él. El problema amenazaba hacer crisis en Quito donde la dictadura del Dr. Isidro Ayora no se encontraba muy segura.
El 1 de Noviembre Cervantes presentó sus condiciones para negociar la paz: Esmeraldas requería de urgencia la creación de una Escuela de Artes y Oficios, la reorganización del hospital y el aumento del precio del tabaco, que se pagaba casi por nada en los monopolios del Estado.
El dictador designó a Carlos E. Díaz como nuevo Gobernador, quien se posesionó inmediatamente. Al día siguiente comenzaron Díaz y Cervantes a actuar de común acuerdo. El 3 se reunió la Junta de Notables en el teatro municipal, aprobó la conducta de Cervantes y recomendó su nombre para ocupar la Intendencia General de Policía, pero éste se excusó para evitar malas interpretaciones. El 5, tras la salida de Fabara y sus soldados, quienes se embarcaron en el vapor Almagro rumbo a Manabí, fue licenciada la tropa revolucionaria. Gustavo Becerra Ortiz pronunció un vibrante discurso desde la Casa Municipal y dio por concluida tan bella jornada cívica que no se ha vuelto a repetir en la historia esmeraldeña.
El periodista español Francisco Ferrandíz Albors, a) Feafa, en su leída columna del diario “EL Telégrafo” de Guayaquil, le calificó de hombre curtido por el sol del corazón tropical y humedecido por la selva más intrincada, franco, llano, sin evasivas, que al apretar nuestra mano con sus cinco dedos de su mano sarmentosa, cinco puñales de huesos, nos dirige la flecha de dos miradas también apuñaladoras, mientras se sonríe suave y francamente”. En dicha ocasión Ferrandiz le describió como un “caudillo tropical y hombre de las grandes rebeldías”, sinónimos con los que ha pasado a la historia.
Fruto de esta asonada fue la contratación del Agua Potable y del Alcantarillado con la Compañía White para la población de Esmeraldas. Lamentablemente el gobierno de la provincia quedó en manos afuereñas sobretodo serranas y los abusos de fuerza siguieron produciéndose, pero temeroso el gobierno dictatorial del arrastre popular de Cervantes en Esmeraldas, quiso sacarlo de la provincia designándole Director del Ferrocarril del Sur con sede en Quito, pero el Comandante comprendió la malicia de la propuesta y la desechó sin comentario alguno.
En 1928 fue perseguido por el gobierno de Ayora y salió electo Diputado suplente a la Asamblea Nacional Constituyente.
En Julio de 1930 se inició un proceso penal en contra de los hermanos Segundo y Ramón Chiriboga Ramírez por compra de unos machetes para los trabajos de la finca del primero. Juicio ridículo fundado en que los machetes eran para una revolución, que sin embargo sirvió para inmiscuir criminalmente al Síndico Municipal Juan Antonio Checa, al Secretario del Consejo Provincial Pedro Pablo Calderón Pimentel, al Contador de la Tesorería de Hacienda Municipal Telmo Bastidas, al Director del semanario “El Correo” Gustavo Becerra y a otros ciudadanos del lugar. El asunto, de por sí grotesco, se prestó para que el sumiso Eugenio de Janón Alcívar, Intendente de Policía, declare muy suelto de huesos al Gobernador Enrique A. Rivadeneira, “que no sentía rencor contra los encausados”; sin embargo de lo cual giró boleta de captura contra Cervantes, a quien no pudieron tomar preso por encontrarse en Vinzade. Entonces Cervantes pronunció su célebre frase: “donde yo levanto la frente con orgullo, mis enemigos la bajan con vergüenza”. Incidentes de tal naturaleza eran comunes en esa época de lucha constante contra el caciquismo a través del periódico “El Correo”, fundado en 1928 por el valiente escritor Gustavo Becerra Ortiz que por eso sufrió varios ataques, lo que a la postre sirvió para estructurar al socialismo esmeraldeño.
El 30, decepcionado del liberalismo, se desafilió y pasó al socialismo. Después fue miembro de Vanguardia Socialista Revolucionaria, agrupación política liderada por el General Luís Larrea Alba en 1937. I cuando a los pocos meses el dictador Alberto Enríquez Gallo, convocó a una Asamblea Constituyente que debía estar conformada por tres bloques iguales (Liberal Conservador y Socialista) Cervantes representó al socialismo esmeraldeño y tuvo una destacada actuación en Quito.
Pero a fines del 38, cuando la Asamblea fue disuelta por el Ministro de Defensa Galo Plaza Lasso, quien hizo apresar a los miembros, conduciéndoles al Panóptico “como delincuentes comunes y sin respeto a nuestra dignidad”, guardó prisión y enfermó de neumonía y como se negara a tomar medicamentos su amigo el Dr. Franklyn Tello tuvo que hacer grandes esfuerzos para convencerlo de que acepte viajar a una clínica de Guayaquil donde fue tratado y mejoró.
Recuperado de sus dolencias viajó a Vinzade y escribió al Gobernador de Esmeraldas protestando por los reiterados atropellos a los políticos socialistas de esa provincia. En los años 40 se dedicó a ocios literarios pero también hizo oposición al gobierno cesarista del presidente Carlos Alberto Arroyo del Río.
Luego del triunfo de la revolución gloriosa del 28 de Mayo de 1944, ocupó a gobernación de Esmeraldas en el segundo mandato presidencial del Dr. José María Velasco Ibarra, renunciando casi a los ocho meses de gestión por discrepancias personales, pues el primer mandatario canceló a los dos ministros izquierditas del gabinete: Alfredo Vera Vera y Alfonso Calderón Moreno.
En 1951 recibió al candidato presidencial Galo Plaza Lasso en Esmeraldas. El 53 fue homenajeado por el socialismo esmeraldeño. El 1 de Noviembre tuvo una nueva actuación cuando el Frente Democrático de Esmeraldas integrado por socialistas, liberales independientes y comunistas le sacó triunfante en los comicios para ocupar la alcaldía Municipal, derrotando al candidato del CFP y al caciquismo de los Plaza Monzón – Plaza Ledesma.
Lejos de aceptar su derrota los perdedores pactaron con el Ministro de Gobierno Camilo Ponce Enríquez y consiguieron la designación de Celestino Maldonado sobrino del Comandante César Plaza Monzón para la gobernación de Esmeraldas, estableciendo una inicua pugna. Primero se rumoró que no dejarían posesionar a Cervantes, quien sin embargo entró en funciones en Enero de 1954 por disposición expresa del Tribunal Supremo Electoral; pero, a los seis meses justos, el 6 de Julio, a eso de las once de la mañana, en circunstancias en que Cervantes reasumía el despacho que había encargado al vicepresidente del Concejo profesor Simón Pacheco Perdomo, un piquete de Policías rurales al mando del Intendente N. Reinoso y del Capitán Pazmiño, a) El Chueco, ingresó al palacio y en inaudito alarde de fuerza, con gases lacrimógenos, fúsiles y ametralladoras, le obligaron a abandonar la Alcaldía, con el Vicepresidente, los Concejales Walter Quiñónez Sevilla y Menelao Jara Reina y los empleados y funcionarios de la Municipalidad, acusados de ser socialistas o Canchimalas (pequeño pez que habita en las aguas de algunos ríos esmeraldeños y se alimenta de excremento) Después del desalojo ingresaron al palacio los Concejales liberales o urracas (pájaros ladrones) Gilberto Plaza Chillambo, Pedro Tello Arellano, Alberto Andrade Cevallos y Otón Marques quienes obedecían órdenes de su jefe el Cacique chico Dr. Julio Plaza Ledesma, se instalaron en sesión y para evitar las manifestaciones se forjó un acta haciendo constar que Cervantes había presentado su renuncia irrevocable, que se le aceptaba y agradecía sus servicios, designando en su reemplazo con el carácter de Alcalde encargado al Dr. Rómulo Salas Pazmiño, quien aceptó movido unicamente por su irrefrenable prurito de figuración desmedida. El Concejal Horacio Gómez Rumbea fue llamado con engaño y llegó al palacio, pero enterado del suceso que estaba ocurriendo, se negó a permanecer en el recinto y se retiró indignado, mientras otro piquete despejaba las calles adyacentes y perseguía a todo ciudadano que presumiblemente era amigo o partidario de Cervantes.
Cervantes pudo haber resistido a bala limpia si hubiera aceptado la propuesta que le hizo el Concejal Jorge Chiriboga Guerrero, pero como el Gobernador le tenía chantajeado con tomarle preso a su hijo Luís Cervantes contra quien pesaba un juicio por muerte, se sintió totalmente desmoralizado y no se defendió. Sin embargo, ese nuevo sacrificio acrecentó aún más su personalidad y al año justo de su defenestración, cuando el presidente Velasco Ibarra visitó la población, fue condecorado por el Concejo inmoral por una donación de veinte mil dólares para el Colegio Técnico Luís Tello y agradeció al pueblo desde el balcón municipal. Cervantes le envió una Carta pública donde le dijo: Esmeraldas no vende su dignidad por una dádiva…. Lo hizo indignado, no por la pérdida de la alcaldía, sino porque se había obligado a los niños escolares a desfilar en honor a Velasco Ibarra, quien pensó que era el pueblo de Esmeraldas el que le rendía un tributo de agradecimiento por la acción del año anterior.
Desde el 50 había sembrado de bananeras su finca Vinzade mejorando ostensiblemente su economía. Allí acostumbraba recibir a amigos y a políticos perseguidos. En 1957 fue desagraviado por la Municipalidad, en la administración de Tiberio Patiño Trujillo, que le declaró Mejor Ciudadano y recomendó “a las presentes y futuras generaciones como ejemplo de hombres de bien, de abnegación y patriotismo.”
En 1959 fue electo Consejero provincial, se posesionó el 60 y desde el 12 de Abril presidió la institución, aunque por un mes solamente, debido a su precario estado de salud. Generoso con sus numerosos hijos habidos en distintas madres, regaló sus reservas y cuando vino la plaga de la sigatoka y se dañó el negocio, se encontró sin dinero y tuvo que vender su heredad a los señores Dapelo, residiendo en Esmeraldas desde entonces, pero meses más tarde sufrió una oclusión intestinal, fue operado, se repuso, sin embargo quedó con la salud quebrantada.
En 1963 pidió a la Junta Militar de Gobierno la fiscalización de los fondos del Consejo Provincial y del Municipal y lanzó un largo artículo titulado “La Mala espalda”, describiendo el martirio de su provincia abandonada por los gobernantes al caciquismo depredador.
El 66 le dio un fuerte dolor al corazón, empezó a sudar profusamente y le faltó la respiración. En el Hospital le diagnosticaron un micro infarto y a los pocos días salió a convalecer a la casa de su hija Martha. Como fumaba mucho le pidieron que deje el vicio, pero el contestó que sus días estaban contados y que era la única distracción que tenía. Estaba viejo, enfermo y casi en la miseria, pero tranquilo y sereno por haber servido a su pueblo.
Así pasó el año 1968 aquejado de un enfisema pulmonar que casi no le permitía respirar. Sus hermanas Pacífica y María Targelia Cervantes de Calderón le llevaron a vivir con ellas, en su casa de la calle Sucre entre las de Salinas y Mejía, al lado de la Casa de la Cultura. El jueves 13 de Marzo sufrió una crisis cardiaca y fue internado, pero se repuso el viernes, en cambio el sábado se agravó subitamente y tras volver a la tranquilidad el domingo, al punto que habló y aconsejó a sus hijas, en la madruga del lunes 17 de Marzo de 1969, a las cinco de la mañana, pidió que lo retiren de la tienda de oxígeno, miró a todas, les hizo un movimiento con las manos, como de despedida, cerró los ojos, comenzó a agonizar y falleció una hora después no sin antes sostener una acalorada discusión con un imprudente sacerdote que quiso confesarlo a las bravas. Tenía ochenta y cuatro años de edad y dejaba tres familias en diferentes señoras.
Fue velado en casa de su hija Inés y en el salón de la ciudad se levantó una Capilla Ardiente en su honor. Roberto Luís Cervantes fue enterrado en el cementerio general, representa la hombría de bien esmeraldeña y constituye una figura digna de imitar.